La teleología es una rama de la filosofía que estudia la finalidad, propósito u objetivo de una cosa o ser determinado. Se pregunta ¿Cuál es el fin de las cosas, qué propósito tienen y cuál es su finalidad? Así, la teleología entiende el término «fin» como la razón de ser de una cosa y postula que todo ser o entidad tiende a un fin determinado, es decir, que cumple una finalidad y un propósito que le da sentido a su existencia. Como área de la metafísica, el pensamiento teleológico supone que la finalidad es parte constitutiva del ser, hay un fin ontológico que es causa de la existencia de un ser determinado.

Etimológicamente, el término proviene del griego τέλος «telos« (fin) y λόγος «logos» (estudio, ciencia o tratado), de aquí la palabra «teleología»: ciencia de la finalidad, o disciplina de las causas finales.

El origen del término se le atribuye al filósofo griego Aristóteles, quien en su Metafísica incluyó a la teleología como una rama de la «filosofía primera» junto a la ontología. No debe confundirse la teleología con la teología, pues esta es un estudio sobre Dios, mientras que la teleología se encarga de estudiar las causas finales. Según Aristóteles, existen cuatro causas fundamentales: causa formal, material, eficiente y final. Esta última, es la causa que se refiere a la finalidad de los entes, es decir, su «razón de ser», y es el objeto de estudio de la teleología.

El finalismo consiste en la idea de que la realidad en sí misma tiende a un fin determinado, por lo que todos los sucesos y fenómenos de la realidad cumplen una «función específica» con arreglo a tal «fin». La finalidad funciona como la explicación causal de la realidad, en la que la lógica de la causalidad se da por la consecución de acontecimientos que están orientados a cumplir un objetivo preestablecido. Según el finalismo, el universo es teleológico y todo en la naturaleza está hecho para cumplir un propósito determinado.

Se conoce como argumento teleológico a la idea que supone una causa o principio inteligente creador del universo. También es llamado argumento del diseño, ya que afirma que el universo tiene un diseño inteligente realizado por una inteligencia divina. El argumento teleológico se utiliza para sostener la existencia de un Dios inteligente y creador de un universo «armónicamente diseñado». A partir del argumento del diseño se supone que hay un destino para el universo, y que una intencionalidad divina dirige los acontecimientos del cosmos hacia su «fin último».

El concepto de teleología es transversal en múltiples disciplinas como la filosofía de la ciencia, la epistemología, la lógica, la ética y la filosofía moral, la biología, entre muchas otras, las cuales abordan de diversas formas la idea de una teleología como estudio de la finalidad. Hoy en día, más allá de la filosofía y la metafísica, el término «teleología» se aplica a todo aquello que hable de la meta, finalidad u objetivo de algo.

La teleología apunta a estudiar el fin, el propósito o sentido último de las cosas
La teleología apunta a estudiar el fin, propósito o sentido último de las cosas

Teleología en la filosofía.

Filosofía antigua: La teleología de Aristóteles.

Aristóteles fue el creador del término y su concepto, el cual fue acuñado en el marco de su proyecto de lograr una Filosofía Primera (Metafísica), una «ciencia total» que sea capaz de estudiar al ser y la realidad en sus formas y fundamentos últimos. En este sentido, la teleología corresponde a aquella rama de la metafísica que estudia el fin último de las cosas, su finalidad y razón de ser. Aristóteles concibió a la finalidad como una causa ontológica, ya que el ser de una cosa se justifica por la función que cumple o el fin al que tiende. Así, una semilla tiene el fin de convertirse en árbol, el niño tiene la finalidad de volverse adulto, etc.

Aristóteles observó que no sólo los seres humanos realizan actos con arreglo a determinado fin, ya que la «naturaleza humana» tiende a actuar siempre con algún propósito determinado, por ejemplo, los objetos artificiales construidos por el hombre tienen un fin, fueron hechos para algo. Sin embargo, también los fenómenos de la naturaleza ocurren según un orden teleológico, cada ser en la naturaleza cumple una función específica. La finalidad de los seres está determinada por su esencia o forma a la que tienden. Aristóteles utilizó los conceptos de acto y potencia para referirse al proceso teleológico: algo está en potencia cuando aún no ha llegado a cumplir su propósito, y algo está en acto cuando su propósito ya está cumplido y ha llegado a su «forma final». Así, la semilla es el árbol en potencia. Según el pensamiento teleológico, cada ser ya contiene en sí mismo la «totalidad de su ser», y debe pasar por un proceso para llevarla de la potencia al acto, como un proceso de «realización».

Aristóteles creó el concepto de entelequia para referirse a un modo de ser o entidad que contiene en sí mismo el principio de su accionar y su fin. La entelequia es la esencia metafísica que tiene toda la información del ser en sí misma. Así, Aristóteles señaló que el alma es la entelequia del cuerpo. En este sentido, todo organismo tiene en su ser una entelequia que representa la «inteligencia interior», la esencia total del ser: su causa y su finalidad. El término «entelequia» proviene del griego εντελεχία (entelechia), compuesta por «entelos» (fin), y «echia» (sí mismo), y puede traducirse como algo que contiene el fin en sí mismo.

semilla
En la semilla ya está contenida toda la información y el desarrollo futuro de la planta

Filosofía medieval: teleología y teología.

Tomás de Aquino, filósofo medieval de corriente aristotélica, postula que existen cinco vías para conocer metafísicamente a Dios, una de ellas es la teleología. Mediante el argumento teleológico, Tomás afirma la posibilidad de conocer el «propósito divino» de la naturaleza y el universo como indicio de la existencia de Dios. Según el argumento teleológico, existe un diseño inteligente en el universo, las leyes de causa y efecto se ordenan inteligentemente, hay una armonía implícita en el cosmos, lo que hace concluir que debe existir una «entidad divina inteligente» que haya creado el mundo tal como es.

En el plano de la ética, Aquino desarrolló un concepto teleológico del obrar humano, según el cual todo acto humano tiende a un fin. A diferencia de los seres irracionales, que tienden a un fin de forma automática, el hombre, como ser racional, no sólo tiende a un fin determinado por su esencia, sino que es capaz de «conocer el fin» y el procedimiento por el cual se llega a cumplir con él, y esto implica directamente a su accionar y la deliberación ética y moral sobre sus actos.

Argumento teleológico
El argumento teleológico o argumento del diseño postula que existe un diseño inteligente en el universo que evidencia que este fue creado por un Dios inteligente que otorgó un sentido teleológico al mundo

Filosofía moderna: teleología vs mecanicismo.

Durante la filosofía moderna se produjo un gran cambio en el pensamiento europeo que puso a la teleología en una crisis conceptual. En este contexto de cambio epistémico, la teleología fue rechazada como explicación del universo a partir de las causas finales y surge, en su lugar, el mecanicismo que explica la naturaleza y el universo a partir de las causas eficientes, es decir, un sistema de causa y efecto determinado por la causalidad y no por su finalidad. Filósofos y pensadores de la época como Galileo, René Descartes o Immanuel Kant cuestionan las tesis del pensamiento teleológico.

Kant señaló que el argumento teleológico no es válido para probar la existencia de Dios, ya que se basa en un paralogismo, es decir, un error de la razón que lleva a una antinomia (contradicción en sí misma), pues no es posible trasladar el pensamiento teleológico a la esfera del mundo fenoménico para inferir un Dios creador, ya que se estaría dando un salto cognitivo que nuestra capacidad limitada de conocimiento no puede dar por sí misma. Sin embargo, Kant sí asumió una teleología para explicar el comportamiento de la naturaleza en el desarrollo de las plantas y otros seres vivos. En otro aspecto, más allá de la crítica al argumento teleológico, Kant desarrolla una postura distinta respecto de la teleología en el campo de la ética, a partir de la cual afirma que existe un fin a priori de la razón: el imperativo categórico, que consiste en una ley moral interna que manda a cumplir con el fin de «obrar bien». Kant habla del «Reino de los Fines», como aquel lugar ideal de personas iguales y racionales que cumplen con el fin del «bien obrar» a la perfección.

El mecanicismo moderno puso en cuestión las explicaciones teleológicas de la naturaleza y reemplazó los fines por las causas
El mecanicismo moderno puso en cuestión las explicaciones teleológicas de la naturaleza y reemplazó los fines por las causas

Por otro lado, el argumento teleológico también tuvo importantes defensores en relación a la dicotomía teleología-mecanicismo como, por ejemplo, Isaac Newton, quien en un fragmento de su obra Principia mathemática admite: «Este sistema tan bello compuesto por el sol, planetas y estrellas no podría haber surgido sin el diseño y la creación de un Ser Inteligente y sumamente poderoso». Otro gran defensor del argumento teleológico fue Gottfried Leibniz, quien cuestionó la caracterización de Newton, pero adhirió a la idea del diseño inteligente como indicio de la existencia de Dios. Sin embargo, para Leibniz Dios crea el mundo de forma perfecta y no necesita «intervenir» en su creación.

G.W.F. Hegel replantea el problema de la antinomia entre teleología y mecanicismo, y la piensa como una versión de la dicotomía entre necesidad y libertad o determinismo y libre albedrío. En su obra Filosofía de la lógica, Hegel escribe la siguiente frase: «La teleología es la verdad del mecanicismo», a partir de la cual intenta expresa una versión dialéctica del problema, con el fin de superar la dicotomía clásica y lograr una síntesis de ambos conceptos. Según Hegel, la teleología es el fundamento metafísico de todo mecanicismo y causalidad, sin la cual el naturalismo mecanicista no tendría sentido. Así, en su libro Fenomenología del Espíritu, Hegel desarrolla la relación entre ser y devenir, en donde los conceptos de dialéctica y teleología son fundamentales para comprender el desenvolvimiento de la conciencia hacia el desarrollo de sí misma a través de la historia. Así, la teleología de Hegel influenció profundamente en el desarrollo de la filosofía de la historia.

Diseño inteligente
La idea de que el universo y la naturaleza presentan un diseño inteligente fue uno de los tópicos más importantes y complejos de la filosofía moderna

Teleología en la filosofía contemporánea.

En el marco de la filosofía contemporánea se produce el desarrollo de nuevas posturas filosóficas como la filosofía analítica, la filosofía continental y la hermenéutica, que sumadas al surgimiento de nuevas ciencias como la antropología, la sociología y la psicología, replantearon los debates acerca de la teleología, dando lugar a nuevas interpretaciones:

A partir de la filosofía de la historia de Hegel, se desarrollaron posturas teleológicas respecto al devenir de los acontecimientos y la «finalidad de la historia», como el materialismo histórico de Karl Marx, quien postula la resolución de la lucha de clases y la igualdad como «fin último de la historia». Luego, el existencialismo de Sartre buscó reformular una teleología materialista, en el marco de la crítica al capitalismo del siglo XX.

El estructuralismo y el postestructuralismo, contrariamente a las teleologías de la historia, negaron el teleologismo aplicado a la sociedad y la cultura. Por el contrario, Althusser desarrolló un materialismo aleatorio negando la teleología para comprender la configuración de las sociedad, y descartó el concepto de contradicción de Hegel y Marx para explicar el devenir de los acontecimientos históricos y sociales.

Desde la modernidad, la filosofía de la historia busca estudiar racionalmente el devenir de los acontecimientos históricos
Desde la modernidad, la filosofía de la historia busca estudiar racionalmente el devenir de los acontecimientos históricos

Friedrich Nietzsche cuestionó el concepto de teleología ética elaborado por Kant y relacionó el problema de lo teleológico a los valores, la cultura y el vitalismo. Según el vitalismo nietzscheano, las normas éticas no tienen significado y el comportamiento humano no tiende a un «fin predeterminado» por la razón. En su crítica, Nietzsche busca destruir el optimismo de la razón y niega que esta pueda postular un «fin» para el accionar humano.

En el marco de la filosofía de la mente, el problema de la teleología es discutido en relación a problemas como el determinismo entre mente y cerebro, el concepto de un diseño inteligente de la mente humana, y la posibilidad de diseñar una inteligencia artificial capaz de imitar, e incluso, superar la inteligencia humana.

En el contexto de la filosofía del lenguaje, se cuestionan temas en relación la «finalidad del lenguaje», diversas corrientes se preguntan ¿Existe una finalidad para el lenguaje? ¿Cuál es el verdadero fin del lenguaje? ¿Comunicar o hacer mundo? ¿El fin del lenguaje es comunicar o por el contrario es obsoleto? Entre otros problemas relacionados al fin del lenguaje.

La estética se pregunta por su finalidad como disciplina filosófica, si su fin es estudiar lo bello y cómo se produce el sentimiento de belleza en el arte y la naturaleza, o de qué manera el concepto de belleza está ligado a cuestiones sociales, culturales y valorativas que influyen en nuestro concepto de qué es bello y qué no.

Estética
La estética se pregunta si existe un fin para la belleza o esta sólo debe apreciarse por sí misma

Teleología en la ética y la filosofía moral.

La teleología es importante en la ética y la filosofía moral debido a que postula la idea central de que «todos los actos humanos tienden a un fin», lo cual impacta directo en las causas y consecuencias del accionar humano. A partir de aquí, múltiples teorías y sistemas éticos se vinculan con la teleología:

Se llaman éticas teleológicas a aquellos sistemas éticos que postulan que la vida humana tiende a determinado fin, y el accionar de las personas se explica a partir de la consecución de actos y decisiones que llevan hacia dicha finalidad. El eudemonismo, del griego eudaimonía (felicidad), propone que el accionar humano tiende hacia un objetivo universal: alcanzar la felicidad. Aristóteles fue el principal exponente del eudemonismo, quién, en su obra Ética a Nicómaco, postuló que para lograr el bienestar y alcanzar la felicidad, es necesario desarrollar la virtud. Posteriormente, el epicureísmo también desarrolló una ética eudemonista, al postular a la felicidad como el objetivo principal de la vida humana, y la forma de gestionar íntegramente, tanto el placer como el dolor y el sufrimiento, y lograr una vida equilibrada y feliz.

El consecuencialismo y el utilitarismo también son consideradas éticas teleológicas, ya que ambas se basan en las consecuencias de los actos, sus resultados, y si estos cumplen con el fin de ser beneficiosos y útiles para alcanzar «el mayor bien para el mayor número de personas». El pragmatismo, considera que la felicidad debe ser «útil» y que todo acto debe tender a la utilidad como fin único del accionar humano.

Por otro lado, la deontología desarrolla una ética no-teleológica y se diferencia del eudemonismo ya que no basa su ética en un «fin» particular como la felicidad o el placer, sino en una ley moral universal. La ética deontológica postula que el accionar humano debe actuar «por deber» y no por un fin, sino por el simple hecho de que es «lo correcto», incluso si eso no lleva a la felicidad o el placer.

Ética
La ética se pregunta cuál es el fin de las acciones humanas

Teleología en la biología y la evolución.

En el ámbito de la biología y las teorías evolutivas, el concepto de teleología es abordado en relación a la discusión acerca de si el pensamiento teleológico puede, o no, aplicarse a la biología. En el marco de este problema, se expresa el interrogante de si es posible pensar que existe un fin intrínseco en los procesos biológicos y fisiológicos de la naturaleza y la evolución, así como lo pensaron Aristóteles y Tomás de Aquino, entre muchos otros.

La teoría de la evolución de Charles Darwin, descarta por completo el razonamiento teleológico en la biología, debido a que postula que los cambios e interacciones de las especies a partir de la selección natural se dan, esencialmente, «por azar». De manera que, no hay un «diseño» o «plan intrínseco» que haga que una especie o ecosistema determinado se modifiquen según un fin teleológico. Para Darwin, el proceso de adaptación es azaroso y no parece responder a un orden mayor, más que a los cambios aleatorios del ambiente natural.

A partir de la revolución darwinista, se descartaron de la biología las explicaciones teleológicas que interpretaban un fin o propósito intrínseco en los procesos naturales. Sin embargo, el debate no está zanjado y concluido por completo. Muchos interrogantes, aún hoy en día, continúan planteando el problema de la teleología como una idea posiblemente válida en la biología y el estudio la naturaleza. Sobre todo, a partir de los nuevos avances científicos en la genética, la bioquímica y la citología, que aportan nuevos datos acerca del comportamiento y la estructura de macromoléculas como el ADN o ARN, las cuales presentan «diseños» tan complejos, a niveles tan precisos, que ponen en cuestión el azar en la formación de sus estructuras. Factores evolutivos complejos como la simbiosis, la homeostasis y el principio de entropía, o sistemas de comportamiento evolutivo de gran complejidad como la coevolución y retroalimentación de las especies, dan a pensar la idea de que la naturaleza puede comportarse como un «gran diseño complejo e inteligentemente elaborado». Si bien, la idea de un factor exógeno como ordenador y diseñador de la naturaleza y el mundo, aún no es aceptada dentro de la biología como tal, la cuestión se abre a múltiples debates acerca de los límites del mecanicismo evolucionista y la posibilidad de pensar la biología y el mundo de la naturaleza desde posiciones renovadas de la teleología.

Coevolución
La coevolución es la capacidad que las especies tienen de beneficiarse mutuamente y establecer redes de contacto evolutivo, esta evidencia es de vital importancia para la ecología y despierta preguntas referentes a la posibilidad de una teleología natural

Teleología en la religión.

En un contexto religioso, la teleología ocupa un lugar fundamental y es un concepto originario de múltiples culturas y religiones de todo el mundo. Si bien el concepto de teleología como «ciencia de los fines» no existía en ninguna de las antiguas religiones, es cierto que, el pensamiento teleológico fue de vital importancia. La filosofía de la religión se encarga de estudiar el pensamiento religioso en cuestiones como la teleología, donde se presentan debates entre posturas como el teísmo que postula que, mediante la Divina Providencia, Dios dirige al mundo hacia su «fin último», mientras que el deísmo sólo afirma que existe un Dios creador, pero que no mantiene una relación de causa final con el mundo. Por otro lado, para el panteísmo y el panenteísmo Dios tiene un propósito cósmico para crear el universo, y todas las cosas que en él existen se dan según la voluntad perfecta y absoluta de Dios. Contrariamente, el ateísmo niega la existencia de toda «entidad divina», y con ella la idea un «diseño inteligente» como prueba de la existencia de un «Dios inteligente». El agnosticismo se abstiene de tan complejos debates, debido a que alega una falta de conocimiento acerca de la existencia o inexistencia de un «diseño» hecho por una «entidad divina» y, por lo tanto, suspende el juicio.

Pablo
La frase bíblica del apóstol Pablo «Podemos conocer a Dios mediante sus obras» expresa un claro concepto teleológico

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Aci, E. M. (9 de julio de 2023). Definición de teleología. Significado, conceptos, historia y etimología. Definicion.com. https://definicion.com/teleologia/