El libre albedrío es un concepto filosófico que consiste en la libertad humana de acción, elección y pensamiento. También llamado libre arbitrio, el concepto expresa la idea de que, en esencia, el ser humano es libre de pensar y decidir según su propio criterio, el cual se considera no determinado por causas externas sino por la facultad de pensar, elegir y actuar libremente. Así, el libre albedrío supone la existencia de una voluntad capaz de desarrollar un libre pensamiento, una libre expresión y una libre acción.
El libre arbitrio es una noción de gran importancia en la ética y la filosofía moral, ya que tiene que ver con las acciones y decisiones humanas, y las consecuencias que estas implican. A partir del libre albedrío se pone en juego la facultad deliberativa y la responsabilidad moral de las personas y aparecen profundos cuestionamientos acerca de la conciencia, la culpabilidad, la responsabilidad y la causalidad de los actos y deliberaciones de la gente.
La idea de libre albedrío se contrasta con el determinismo ya que, al afirmar que todo acto está determinantemente preestablecido, el determinismo niega la existencia de un libre arbitrio. Asimismo, descarta la posibilidad de la libertad en el plano de la acción y afirma que todo está «predestinado» más allá de la voluntad humana. Sin embargo, existen posturas intermedias entre la dicotomía determinismo y libre albedrío que intentan desarrollar una visión que supere la oposición e integre ambos conceptos, entre ellas el compatibilismo y el indeterminismo. Mientras que el incompatibilismo niega la posible compatibilidad entre determinismo y libertad y se inclina hacia el determinismo duro.
En el plano religioso, el concepto de libre albedrío proviene de la teología cristiana, según la cual el ser humano fue dotado de libre albedrío por Dios. Durante la Creación, Dios creó a la humanidad y le otorgó la capacidad de tener libertad y elegir entre el bien y el mal. De manera que el sentido del libre arbitrio impacta directamente en la moral cristiana y se vincula con la idea del pecado y de castigo divino. Según la teología cristiana, el hombre recibe el libre albedrío pero hace un mal uso de él y por esta razón se ve arrojado al pecado.
Etimológicamente, la expresión «libre albedrío» proviene del latín liberum arbitrium, de «liberum» (libre) y «arbitrium» (arbitraje o juicio). Este, a su vez, del vocablo arbiter (juez). Así, el significado del libre albedrío o libre arbitrio implica el concepto de una libertad en la elección, decisión o juicio sobre determinada cosa o acción.
Índice de temas
Libre albedrío en la historia y la filosofía.
En la antigüedad, el concepto de libre albedrío vivió bajo la sombra del determinismo y la predeterminación. El fatalismo antiguo era una idea fuerte dentro del sistema de creencias de la cultura clásica, donde el concepto determinista del destino primaba sobre la posibilidad de concebir una libertad individual separada de la predestinación. Según los antiguos griegos y romanos, el destino del hombre estaba predicho y preestablecido por los dioses, y cualquier «voluntad individual» que lo contradijera era vista como una traición (hybris) al designio divino (hado).
No es sino hasta el surgimiento de la filosofía que el problema entre determinismo y libertad comienza a plantearse y dar los primeros pasos de un debate que hoy en día continúa generando nuevas interpretaciones. Sin embargo, la filosofía antigua no contó con un concepto propio y definido de libre albedrío a la manera como lo conocemos del latín liberum arbitrium, originario de la filosofía medieval y la teología cristiana, sino que los antiguos lo entendían como una responsabilidad moral del individuo de desarrollar la virtud por el bien de la comunidad. Sócrates, Platón y Aristóteles se centraron en pensar una ética de la virtud a partir de la cual debe forjarse el carácter virtuoso. Según estos pensadores, el ser humano debía alejarse del vicio y tener un control de su impulsividad para desarrollar la virtud que le permitiera tomar decisiones basadas en la razón, el autocontrol y la autonomía deliberativa.
Epicuro fue uno de los primeros filósofos del período helenístico en plantear el problema entre determinismo y libertad de manera clara y concreta. Él desarrolló una postura claramente indeterminista y a favor de la idea de una libertad individual capaz de decidir libremente sobre sí misma. A diferencia de los estoicos, que seguían la tradición determinista clásica, el epicureísmo optó por una noción de libertad individual que cuestiona el determinismo del destino y el designio divino e invita a las personas a hacerse dueñas de su propio destino.
Ya en la era medieval, el establecimiento del cristianismo cambió por completo el concepto antropológico y teológico del pensamiento occidental. La idea de la «libertad individual» se convirtió en un tema central de la teología y la filosofía medieval. Los medievales llamaron liberum arbitrium a la facultad de un alma capaz de decidir siendo consciente del bien y del mal. San Agustín fue el primero en tratar el tema del libre albedrío y establecerlo como un concepto central de la teología y la antropología cristiana. De acuerdo a Agustín, el libre albedrío justifica el pecado original y constituye, también, la posibilidad de rectificarlo mediante la fe. Para Santo Tomás de Aquino, el libre albedrío se asocia a la voluntad, existe un obrar libre porque hay un obrar voluntario y, por lo tanto, «libre» es aquella acción que ha sido a partir de la propia voluntad. Pues todo acto volitivo es causa de sí mismo (causa sui) y, por ende, Tomás lo considera un acto libre.
Los medievales desarrollaron la llamada teoría del doble efecto, la cual sirve para establecer cuándo los actos son lícitos o ilícitos a partir de los resultados indirectos de las acciones. Según esta teoría, un individuo no es directamente responsable por los malos efectos que derivan de su accionar, más allá de su conocimiento o control, ya que estos son indirectos y el sujeto no puede ser imputado por los efectos involuntarios de su accionar, sino por los voluntarios.
A partir del Renacimiento y la Modernidad surge una gran revolución filosófica y social que dio lugar a que la idea de «libertad individual» comenzara a tomar protagonismo y un lugar destacado en el pensamiento de la época. De ahí en adelante surgieron más ideas y planteos acerca del problema entre determinismo y libertad.
David Hume replanteó el concepto clásico del determinismo y cuestionó la idea de que ambas ideas fueran «incompatibles». Para Hume, el libre albedrío se ajusta a un determinismo suave, ya que para poder «decidir» o ejercer libremente la acción, debe haber cierto orden causal que permita tomar decisiones coherentes. Así, Hume reformula y discute el incompatibilismo clásico y establece una postura compatibilista entre determinismo y libertad.
Para Immanuel Kant el libre albedrío es una expresión a priori que considera indispensable para fundamentar su ética deontológica, basada en el deber como bastión principal de su teoría práctica. Desde su punto de vista, el libre arbitrio se conjuga con el deber debido a que el individuo libre elige por sí mismo «obrar bien». Para él hay una naturaleza humana a priori que tiende, en ejercicio de su propia libertad, a constituirse como sujeto libre y moralmente responsable de sí mismo y de sus actos.
Jean-Jacques Rousseau en su teoría del contrato social imagina una «sociedad de iguales» en la que la libertad es el factor determinante de la igualdad entre los hombres. Rousseau propone al libre albedrío como eje central de la voluntad individual, por la cual el individuo es consciente y responsable de sí mismo y adhiere voluntariamente, sin perder su libertad, a mantener la cohesión social entre sus pares. Para Rousseau, la igualdad y la libertad son indisociables. Por el contrario, John Locke y Thomas Hobbes rechazaron la posibilidad del libre albedrío y subordinaron la libertad individual al plano del Estado y la responsabilidad civil. Para Locke, la idea de libre arbitrio significaba un posible obstáculo para lograr la tolerancia y cohesión entre los ciudadanos. Mientras que Hobbes descartó la noción de libre arbitrio por considerarla «absurda».
Baruch Spinoza establece un determinismo ético que se constituye a partir de un «orden geométrico». Según éste, en la mente no existe libre albedrío posible ya que la libertad está condicionada por deseos y pensamientos y los actos humanos devienen de una causalidad metafísica (orden geométrico) de la cual el ser humano no conoce sus razones y, por lo tanto, cree ser libre. Sin embargo, cada acción está predeterminada por deseos, pensamientos y acciones previas.
Arthur Schopenhauer traslada el significado de libertad a un plano metafísico, el de la voluntad, la cual existe como una fuerza universal constitutiva dentro de cada ser humano y es la que impulsa el deseo de autoafirmación y la necesidad de «ser libre». Sin embargo, Schopenhauer señala que el libre albedrío es, en realidad, ilusorio, ya que el impulso de libertad no proviene del individuo como tal, sino de una potencia metafísica (la voluntad) que imprime la necesidad de libertad en el hombre. De manera que no es por sí mismo que la ejerce, sino por su «naturaleza metafísica» de ser parte de la voluntad.
Friedrich Nietzsche critica la interpretación cristiana del libre albedrío alegando que es una contradicción en sí misma que se defina al ser humano como ser libre pero que, al mismo tiempo, este tenga que seguir el camino de la fe dogmática y que cualquier otra elección que la contradiga no sea considerada como libertad. En su crítica a la moral y a los valores occidentales, Nietzsche descarta la posibilidad del libre albedrío que «debe obrar bien por sí mismo» para justificar su propia libertad. La crítica nietzscheana rechaza los conceptos religiosos de pecado, culpa, arrepentimiento, remordimiento, perdón y providencia y subordina el libre albedrío a un fatalismo signado por el eterno retorno.
En el existencialismo de Jean-Paul Sartre, «el hombre es lo que hace con lo que hicieron de él». Esta frase resume su pensamiento respecto al problema entre determinismo y libertad, pues asume que la existencia humana está condicionada por el pasado y las condiciones externas que la constituyeron, pero a su vez, el hombre es libre y capaz de tomar las riendas de su propia existencia, haciéndose cargo de tales condiciones para modificarlas voluntariamente.
Libre albedrío en la ética y la filosofía moral.
En el plano de la ética y la filosofía moral, el concepto de libre albedrío es transversal en la mayoría de las corrientes filosóficas, las cuales desarrollaron diversas interpretaciones y posturas del libre albedrío y sus implicancias éticas y morales. La Ética es una disciplina filosófica que estudia y reflexiona acerca de la moral, los fundamentos de la moralidad y los problemas éticos y morales de la acción y la deliberación humana. Puede entenderse a la ética como una filosofía de la acción y el razonamiento moral. En este marco, el libre albedrío es un tema central, ya que permite la idea de una responsabilidad individual capaz de tener una conciencia y una acción deliberada, a partir de la cual se constituyen los sujetos y los discursos morales. Así, existen diversos sistemas éticos que intentan responder a los principales problemas ético-morales de la humanidad en base a distintas teorías y fundamentaciones.
Teorías y sistemas éticos.
La deontología es una rama de la ética y la filosofía moral que desarrolla y estudia sistemas basados en una ética del deber. La ética deontológica pone al deber y a la responsabilidad ética como ejes centrales de su filosofía moral. Según el pensamiento deontológico, frente a determinado dilema moral el «buen obrar» debe hacerse por sí mismo y sin ser movido por ninguna otra condición o interés. El imperativo de «actuar correctamente» es a priori y debe cumplirse a partir de la identificación de un individuo libre y racional con la ley moral.
El consecuencialismo es una corriente ética que se basa en juzgar la bondad de una acción a partir de sus consecuencias. Según los resultados de las acciones, el consecuencialismo desarrolla un juicio de valor respecto a los beneficios o defectos que se suceden de los actos. Se diferencia de los sistemas deontológicos debido a que, en el consecuencialismo, no es importante la ley moral en sí sino el resultado de las acciones. Así, hechos que se consideran malos como la mentira, la coacción, la obligación, la coerción e, incluso, la manipulación, si salvaran muchas vidas o beneficiaran a un gran número de personas para el consecuencialismo, estas podrían ser consideradas como «buenas acciones».
El utilitarismo es una corriente ética y filosófica proveniente del consecuencialismo que postula que el fin principal de la ética debe ser la felicidad, entendida como lo más útil, bueno o beneficioso para la gente. El utilitarismo puede resumirse en la máxima de lograr «el mayor beneficio para el mayor número de personas». Según John Stuart Mill, la libertad es una parte constitutiva de la felicidad, por lo que ve en ella una utilidad para mejorar el bienestar humano.
El filósofo estadounidense Harry Frankfurt desarrolló un concepto original del libre albedrío basándose en la idea de que la libertad humana consiste en la capacidad de poder reflexionar y ser conscientes de nuestros deseos, impulsos y motivaciones que nos llevan a actuar y formar juicios sobre ellos. Según Frankfurt existe una gran diferencia entre libre albedrío y responsabilidad moral, ya que la responsabilidad moral sólo depende de si el individuo ha actuado «libremente», más allá de su libre arbitrio. Frankfurt distingue el libre albedrío de la acción libre no voluntaria en casos donde la voluntad está dividida, por ejemplo, en las adicciones, donde el sujeto recae en una adicción, pero lo hace contrariamente a su voluntad y, al reflexionarlo, su libre albedrío desearía no tener tales recaídas. En casos como estos, libertad de acción y libre albedrío están divididos.
El filósofo norteamericano, Daniel Dennett cuestionó el determinismo y alegó que la ley de causa y efecto no tiene por qué ser incompatible con la libertad y el libre albedrío, ya que el propio devenir de la evolución dio lugar a una criatura capaz de pensar y deliberar «libremente» sobre sus actos. En su libro La evolución de la libertad, Dennet plantea un darwinismo compatibilista donde explica que la libertad humana es producto de la evolución, donde la ganancia d libertad fue un factor determinante en la supervivencia de la especie humana, ya que permitió la evaluación de nuestros actos en pos de garantizar la supervivencia humana.
Por otra parte, Robert Kane y Peter van Inwagen postularon un incompatibilismo entre determinismo y libertad, basado en un libertarismo metafísico, según el cual los sujetos son libres de decidir sobre sus actos en universo que no está predeterminado, y donde el libre albedrío puede alterar o modificar el curso de los acontecimientos.
Se conoce como teoría de la agencia a aquella que considera que, en relación a las leyes de causa y efecto, no existe un efecto sin causa y una acción sin agente y, frente a aquellas acciones que no parecen presentar una causa externa o motivo concreto, se considera que la causa de la acción es el propio sujeto agente, el individuo que es causa de su propio accionar a partir de su libre albedrío.
Objetivismo moral vs relativismo moral.
El libre albedrío se encuentra en el centro de los debates entre objetivismo moral y relativismo moral. Según el objetivismo, existen formas objetivas y universales de lo que se considera «correcto» o «incorrecto» y el libre albedrío debe ajustarse a ellas. Sin embargo, el relativismo moral postula que no existen valores o acciones universalmente «correctas» o «incorrectas», sino que cada quien «elige» según su propio libre arbitrio, lo que es «correcto» para cada uno. Por otro lado, el nihilismo moral niega la posibilidad de un conocimiento o «acción o moral», y con ella la existencia de un «sujeto libre» capaz de decidir.
Libre albedrío y sociedad.
El libre albedrío es una idea que tiene un alto impacto sobre la sociedad, su estructura y sus relaciones, ya que son los individuos quienes componen el conjunto social y modifican con sus actos y decisiones, para bien o para mal, el estado de las relaciones y vínculos sociales. En este marco, la sociología estudia cómo la sociedad determina la libertad y la capacidad de decisión de los individuos, y cuáles son los límites entre persona y sociedad, libertad y determinismo social.
La teoría de la elección racional proviene de las ciencias políticas y económicas y se vincula con la ética y el libre albedrío ya que su punto central de estudio se basa en la elección individual. A partir de este marco teórico, se intenta comprender el comportamiento social a través del sujeto. Según esta teoría, los individuos tienden a optimizar su comportamiento mediante la elección de aquello que les resulta bueno o beneficioso para ellos, en detrimento de lo malo o desfavorable. Esta «racionalidad intuitiva» de la gente se basa en un egoísmo teórico que postula que cada persona tiende racionalmente a moverse por su propio interés.
Contrariamente, la ética del cuidado se basa en un concepto de altruismo donde el libre albedrío consiste en reconocer la responsabilidad social hacia los otros, según la cual todas las personas nos vemos inmersas en una red de relaciones sociales en la que debemos tener una disposición hacia la relación y el vínculo con los otros, en ayuda y cuidado mutuo.
En el marco legal y jurídico, existen teorías relacionadas al libre albedrío como la teoría del acto y la omisión donde tanto la acción como la omisión de un sujeto frente a determinada situación de infracción legal o penal, puede ser considerada como un delito. Según este postulado, no solamente la acción puede ser considerada delictiva, sino también la omisión, entendida como una falta de acción de un individuo que, por dicha falta, incurre en una situación delictiva, por ejemplo, el abandono de personas.
Libre albedrío en la psicología.
En el ámbito de la psicología, el libre albedrío es un concepto importante, el cual es tratado por diversas corrientes psicológicas, también por la filosofía de la mente y la neurociencia. La psicología busca estudiar el origen y la naturaleza de las emociones morales como la empatía, la simpatía y la antipatía, se pregunta por la existencia de una «intuición moral», y por los motivos que causan el accionar humano. De esta manera, el libre albedrío es una noción que atraviesa temáticas como la intención o la motivación de actuar, por un determinado propósito, motivo o deseo que lleva a las personas a tomar múltiples decisiones. La psicología se pregunta si alguien actúa libremente o está condicionado por el instinto, los deseos, las creencias o las circunstancias.
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Aci, E. M. (6 de julio de 2023). Definición de libre albedrío. Características, conceptos, historia y etimología. Definicion.com. https://definicion.com/libre-albedrio/