Generosidad es la denominación que recibe una cualidad vinculada con la nobleza, la empatía con los demás y la bondad en poder dar a los otros sin esperar algo a cambio.
En tanto en cuanto un valor que nos lleva a ser solidarios y fraternos con terceros, puede interpretarse también como un acto de servicio basado en el respeto y la tolerancia.
Proviene del término en latín generosus, que significa abundante en nobleza, es decir, se vinculaba con los aspectos positivos de alguien a partir de su sangre o su linaje. Posteriormente, se exime al concepto de su acepción vinculada con la biología, para hacer más bien referencia al carácter de una persona.
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Características.
Podemos identificar en la generosidad algunos rasgos que la diferencian de otras virtudes y prácticas:
- Es un acto de bondad y un acto de hacia los demás, fundamentalmente, y antes que con nosotros mismos;
- Evidencia un dar sin esperar nada a cambio: la persona generosa actúa desde la fraternidad, para hacerle un bien a esa persona;
- Es una acción mediante la cual esa persona puede brindar su tiempo, su energía, su conocimiento o u dinero, incluso, para poder ayudar a otros y actuar desde la solidaridad.
Cabe destacar que la persona que actúa generosamente lo hace como un acto desinteresado. Esto significa que no lo hace en pos de poder obtener un rédito (económico o simbólico) en el corto o largo plazo: este desprendimiento puede hacerse con alguien cercano o por responsabilidad social con la comunidad en la que se vive.
Por estos motivos, la generosidad es un acto de honestidad, ya que hay una ayuda desinteresada hacia los demás, movilizados por el simple espíritu de dar a los demás cuando lo necesitan o lo solicitan. Es posible generar, de esta manera, una conexión humana y sincera con otras personas, ya que se entrega algo valioso de nosotros para servirles.
Su vínculo con la psicología y el bienestar emocional.
Si se consideran los rasgos de esta virtud, uno de los más importantes es que es desinteresada, y se hace por amor, entrega y afecto por el otro. Es posible, también, que en este acto desinteresado de amor y cooperación nos sintamos felices por la ayuda brindada. Sin embargo, cabe destacar que esto no debe implicar que actuemos en detrimento de nuestro propio bienestar y nuestra salud física o mental.
En ocasiones, se confunde el dar con hacerlo ilimitadamente. Hay que atender cómo se manifiesta esta constante generosidad: es posible que implique que necesitemos sentirnos necesitados y útiles para los demás. También, en ocasiones, puede vincularse con intentar evadir, con la constante atención a otros, nuestras propias problemáticas y situaciones de la vida diaria.
Brindar nuestra ayuda incondicionalmente a los demás, también, puede estar relacionado con una dificultad en poner límites con las personas. De este modo, se busca complacer las peticiones ajenas, lo que evita que podamos manifestar cuándo nos sentimos disconformes.
Finalmente, la incondicionalidad absoluta para con los demás, nuevamente, nos relega a un lugar secundario. Esto significa que, en pos de ayudar a los demás, dejamos de lado lo que nos pueda suceder a nosotros en ese momento, y esto puede agotarnos física, emocional y psicológicamente a largo plazo.
No debe confundirse, en este punto, determinar límites con los demás con ser egoístas: es saludable poder detenernos y decidir si deseamos hacer algún acto, o no. Es importante también que en nuestros vínculos (ya sean amistosos, familiares o afectivos) puedan demostrarnos también su afecto haciendo cosas por nosotros. La generosidad, si bien es un acto desinteresado, puede ser también una acción bidireccional, para recibir el mismo respeto y cuidado por parte de los demás.
Manifestaciones.
Existen diferentes modos en que podemos expresar nuestra generosidad. En un primer lugar, encontramos la ayuda en el marco de relaciones interpersonales. Esto puede traducirse en hacerle saber a nuestros allegados y afectos que pueden contar con nosotros para un evento, una situación o, simplemente, podemos escucharlos y acompañarlos si lo necesitan.
En segundo lugar, y por fuera de nuestro círculo más cercano, podemos hacer nuestro aporte a la comunidad en la que vivimos, de diferentes maneras.
A lo largo de nuestra vida, podemos hacer nuestro aporte en un proyecto social, como un voluntariado, o servicio comunitario. De este modo, podemos involucrarnos en las problemáticas que impactan sobre nuestra comunidad y brindar cooperación y asistencia a quienes lo necesiten.
Otra forma de poder aportar, también, es colaborando con donaciones o ayudando en caridad. De este modo, es posible ayudar con tareas de cocina y brindar alimentos y también refugio a quienes lo necesiten, o recolectar vestimenta y prendas para donar.
Cómo promoverla.
Es importante poder contribuir con el desarrollo de la generosidad en los más pequeños. Como valor, pueden aprender a prestar atención a los demás, a que estén atentos a las necesidades ajenas o a reconocer si la persona tiene algún problema o incomodidad. De este modo, los niños aprenden a entrenar su empatía, su sentimiento de colaboración y ayuda y a desarrollar la amabilidad.
Esto puede desarrollarse tanto al interior del hogar, al enseñarle a participar de las tareas cotidianas, como en su relación con su familia y amigos.
En este punto, es importante también que los adultos que se encuentran a cargo de esos niños puedan enseñarles también desde sus propios gestos y acciones. Esto implica aplicar las cosas que se le enseñan, para que de este modo también comprendan que hay una correlación entre lo que se dice y se hace.
Pueden aprender a compartir (desde sus juguetes hasta sus alimentos), a jugar en grupo atendiendo a que los demás participen y se involucren, sin dejar a nadie fuera. Las instancias lúdicas son un gran momento para que aprendan a ser amables con los demás.
Citar este artículo
Fernández, A. M. (31 de agosto de 2023). Definición de generosidad. Rasgos, tipos y manifestaciones. Definicion.com. https://definicion.com/generosidad/