Caridad es el nombre que recibe una actitud solidaria de una persona hacia otras para ayudar a quienes lo necesitan o se encuentran atravesando alguna situación que lo haga sufrir.
En algunas religiones es también una virtud, por cuanto implica una acción de amor y cuidado hacia el prójimo y los más necesitados.
La palabra proviene del latín carĭtas, es decir, misericordia o amor.
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Orígenes e historia.
Si bien la caridad como una actitud o un valor que las personas ejercemos para el beneficio de otras no es una característica que le pertenezca a una u otra sociedad, su valoración en el marco de un plano institucional sí puede registrarse en la historia.
En este sentido, cabe considerar, desde una perspectiva de la sociedad occidental, cómo durante la antigüedad el tratamiento hacia los más desprotegidos era de desprecio y alejamiento del resto de las personas, sin ningún tipo de ayuda ni compasión.

Así, encontramos que la esclavitud, donde una persona era posesión de otra, usualmente a raíz de conflictos bélicos, era uno de los principales sostenes económicos de los imperios de la antigüedad. Estas personas carecían de lo que hoy entenderíamos por ayuda humanitaria, habitaban en la más completa marginalidad y desigualdad.
También, encontramos que las personas que cursaban alguna enfermedad, como la lepra, entre otras, eran condenadas al ostracismo tanto por sus familias como por la comunidad que habitaban.
Con el paso del tiempo, la Iglesia católica, poco a poco, comienza a tener mayor llegada a las personas y, a su vez, mayor poder económico y político. Hacia el siglo III d. C., esta institución no solo se instala como la encargada de ser el consuelo espiritual de las personas, sino que también comienza a llevar adelante campañas de caridad para los más desprotegidos.
Esta iniciativa, y la envergadura de esa empresa, fue tal que, aún hasta la actualidad, continúan llevándose a cabo tales tareas con ayuda de los ciudadanos de todo el mundo. Con su contribución a la ayuda al prójimo y su sensibilización y solidaridad, asisten a quienes constituyen grupos vulnerables de la sociedad.
Religiones y caridad.

Si bien la religión católica hizo de la caridad uno de sus pilares entre sus fieles, no es la única que adopta esta virtud como eje fundamental de su construcción.
Para esta religión, este valor es una respuesta del amor que Dios siente por los hombres y, a su vez, una forma de acción de estos hombres entre quienes lo rodean. Así, la práctica católica no solo se rige por la fe y la devoción divina, sino que también se caracteriza por la acción concreta sobre la realidad, sobre todo por quienes están más desprotegidos.
Esto se realiza como muestra de misericordia por los demás, y se ayuda a quienes más lo necesitan con una mano extendida, sin esperar nada a cambio, porque es, además, hermana de otras virtudes, como la empatía, el servicio a los demás y el amor al prójimo.
Sin embargo, otras religiones también hacen propio este concepto. Un ejemplo es el budismo: en el idioma sánscrito existe el término dāna, es decir, generosidad o incluso dar. El camino hacia la iluminación, el nirvana, de los practicantes de esta religión, debe cumplir con seis importantes valores o perfecciones, las paramitas:
- la sabiduría
- la concentración
- la perseverancia
- la autodisciplina
- la paciencia
- la generosidad
Esta última, análoga de la caridad católica, es la primera de estas seis virtudes. Es interpretada como aquella que hace a la persona noble y en contacto con su comunidad. Es, además, una práctica que se replica en todo el cuerpo social, ya que genera la ayuda mutua, y que es valiosa no solo por el acto de hacerlo, sino por tener la voluntad, por desear hacerlo genuinamente.
De este modo, se ayuda a contrarrestar las problemáticas del entorno, como la necesidad, la pobreza y otras formas de vulnerabilidad. Es interpretada, así, como un pilar elemental del desarrollo comunitario.
Tipos.
Uno de los modos en los que la caridad puede llevarse adelante es mediante donaciones monetarias. Estas implican un vínculo entre dos partes con el cual una persona brinda algún bien a otra persona para ayudarla o asistirla.

Entre algunos de sus rasgos principales, encontramos que no se hace con fines de lucro, sino por razones vinculadas al altruismo, es decir, a contribuir con el bien común de forma desinteresada, más allá de un beneficio propio.
Es una de las formas mediante las cuales podemos conectarnos con las necesidades materiales de quienes están a nuestro alrededor, ya que contribuimos con diferentes elementos para mejorar su calidad de vida.
Encontramos, por una parte, la participación en un evento benéfico donde se busca intervenir en un proyecto o campaña de recaudación de dinero, alimentos, vestimenta, comida y otros elementos importantes para entregar a los miembros de la comunidad más desfavorecidos.
Por otra parte, otra manera de contribuir de forma caritativa es mediante la inversión de nuestro tiempo y energía en problemáticas de inclusión y de intervención social. En este sentido, los voluntariados implican una movilización hacia grupos vulnerables en los que intervenimos ayudando con información y con educación, pilares esenciales para posibilitar nuevas oportunidades a futuro.
Así, generamos un impacto sobre estas comunidades: el valor de la educación y del acceso a la información es también parte de los derechos humanos de las personas, y ayudan a trabajar sobre la igualdad y la difusión de conocimientos.

Impacto.
Los efectos de llevar adelante actos caritativos son múltiples; veamos a continuación algunos de ellos:
- trabajamos nuestra empatía y conexión con los demás
- creamos redes, nuevas amistades y fortalecemos el lazo social
- potenciamos nuestra inteligencia emocional, ya que empatizamos con los dolores y necesidades de los demás, y buscamos formas de mejorar sus vidas
- trabajamos la escucha activa y atenta, para aprender a detectar problemas y necesidades, para intervenir sobre ellos
Existen otras formas de contribuir de forma más activa con la caridad: un apadrinamiento, por ejemplo, es una conexión entre dos personas, en la cual una de ellas se compromete a asistir y proteger a la otra.
Así, es común que se efectúe entre un adulto y un niño o un joven en situación de vulnerabilidad económica o social, y la persona que la apadrina se compromete, por voluntad propia, a asistir a ese joven con las herramientas necesarias para ayudarlo a adquirir estabilidad a largo plazo.
Otras formas de intervenir más directamente implica la participación en organizaciones o sociedades civiles que trabajen activamente por los demás.
Finalmente, una última instancia implica el ámbito de las leyes, e implica construir proyectos de forma tal que tengan el aval del Estado y transformen esas necesidades en una problemática que debe abordarse.
Citar este artículo
Fernández, A. M. (21 de noviembre de 2023). Definición de caridad. Historia, rasgos y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/caridad/