La estética es una disciplina filosófica que se encarga del estudio de la belleza, el arte y el sentimiento que produce lo bello en el ser humano. Como filosofía del arte, la estética se pregunta por el sentido de lo artístico: qué es el arte y qué es lo bello y su relación con el sentido del gusto.
Si bien la palabra estética proviene originalmente del campo de la filosofía, la noción abarca todo aquello que esté relacionado con la belleza y el arte en sentido general. La idea de estética es importante en todas las disciplinas artísticas como la pintura y la escultura, la música, la danza y el teatro, el cine, la poesía y la literatura, representando un concepto central en todas estas ramas en las que se manifiesta el sentimiento de lo bello.
De manera que la idea de lo estético se define por representar la experiencia de la belleza en cualquiera de sus formas, ya que lo bello no sólo está presente exclusivamente en el arte, sino también en la naturaleza, en la apreciación de un paisaje y la sensación de belleza que provoca la percepción del mundo a través de los sentidos.
La experiencia de lo bello tiene conexión con el placer. Podemos decir que es un tipo especial de placer provocado por el estremecimiento que se produce a partir de la particular percepción de un sujeto sobre determinado objeto, el cual genera un placer estético en el sujeto llamado belleza. El objeto de belleza, entonces, puede ser cualquier cosa, desde una obra de arte hasta una persona, un paisaje, un poema, una melodía, una imagen, etc. En cualquier caso, el elemento será considerado bello si produce esta sensación de placer estético en quien lo percibe.
Etimológicamente, «estética« proviene del griego aesthethika que significa percepción sensible, es decir, aquello que se percibe mediante los sentidos. Es un término que deriva del sustantivo aisthesis (sensibilidad, percepción) y este, a su vez, del verbo aisthanesthai que alude a la acción de percibir o captar mediante la sensibilidad perceptual.
Índice de temas
Origen histórico de la estética.
El surgimiento de la estética como universo filosófico dedicado a lo bello responde a un complejo proceso histórico y cultural que abarca desde el Renacimiento hasta la Ilustración. Sin embargo, históricamente la estética como disciplina diferenciada y autónoma nace en Alemania durante el siglo XVIII. Más precisamente en 1750, cuando el filósofo y poeta alemán Alexander Baumgarten (1714-1762) publica su libro llamado «Estética», en latín: Aesthetica. Allí, Baumgarten plantea a la estética como una disciplina que se dedica al estudio de la belleza, el arte y el sentido del gusto, entendida como el conocimiento que proviene de la sensibilidad y los sentidos, la percepción y la imaginación creativa.
No obstante, Baumgarten postula a la estética como una disciplina menor, dependiente de la teoría del conocimiento. En este contexto, la estética se ubicaría como aquella disciplina encargada, específicamente, de estudiar la confusión de la percepción de lo perfecto a través de los sentidos. De modo que, en términos generales, la estética queda definida como una teoría del arte que se encarga de estudiar la «percepción confusa de la perfección», la cual se genera mediante la intervención de los sentidos y la sensibilidad. Cuando la idea de lo perfecto es atravesada por nuestra sensibilidad perceptual se produce una distorsión de la realidad objetiva, en la que interviene la acción sensible del sujeto. A esta confusión de lo perfecto, Baumgarten la llamó estética. Pues, si bien hay una objetividad perfecta y conceptualizable debido a la intervención de los sentidos, la percepción de lo bello se da a partir de una captación cabal pero confusa de esa «perfección objetiva». Se representa como una totalidad sensible, la cual no es posible de distinguir de forma clara y distinta según el criterio de verdad cartesiano. Los elementos que componen esta totalidad se presentan entonces de manera confusa e indiferenciada, haciendo necesaria la existencia de una disciplina que se encargue de investigar este fenómeno estético.
Estética y filosofía.
En sentido filosófico la estética es aquella disciplina que se centra en dos grandes inquietudes. En primer lugar se pregunta por la belleza (¿Qué es lo bello?) buscando definir su esencia, naturaleza y efecto sobre la sensibilidad humana. En segundo término interroga por lo artístico (¿Qué es el arte?) persiguiendo una definición clara y definitiva de este concepto que supere la vaguedad y la confusión que genera la idea del arte en sentido general. Es un vocablo problemático en su definición debido al amplio y difuso empleo que se hace del mismo.
Frente a estas dos grandes cuestiones de la estética, los filósofos más importantes de la historia se han planteado estas preguntas acerca de la naturaleza de la belleza y el problema de la definición del arte. Llegaron así a conclusiones muy diversas, las cuales apuntaremos aquí de forma breve a fin de exponer las ideas principales de los pensadores más destacados del género:
Platón y la crítica del arte.
En su libro «República«, Platón realiza una crítica al arte como mímesis. Según su teoría de las Ideas, el mundo sensible, es decir, aquel que percibimos con nuestros sentidos, es una «realidad imperfecta», una mera copia del mundo inteligible, universo de formas perfectas, universales y eternas donde no existe la confusión de lo sensible. De manera que, para Platón, la sensibilidad representa una fuente de imperfección proveniente de una realidad confusa. Por esta razón postula un rechazo metafísico frente al conocimiento y la percepción de los sentidos. En consecuencia, esto también afecta a su concepto del arte como imitación de la realidad, ya que si el propio mundo sensible resulta ser una copia del mundo inteligible, real y objetivo, entonces el arte sería una copia de la copia. En otras palabras, si el arte imita la realidad sensible y a su vez la realidad sensible imita a la realidad inteligible, entonces el arte representa un tercer nivel de degradación de la realidad, donde la confusión es mayor. De acuerdo a la jerarquía metafísica platónica, las imágenes representan el grado menor de realidad y el más confuso frente a los conceptos abstractos que Platón llamó Ideas, las cuales representan el nivel de realidad superior, perfecta y verdadera.
Distinto es su concepto de lo bello. Platón separa la belleza del arte, ya que según su metafísica, lo Bello en sí mismo es una Idea del mundo inteligible, la cual se vincula con la idea máxima y suprema: la Idea del Bien. El concepto de lo bello en Platón no está relacionado con lo sensible sino con lo inteligible. La belleza queda escindida del arte como representación de la realidad sensible y se convierte en un «arte supremo» que capta el sentimiento de la belleza proveniente de la apreciación de aquellas formas inteligibles, perfectas e inmateriales.
La Poética de Aristóteles.
A diferencia de Platón, Aristóteles le dedica un libro entero a la clasificación de las artes: la Poética. Allí define al arte como la acción humana que distingue al hombre del resto de la naturaleza. A partir de tres nociones fundamentales, Aristóteles destaca los aspectos más importantes de su interpretación de arte. En primer lugar, la poiesis, la cual simboliza el aspecto creativo del arte y el uso de la creatividad artística como un proceso que involucra tanto a la técnica como el conocimiento. Luego la mímesis, que consiste en el aspecto imitativo del arte como representación de la realidad y la naturaleza; y la catarsis como el proceso psicosocial que ocurre en el teatro a través de la experimentación del drama.
Por otra parte, también elaboró su propia definición de belleza. Para Aristóteles, lo bello es todo aquello que se valora en sí mismo, no por su utilidad o por la necesidad, sino porque es valorado por su misma esencia. De manera que bello es lo que nos produce una sensación de placer y admiración por lo que es en sí mismo, tenga o no utilidad o sirva para determinado fin o acción.
Estética, subjetividad y objetividad.
En la historia del concepto de estética pueden distinguirse dos grandes corrientes. La primera se trata del objetivismo estético, el cual tiene su origen en la antigüedad clásica y se extiende hasta entrado el Renacimiento y la Modernidad. La visión objetivista de la estética entiende que lo bello o la belleza es propia de los objetos y que, por ende, está presente en la naturaleza y en el mundo circundante en general. Para los antiguos griegos, bello era considerado algo que estaba presente en el mundo y que manifestaba la esencia divina de las cosas. Según esta postura, las nociones naturalistas de proporción, simetría, armonía, orden y equilibrio representaban cánones de belleza establecidos universalmente, ya que estos eran concebidos como objetivos. Había una forma universal de belleza, la cual podía medirse y calcularse en función de patrones objetivos.
Por otra parte, la corriente subjetivista de la estética tiene su origen en la Modernidad posterior al Renacimiento. A mediados del siglo XVIII y durante el período conocido como Ilustración se establece, en el campo del conocimiento, lo que ya a partir del Renacimiento se define como giro copernicano del conocimiento, es decir, el viraje de una perspectiva cosmocéntrica del conocimiento a una visión antropocéntrica del mismo. Esta nueva visón antropocentrista permitió que el sujeto se convierta en el centro de gravedad cultural de la época, dando con un concepto de estética más centrado en la subjetividad y no ya en la objetividad clásica. De esta manera, habiendo pasado por el Renacimiento, la filosofía cartesiana y el empirismo inglés, es Immanuel Kant (1724-1804), uno de los filósofos más importantes de la Ilustración, quien logra establecer, en su «Crítica del Juicio«, una clara demarcación teórica respecto de la estética como una disciplina independiente y perteneciente al orden del sujeto.
Kant, lo bello y lo sublime.
Ya avanzada la Modernidad, luego de la Aesthética de Baumgarten, es a partir de los estudios de Kant en su primera obra dedicada a la estética, un ensayo sobre Lo bello y lo sublime, y luego en su Crítica del Juicio, que la estética logra un establecimiento independiente y autónomo como disciplina filosófica dedicada a la belleza, el arte y el juicio estético.
En su primera obra, Kant reflexionó sobre la diferencia entre lo bello y lo sublime, destacando dos dimensiones estéticas con características distintas, a partir de la dinámica entre el entendimiento y la imaginación. En el sentimiento de lo bello, se produce un placer agradable, confortante y alegre, generado por la armonía que se logra cuando contemplamos, por ejemplo, paisajes como un campo de flores en un día soleado, o la sensación de belleza que surge de la contemplación de una mariposa, una puesta de sol o el suave mecerse de las hojas en el viento. En cambio, en el sentimiento de lo sublime la sensación de placer va acompañada de cierto terror y asombro que sobrepasa y rompe con la armonía. Esto genera una tensión estética, por ejemplo en el asombro que provoca la inmensidad de una montaña cuyos picos son tan altos como las nubes o la imagen de una furiosa tempestad de oscuros nubarrones llenos de relámpagos, o la descripción dantesca de los paisajes del infierno, etc. Paisajes como estos generan el sentimiento estético de lo sublime, producto de la tensión entre lo agradable y lo terrible.
En su obra «Crítica del Juicio», Kant logra una teoría estética unificada en la que desarrolla un estudio completo sobre la capacidad humana de realizar juicios estéticos, pertenecientes a una teoría del sentido del gusto. Ahí establece que lo bello es una sensación a priori, pura y anterior a la experiencia, y por ende perteneciente, exclusivamente, al universo del sujeto. A partir de aquí, la estética quedará determinada como un campo independiente, orientado al estudio de la percepción subjetiva del sentido de belleza.
Nietzsche, arte y vitalismo.
Nietzsche concibe al arte como la expresión más potente de la fuerza vital. Según la estética nietzscheana, en el arte se representan las tensiones de las potencias más fuertes y elementales de la naturaleza y la vida. El concepto nietzscheano del vitalismo abarca la experiencia de todos los aspectos de la vida, desde los más sutiles y alegres, a los más trágicos y feroces. Frases como «Sin música la vida sería un error», «Tenemos arte para no morir de verdad» o «¿Tan trágica es la vida que necesitamos el embellecimiento del arte?», denotan el carácter paradójico y problemático del arte como representación de las fuerzas de la vida, ya que si bien es la expresión de su más fuerte afirmación, el arte también es embellecimiento, una manera de hacer tolerable el aspecto trágico de la vida. Al mismo tiempo, el arte simboliza la fuerza creativa de la voluntad de poder, la vida como potencia creadora y el arte como expresión de esa fuerza vital. El concepto de arte nietzscheano, como su obra misma y su concepto de vida, pueden ser caóticos, variables y muchas veces contradictorios.
A esta naturaleza dionisíaca y caótica del arte, Nietzsche la desarrolló con más profundidad en su obra «El origen de la tragedia«, en la que distingue entre una estética dionisíaca (referente al dios Dionisio) y una estética apolínea (referente a Apolo). En este trabajo, Nietzsche destaca la tensión y contradicción entre las fuerzas dionisíacas, representadas por la embriaguez, la pasión salvaje y la potencia de la naturaleza, contra las fuerzas apolíneas, representadas por los valores de la razón, el orden, la armonía y la luminosidad. Nietzsche optó por la embriaguez como la característica más pura del arte, en contraposición con lo apolíneo, el arte más vital es el arte dionisíaco, ya que en él se experimenta la potencia de la vida sin los límites y moderaciones de la razón apolínea, de armonía y belleza ordenada, concepto común en la mayoría de los filósofos clásicos. En contraposición, el concepto de belleza nietzscheano se basa en una belleza caótica, salvaje, una belleza conflictiva capaz de albergar las tensiones y contradicciones más intensas de la vida y la naturaleza humanas.
Estética y arte.
En el plano del arte, el concepto de estética es muy variado. Se aplica de diversas maneras según el ámbito en el que se esté buscando producir un contenido artístico, ya sea en las artes plásticas o musicales, en las artes escénicas o en las artes poéticas y literarias, como también en la arquitectura, la fotografía y el cine.
En la historia del arte, el concepto de estética fue variando y transformándose a través de las épocas. Dio lugar al surgimiento de diversos estilos artísticos, representantes importantes de la cultura artística occidental, como el Renacimiento, el Barroco, el Clasicismo y el Romanticismo, entre otros. Cada uno de estos estilos experimentó con diversas formas de representar el arte aplicando, en la pintura por ejemplo, distintas técnicas de trabajar la luz y la sombra, el espacio y el movimiento, el contraste, la textura y el color en la composición. La idea de arte y belleza se expresaba a través del estilo y la pincelada de los autores, quienes buscaban representar en sus obras las temáticas propias del espíritu de la época.
Renacimiento.
Durante el Renacimiento surge la imagen del artista como un sujeto singular, como ese genio creador que traía en su estilo la inspiración más representativa del concepto de arte de la era. De este período son aquellos artistas considerados los más destacados de la estética renacentista, como los casos de Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci o Sandro Botticelli, entre muchos otros, del ámbito de la pintura y la escultura principalmente.
No fueron sólo los filósofos quienes escribieron sobre el arte y la belleza y desarrollaron su propia teoría estética. También dentro del ámbito artístico mismo, la reflexión estética es de gran importancia y relevancia para la historia del arte. Leonardo Da Vinci (1452-1519) es un claro ejemplo de un autor de exuberante talento y también de una agudeza investigativa admirables. Pues no sólo se destacó en la pintura, sino que fue un gran observador y anatomista del cuerpo humano, científico, inventor e ingeniero.
Leonardo escribió, en su «Tratado sobre la pintura«, toda una teoría estética sobre el carácter superior y elevado de la pintura, colocándola por encima del resto de las artes como la música, la poesía y la escultura, considerándola el arte supremo. La pintura, para Da Vinci, no es meramente un arte plástico, sino una herramienta de representación de la realidad, semejante a la ciencia. En la teoría estética de Da Vinci, la pintura es concebida como una ciencia de la visión humana, de las formas de la naturaleza y la percepción del mundo. De esta manera, Leonardo lleva a la pintura mucho más lejos y la estudia, además de su uso pictórico, desde una mirada científica, desarrollando estudios del cuerpo humano, de los gestos faciales y de las figuras naturales muy avanzados para la época. Entre otras muchas grandes contribuciones, Da Vinci fue el creador de la perspectiva, técnica que consiste en disponer de un punto de fuga en el plano, el cual permite crear la ilusión de profundidad y tridimensionalidad en las pinturas. Así Leonardo concibió icónicas obras como La última cena, La Gioconda o La virgen de las rocas, entre muchas obras destacadas y mundialmente reconocidas del período renacentista.
Romanticismo y Barroco.
Posteriormente al Renacimiento, luego de atravesar el Clasicismo, surge el Romanticismo como movimiento estético que marcó una gran influencia sobre la cultura y la historia del arte occidental. El Romanticismo se caracterizó por representar las escenas más pasionales y los aspectos más sensibles de la experiencia humana. La exaltación del sentimiento, la pasión y la sensibilidad priman a la razón, la armonía y el orden. La estética romántica desarrolla la tensión de las antítesis (finito e infinito, vida y muerte, divino y humano, etc). Su concepto de belleza es tan complejo que involucra temáticas tan profundas como la pasión, la libertad o la muerte. El Romanticismo representó un impulso vital en el arte, y una reacción al racionalismo excesivo de la Ilustración. Por eso la exaltación del sentimiento y la pasión por sobre el orden, en donde el anhelo de un mundo racional y ordenado es reemplazado por la impronta de vivir y experimentar la fuerza de la vida más allá de la razón.
Por otra parte, el Barroco se concentró en representar los aspectos más grotescos de la vida humana. Temáticas como la melancolía, el terror y la desesperación marcaron este estilo artístico que desarrolló una estética cargada de claroscuros e imágenes de gran hondura y profundidad. Atravesado por las crisis sociales y religiosas de la época, el Barroco impulsó un estilo que buscó representar la profundidad de la conflictividad humana en escenas trágicas donde se busca exaltar el aspecto más terrible de la vida y la cultura. La estética barroca se destacó en la pintura, en autores como el pintor italiano Caravaggio (1593-1610), quién pintó numerosas obras actualmente reconocidas por el nivel de expresión de aspectos como la oscuridad, el terror y la rareza humana. El barroco se manifestó también en la escultura, la poesía, la literatura, el teatro y la filosofía.
Impresionismo y expresionismo.
Posterior al realismo como movimiento artístico concentrado en representar el naturalismo en sus pinturas, en imágenes tendientes a expresar la imitación de la realidad y la naturaleza, surge el impresionismo con un nuevo enfoque estético que revolucionó el concepto del arte y la pintura de la época. El impresionismo desarrolló una estética que buscaba experimentar con los matices de la luz y el color, dejando de lado el uso de figuras y líneas definidas, a la manera que se acostumbraba en estilos anteriores como el naturalismo realista, o el claroscuro del barroco. Por el contrario, el impresionismo se centró en representar la percepción subjetiva de imágenes a través de paisajes, en los cuales la composición de pinceladas gruesas y el uso de técnicas como la pintura al aire libre, buscaron captar la impresión del momento estético en sus obras.
El expresionismo continuó con el uso de las técnicas pictóricas del impresionismo, pero desarrolló un concepto totalmente nuevo del arte y la estética a través pinturas que buscaban representar, más que la impresión de un paisaje, la expresión distorsionada de la realidad a partir de la particular mirada de un sujeto. El expresionismo buscó manifestar la singular forma que el sujeto estético puede desarrollar de la percepción del mundo y cómo su mundo interior afecta considerablemente esta percepción. Se adentró en las profundidades de la emoción y el sentimiento interno del individuo. Entre otros autores, Vasili Kandinsky (1866-1944), escribió sus ideas estéticas en su libro llamado «De lo espiritual en el arte«, en el que desarrolla su propio concepto de arte y de belleza, el cual fue evolucionando a través de sus obras y que se basó en tres conceptos principales: la impresión, heredada del impresionismo, la cual representa las impresiones subjetivas de la naturaleza; la improvisación, que Kandinsky identificó con la posibilidad de expresar las emociones a través de improvisar sobre el lienzo mostrando libremente el propio sentir; y la composición, que refiere a un concepto más abstracto del arte, en donde Kandinsky desarrolló un estilo basado en lo que él llamó las intuiciones, y donde plasmó una estética del mundo interior del artista a través de figuras abstractas y juegos del color.
Surrealismo.
Ya en el siglo XX surgen diversos movimientos artísticos de vanguardia, entre los cuales se desatacó el Surrealismo. Su máximo exponente fue Salvador Dalí (1904-1989). La estética surrealista consiste en el despliegue de la imaginación onírica, los sueños, el absurdo y la representación del sin sentido buscando representar todo aquello que quede por fuera de la consciencia racional y ordinaria. Como su nombre lo indica, «surrealismo» proviene de aquello que es sub-real, es decir irreal, fantástico o absurdo. Esta corriente se expandió más allá de la pintura, influenciando también en la poesía, la literatura y el cine. Autores del campo literario de la época desarrollaron diversas versiones del concepto del surrealismo, entre ellos el poeta André Bretón (1934-1943), quien escribió el «Manifiesto surrealista«, obra en la que postula los principios del surrealismo como un arte el cual se deja llevar por el «automatismo psíquico» sin influencia de criterio racional, moral o estético alguno. La estética del surrealismo propone una liberación de la imaginación a la experiencia de la creación pura y espontánea. Así se han producido las obras más originales, misteriosas e interesantes del arte contemporáneo. Obras como La persistencia de la memoria de Dalí, El hijo del hombre de René Magritte o El carnaval de arlequín de Joan Miró, entre muchas otras, marcaron uno de los estilos estéticos más originales del siglo XX.
Arte contemporáneo.
Luego de las vanguardias del siglo XX como el cubismo, el surrealismo y el arte abstracto surge la categoría de «arte contemporáneo» como unificadora de todas las vanguardias y el arte en la actualidad. Sin embargo, la categoría de arte contemporáneo no se delimita a un sólo movimiento o una técnica artística en particular, sino a todas aquellas expresiones estéticas, las cuales se fueron diversificando en múltiples artes y continúan aún hoy en día en actividad, desplegándose desde mediados del siglo XX hasta nuestros días. Con el rótulo «contemporáneo» se hace referencia a la actualidad de estas obras y a la novedad constante y renovadora que traen los nuevos artistas con conceptos estéticos cada vez más particulares y de vanguardia. Este tipo de arte se expresa en todas las disciplinas artísticas como la arquitectura, la fotografía, el diseño, el cine y hasta en el arte digital. El arte contemporáneo, entonces, no es un movimiento artístico, sino la forma que toma el arte en la actualidad, con expresiones realmente diversas y con el desarrollo de diferentes enfoques del concepto de estética cada vez más particulares, donde tanto la idea de arte como de belleza se fue diversificando y complejizando con el paso del tiempo y plasmándose en estilos cada vez más originales y novedosos. Nuevos desarrollos artísticos como el arte pop de Andy Warhol (1928-1987), quién marcó un quiebre en el concepto estético de la época, renovaron la escena del arte incorporando técnicas novedosas como la serigrafía, buscando ampliar el sentido de lo estético y llevarlo a lugares que antes no se consideraban arte o estética. Otras expresiones del arte contemporáneo son el body art, basado en el arte y la expresión corporal, el street art que refleja el arte callejero con el grafitti como principal y más prolífico representante, el arte psicodélico que experimentó con la distorsión de la percepción humana a través de psicotrópicos, o el hiperrealismo que llevó el ideal realista y naturalista a su máxima expresión, logrando obras de una ilusión realista admirable.
Antiestética o estética de lo feo.
La teoría del gusto no puede desarrollarse completamente si no reflexiona simultáneamente sobre el disgusto. Por eso, si bien se entiende a la estética como el estudio de lo bello y la búsqueda de la belleza en todas sus formas, su contrapartida conceptual, la idea de lo feo, lo grotesco y desagradable, también es importante para el interés del estudio estético. Algunas de las preguntas más relevantes que se ha planteado la estética son: ¿Por qué algo nos gusta o nos disgusta? ¿Qué es aquello que determina el placer o el displacer estético? ¿Por qué se produce un goce estético incluso de lo feo y lo desagradable? De esta manera, a lo largo de la historia, el concepto de lo bello convivió con su sombra más grotesca y terrorífica, la cual fue igualmente representada por muchos movimientos y artistas durante todos los tiempos. La temática de lo terrorífico y lo desconcertante se desplegó en movimientos como el Barroco, con artistas como Caravaggio, quién representó lo grotesco y lo terrible de distintas formas, por ejemplo, en su obra La cabeza de Medusa, donde se representa la expresión de terror en el rostro humano con gran nivel de detalle y expresividad. En su producción se destacan los tonos oscuros y las temáticas trágicas y brutales en las que se plasma el aspecto más terrible de la naturaleza humana. También estilos como el expresionismo y el surrealismo sobresalieron por representar imágenes grotescas y terroríficas en figuras basadas en expresar, por ejemplo, la desesperación, como El grito de Edvard Münch, o el terror como El rostro de la guerra de Dalí, entre muchas otras obras que llevaron el sentimiento de lo estético, incluso a lo feo y lo desagradable.
Por otra parte, el concepto de antiestética fue acuñado por el pintor y crítico de arte argentino Luis Felipe Noé. En su libro homónimo (Antiestética) Noé describe el mundo interior de un artista plástico en constante movimiento y aprendizaje. Allí destaca que el artista debe tener una actitud antiestética frente a sus producciones con el fin de no cerrarse a una idea de lo bello y poder experimentar con nuevas manifestaciones expresivas. Noé propone la idea del caos como la representación más pura de lo estético, buscando derribar la idea del arte como una unidad coherente. El autor persiguió en su Antiestética la ruptura con el concepto de arte comúnmente establecido y desarrolló una nueva visión artística basada en el caos como fundamento estructural de las obras de arte.
Estética y diversidad.
La nociones de gusto y de disgusto no son universales e involucran una amplia diversidad de perspectivas según tantas personas hay en el mundo. Desde el surgimiento del subjetivismo estético comenzó a desarrollarse la idea de que el juicio de gusto no es universal y único para todos, ya que no existe ciencia cierta sobre lo que es considerado bello y lo que no. La polémica entre qué es bello y qué no lo es ha llegado a complejizarse de tal manera que se ha desarrollado un relativismo estético. Según este no existe criterio estético alguno y el gusto se da de forma distinta en cada uno. Si bien esto tiene algo de cierto, también es necesario poder estudiar estos fenómenos sin caer en el relativismo absoluto, con el fin de apreciar la complejidad estética de la que es capaz el ser humano, dando con conceptos realmente muy diversos y dispares según los sujetos y los contextos. La libertad de la sensibilidad estética permite la diversidad y amplía los horizontes de las posibilidades que puede abarcar el sentimiento estético.
Citar este artículo
Aci, E. M. (30 de abril de 2023). Definición de estética. Características, historia, filosofía, arte y belleza. Definicion.com. https://definicion.com/estetica/