El esencialismo es una doctrina filosófica que sostiene que cada ser o ente tiene una esencia o naturaleza fundamental capaz de darle sentido a su existir. Según el esencialismo, toda realidad posee como sustrato una esencia o sustancia que genera existencia a los entes del mundo y constituye su realidad más propia. Así, el pensamiento esencialista identifica a la esencia con la realidad: todo ente u objeto, para ser real, debe tener una esencia que determine la realidad de su ser.
En términos generales, se define a la esencia como «aquello que hace que un ser sea lo que es». Se entiende a lo esencial como el núcleo de todo ser, aquello que le da sentido y conserva todo lo que es propio de su naturaleza. La noción de esencia es metafísica ya que subyace a toda entidad existencial, es una «naturaleza anterior» y ontológicamente determinante. El esencialismo pertenece a los campos filosóficos de la metafísica y la ontología, los cuales se ocupan de estudiar el ser (esencia) de las cosas.
Los primeros modelos filosóficos esencialistas se forman en la antigüedad, a partir del pensamiento de filósofos. Entre ellos se puede mencionar a Platón, que en su Teoría de las Ideas postula que la realidad se sostiene sobre esencias metafísicas inmateriales a las que llamó Ideas, las cuales son perfectas, eternas e inmutables y representan el soporte metafísico que da realidad al mundo. Luego, Aristóteles se diferenció de algunos postulados platónicos y elaboró una teoría de la esencia como sustancia, es decir, como la Forma que subyace a todo ente u objeto y representa la causa de su ser.
Más allá de estas primeras concepciones, el esencialismo se diversifica en múltiples posturas y teorías metafísicas acerca de la realidad, concibiendo de modos muy diversos la idea de esencia. El monismo postula que la esencia es única e indivisible, el dualismo divide a la realidad en dos esencias contrapuestas, el idealismo afirma que la esencia es de naturaleza metafísica, mientras que el materialismo supone que lo esencial es la sustancia material de las cosas.
El esencialismo se diferencia del existencialismo debido a que este niega la posibilidad de una «esencia» inmaterial que defina a la «naturaleza humana» y postula que la existencia es anterior a toda esencia. El ser humano se experimenta y se crea a sí mismo en su existir. Por otro lado, el nominalismo niega la idea de esencias universales y declara que sólo a nivel lingüístico y nominal son posibles las nociones universales.
Etimológicamente, el término esencia proviene del latín essentia. Se compone del vocablo esse (ser) más el sufijo «cia» que hace referencia a un fundamento o naturaleza intrínseca del ser. La palabra esencia refiere a la naturaleza fundamental del ser, lo que lo define y determina.
Índice de temas
Primeras teorías esencialistas.
Platón y la Teoría de las Ideas.
Platón postula el primer modelo teórico de una metafísica esencialista. Afirma la existencia de dos mundos: uno esencial, verdadero y eterno, el mundo inteligible compuesto de Ideas perfectas, eternas e inmutables que están más allá del mundo sensible, un mundo existencial, engañoso y cambiante. La Idea platónica representa la esencia real y perfecta sobre la cual se sostiene la existencia ficticia e imperfecta de las cosas del mundo sensible. Platón postula que el mundo sensible no tiene esencia por sí mismo, ya que es una mera ilusión, una «copia» de las Ideas (esencias) perfectas del mundo inteligible. Sostiene que lo esencial y lo real no están en el mundo físico, sino en un mundo inmaterial, metafísico y trascendente al mundo sensible: el Mundo de las Ideas. En la alegoría de la caverna, Platón establece a la Idea del Bien, identificada con el Sol, como la Esencia más elevada y perfecta, a partir de la cual se dan el resto de las esencias del mundo inteligible. El idealismo platónico es un realismo metafísico, basado en un esencialismo de las Ideas como entidades esenciales, universales y trascendentes.
Aristóteles y la metafísica de la sustancia.
Aristóteles también desarrolló su propio modelo esencialista, basado en una metafísica de la sustancia, lo que él llamó ousía (sustancia) y la describió como hypokéimenon, que literalmente significa sustrato, lo subyacente detrás de los atributos. Así, Aristóteles diferenció las propiedades esenciales (categorías aristotélicas) que representan las cualidades fundamentales de todo ser y, por otro lado, las propiedades accidentales, aquellas no esenciales que están sujetas al cambio y la contingencia, y no representan las cualidades esenciales del ser. A diferencia de Platón, que elaboró un esencialismo trascendente, Aristóteles rechazó la idea de un mundo inmaterial separado del mundo físico. Postuló un esencialismo inmanente, en donde lo físico y lo intelectual no están separados sino que constituyen una realidad íntegra, en la cual las esencias, que Aristóteles llamó Formas, son la causa que da estructura a la materia.
En su obra Metafísica, Aristóteles desarrolla el concepto de hilemorfismo, según el cual la realidad y los objetos están constituidos de materia y forma. En este contexto, la materia representa una sustancia material informe, y la forma es la sustancia formal que imprime una estructura y una formalidad en la materia. Para explicar este modelo inmanente, Aristóteles propone un esquema de cuatro causas esenciales que constituyen a los entes:
- Causa formal: Es la sustancia informante que da forma a los entes y representa la causa que distingue la naturaleza esencial y fundamental de los seres y objetos. Aristóteles identificó a la Forma como la sustancia primera, ya que cumple con todas las características esenciales que definen el concepto aristotélico de sustancia. La Forma subyace en un nivel de abstracción más allá de los atributos y categorías particulares, y representa el estadio más puro de la sustancia, según la jerarquía metafísica aristotélica.
- Causa material: Es la sustancia física, la materia sin forma que es causa de la concreción de los entes y objetos del mundo.
- Causa eficiente: Representa el principio activo que pone en marcha el movimiento para la realización de una obra, y hace que algo pase de la potencia al acto, como el escultor es causa eficiente de la piedra (causa material) que luego se convertirá en una escultura (causa formal).
- Causa final: Es el propósito o finalidad que da sentido a la existencia de los objetos. Según Aristóteles, todos los ente responden a una teleología, es decir, una finalidad que da propósito a su ser.
Esencia y existencia en la filosofía medieval.
El término «esencia» para designar la idea de una sustancia fundamental como causa ontológica de los seres no fue utilizado sino hasta la Edad Media, cuando Avicena, comentarista de Aristóteles, establece la distinción entre esencia y existencia a partir del estudio y comentario de la Metafísica. Avicena introduce ambos vocablos en el glosario filosófico del pensamiento occidental, los cuales se convertirán en el centro de las cuestiones ontológicas y metafísicas de la escolástica medieval. Avicena señaló que todo ser posee una existencia y una esencia e identificó a la existencia con los accidentes y a la esencia como el núcleo metafísico del ser. A nivel teológico, Avicena distinguió que en Dios la esencia y la existencia son idénticas, es decir, ambas forman parte de una misma perfección divina. Sin embargo, en el resto de los seres y el ser humano, la relación entre esencia y existencia no es igual.
Luego de la distinción de Avicena, Santo Tomás de Aquino se enfrenta al problema de la relación entre esencia y existencia en el marco de la metafísica y la ontología cristianas. Para resolverlo, Tomás postula una teoría basada en el aristotelismo, según la cual, al análisis de las sustancias aristotélicas, habrá que distinguir su esencia y su existencia respectivamente. Tomás se basó en la teoría del acto y la potencia para explicar que la esencia es a la existencia lo que la potencia es al acto. Así, la esencia (lo que es, el ser de una cosa), puede comprenderse independientemente de su existencia. En este sentido, Tomás aplica un invariantismo en donde la esencia se caracteriza por su inmutabilidad, no cambia y se mantiene inalterable e idéntica a sí misma. Para Tomás, los seres son un compuesto de esencia y existencia, por lo que son contingentes, y su existencia es dada por Dios, el cual es el Ser Existente por excelencia, quien otorga el existir del resto de los entes mediante la Creación.
De esta manera, la escolástica identificó a la esencia con el concepto (la idea) y a la existencia con los accidentes. Tomás explica que podemos entender la «idea de hombre» o de un «fénix» sin estar seguros de su «existencia» en el mundo. Por lo tanto, la esencia es la idea inmaterial de las cosas, y su existencia es su realización en el mundo. El concepto de esencia del tomismo y e neotomismo se distingue del de Aristóteles al afirmar que existen esencias o sustancias inmateriales, cuya existencia es incorpórea: Dios y los ángeles. En este sentido, la metafísica tomista se asemeja a los postulados del neoplatonismo, según el cual existe una jerarquía de esencias, desde Dios como ser Absoluto y Necesario, hasta los niveles más elementales de existencia corpórea.
La esencia de Dios.
Avicena y Tomás de Aquino distinguieron la esencia de Dios del resto de las «esencias». Dios es la Esencia Perfecta cuya naturaleza involucra su propia existencia, Dios como ser perfecto se da existencia a sí mismo. Sin embargo, el resto de las esencias (incluidos los ángeles), son esencias en cuyo concepto no está abarcada la existencia, sino que esta es dada por Dios. Esto se explica a partir de que Dios es el único Ser Necesario, mientras que el resto de los seres son contingentes, es decir, que su existencia no es necesaria, la única existencia fundamental es la existencia divina. Dios es acto puro, en cuya perfección su esencia se da existencia a sí misma, esto no es así para el resto de las esencias, las cuales reciben su existencia de la esencia de Dios.
Así, Tomás define a la esencia de Dios como un Ser Absoluto y Autosubsistente, y señala que podemos conocer sus atributos a partir del concepto de esencia divina. Tomás postula cinco vías racionales para conocer los atributos de la esencia de Dios, a partir de las cuales, se define a Dios con los atributos de Simplicidad, Perfección, Bondad, Infinitud, Eternidad, Unicidad y Trascendencia.
El problema de la esencia en la filosofía moderna.
La filosofía moderna heredó los conceptos de esencia y existencia de la filosofía medieval, con la cual se contrapone y se contrasta radicalmente en su pensamiento y concepción del mundo. La Modernidad, marcada por el avance de la revolución científica, el racionalismo y el empirismo, y el paso de un teocentrismo a un antropocentrismo en la concepción del mundo, centró los debates acerca del problema de la «esencia» en la inteligibilidad de tal concepto y su realidad ontológica, el problema de considerar la existencia como un predicado, y las nuevas concepciones cognitivas en relación a los debates entre subjetivismo y objetivismo.
El escepticismo moderno retoma la crítica escéptica al conocimiento y pone en duda las afirmaciones del dogmatismo religioso acera de la realidad ontológica de las esencias metafísicas. En la búsqueda de desarticular el discurso dogmático, el escepticismo inició el debate acerca de la posibilidad de fundamentar las ideas metafísicas sin recurrir al dogmatismo como modelo de pensamiento.
René Descartes, máximo representante del racionalismo moderno, postuló que las ideas metafísicas que están en la mente humana (Dios, yo, el mundo, etc.) son esencias reales ontológicamente y constituyen la realidad metafísica verdadera, contrariamente a los sentidos que nos otorgan realidades dudosas. Para Descartes las ideas son esencias metafísicas que dan realidad al mundo, lo que él llamó res cogitans (sustancias pensantes).
En relación al problema entre determinismo y libre albedrío, la discusión acerca del esencialismo discurrió entre ambas posturas. Filósofos como Spinoza y Berkeley se inclinaron por un determinismo en el cual lo esencial de la realidad y los actos humanos están determinados por Dios, que es la Esencia absoluta del mundo. Por otro lado, Leibniz se esforzó en postular una teoría de las esencias puras, que él llamó mónadas, a partir de un determinismo metafísico que no se contrapone con el libre albedrío. Leibniz buscó superar tal contradicción alegando que esta es sólo aparente, y arguyó que cierto tipo de esencias, las mónadas pensantes, son capaces de tener libre albedrío.
Immanuel Kant, influenciado por el empirismo de Hume, desarrolló una crítica a la idea de considerar a las esencias como realidades ontológicas del mundo. Distinguió a las ideas metafísicas como propias del sujeto racional, es decir, para Kant, las «esencias» sólo existen en la mente subjetiva, pero no podemos afirmar su realidad ontológica. El esencialismo kantiano es cognitivo pero no ontológico. Kant postula que las ideas, «entes de razón», son las esencias presentes en la Razón Trascendental.
Según Kant, no podemos conocer de forma directa la esencia de las cosas (la cosa en sí), sino a partir de las categorías subjetivas de nuestro entendimiento. Kant llamó «nóumeno» a la esencia de las cosas, es decir, lo que las cosas son en sí mismas. El nóumeno como aquello contrario al fenómeno, representa lo que no puede ser captado por los sentidos, debido a que forma parte del orden de la razón. Así, para Kant, la esencia de las cosas (el nóumeno) se mantiene oculto y representa un problema metafísico para el entendimiento humano.
Esencialismo en el pensamiento contemporáneo.
En la filosofía contemporánea se diversifican los debates acerca del esencialismo. Hay nuevas posturas como la filosofía analítica y la filosofía continental, la hermenéutica, la fenomenología y el existencialismo que sumaron formas de abordar el problema de la esencia y la existencia heredado de la filosofía medieval y moderna.
El idealismo de Hegel desarrolló un concepto de esencia, en el cual ser y pensamiento constituyen una sola y única esencia. Para Hegel, la realidad y el pensamiento conforman una esencia metafísica. Desde su punto de vista, ésta se desdobla y despliega a través de la dialéctica, como el proceso mediante el cual la esencia pura (idea) deviene existencia atravesando la contradicción, para volverse consciente de sí misma. La dialéctica hegeliana busca superar la aparente aporía de la contradicción entre esencia y existencia, integrando ambos conceptos en una síntesis a partir de un pensamiento sistemático y dialéctico.
Con el advenimiento del materialismo histórico de Karl Marx surge la idea de que lo único esencial es aquello que da materialidad al mundo y a las cosas. El materialismo filosófico de Marx cuestionó las concepciones del esencialismo metafísico. Postuló que lo esencial es el orden material de las cosas, en el cual se dirime y desarrolla el proceso de realización del ser humano. Según Marx, el hombre realiza su propia esencia a través de la concreción material y el trabajo. En la acción, el ser humano encuentra la materialización de su esencia.
Posteriormente, posturas como el positivismo y el neopositivismo buscaron imponer las leyes científicas a toda investigación filosófica y criticaron duramente al esencialismo metafísico. Descartando en este marco la posibilidad de considerar la existencia de «esencias puras» mediante la argumentación filosófica. El pragmatismo y el funcionalismo también adhirieron a la crítica positivista del pensamiento metafísico y descartaron la idea de las esencias como entes puros y reales. Este conjunto de posturas críticas de la metafísica se inclinó por establecer un reduccionismo del pensamiento filosófico a las leyes físicas de la ciencia natural.
Esencialismo en la fenomenología de Husserl.
La fenomenología de Edmund Husserl es una disciplina filosófica que se centra en estudiar los «fenómenos de la consciencia», en la cual el concepto de esencia cobra un papel fundamental. Para Husserl, las esencias son las intuiciones evidentes que se presentan como fenómenos en la consciencia. El intuicionismo de Husserl supone que aquello que la intuición «hace aparecer» en la consciencia son las esencias puras que se presentan en todo sujeto cognoscente. Así, Husserl distinguió dos tipos de esencias: las esencias individuales y las esencias generales. Todo ser contingente implica una esencia que le de su ser: una esencia individual, y otra general que unifica la esencia particular con una idea generalizada. Por ejemplo, el sujeto «Sócrates» es una esencia individual ya que hace que Sócrates sea lo que es y no otra cosa. «Sócrates» representa una esencia única pero, al mismo tiempo, «Sócrates es un hombre», donde «hombre» es una esencia general que identifica a la esencia individual con un conjunto más amplio.
El existencialismo de Jean Paul Sartre.
El existencialismo se destacó como una de las corrientes filosóficas más influyentes del siglo XX. Su principal exponente, el filósofo francés Jean Paul Sartre, se postuló en contra del esencialismo como modelo teórico para pensar la naturaleza humana y elaboró una filosofía basada en la existencia como núcleo central de su pensamiento. Sartre afirma que «La existencia precede a la esencia», de manera que el ser humano no posee una «esencia» predeterminada sino que construye su ser a partir de la asunción de su propia existencia y las decisiones que toma en libertad. Según Sartre, los seres humanos «Estamos condenados a ser libres» y es a partir de esta libertad, propia de la existencia humana, que se construye la esencia. Así, el existencialismo invierte la relación esencia y existencia, y otorga mayor importancia ontológica a la existencia por cualquier otra forma de esencialismo. El existencialismo descarta la primacía ontológica del concepto tradicional de «esencia» y postula a la existencia como eje central de la naturaleza humana.
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Aci, E. M. (7 de agosto de 2023). Definición de esencialismo. Características, historia, ideas principales y teorías esencialistas. Definicion.com. https://definicion.com/esencialismo/