Definición de empatía

Empatía es el nombre que recibe la capacidad de poder identificarnos con algo o alguien y con sus sentimientos y emociones. De este modo, somos capaces de poder comprender a esa persona.

El término proviene del vocablo griego ἐμπάθεια, empátheia, es decir, en el interior.

Características.

Algunos de los rasgos que caracterizan a la empatía son los siguientes:

• Es la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona;
• Está vinculada con una buena gestión de herramientas de comunicación, de solidaridad y también de comprender a los demás;
• Implica una conexión con las emociones y la experiencia de terceros que, en cierto modo, se vincula con la compasión, porque permite comprender por qué motivo alguien es o actúa como lo hace;
• Involucra, además, a la inteligencia emocional en su vínculo con las relaciones interpersonales, ya que nos exige salirnos de nosotros mismos.

Esta forma de atención por las emociones ajenas se desarrolla como una práctica, como una habilidad que puede ser trabajada. Esto nos permite construir nuevas formas de vincularnos con nuestro entorno más cercano, como amistades o familias, y con otras personas con las que nos relacionemos.

La empatía, además, a medida que se trabaja, puede convertirse en una reacción más rápida, involuntaria e inconsciente, por aquello que sucede. Sin embargo, es también muy importante poder trabajarla sin que la conexión con el otro nos deje de lado a nosotros y nuestras emociones. 

Cómo trabajarla.

Existen algunas maneras de poder trabajar sobre la empatía:

• Podemos escuchar de forma activa a los demás, para poder comprender qué sienten y qué dicen,
• Ayudar desde la compañía y la generosidad, no solamente como una búsqueda de brindar consejos,
• Abrir nuestra mente a que la otra persona tiene sus ideas, sus emociones, su propio punto de vista positivo y negativo, y tratar de comprenderlos,
• Tratar de dejar nuestros propios prejuicios al momento de la escucha activa.

Teorías y modelos.

Existen, además, diferentes modelos y propuestas teóricas para abordar el concepto de empatía.

Uno de estos es la teoría de la empatía-altruismo, también concebida como una hipótesis. Esta señala que el sentimiento de empatía que podemos desarrollar por otra persona provoca que intentemos actuar para poder hacer algo bueno por esa persona, es decir, tenemos una actitud altruista con ellos.

La característica de esta hipótesis, y de su vínculo con el altruismo, es que al generar un impacto positivo en un tercero no lo hacemos por nuestro propio bienestar. Solo consideramos su bienestar, y su propio beneficio, no el nuestro.

Otra teoría sobre la empatía es la del aprendizaje social. Esta supone que, cuando observamos a estamos expuestos a ciertos contextos, reforzamos ese aprendizaje mediante la observación y la eventual imitación de estos.

Esta teoría se trabajó fundamentalmente con niños pequeños, a quienes se los expuso a distintos estímulos visuales (más agresivos y menos agresivos). Luego, se veía cuál grupo tenía mayor propensión a comportarse de ese modo.

Esta teoría, además, supone que el contexto influye de forma significativa en el comportamiento de las personas, pero además refuerza la idea de que tanto la empatía como otros comportamientos negativos, pueden aprenderse. 

Finalmente, otra teoría es la de la identidad social. Esta, de modo semejante a la anterior, propone cómo la interacción con un grupo humano contribuye al desarrollo de nuestra identidad social e individual. 

De este modo, la sensación de pertenecer, de formar parte de algo, forma parte de la autoconcepción como sujeto. Así, es posible construir desde este grupo nuestros gustos, nuestros valores y creencias, nuestra forma de pensar y, también, de desarrollar la empatía y la forma en la que percibimos a los demás.

Tipos.

Podemos reconocer diferentes tipos de empatía, en función de aquello en lo que representan. Un ejemplo es la denominada empatía cognitiva, es decir, aquella forma de conectar con los procesos cognitivos de otras personas.

Esto tiene que ver, fundamentalmente, con un primer contacto que establecemos con un tercero. 

A partir de un diálogo o una interacción, interpretamos aquello que nos comunica en función de ese código verbal que es la lengua. Sin embargo, también es posible interpretarlo en relación con estructuras no verbales, como la gesticulación o el lenguaje corporal.

Es una forma rápida de identificar qué le sucede a nuestro interlocutor, y está en estrecho vínculo con la escucha activa de lo que esa persona nos dice. En esta forma de procesar los diálogos y enunciados de los demás, suele dejarse de lado el componente afectivo. Este es un elemento esencial, sin embargo, de la denominada empatía emocional.

Esta es la forma más conocida popularmente de empatizar con otros: permite conectar con sus emociones, sus sentimientos y con la parte afectiva de la comprensión.

Poder entender las emociones de los demás es un acto de atención y de reconocimiento de aquello que le acontece a otra persona. Escapa al mero reconocimiento de lo que la otra persona dice expresamente con sus palabras, pues se trata de una forma de percepción diferente.

Esto se vincula con una explicación que, desde la neurociencia, señala que hay un circuito neuronal en el cerebro que ayuda a que percibamos lo que a los demás les pasa (las neuronas espejo). Cuando esta conexión tiene lugar, nos conectamos con esa emoción que los demás tienen, y podemos sentir, de un modo casi perceptible y físico, eso que le acontece a la otra persona. Por este motivo, conectamos con sus emociones: porque sentimos lo mismo que le sucede.

Suele señalarse que esto sucede con mayor frecuencia y velocidad con aquellos con quienes tenemos afecto o cercanía, pues aprendemos a reconocerlos en sus distintas facetas. Sin embargo, es también una sensibilidad emocional que puede desarrollarse con personas nuevas.

Empatía y universo laboral.

En el mundo del trabajo, el desarrollo de la empatía es útil en diferentes ámbitos. Uno de estos casos es en el desarrollo de tareas de liderazgo. 

Cuando quien conduce un grupo o un equipo se enfrentan con distintas situaciones laborales, es necesario que en primer lugar puedan escuchar y atender a lo que su equipo le señala o propone.

Una escucha activa, en este contexto, puede ser útil para resolver situaciones a partir de las cuales los miembros pueden percibir que son escuchados, y sus necesidades comprendidas y atendidas.

Además, contribuye a generar cercanía con sus subordinados, sin que el vínculo de jerarquía se pierda entre ambas partes.

Otro contexto en el que el desarrollo de la empatía juega un rol clave es en las negociaciones. En una negociación, cuando ambas partes exponen diferentes posturas respecto de un tema, una postura empática de una de estas partes ayuda a que la otra persona se sienta comprendida.

Así, esa persona siente que sus emociones, fundamentalmente las negativas, son escuchadas y comprendidas, y que puede trabajarse para encontrar un punto en común, con paciencia y tolerancia por el otro. Esta es otra forma de llevar a cabo el trabajo en equipo.

Empatizar con la otra parte no significa que están de acuerdo con el punto de vista del otro. Esto significa, más bien, que ambas partes pueden tratar de encontrar un punto medio entre sus propias incomodidades y la de los demás, y trabajar para disminuirlas todo lo posible desde la sensibilidad por el otro, con respeto y bondad.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (15 de junio de 2023). Definición de empatía. Rasgos, tipos y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/empatia/