La naturaleza humana es un concepto que remite a la idea de que los seres humanos tenemos una naturaleza común que nos identifica como especie. En este sentido, se supone que existe una esencia o conjunto de rasgos esenciales que identifican a toda la humanidad sin distinciones. Según este concepto, los seres humanos compartimos modos de actuar, pensar y sentir que constituyen el universo común que nos identifica como humanidad, más allá de las características particulares de cada persona o individuo singular.

En sentido general, se entiende que la expresión «naturaleza humana» refiere a la existencia de una esencia que define unívocamente a la humanidad, es decir, que existe una forma única y universal de concebir al ser humano. Pues, este tiene una naturaleza propia que lo distingue del resto de los seres y que constituye su rasgo más esencial y distintivo.

Sin embargo, esta idea de la existencia de una «esencia humana» representa el aspecto más problemático de su definición. La naturaleza humana es un concepto que no está exento de complejidades y controversias, debido a la dificultad de definir cabalmente a qué nos referimos con la expresión «naturaleza humana» y cuáles son esas «características naturales» que constituyen la identidad universal de la humanidad. Sobre todo, quién o quiénes definen el concepto de naturaleza humana y cuáles son las implicaciones sociales, políticas y culturales de dicha definición.

Filosóficamente, el concepto de naturaleza humana intenta responder a una pregunta antropológica fundamental: ¿Qué es el ser humano? ¿Qué lo distingue esencialmente del resto de los seres? ¿Cuál es la esencia o la característica fundamental que define a la humanidad? A raíz de este interrogante, se despliega una serie de problemas filosóficos respecto a la propia definición del concepto de naturaleza humana: ¿Existe realmente una naturaleza humana? ¿Es posible definir con claridad a qué nos referimos con la idea de una «naturaleza» que distingue universalmente a la humanidad? Si es así ¿En qué consiste ese concepto?

Si buscamos en el origen de la expresión, la etimología de la palabra «humanidad» proviene del latín «humanitas», término que se compone de los léxicos «humus» (tierra), más el sufijo «anus» que indica procedencia, más un segundo sufijo «itas» que indica cualidad. De modo que, el concepto etimológico de la palabra humanidad remite a la idea de un ser procedente u originario de la tierra. Esta noción coincide con muchos mitos y narraciones antiguas que concibieron el origen de la humanidad a parir del barro o la tierra.

En la actualidad, el concepto de naturaleza humana es importante en múltiples disciplinas que estudian al ser humano desde distintos enfoques. La antropología, la filosofía, la psicología y la sociología son las principales disciplinas de estudio sobre la naturaleza humana. No obstante, este concepto también se extiende a las ciencias naturales como la biología, la anatomía y el estudio de las especies, principalmente, desde la Teoría de la evolución de Charles Darwin, quien postuló un nuevo concepto de la naturaleza humana como especie basado en el estudio de su evolución biológica.

La naturaleza humana es un concepto amplio que ha cambiado y se ha diversificado a lo largo de la historia

Breve historia del concepto de naturaleza humana.

La naturaleza humana según las culturas antiguas.

Desde los orígenes de la historia, el ser humano se ha preguntado por su propia naturaleza, por sí mismo y por la razón de su ser en el mundo. La pregunta por la naturaleza humana representó uno de los interrogantes fundamentales de la humanidad.

Las culturas y civilizaciones antiguas narraron mitos y leyendas de cómo fue creado el ser humano y cuál es su misión o naturaleza en el mundo. Se llaman mitos antropogónicos a los que narran el origen o la creación de la humanidad. A partir de estas narraciones míticas, las culturas antiguas concibieron al ser humano desde una perspectiva mágica y religiosa, en la cual la relación de la humanidad con los dioses y con la naturaleza se destacó como rasgo esencial de su ser y su mundo.

En la mitología griega, se narra que el ser humano fue creado por obra del dios Prometeo, quién entregó el fuego y el conocimiento a los hombres; en el cristianismo, la creación de Adán y Eva narra la historia del origen y la caída de la humanidad; en el Popol Vuh (libro sagrado de los mayas) se narra la creación de la humanidad a partir del maíz como elemento sagrado elegido por los dioses.

Todas estas historias comprendían al ser humano desde una visión religiosa y entendieron su naturaleza estrechamente vinculada a la divinidad. En este sentido, la concepción antigua del ser humano dista en gran medida de la concepción moderna, ya que, para las culturas antiguas, lo religioso y lo divino fueron los factores esenciales que definieron la naturaleza humana. El Dios cristiano creó al ser humano a su «imagen y semejanza», para que sea señor de la Tierra y adore a la Creación y a su Dios creador; en el Popol Vuh se narra que los dioses tuvieron varios intentos de crear a un ser inteligente que sea capaz de admirar y adorar la Creación y a sus dioses creadores.

En una primera instancia, la naturaleza humana fue definida desde la religión y la espiritualidad, a partir de las creencias y valores propios de cada cultura, las cuales vieron en el aspecto religioso el carácter más distintivo de la naturaleza humana.

Antigüedad
En la antigüedad, el concepto de naturaleza humana estuvo estrechamente ligado a su relación con Dios y lo divino

Naturaleza humana en la filosofía.

Los primeros en preguntarse racionalmente acerca de la naturaleza humana fueron los filósofos antiguos, quienes buscaron desarrollar teorías e hipótesis que explicaran no sólo el origen de la humanidad, sino su naturaleza, es decir, su esencia, su fin y sus características fundamentales. La filosofía antigua puso especial énfasis en la razón y la sociabilidad humanas como los principales distintivos de su naturaleza. Para filósofos como Platón o Aristóteles, el hombre es un ser racional, compuesto de cuerpo y alma, y dotado de una parte racional y otra animal, cuya individualidad se inscribe en un mundo social y colectivo: la polis.

La doble naturaleza humana de Platón.

Platón definió la naturaleza humana a partir de su modelo metafísico y ontológico del mundo, según el cual existe una dualidad que divide la naturaleza de las cosas en dos mundos antagónicos: el mundo sensible (propio del cuerpo físico y los sentidos) y el mundo inteligible (compuesto de ideas abstractas, perfectas y trascendentes). Esta dualidad metafísica se traduce también en una dualidad antropológica del propio concepto platónico de naturaleza humana. Platón define al ser humano como una naturaleza doble, en la cual coexisten dos realidades antagónicas: el cuerpo y el alma.

A raíz de esta dualidad consustancial a la naturaleza humana, Platón estableció que «el cuerpo es la cárcel del alma» y que la mayor distinción de la humanidad reside en el carácter racional y consciente del alma, la cual debe separarse del cuerpo para alcanzar su más pura naturaleza en contacto con el mundo de las Ideas. Desde la perspectiva platónica, el cuerpo físico y el mundo sensible representan la naturaleza más baja del ser humano, mientras que el alma y el mundo inteligible son la expresión de su naturaleza más elevada, a la cual, el ser humano, por propia elección y a través del uso de su razón, debe aspirar, alejándose de los impulsos del cuerpo físico.

Naturaleza doble
La dualidad antropológica de Platón define al ser humano como un ser doble, compuesto de cuerpo y alma

Aristóteles y el animal político.

Aristóteles definió la naturaleza humana a partir de su teleología, es decir, desde el estudio del fin principal que define la naturaleza más esencial del ser humano. Según la teleología aristotélica, todo ser o ente tiene un fin determinado, una causa final que explica su esencia y su existencia en el mundo. En este sentido teleológico, Aristóteles se preguntó ¿Cuál es el fin principal de la humanidad? ¿Cuál es la causa final que define la naturaleza humana? A raíz de este interrogante, Aristóteles esgrimió su famosa definición del ser humano como un «animal político» (zoon politikón), ya que su fin principal se realiza en la polis, es decir, en sociedad.

Según Aristóteles, el ser humano encuentra su realización, su fin último, al integrarse y cumplir una función colectiva en la sociedad. En el sistema político de Aristóteles, la polis está por encima del individuo e incluso del clan o la familia, por lo que integrarse a la polis correspondía con la cualidad esencial de ser considerado un ciudadano y, por ende, un ser humano. Contrariamente, Aristóteles aseguró que aquel hombre que viviera aislado de la sociedad «debe ser un animal o un dios», pero no esencialmente ser humano ya que no cumple con la esencia fundamental que constituye su «naturaleza humana» (formar parte de la polis).

Animal político
La concepción aristotélica del «animal político» define la naturaleza humana desde su lugar en la sociedad

Naturaleza humana en la filosofía medieval.

Durante la filosofía medieval, el concepto de naturaleza humana estuvo profundamente atravesado por la cosmovisión del dogma católico-cristiano. Según la tradición del cristianismo, tal como lo expresan los primeros libros del Génesis en el mito de Adán y Eva, el ser humano fue creado por Dios a imagen y semejanza, y puesto en la Tierra para ser señor de las criaturas y adorador de la obra de su Dios.

Sin embargo, el surgimiento del pecado original trastocó la naturaleza humana y la convirtió en un ser penitente. Debido al pecado, Dios expulsó a Adán y Eva del Paraíso y de la «naturaleza humana» prefijada en una primera instancia de la Creación. En la antropología cristiana, luego del pecado original, la naturaleza humana sufriría un cambio radical en su constitución ontológica, la cual debe ser restituida a través de la penitencia y el perdón de Dios.

En su obra Confesiones, Agustín de Hipona reflexionó acerca de la naturaleza humana en relación al pecado y el libre albedrío. Destacó que Dios creó al hombre libre, con capacidad de libre arbitrio. Pero, debido al mal uso de su libertad, el ser humano ha perdido su naturaleza divina original y se ha convertido en un ser penitente y pecador. No obstante, la misma libertad que llevó a la humanidad al pecado, puede conducir a la búsqueda del perdón de Dios y la recuperación de su «naturaleza perdida».

Tomás de Aquino concibió al ser humano como un compuesto de materia y forma, es decir, de cuerpo y alma. Siguiendo el concepto de Boecio, quien define al hombre como una «sustancia individual dotada de racionalidad», Tomás definió al ser humano desde el concepto de esencia y estableció que la racionalidad es la característica esencial que define la naturaleza humana. Según Tomás, el ser humano es el ser más digno y superior de las criaturas en la Tierra, debido a que Dios lo ha dotado de racionalidad y libertad. A raíz de este concepto, Aquino señaló que, por estar dotado de razón, el ser humano es consciente de sí y de su racionalidad y es capaz de tener una propia voluntad.

Adán y Eva
En el cristianismo, el mito de Adán y Eva define gran parte de la concepción cristiana de la naturaleza humana

Naturaleza humana en la filosofía moderna.

La filosofía moderna concibió al ser humano desde su racionalidad y la subjetividad como las fuentes principales para definir su naturaleza. El filósofo francés René Descartes fue pionero en desarrollar un concepto de naturaleza humana basado en su fórmula «cogito, ergo sum» (pienso, luego existo). A raíz de esta concepción, Descartes definió al ser humano como una res cogitans, es decir, una «cosa pensante» o «cosa que piensa»: un yo (ego) racional y consciente de sí. Descartes estableció que la esencia humana consistía en un yo pensante, autoconsciente y capaz de producir representaciones mentales. Concibió, además, que esta sustancia pensante está unida a una sustancia extensa (res extensa), es decir, un cuerpo físico y definió al ser humano como una unidad compuesta de alma y cuerpo. Ambas sustancias, si bien muy distintas entre sí, coexisten en el ser humano e interactúan y se relacionan de manera recíproca.

El filósofo empirista escocés David Hume, en su Tratado sobre la naturaleza humana, se propuso realizar una investigación empírica del ser humano, basándose en la experimentación y la inducción para desarrollar un concepto empírico de la humanidad. Hume rechazó la concepción racionalista de Descartes y estableció que todo conocimiento humano proviene de los sentidos, es decir, del cuerpo físico. A raíz de este concepto, Hume argumentó que las pasiones, más que la razón, son las características que dominan esencialmente al ser humano y destacó la importancia de las emociones y los sentimientos en la constitución ética y moral de la naturaleza humana.

Posteriormente, el filósofo alemán Immanuel Kant desarrollaría su concepto de naturaleza humana a partir de su noción de sujeto como centro epistémico del conocimiento de los objetos y del mundo. La subjetividad humana es el agente que dota de estructura cognitiva a las percepciones del mundo y, desde esta perspectiva subjetiva, se constituye la concepción ética y moral de la antropología kantiana. A partir de este concepto, Kant estableció que la libertad es la condición de posibilidad del ser humano, quién, a su vez, forma parte de un mundo condicionado (no-libre): el mundo físico. De esta manera, el ser humano, dotado de razón y libertad, se constituye como un ser autónomo, capaz de elegir libremente sus acciones a partir de fines morales y éticos que constituyen la razón práctica del ser humano como un ser libre, racional y autónomo.

La filosofía moderna concibió la naturaleza humana desde el problema del conocimiento y la subjetividad

Naturaleza humana en la filosofía contemporánea.

La perspectiva existencialista de la naturaleza humana.

El existencialismo fue una de las corrientes filosóficas más influentes del siglo XX y su relación con el concepto de naturaleza humana es importante para la concepción contemporánea del ser humano. El concepto existencialista de la naturaleza humana se desvincula de la concepción esencialista negando la idea de una «esencia» o «naturaleza intrínseca» a la humanidad. Por el contrario, el existencialismo, centra su pensamiento en el concepto de existencia, a partir del cual el ser humano nace «arrojado al mundo» y debe crear su propio ser asumiendo la realidad y las condiciones de su propio existir. Según el pensamiento existencialista, del cual Soren Kierkegaard, Martin Heidegger y Jean Paul Sartre son sus principales exponentes, el ser humano se define como un ser arrojado al mundo y atravesado por el tiempo; un ser, no obstante, libre, pero condicionado por el entorno, la historia y los límites del mundo físico.

Según Kierkegaard, el ser humano es un ser temporal, concreto y arrojado a un constante devenir, en pugna entre lo terrenal (temporal) y lo divino (eterno). En el sentido existencialista de Kierkegaard, la vida humana está atravesada por un conflicto entre lo temporal y lo eterno que se experimenta de manera individual y subjetiva. Para Kierkegaard, la existencia es una experiencia individual en la que cada ser humano se experimenta a sí mismo en su más pura subjetividad y frente a las condiciones terrenales de su existir.

En su obra Ser y tiempo, Martin Heidegger definió al ser humano a través de su concepto de «Dasein» (ser-ahí), expresión alemana que hace referencia a un ser-existente, es decir, un ser «arrojado al mundo» y atravesado por la matriz del tiempo. El Dasein de Heidegger no es algo dado, situado en un momento presente, sino que el ser humano se constituye como una condición de posibilidad de su propio existir. En este sentido, la vida humana se define como un constante proyectarse en el tiempo desde un pasado hacia un futuro.

Jean Paul Sartre esgrimió dos de las frases más representativas del existencialismo:

  • «Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él»
  • «El hombre está condenado a ser libre».

Ambas frases condensan todo el existencialismo de Sartre, para quien el ser humano es un ser libre que debe asumir su propia existencia y libertad y crearse a sí mismo «a partir de lo que hicieron de él», es decir, de las condiciones históricas, temporales y culturales que lo enmarcan y sitúan en su realidad existencial. En su obra El existencialismo es un humanismo (1946), Sartre afirmó que «la existencia precede a la esencia» y que la naturaleza humana no tiene una esencia prefijada sino que es un proyecto lanzado al tiempo y a las condiciones existenciales, que debe asumirse desde su propia libertad y conciencia de sí mismo, pues «está condenado a ser libre».

Existencialismo
Desde la perspectiva existencialista, el ser humano es un ser «arrojado al mundo» que debe asumir su propia libertad y las condiciones de su existencia

La naturaleza humana en la ciencia contemporánea.

En la ciencia moderna y contemporánea, el concepto de naturaleza humana está estrechamente vinculado a la Teoría de la evolución de las especies, propuesta por Charles Darwin en 1859. La concepción darwiniana del ser humano cambió profundamente la noción de naturaleza humana en la cultura occidental y significó una transformación radical en la idea que tenemos del origen y naturaleza del ser humano como especie.

Según Darwin, los seres humanos actuales son el resultado de la evolución de animales vertebrados, mamíferos, pertenecientes a la raza de los primates. En este sentido, Darwin postuló que el ser humano no fue creado por ninguna entidad divina ni goza de una «naturaleza superior» que lo distingue del resto de los animales. En la antropología darwiniana, el ser humano deviene de los primates y constituye el resultado de un largo proceso de evolución biológica de miles de años. Los seres humanos y los primates forman parte de una misma especie que deviene de un ancestro común.

Los postulados de la Teoría de la evolución marcaron un nuevo paradigma en la concepción de la naturaleza humana. La visión religiosa y esencialista del concepto clásico del ser humano fue reemplazada por la idea de una naturaleza humana devenida del primate y no ya de origen divino. El concepto de creación fue reemplazado por el de evolución y el origen mítico y divino del ser humano por el devenir azaroso de la selección natural y la biología de las especies.

Evolución
La teoría de la evolución cambió profundamente el concepto de naturaleza humana

La naturaleza humana según el psicoanálisis.

La teoría psicoanalítica del ser humano, postulada por Sigmund Freud a principios del siglo XX, cambió radicalmente el concepto de humanidad heredado de la Modernidad. Las nuevas teorías biologicistas de explicar la naturaleza humana dieron lugar al surgimiento de nuevas concepciones acerca de su naturaleza no sólo como especie, sino a nivel psicológico, cultural y social. El psicoanálisis fue una de las corrientes más influyentes en este marco de cambio de paradigma acerca de la naturaleza humana.

Desde un enfoque psicológico, Freud postuló que el ser humano no se limita a una entidad individual consciente de sí, en donde el yo pensante y racional ocupa el lugar central de su naturaleza. Por el contrario, Freud postuló que existe una dimensión inconsciente al yo y a la conciencia ordinaria, la cual forma parte constitutiva de la naturaleza intrínseca del ser humano. El inconsciente domina gran parte de la conciencia, los actos y decisiones del sujeto de manera subliminal y más allá de la voluntad del yo.

La postulación del inconsciente cambió radicalmente el concepto moderno de naturaleza humana, basado en el yo y la consciencia como los elementos esenciales que definen la naturaleza del ser humano. Desde la perspectiva del psicoanálisis, la idea de naturaleza humana está signada por la existencia de una dimensión que va más allá del sujeto y se vincula con aspectos desconocidos de la propia naturaleza interior del ser humano.

Tres heridas al narcisismo del ser humano.

En un ensayo llamado Las tres heridas al narcisismo del ser humano (1914), Freud estableció que el avance del conocimiento científico introdujo tres grandes «heridas» al concepto que el ser humano tiene de sí mismo. El avance del conocimiento científico significó, para Freud, un ataque directo a la concepción divina del ser humano y, por ende, a su propio narcisismo. En este sentido, Freud señaló que la ciencia realizó tres grandes descubrimientos que desarticularon el concepto de naturaleza humana:

  1. Primera herida: El descubrimiento de Copérnico de la teoría heliocéntrica que quitó al ser humano del centro del universo.
  2. Segunda herida: La teoría de la evolución de Charles Darwin que refutó el origen divino del ser humano y descubrió su procedencia animal.
  3. Tercera herida: El descubrimiento del inconsciente que quitó al yo su soberanía como centro del concepto de naturaleza humana.
Tres heridas al narcisismo del ser humano
Las tres heridas al narcisismo del ser humano significaron la destrucción del concepto divino del origen de la humanidad

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Aci, E. M. (28 de mayo de 2024). Definición de naturaleza humana. Concepciones, historia, problemáticas, filosofía, psicología y ciencias. Definicion.com. https://definicion.com/naturaleza-humana/