“El tiempo es oro”, “lloró un río de lágrimas”, “me robaste el corazón”, etc. ¿Representan situaciones reales? Las hemos escuchado desde antaño y no solo eso, sino que también las hemos repetido. Pero, ¿cómo se llama está relación entre dos elementos que parecen no tener nada en común y, aún así, pueden unirse y tener sentido? La metáfora es un sustantivo que tiene su origen en el latín metaphŏra que, a su vez, deviene del griego metaphéro cuyo significado es llevar o trasladar algo a otro sitio. Entonces, podemos decir que metáfora refiere al mecanismo de trasladar sentido de una expresión a otra, cuyos ámbitos son diferentes. En donde el primero carga de contenido al segundo y crea ideas mentales para explicar o definir ese lazo.

Visto de esta manera, es posible afirmar que una metáfora no refiere a un objeto o hecho en sí, sino que, a partir de cualidades o una visión mental de otra realidad u objeto, se traslada sentido de un lado a otro para construir una idea nueva, ya sea para facilitar su compresión o para potenciar la similitud o semejanza entre ambos conceptos en cuestión. Es por ello que este recurso (que es propio de la retórica) aparece tanto en la literatura, la lingüística y la piscología.

Quién establece la relación de semejanza.

La relación de semejanza o similitud entre las ideas que se asocian la establecen las mismas personas que participan del proceso comunicativo debido a que entre estos sujetos existen conceptos o ideas mentales compartidas, lo que se denomina enciclopedia mental y cultural.

Esto permite entablar una conversación y avanzar fluidamente en el diálogo gracias a los conocimientos previos y compartidos. Misma cualidad que garantiza el traslado de un concepto a otro para generar un nuevo sentido y que sea comprendido por las partes sin problema alguno.

Cómo funciona la metáfora.

El funcionamiento de la metáfora está en nuestro interior, en nuestro sistema cognitivo. El vínculo entre nociones aparentemente diferentes se da luego de proyectar cualidades o sentidos del primer elemento de la relación al segundo. Esto se evidencia, por ejemplo, en la expresión «tu sonrisa es como un collar de perlas», en donde hacemos mención a la belleza de la sonrisa de alguien -de lo blanco de sus dientes-, a lo brillante y valioso de las perlas de una ostra.

Si bien podemos decir que existe una correspondencia de similitud entre ambas, esta no es inherente, sino que es inducida por los sujetos hablando y solo tiene coherencia en un contexto o situación determinada. Es decir, la semejanza no hay que buscarla en los elementos conectados, sino en la flamante interpretación que las partes del proceso comunicativo le dan a través de su sistema cognitivo.

Es por eso que la metáfora es un recurso muy utilizado para explicar el lenguaje, pues ayuda a dar entendimiento a los cambios lingüísticos. Además, permite al hablando aumentar su enciclopedia mental al aprender nuevas palabras, expresiones y, sobre todo, a darle sentido y relacionar conceptos. Lo que en lingüística se conoce bajo la denominación de polisemia.

La metáfora conecta mundos posibles
La metáfora conecta ideas o conceptos y les da un nuevo sentido.

Cuándo se recurre al uso de la metáfora.

Antes de pensar cuándo es que se recurre al uso de la metáfora, es importante indicar que la metáfora existe en todas partes. Todo el tiempo estamos haciendo uso de ella, pues refuerza los procesos de comunicación a la vez que los carga de sentido y enriquece. Nuestro vocabulario suele estar repleto de expresiones metafóricas, ya que al comparar dos elementos que en su individualidad parecen no tener punto de similitud estamos añadiendo creatividad y claridad en la comunicación.

Recurrimos al uso de la metáfora en las siguientes situaciones:

  • Al explicar una idea compleja.
  • Cuando se necesita ver una realidad desde un ángulo diferente.
  • Al querer maximizar las cualidades de un objeto o de una situación.
  • Cada vez que se desea agradar o conquistar.
  • Para embellecer el lenguaje.
  • Para evitar discusiones.
  • Como mensaje encriptado, para que solo lo entiendan pocas personas.

Elementos de la metáfora.

Antes que nada, recordemos que la metáfora es una figura retórica o literaria que señala las características de una noción y las transporta a otra. Es por ello que decimos que existen metáforas en todas partes: no solo se usan en las poesías y la narrativa, sino también en la vida cotidiana.

Para comprender una metáfora es importante conocer los elementos que la conforman. Estos son tres y son los que permiten trasladar sentido de un lado a otro.

  • Término real, es decir, a lo que hacemos referencia cuando usamos la expresión metafórica.
  • Término imaginario, es decir, el elemento con el que comparamos al término real.
  • La similitud o la conexión entre términos, es decir, el elemento que permite la relación.

Veámoslo en un ejemplo: “Juan es un sol”. En donde los dos términos relacionados son “Juan” y “sol”. Son expresiones que, por sí, no tienen conexión alguna pero, al ser usadas en forma metafórica, el primero toma cualidades y sentidos del segundo.

Aquí, el término real lo encontramos al responder ¿cómo es Juan? Juan es cálido, una persona que hace bien, que transmite afecto y siempre está presente. El término imaginario es el que posibilita el punto de comparación, ¿por qué Juan es como el sol?, ¿qué los hace parecidos? Juan es cálido, brinda calor con su afecto, ilumina. Entonces encontramos el centro de conexión: Juan es un sujeto que acompaña a otros seres, está presente, es cálido, brinda calor y hace bien; cualidades que también se le atribuye al astro solar.

Las expresiones metafóricas se utilizan todo el tiempo.
Las expresiones metafóricas se utilizan todo el tiempo, sobre todo, en la vida cotidiana.

Tipos de metáfora.

Existen diferentes tipos de metáforas y esto se debe a la situación en la que se presenten. A continuación enumeramos las más comunes.

Metáfora pura.

La metáfora pura es cuando el término utilizado como imaginario reemplaza al real de manera completa. Por citar un caso a modo orientativo: «Tiene una coraza en el pecho», para referir que un individuo es frío o posee pocos sentimientos.

Metáfora común.

La metáfora común, también conocida como metáfora impura o simple, se caracteriza por relacionar un término real con uno imaginario de manera directa, sin tanto tapujo. Como ocurre, por ejemplo, en la frase “ella es un manojo de nervios”, refiriendo a que una cierta mujer es muy nerviosa.

Metáfora visual.

Una metáfora visual representa una o varias ideas a partir del uso de imágenes. Requieren un grado de interpretación por parte del receptor.

Metáfora preposicional.

Como bien refiere, los términos están unidos a través de una preposición. Por ejemplo: «Sus labios de fuego», para referir que los besos de una persona son apasionados.

Metáfora negativa.

En la metáfora negativa aparece un adverbio de negación. Por ejemplo: «Animales no, ángeles», para simbolizar el pensamiento que contempla a las mascotas como amigos del hombre.

Metáfora aposicional.

En la metáfora aposicional no existe un nexo que una al término real con el imaginario. Por ejemplo: “Juventud, divino tesoro”, de Rubén Darío.

Metáfora de lentitud
Toda situación de la vida puede compararse con otra para lograr expresiones metafóricas.

Metáfora o símil.

No debemos confundir una metáfora con algo símil, pues hay una pequeña, pero sustancial, diferencia entre ellas. Si bien ambas refieren a la idea de asociar o comparar términos, ideas o conceptos; hay un elemento que marca la notable diferencia.

En la metáfora los elementos puestos en comparación son expresados en forma directa y, hasta poética. Es una analogía que relaciona las ideas de manera concreta. Por ejemplo: «Juan es un sol», «llueve a cántaros», «es el alma de la fiesta».

Cuando aparecen expresiones como “como”, “cual”, “que”, “similar a” o “semejante a”, deja de ser una metáfora y se convierte en símil ya que se utiliza un elemento para unir los términos en cuestión. Entonces podemos usar los mismos ejemplos perdiendo su forma metafórica. De este modo se transformarían en las siguientes oraciones: «Juan es como un sol», «llueve cual cántaros», «es semejante al alma de la fiesta».

Para qué sirve la metáfora.

Sencillamente, la metáfora sirve para entender mejor el mundo de las ideas y cómo poder relacionarlas entre sí para enriquecer aún más el lenguaje. Además, carga de sensibilidad a los conceptos, pero también a las emociones y, sobre todo, da la posibilidad de llevar claridad a conceptos difíciles de comprender. Sin dudas, también permite ampliar el vocabulario y abrir la mente a mundos posibles.

Citar este artículo

Navicelli, V. (6 de diciembre de 2021). Definición de metáfora. Etimología, cómo funciona y para qué sirve. Definicion.com. https://definicion.com/metafora/