El solipsismo es una teoría filosófica que se centra en el yo (ego) y postula que lo único de lo cual podemos tener un conocimiento certero es de nuestra propia mente o consciencia. Según el solipsismo, el resto de las percepciones del mundo resultan improbables, y podemos dudar de ellas, ya que no tienen realidad en sí mismas sino que son una proyección de la propia mente del yo. Así, el solipsismo expresa el movimiento de la mente envolviéndose en sí misma, donde la realidad externa y objetiva resulta improbable, y la única certeza tangible es la conciencia subjetiva. Según el solipsismo, la mente, el ego, la consciencia son el punto de partida de la realidad.

El solipsismo es un concepto propio de la ontología, la filosofía de la mente y la teoría del conocimiento, y se vincula con posturas gnoseológicas y metafísicas como el subjetivismo, el idealismo, la fenomenología y la epistemología. Se considera a René Descartes el máximo exponente de esta teoría metafísica, quién a partir de su célebre frase «pienso, luego existo» (cogito ergo sum) postuló la idea del solipsismo poniendo al yo (ego) en el centro del universo y como la única certeza indubitable de la cual podemos estar seguros de su existencia.

A partir de Descartes, el solipsismo es un concepto que fue desarrollado por múltiples posturas filosóficas a lo largo de la historia de la filosofía, tanto a favor del solipsismo como en contra. Filósofos como Berkeley, Hume, Kant, Hegel, entre muchos otros, han desarrollado la idea del solipsismo en diversas formas para explicar sus sistemas filosóficos y metafísicos, o para cuestionar desde una postura crítica la idea del solipsismo como doctrina filosófica.

El solipsismo pone al sujeto como eje central del conocimiento humano y a la subjetividad como el centro epistemológico y metafísico del conocimiento y el mundo. Se basa en la experiencia subjetiva como tema principal de su desarrollo filosófico.

No debe confundirse el solipsismo con el narcisismo o el egocentrismo. A diferencia de ambos, el solipsismo no consiste en un concepto psicológico, sino en una teoría metafísica y filosófica, la cual no guarda relación con ningún psicologismo, sino que se orienta a pensar la realidad de la mente, el yo, la conciencia y los problemas del conocimiento y la relación entre consciencia y mundo.

Etimológicamente, la palabra solipsismo proviene de los términos latinos solus (solo) e ipse (mismo), a partir de los cuales se forma el término solipsismo, que se traduce aproximadamente como «sólo uno mismo».

Solipsismo cerrado
En el solipsismo la mente se vuelve sobre sí misma y se separa de toda otra realidad objetiva

Índice de temas

Tesis principales del solipsismo.

El solipsismo como teoría metafísica establece un conjunto de tesis muy definidas para describir la postura y funcionamiento del pensamiento solipsista. A continuación, presentamos una lista de las tesis principales del solipsismo:

  • Lo único de lo que podemos estar seguros es de nuestra propia mente. Podemos confirmar nuestra propia existencia pero no la de los demás objetos del mundo.
  • Lo único real y ontológicamente verdadero es el yo.
  • Los pensamientos e ideas del yo son la única fuente de certeza indudable.
  • No es posible conocer las experiencias externas más allá de la propia consciencia subjetiva.
  • Todos los demás objetos del mundo y la realidad en general son una proyección mental de la consciencia del yo.
  • La subjetividad es el punto de partida de todo conocimiento posible.
Solipsismo
Una de las ideas más fuertes del solipsismo consiste en postular la existencia del yo como única certeza segura posible

Tipos de solipsismo.

  • Solipsismo metafísico: Consiste en establecer un solipsismo al nivel ontológico de la realidad. Postula que lo único que existe es el yo o la conciencia subjetiva y que el resto de las cosas del mundo son inexistentes en sí mismas. Según el solipsismo metafísico, la única sustancia existente es el yo, la mente o la conciencia, siendo el resto de los fenómenos del mundo una imagen, proyección o representación de la propia mente del yo. En esta línea, se destaca el idealismo subjetivo de Berkeley, quién desarrolló un panpsiquismo de la realidad, en donde lo único real es la mente subjetiva.
  • Solipsismo epistemológico: A diferencia del anterior, el solipsismo epistemológico no establece un solipsismo total al nivel ontológico de la realidad, sino a nivel gnoseológico, es decir, en el ámbito del conocimiento. El solipsismo epistemológico no niega rotundamente la existencia de otras entidades y fenómenos del mundo, pero sí pone a prueba la capacidad subjetiva de conocerlos directamente, y postula a la subjetividad como punto de partida del conocimiento del mundo. En esta línea, se destacan el fenomenalismo kantiano y el idealismo alemán.
  • Solipsismo metodológico: Consiste en una versión de solipsismo más moderada. A diferencia de los modelos anteriores, el solipsismo metodológico no parte de la definición ontológica de la realidad, ni tampoco establece una diferenciación tan marcada entre subjetividad y realidad como el subjetivismo epistemológico, sino que desarrolla un solipsismo como método de investigación, el cual parte del conocimiento del yo para luego acercarse, mediante un método investigativo, al conocimiento del mundo.
Solipsismo tipos
El solipsismo, en todas sus formas, parte de la idea de la mente subjetiva como punto de partida de la realidad, el conocimiento o el lenguaje

Solipsismo en la filosofía moderna.

El solipsismo como doctrina filosófica surge en los inicios de la filosofía moderna, a partir del pensamiento de René Descartes. Si bien, la idea de que lo único que podemos conocer con total certeza es la propia consciencia pudo haber sido pensada por los filósofos antiguos en corrientes como el escepticismo o los planteamientos de los sofistas, es a partir de la filosofía cartesiana que este concepto se establece como un problema filosófico con un marco teórico propio. El pensamiento de Descartes marca un antes y un después en la historia de la filosofía e inaugura una nueva etapa en la que el sujeto, el yo y el pensamiento serán el eje central de toda la filosofía moderna. El subjetivismo cartesiano plantea que toda realidad externa, tanto la percibida por los sentidos y la aprendida en la cultura, es improbable y podemos dudar de su existencia. En cambio, de lo único de lo que no podemos dudar es de nuestra propia consciencia: el yo. De esta manera, mediante la frase «pienso, luego existo», Descartes pone al yo pensante como la única certeza indubitable, y como criterio de realidad a partir del cual desarrollará toda su filosofía. Este giro subjetivo generó un gran impacto en el pensamiento moderno y constituyó la base conceptual para el desarrollo de toda la filosofía moderna. El solipsismo cartesiano elabora un dualismo de la realidad, al dividir al yo pensante de la materia extensa, en el cual la subjetividad pensante siempre es el factor dominante del binomio.

Subjetivismo
El solipsismo representa el punto de partida del subjetivismo moderno, el cual se convertiría en el eje central de toda la filosofía de la modernidad, basada en la idea de la subjetividad

Además de Descartes, otro representante del pensamiento solipsista es el filósofo George Berkeley, quién postuló un panpsiquismo en donde lo único que existe es la mente y todo lo demás es una producción mental de la consciencia subjetiva. El mundo físico, para Berkeley, no es más que la proyección de la propia mente, y que todo lo que existe por fuera de lo mental es una creación de la percepción subjetiva de la consciencia. Su postura establece un solipsismo metafísico y un monismo de la realidad basado en la mente como principio único de todas las cosas.

En el marco de la filosofía moderna, surge el debate entre racionalismo y empirismo. El racionalismo, iniciado por Descartes, postula que la realidad es cognoscible mediante la razón, la cual es la garantía ontológica del ser y el criterio de verdad del conocimiento. El racionalismo se centra en el pensamiento como medio para acceder a la «verdad», sin tener en cuenta a los sentidos y al conocimiento sensorial. Por el contrario, el empirismo, representado por David Hume, desarrolla una postura crítica del racionalismo y postula que el conocimiento llega mediante los sentidos y no la razón, y que las ideas de la razón son un subproducto de las impresiones sensoriales. Hume niega el solipsismo racionalista cartesiano y afirma un empirismo basado en la comprobación empírica de la realidad.

Posteriormente, Immanuel Kant realizaría una síntesis entre estas dos posturas antagónicas a través de su idealismo trascendental. En su obra Crítica de la razón pura, Kant postula una teoría del conocimiento que integra tanto a los sentidos como a la razón, superando el solipsismo cartesiano y el rechazo radical de Hume al conocimiento racional. Luego, el idealismo alemán de Hegel, Fichte y Schelling plantearían una superación del solipsismo a través del concepto de dialéctica y la intersubjetividad.

Intersubjetividad
La intersubjetividad es un concepto creado por el idealismo alemán para superar el solipsismo y dar crédito ontológico a la existencia de otras subjetividades

Posturas a favor y en contra del solipsismo.

Existe un largo y profundo debate en relación a las tesis planteadas por el solipsismo, a partir de las cuales diversas posturas, tanto durante toda la historia de la filosofía, como también, en el ámbito de la psicología, la epistemología, la lingüística y la teoría del conocimiento, han presentado argumentos a favor como en contra del solipsismo.

Argumentos a favor del solipsismo.

El problema de las «otras mentes».

Se conoce como problema de las otras mentes al planteo epistemológico presentado por los escépticos, según el cual no podemos tener una certeza directa acerca de la existencia de las otras mentes. Según este problema, podemos observar el comportamiento de las demás personas, pero por más sofisticado que parezca su accionar, no podemos inferir a ciencia cierta que exista la mente a partir del comportamiento, y debido a que la mente no es observable, no podemos comprobarla más allá de nuestra propia consciencia. Puede que, los demás sean autómatas o que algún tipo de fuerza los esté controlando, de manera que no tendrían una mente propia. Sin embargo, esto excede al conocimiento que podemos tener a partir de observar el comportamiento y por ende, no podemos afirmar con total certeza la existencia de las «otras mentes».

Primacía de la experiencia subjetiva.

Se conoce como argumento de la primacía de la experiencia subjetiva, a la idea que postula que ante todo conocimiento del mundo se antepone la propia experiencia subjetiva de las cosas. De manera que, por más objetos o percepciones externas que se den en nosotros, experimentamos el mundo siempre desde nuestra propia experiencia personal y subjetiva, y no existe la posibilidad de tener una experiencia objetiva del mundo y de las cosas. Por lo que, de lo único que podemos estar verdaderamente seguros es de nuestra consciencia subjetiva, y el resto puede ser puesto en duda como un producto de la experiencia personal y no de la realidad objetiva en sí.

Naturaleza introspectiva de la consciencia.

Se conoce como argumento de la naturaleza introspectiva de la consciencia a la idea que postula que la naturaleza propia de la mente consiste en ser autoperceptiva, es decir, que desarrolla una autoconciencia a través de la introspección. Según este argumento, lo propio de la mente no es percibir el mundo, los objetos o la realidad, sino percibirse a sí misma. Por ende, la mente por sí misma sólo es capaz de conocer su propia consciencia.

A favor del solilpsismo
Los postulados a favor del solipsismo intentan demostrar el universo interno de la mente humana y la naturaleza autorreferencial de la consciencia

Argumentos en contra del solipsismo.

Intersubjetividad y comunicación.

Se entiende por intersubjetividad a la prueba empírica de que para un determinado hecho, existen más de una sola postura o punto de vista que confirma su existencia. Por ejemplo, sabemos que la Luna existe no sólo porque nosotros la veamos con nuestros propis ojos, sino porque también otros pueden verla y confirmar que perciben lo mismo: La Luna está ahí para ambas subjetividades. Esta correspondencia entre la subjetividad de una u otra persona representa un argumento en contra del solipsismo. Por otro lado, la idea de que no estamos solos en el mundo y de que somos capaces de establecer una comunicación con otros individuos, es una muestra a favor de la idea de que existen cosas y personas más allá de nuestra propia mente.

La objeción de la ciencia y el conocimiento compartido.

Similar a la idea que postula la intersubjetividad, la ciencia señala que existe la posibilidad de desarrollar un conocimiento científico y objetivo de la realidad y el mundo, y que mediante el método científico somos capaces de llegar a un conocimiento compartido del mundo empírico y las leyes de la naturaleza. La ciencia postula una superación del solipsismo a través de la verificación empírica mediante la experiencia. Por ejemplo, gracias al conocimiento científico sabemos de la existencia de leyes naturales que afectan a todos los cuerpos más allá del pensamiento particular de cada mente.

El problema ético y la responsabilidad moral.

Desde una perspectiva ética y moral se cuestionan los postulados del solipsismo, ya que considerar que sólo existe la propia mente y que los demás seres y personas no existen realmente, llevaría a un relativismo moral, y por consiguiente a una irresponsabilidad total respecto del comportamiento moral del sujeto, debido a que en el plano ético el solipsismo deja de lado la existencia de las demás personas, y podría incurrir a partir de esta idea en faltas a la integridad del otro. Al no reconocer la existencia del otro, tampoco se reconoce la responsabilidad ética y moral que se tiene en relación a los demás, al mundo y a la sociedad.

Las posturas en contra del solipsismo intentan desarmar los argumentos solipsistas que niegan la existencia de la realidad, de los otros y del mundo externo
Las posturas en contra del solipsismo intentan desarmar los argumentos solipsistas que niegan la existencia de la realidad, de los otros y del mundo externo

Realismo, pragmatismo e idealismo objetivo.

Frente al solipsismo se presentan posturas contrarias como el realismo, que a diferencia de afirmar la sola existencia de la mente, se inclina por postular la existencia de la realidad objetiva como principio base del conocimiento. Según el realismo, lo más inmediato y evidente a nuestro conocimiento no es el yo, ego o mente, sino la realidad misma. Mediante los sentidos, la realidad se nos hace presente, y no existen argumentos lo suficientemente fuertes para contradecir la evidencia contundente de la existencia de una realidad objetiva más allá del sujeto.

Por otro lado, el pragmatismo descarta el solipsismo por considerarlo impráctico, ya que como doctrina filosófica, el pragmatismo se basa en la idea de considerar lo útil y lo práctico como ejes centrales de su filosofía, por lo que muchos de los postulados del solipsismo resultan imprácticos e inviables para la postura pragmática. De la misma manera, el funcionalismo y el conductismo consideran al solipsismo una teoría inviable al nivel práctico y de la conducta, y rechazan sus postulados.

El idealismo objetivo parte de la idea de la subjetividad pero afirma que es posible una correspondencia y una coherencia entre pensamiento y realidad, y que la mente subjetiva es capaz de conocer el mundo y la realidad objetiva mediante el pensamiento y la observación. De esta manera, el idealismo objetivo se postula como una superación del solipsismo.

Realismo
El realismo se presenta como la postura opuesta al solipsismo al afirmar la primacía de la realidad objetiva en contraposición al yo y la subjetividad mental

Solipsismo en el pensamiento contemporáneo.

En el marco de la filosofía del lenguaje, Ludwig Wittgenstein, precursor del positivismo lógico, en su libro Tractatus Logico-Philosophicus, planteó la siguiente frase: «Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo». Esta frase expresa la idea de un solipsismo lingüístico, donde el lenguaje representa los límites del conocimiento, y no podemos conocer ni saber a ciencia cierta aquello que no podemos nombrar. Sin embargo, más tarde, en su obra Investigaciones filosóficas, Wittgenstein encuentra ciertos problemas epistemológicos respecto del solipsismo lingüístico ya que considera el factor social y público del lenguaje, concepción que lo lleva a alejarse del solipsismo planteado en el Tractatus.

Para el existencialismo, el solipsismo es una teoría imposible. Según Jean Paul Sartre, de ninguna manera puede ser puesta en duda la existencia del otro, debido a que es imposible tener un pensamiento puramente solipsista y sólo podemos hablar de solipsismo teórica e imaginariamente, pero nunca como una realidad.

En el marco de la filosofía de la ciencia, desde la perspectiva histórica de Thomas Kuhn, en su libro La estructura de las revoluciones científicas, el solipsismo sería una teoría representante de un paradigma, es decir, una visión de mundo que se corresponde con la revolución científica de la época moderna, basada en el sujeto como centro epistemológico del conocimiento. Por otra parte, según el falsacionismo de Karl Popper, el solipsismo es una teoría susceptible de ser falsable, por lo que no puede ser una teoría científica ya que sus postulados son de orden metafísico.

En el relativismo de Richard Rorty, se presenta un solipsismo metodológico, ya que muchos postulados relativistas se asocian con el subjetivismo, y por ende, coinciden con cierta tesis del solipsismo, como la idea del sujeto como fuente principal del conocimiento y el lenguaje. La teoría de la verdad de Rorty no concibe al conocimiento como correspondencia entre un sujeto y un objeto, sino en las «creencias», donde la idea de un objeto independiente y por fuera del sujeto, resulta imposible.

La filosofía analítica se asocia con el conocimiento científico, el positivismo y el neopositivismo, busca realizar un análisis lógico y formal del lenguaje con el fin de lograr mayor exactitud en los postulados teóricos. En este marco, el solipsismo es visto como una teoría metafísica por lo que no tiene valor científico. Sin embargo, exponentes de la filosofía analítica como Wittgenstein y Russell desarrollaron diversos modelos de solipsismo no-ontológico o metafísico, sino lógico y lingüístico.

Filoaoía del lenguaje
La filosofía analítica y la filosofía del lenguaje han desarrollado versiones lingüísticas del pensamiento solipsista

Solipsismo en la filosofía de la mente.

Los debates acerca de la unidad o dualidad de la mente y las diversas posturas acerca del problema mente-cuerpo se plantearon también el problema del solipsismo y sus postulados en relación a la unidad e independencia de la mente o consciencia subjetiva. En este marco, el llamado problema difícil de la conciencia, de David Chalmers, se pregunta acerca de la existencia independiente de la mente, a través del concepto de «qualia» (experiencia subjetiva mental más allá del cerebro) y lo plantea como un problema «difícil» dentro de la filosofía de la mente.

El argumento del cerebro en una cubeta de Hilary Putnam, retoma ciertos puntos del solipsismo, referentes a la ilusoriedad del mundo y las percepciones sensoriales. El experimento supone que «en realidad» somos cerebros en cubetas conectados a una computadora que suministra experiencias que simulan la vida sensible. En este punto, el experimento parece estar afirmando que lo único existente es el cerebro y el mundo exterior una proyección creada por computadora. El computismo de Putnam lleva las problemáticas del solipsismo al plano de la inteligencia artificial y la idea de la posibilidad de una consciencia artificial con la misma forma que la inteligencia humana.

solipsismo artificial
Algunos postulados del solipsismo clásico se ven retomados y reformulados en posturas referentes a la filosofía de la mente y la inteligencia artificial

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Aci, E. M. (19 de junio de 2023). Definición de solipsismo. Significado, características, etimología y tipos. Definicion.com. https://definicion.com/solipsismo/