Autoconciencia es como conocemos a la habilidad de saber reconocer o entender nuestros pensamientos, nuestros procesos y nuestras emociones, entre otros aspectos de nuestra cognición. Implica poder realizar una introspección hacia nuestro yo, a la vez que supone reflexión y exploración sobre nosotros mismos.
La palabra surge del prefijo auto- (es decir, de sí mismo o por sí mismo) y del término conscientia, es decir, con conocimiento. A su vez, esta palabra proviene del griego συνείδησις, syneidesis, que significa con conocimiento de sí mismo.
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Partes.
Para poder conocer los diversos planos en los que la autoconciencia se desarrolla, es posible contemplar cuatro variedades.
La conciencia emocional, en primer lugar, es la habilidad de tener sensibilidad por las propias emociones pero también de las de los demás. Es el autoconocimiento de aquello que sentimos, de saber qué nos ocurre en determinado momento y de aprender a gestionarlas de la manera más adecuada.
Este trabajo de autodescubrimiento implica una forma poderosa de crecimiento personal, pues cuando alguien tiene conciencia de sí mismo puede ejercer el autocontrol. La conciencia intrapersonal es, a la vez, un punto de partida para poder explorar la conciencia interpersonal.
En segundo lugar, la conciencia cognitiva nos habla de un autoreconocimiento de los procesos de pensamiento que tenemos. Implica poder ahondar en nuestra propia conducta, aprender a reconocer si se vincula con una u otra emoción y a conocer nuestros propios procesos de aprendizaje y de acción.
En tercer lugar, la conciencia física supone una construcción de la autoimagen en relación con nuestro cuerpo. Implica una sensibilidad con nuestra corporalidad para poder reconocer cómo nuestro cuerpo lleva adelante ciertas tareas, cuándo detenernos, cuándo descansar, y cuánto podemos dar de nosotros mismos.
En cuarto lugar, la conciencia espiritual implica una autoobservación mental en términos de nuestras motivaciones, nuestros valores, qué nos sensibiliza y qué deseamos aprender para fortalecer nuestro empoderamiento personal. Esto, entonces, nos permite aprender y tener conciencia de la misión que queremos llevar adelante en nuestras vidas, en un momento determinado o como forma de trascendencia.
Todas estas son formas de autoconexión con nosotros mismos son muy útiles para aprender a empatizar con nosotros mismos, a adquirir autonomía y a trabajar nuestra conciencia intuitiva con el mundo que nos rodea.
Herramientas y técnicas.
Existen diferentes maneras mediante las cuales exploramos, aprendemos a trabajar y conocemos sobre la autoconciencia.
Por una parte, encontramos la introspección, es decir, la autovigilancia sobre nuestras emociones, pensamientos, sensaciones y formas de manifestarnos con y en el mundo. Es un trabajo de autoentendimiento complejo, que nos fuerza a tomar dimensión sobre nuestra propia esencia.
También, encontramos prácticas como el mindfulness (atención plena), que puede desarrollarse en compañía de estrategias como la meditación. Así, aprendemos a prestarnos atención y fundamentalmente a concentrarnos en el aquí y el ahora.
No emitimos juicios sobre nosotros mismos, ni hacemos valoraciones: nos concentramos en nuestra presencia en ese momento, para aceptarnos, abrirnos a nosotros mismos y observarnos.
Otra táctica es practicar la autoconciencia mediante la terapia. En este espacio, ejercemos una profunda autoindagación en compañía de un profesional de la salud mental, que será nuestro guía a través del camino de la autoconfianza, la autodefinición y de la conciencia de las creencias y motivaciones que tenemos.
Es un espacio donde aprendemos de la autocomunicación, del desarrollo personal y donde trabajamos la autogestión y el aprendizaje de herramientas para, en un futuro, poder aprender a hacer ese trabajo por nosotros mismos.
Obstáculos.
El camino de la autoinspección puede ser uno complejo, duro y extenso que implica un profundo autoexamen sobre nosotros mismos que no siempre puede llevarnos a lugares cómodos o amigables. Esto puede suceder en relación con nuestros propios pensamientos, y esa indagación cognitiva y emocional puede resultarnos abrumadora.
También, es posible que aprendamos a tomar conciencia respecto de los demás, y encontrarnos con inconvenientes sobre nuestra forma de percibir a nuestros pares, nuestra familia o nuestros vínculos.
Por otra parte, en ocasiones la resistencia al autodesarrollo puede ser motivado por influencias culturales y sociales de nuestro entorno. Un ejemplo es cuando una persona desea llevar adelante esta exploración emocional con un terapeuta pero el entorno no acompaña, minimiza esa labor o, en ocasiones, la desestima como una pérdida de tiempo.
En estas instancias, es importante focalizarnos en que el autoconocimiento es autonomía, tanto de nosotros mismos y de nuestras propias expectativas como de las de nuestro entorno.
El miedo del autoanálisis puede ser, también, un fuerte obstáculo para avanzar en este camino. Podemos sentirnos amenazados por explorar ciertas áreas de nuestra vida, de cómo llevamos adelante una situación o de destruir ideales que teníamos, ya sea en situaciones como en personas.
Esta es una forma de defensa, de nuestro propio cerebro, ya que el camino hacia la autoescucha puede ser doloroso y derribar nuestras estructuras.
Es importante que en este recorrido nos encontremos acompañados no solo de un profesional, que sepa cómo gestionar esos momentos de inquietud. La familia, los amigos y pares que comprendan y acompañen este proceso son un elemento esencial para sentirnos protegidos y comprendidos.
Beneficios.
Los aspectos positivos de esta labor de autovaloración se caracterizan, en general, por la sensación de bienestar emocional y mental que obtenemos de esta tarea. No es sencillo dedicarnos tiempo y energía para la reflexión sobre nuestra propia identidad, y los conocimientos que se adquieren en este recorrido son útiles a largo plazo.
Nos ayudan a poder tomar decisiones con más herramientas, a aprender a valorar diferentes aspectos de una misma situación y a aprender a escucharnos a nosotros mismos en momentos críticos. También, nos ayuda a reconocer qué nos agrada y, fundamentalmente, qué no. Así, aprendemos también a poner límites, tanto a nosotros mismos, para protegernos, como a los demás, y poder decir y manifestar lo que nos hacen sentir.
Podemos de este modo entablar relaciones más saludables y honestas, donde nuestras sensaciones y emociones puedan ser escuchadas, y donde nosotros también aprendemos a ser más atentos y compasivos con los demás.
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Fernández, A. M. (29 de septiembre de 2023). Definición de autoconciencia. Rasgos, características y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/autoconciencia/