El término sexualidad hace referencia, por un lado, a las cualidades -tanto a nivel físico como psicológico- que se atribuyen al sexo de cada individuo; y, por el otro, a las conductas y hábitos que tienen que ver con la reproducción y con el erotismo o placer sexual.
La sexualidad es un asunto fundamental en la vida de los animales en general y del ser humano, en particular. En el primer caso, está ligada al instinto y tiene que ver casi exclusivamente con la reproducción de las especies (aunque existen casos de mamíferos más desarrollados cuyo comportamiento sexual también busca el placer).
En el caso de los seres humanos, la sexualidad es bastante más compleja y transciende la dimensión biológica. Cuestiones culturales, sociales, familiares, morales y hasta personales, influyen en el modo en que se aborda esta temática central en el desarrollo de los seres humanos.
En algunos casos será considerada un tema tabú, en otros, puede llegar a convertirse en una obsesión. Como sea, tanto si se abordan o se niegan las cuestiones sexuales, si se conversan abiertamente, se expresan o se reprimen, lo cierto es que la sexualidad constituye uno de los aspectos más esenciales de nuestra vida.
El sexo, es decir, el comportamiento o actividad sexual, está siempre presente en nuestra mente, en pensamientos y fantasías, y en nuestra química, puesto que cada criatura debe su nacimiento a un acto sexual en el que se unieron células masculinas y femeninas. Entonces, desde el nacimiento, la sexualidad nos acompaña a lo largo de nuestra vida en diferentes fases de desarrollo y de expresión sexual.
Seamos conscientes o no, cuando nos maquillamos, perfumarnos, elegimos determinada vestimenta, entre tantos otros actos que realizamos casi cotidianamente, la finalidad es provocar una atracción erótica o sexual. Los medios de comunicación utilizan a la sexualidad para vender, generar escándalos o difamar. Las personas también la usan para controlar, atraer o incluso, abusar. Y también para expresar el amor hacia otra persona. Nos comportamos sexualmente, tenemos relaciones sexuales (o deseamos o tememos tenerlas), nos expresamos e identificamos sexualmente y elegimos nuestra orientación sexual.
Es que somos seres sexuales. A lo largo de nuestra vida, atravesamos cambios físicos y psicológicos vinculados al desarrollo sexual, experimentamos distintas etapas con características sexuales propias: la infancia, la pubertad, la adolescencia, en ciertos casos, el embarazo o la menopausia, y la vejez.
Índice de temas
Educación integral de la sexualidad.
Como vemos, los seres humanos nos encontramos constantemente atravesados por la sexualidad. Intentar negarla u ocultarla resulta absurdo. Puesto que estamos en contacto con la sexualidad desde nuestra concepción, sería ideal que continuara siendo una temática abordada con naturalidad a medida que crecemos.
Es preciso que las niñas y los niños crezcan en sintonía y libertad en este sentido, que puedan hacer preguntas, explorar y comentar sus inquietudes. Las madres y los padres deberían ser los primeros en sanar las heridas vinculadas a la sexualidad, aprender a conectarse con ésta sin represiones y mostrarse abiertos a tratar la temática. La educación sexual debería comenzar en las y los adultos.
Existen distintas dimensiones de la sexualidad, vinculadas a cuestiones físicas, cognitivas, psicológicas, emocionales y sociales. Dada su complejidad e importancia en la vida humana, está claro que es una temática que debe ser enseñada desde la infancia. Es preciso que niñas, niños y jóvenes cuenten con las herramientas, los conocimientos, los valores, la capacidad de expresión y la seguridad personal requeridas para hacer valer el derecho a la sexualidad propio y el del resto de las personas. Es importante que puedan proteger y respetar su salud y dignidad, y hacerse cargo de su vida sexual con integridad y responsabilidad.
Está comprobado a nivel mundial que la educación integral de la sexualidad ayuda a retrasar la iniciación de la actividad sexual (evitando que esto suceda a temprana edad, de modo indeseado), así como a disminuir conductas sexuales riesgosas en niñas, niños y jóvenes, por ejemplo:
- La educación sexual tiene un importante efecto en el descenso de casos de embarazo no deseado y de abortos que tienen lugar a corta edad, los cuales resultan muy riesgosos en niñas y adolescentes, y traumáticos de por vida.
- A su vez, tiene resultados favorables en la prevención y lucha contra enfermedades de transmisión sexual. Favorece la difusión de información acerca del preservativo y los métodos anticonceptivos, generando un aumento del uso de los mismos.
- En términos generales, la educación sexual contribuye a disminuir la mortalidad materna y la mortalidad infantil.
- También tiene consecuencias positivas más concretas como evitar que niñas y adolescentes tengan que abandonar sus estudios a causa de embarazo y maternidad.
- La educación sexual integral fomenta el respeto a la diversidad, a la orientación sexual y la igualdad de género; a la vez que desaprueba la discriminación y la violencia de género.
- Contribuye a aumentar el conocimiento sobre la salud sexual y reproductiva, sobre los riesgos y sobre las etapas de desarrollo. La mayor claridad y comprensión al respecto propicia una mejora en la comunicación y el diálogo entre hijos e hijas con sus progenitores, y entre pares.
Sexualidad como derecho humano.
Todas las personas tenemos derecho a expresar la propia sexualidad, a elegir libremente nuestra orientación sexual y a no ser discriminados ni discriminadas a causa de nuestras elecciones, prácticas y preferencias sexuales, o a causa de nuestra identidad de género.
A su vez, contamos con derechos de salud reproductiva, los cuales velan por la libertad, el propio deseo y la autonomía a la hora de decidir sobre nuestra vida reproductiva, es decir, si deseamos o no procrear, cuándo queremos hacerlo y con quién, sin ningún tipo de presión.
Tenemos derecho a vivir plenamente nuestra sexualidad, disfrutar de la misma de modo satisfactorio y sin riesgos, para lo cual tenemos derecho a acceder a información adecuada sobre métodos anticonceptivos, planificación familiar y salud sexual.
Orientaciones sexuales.
El acrónimo LGBTI está constituido por las iniciales de las palabras: lesbiana, gay, bisexual, transgénero e intersexual. Cabe destacar que no todas las orientaciones sexuales existentes se encuentran reunidas en este acrónimo, existen numerosas personas que se identifican con otros nombres o que prefieren no ser etiquetadas.
Las orientaciones aquí reunidas hacen referencia a personas que se sienten atraídas sexualmente por personas del mismo sexo, a personas cuya identidad de género difiere del sexo asignado cuando nacieron, o personas que no se sienten identificadas con la definición tradicional, dual y estereotipada de femenino y masculino.
La palabra intersexual hace referencia a aspectos físicos -vinculados a los cromosomas y a los órganos reproductivos- que no es posible encasillar, anatómicamente hablando, dentro de los patrones sexuales duales (varón-mujer). En cuanto aspectos corporales, tienen que ver con lo biológico y no con la identidad de género o la orientación sexual, las cuales varían según cada persona intersexual.
En el caso de las personas trans, su identidad de género es distinta a la del sexo que les fue asignado al nacer, por lo que optan por realizar una transición al sexo elegido. Para ello, a veces recurren a cirugías, terapias hormonales o procedimientos quirúrgicos de reasignación de sexo.
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Lehrer, L. (9 de enero de 2022). Definición de sexualidad. La ESI, la sexualidad como derecho y las orientaciones. Definicion.com. https://definicion.com/sexualidad/