Igualdad de género es la denominación para la lucha política, o el movimiento político, que se orienta a promover educación, información y herramientas para potenciar el empoderamiento femenino, luchar contra los estereotipos de género, la misoginia y el machismo. De este modo se puede gozar de derechos y oportunidades sin que los roles de género sean una limitación.

Gracias a este paulatino cambio cultural se ha podido problematizar respecto de prejuicios inconscientes y desafíos históricos que poco a poco se han incorporado al debate cotidiano a escala internacional para promover la tolerancia y respeto. Este reclamo histórico, sin embargo, no tiene la finalidad de que haya un trato supremo de un género sobre otro ni de que se eliminen derechos a uno para poder beneficiar al otro.

Los objetivos apuntan a que todos los sujetos puedan gozar de los mismos derechos, iguales responsabilidades, que gocen de las mismas oportunidades y que se reconozcan y respeten las diversidades.

El término surge de la unión entre igualdad – que proviene de aequalitas, es decir, aquello que es igual a otra cosa – y género, que surge de genus (tipo o clase). Su uso actual permite señalar las características y los roles que históricamente han definido qué es ser hombre y qué es ser mujer.

Derechos
Las diferencias de género históricamente han definido qué es ser hombre y qué es ser mujer.

Historia.

Si bien los cuestionamientos en torno a la figura de lo masculino y lo femenino han atravesado a las sociedades a lo largo de la historia de la humanidad, los últimos siglos han sido el espacio donde estos reclamos comenzaron a tomar más fuerza como demanda colectiva.

Ya desde el siglo XIX, uno de los requerimientos que mayor fuerza social tomó fue el de la participación política femenina. En ese entonces empezó a insistirse en lo importante de que las mujeres también pudieran acceder a elegir sus representantes. Con el paso de los años, y ya durante el siglo XX, no solo se logró conquistar el sufragio femenino, sino que de a poco otros reclamos fueron tomando protagonismo:

  • El reconocimiento del trabajo de cuidados
  • La prevención de la violencia de género
  • Los derechos de las mujeres indígenas
  • La importancia de las leyes de igualdad de género
  • Los derechos de las niñas
  • La valoración del trabajo doméstico como práctica esencial en la sociedad y, como tal, actividad que debe ser remunerada
  • La importancia de la educación sexual, la salud sexual y reproductiva y la planificación familiar
  • Los derechos LGBT+, el respeto a las identidades y expresiones de género disidentes
  • La equidad salarial

Todos estos planteos tienen como finalidad visibilizar situaciones de discriminación de género históricas que constituyen disparidades en diferentes niveles.

Derechos LGBTQ+
A raíz de diversas luchas para vsibilizar problemáticas vinculadas al género femenino comenzaron a abrirse paso otros reclamos como los del colectivo LGTBQ+.

Dimensiones.

Las discusiones en torno a la igualdad de género y su promoción pueden analizarse en función de la dimensión social de cada una de ellas. Por ejemplo, al interior del hogar, el reclamo que desde el feminismo se ha hecho históricamente radica en la disparidad de la asignación de tareas de cuidado (infancias, niños, adultos mayores o familiares enfermos).

Las mujeres, históricamente vinculadas a las tareas del hogar —en contraposición al rol masculino de jefe de familia y proveedor—, han sido quienes han llevado adelante esas tareas. Esto también se traduce en responsabilidades asociadas a la maternidad y la paternidad, donde la carga mental recae usualmente sobre la madre, lo que reduce la igualdad de oportunidades para ella debido al tiempo y la energía que se invierte en estas tareas de cuidado.

En la dimensión laboral, la brecha pensional de género, o brecha salarial, hace referencia a cómo las carreras laborales de hombres y mujeres también han tenido distintos recorridos por estos roles de género.

Las mujeres son propensas a tener que equilibrar embarazo y trabajo, o a abandonar sus carreras académicas para cuidar hijos y/o familiares a cargo, lo que afecta a largo plazo no solo su desarrollo como profesional, sino sus ingresos a futuro.

Oportunidades laborales
Las mujeres usualmente deben equilibrar las tareas de cuidado, la planificación familiar y sus trabajos para poder desarrollarse en todos los ámbitos.

En educación, por otra parte, las prácticas culturales discriminatorias se han manifestado en cómo la incorporación de determinadas normas y expectativas para hombres y mujeres han limitado la igualdad de oportunidades. Un ejemplo común es que históricamente los varones podían acceder a disciplinas científicas como las denominadas ciencias duras mientras que las damas se orientaban a una educación más bien ligada a ciencias blandas o ciencias sociales.

Otra dimensión es la igualdad de género en salud: esta problemática en particular ha vulnerado fundamentalmente las identidades de género por fuera de la norma, es decir, identidades transgénero, disidencias, personas no binarias, etc.

El acceso a la salud históricamente ha sido más difícil para este grupo social debido a los estereotipos, las discriminaciones, las violencias y la negativa del sistema de salud a ocuparse de ellos y ellas. Esto ha impactado en las expectativas de vida de este grupo social que se ve expuesto a buscar alternativas para tratarse y a que la falta de herramientas para acceder a la atención médica dañe su bienestar integral.

Desafíos y barreras.

Finalmente encontramos que, como aspecto negativo, aún hoy hay múltiples barreras por atravesar para acercarnos un poco más a la igualdad de género.

Desafíos vinculados a la igualdad de género
Las prácticas que atentan contra la igualdad de género aún hoy persisten y es importante trabajar para erradicarlas.

Hay prácticas como la violencia de género, el acoso sexual o la violencia doméstica que aún hoy continúan siendo problemáticas estructurales que afectan particularmente a identidades femeninas o disidentes. Las diferentes formas de discriminación que existen también acortan las oportunidades y acceso a otras opciones, ya que estas restricciones no tienen otro fundamento que el género como factor limitante.

Además, estas limitaciones pueden potenciarse cuando, desde la interseccionalidad, otras problemáticas vinculadas a otros grupos sociales profundizan aún más la desigualdad. En este sentido, las comunidades étnicas, religiosas, sociales, económicas o de orientación sexual vulneradas a lo largo del tiempo pueden atravesar aún más desafíos, es decir, una discriminación múltiple, para poder alcanzar mejores niveles en su calidad de vida y sus accesos a oportunidades.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (22 de enero de 2024). Definición de igualdad de género. Historia, dimensiones y desafíos. Definicion.com. https://definicion.com/igualdad-de-genero/