Prudencia es el nombre que recibe una virtud, o una capacidad humana, gracias a la cual es posible tomar decisiones con cautela, con sensatez y responsabilidad. Su práctica ayuda a que podamos tener una mejor dimensión de situaciones que se presentan, fundamentalmente aquellas que resultan complejas o difíciles de resolver en una primera instancia.

De este modo, quien actúa de modo prudente puede hacer un análisis de la situación, sopesar sus opciones y resolver lo que crea conveniente con paciencia y templanza.

El término proviene del latín prudentia, utilizado para identificar esta actitud de cordura y previsión.

En la filosofía y la religión.

En la filosofía clásica, el uso del término prudencia es central para poder conocer las denominadas virtudes cardinales. Estas, identificadas por Aristóteles, constituyen elementos esenciales para tener una vida adecuada dentro de los límites morales y éticos.

Aristóteles
Aristóteles, en la filosofía clásica, trabaja las cuatro virtules cardinales que todo sujeto debe seguir para una vida ética.

Así, encontramos las siguientes virtudes:

  • Justicia: también conocida como dikaiosunē, es el trato con respeto y honestidad hacia las personas, beneficiando a quienes correspondan, y teniendo en consideración que es un elemento clave para mantener la tolerancia y la tranquilidad en un grupo social.
  • Templanza: o sōphrosunē, es el nombre de la habilidad para tener autocontrol sobre deseos, acciones y búsqueda de placer en general. Es también entendida como moderación o como mesura, y nos permite mantener la calma en momentos donde es importante autorregularnos.
  • Valentía: también conocida como andreia, es la capacidad de poder posicionarnos frente a una situación que nos dé miedo o temor, con precaución y, sobre todo, con coraje. Esta virtud es imprescindible para poder posicionarnos frente a algo que atente contra la justicia, la moral o el respeto.

Finalmente, la cuarta virtud es la phrónesis o prudencia, es decir, la habilidad de discriminar entre aquello que es adecuado y aquello que no lo es, en una situación en particular.

Cabe destacar que funciona como la virtud que abre el camino hacia las otras, ya que no es posible actuar con templanza, justicia o valentía sin tener dimensión de lo prudente frente a un acontecimiento.

Fe y religión
La fe religiosa es también un elemento importante para que quienes se guían por un sistema religioso actúen con sabiduría

En la religión, además, su valor está relacionado también con la capacidad de ser una persona con sabiduría y sensibilidad hacia lo que nos rodea. Este valor, sin embargo, está también atravesado por un elemento esencial para la religión: la fe.

Cuando consideramos la prudencia en religión, podemos entenderla como la virtud de poder comprender cuál es la voluntad divina y actuar conforme con ella.

También, como en la tradición filosófica aristotélica, es una virtud cardinal, rectora de las demás virtudes, ya que ayuda a la persona a poder evaluar, con rectitud y perspicacia, cómo debe actuar para que la integridad y la objetividad en una situación puedan mantenerse.

Nos ayuda, de este modo, a poder tomar decisiones confiando en nuestro juicio, y con la inteligencia suficiente de cuáles pueden ser los efectos, positivos y negativos, de esta decisión, para poder tomar responsabilidad por ello con humildad.

En las decisiones personales.

Es posible percibir nuestra capacidad de ser prudentes en nuestras acciones de la vida diaria. Es importante entender que esta capacidad se relaciona con la reflexión, la toma de conciencia sobre nuestras decisiones y la deliberación sobre una u otra opción que podemos tomar.

Así, aprendemos a conducirnos en nuestra vida cotidiana con inteligencia y consideración, y reflexionando frente a los eventos que nos puedan llevar a actuar desde la impulsividad o la emocionalidad.

Elecciones prudentes
La prudencia nos ayuda a sopesar una situación y a elegir la opción que nos resulte ética y adecuada.

Podemos trabajar en ello, para poder aprender a ejercitar nuestro autocontrol:

  • Hacer un autoanálisis sobre nuestros patrones de comportamientos, qué situaciones nos desbordan, y si podemos identificar las emociones que experimentamos.
  • Aprender a analizar una situación desde diferentes perspectivas: esto no solo nos ayuda a poder comprender mejor otras posturas, sino que también nos da el tiempo necesario para poder reflexionar y actuar con cuidado y tacto frente a un evento.
  • Trabajar en nuestra tolerancia y en nuestra paciencia: podemos aprender a cultivar nuestra diplomacia, en considerar nuevas formas de reaccionar frente a algo que no nos agrada, y aprender de este modo a elegir las palabras adecuadas en nuestros vínculos interpersonales o incluso con nosotros mismos.

Así, la prudencia no es solo una habilidad que nos ayuda a controlarnos desde nuestro interior hacia el afuera, sino que también puede resultar muy positiva para nuestros vínculos con otras personas. Podemos aprender a tener nuevos vínculos con otros, trabajando en nuestra forma de comunicar lo que sentimos y experimentamos, analizando atentamente lo que vamos a manifestar y evitando ser hirientes con otros, aunque no por eso menos honestos.

Esto, también, nos enseña a aprender a mantenernos en silencio, incluso, si consideramos que la situación o el contexto no son los adecuados para brindar nuestra opinión en ese momento, y reservarla para otro momento.

En nuestro entorno laboral.

Podemos aprender a trabajar nuestra capacidad de ser prudentes en otros entornos, además del social, como por ejemplo el ámbito de trabajo. La prudencia en nuestros espacios laborales es esencial para poder aprender a tomar decisiones, a lidiar con crisis y situaciones límites repentinas. Este resulta un entorno en el cual podemos potenciar esta habilidad para beneficiar a nuestro equipo y a nuestro propio trabajo.

Prudencia laboral
Con una actitud prudente en el ámbito de trabajo, aprendemos a tomar decisiones difíciles que no afecten a nuestros colegas.

En el ámbito de trabajo, podemos aprender lo siguiente:

  • A evaluar opciones y elegir la más adecuada, con menor capacidad de daño.
  • A considerar los efectos a corto, mediano y largo plazo de nuestras decisiones, con la mente en la idea de que esas decisiones pueden afectar el trabajo de los demás.
  • A organizar nuestra rutina laboral, a ponderar qué tareas son esenciales y urgentes, cuáles no, y a poder equilibrar y resolver ambas.
  • A poder anticiparnos a desafíos y riesgos, para poder tomar medidas de contención, que nos prevengan de un daño mayor si este es inevitable.

También, si nuestra finalidad es aprender sobre gestiones más bien propias de un líder, esta evaluación de riesgos y toma de decisiones está acompañada de poder analizar la variable ética de estas decisiones que se toman.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (30 de diciembre de 2023). Definición de prudencia. Sus raíces, características y aplicaciones. Definicion.com. https://definicion.com/prudencia/