Silencio es el nombre con el que conocemos a la ausencia de sonido aunque, sin embargo, no hace referencia únicamente a este estado físico sino también a uno de quietud, de reposo y de tranquilidad. Además de esta relación con el sonido, tiene un valor trascendental en la vida humana.

Es importante tener en cuenta que, además de ser un fenómeno de la ausencia de lo sonoro, es también un elemento que tiene diferentes valores para distintas culturas, con cargas positivas y negativas. Así, es una poderosa herramienta de identidad cultural, que denota la complejidad de las experiencias humanas.

La palabra proviene del latín silentium, es decir, la ausencia de ruido o de sonidos. Se relaciona con el verbo silere, que quiere decir estar callado.

Su relación con la naturaleza.

Podemos considerar al silencio en relación con la falta de ruidos que alteran o desarmonizan un espacio, y que permiten encontrarnos en un lugar de respiro y relajación. Muchas veces, esta dimensión es abordada desde la relación con la naturaleza y la conexión con aquello ajeno al espacio urbano, atravesado por el ruido ambiental, la contaminación y la vida frenética.

Naturaleza y calma
Podemos experimentar el silencio en medio de la naturaleza, con la calma que la caracteriza, ajena a los ruidos de la ciudad.

Por el contrario, estar en contacto con la naturaleza, oír sus sonidos, sus animales, o el ruido del agua, incluso, nos inducen en un estado de desconexión con el afuera y de recogimiento hacia nuestro interior. Por este motivo, funciona como un espacio personal donde podemos trabajar nuestra introspección y encontrar un espacio de reflexión.

Un arroyo, la montaña o simplemente contemplar un paisaje suponen un ambiente pacífico donde encontramos un momento de calma para poder hacer una pausa y buscar paz interior. Esto resulta muy positivo para nuestra concentración, para buscar paz mental, y para disminuir los niveles de estrés y ansiedad.

Su relación con lo espiritual.

Por otra parte, el uso del silencio en prácticas relacionadas con la espiritualidad y la religión es un tema frecuente.

En estos espacios, hacer silencio implica una herramienta con poderosos efectos sobre nosotros: es considerado, a menudo, como un momento para inducirnos a un estado meditativo que nos conecte con nuestro cuerpo, con nuestra mente e, incluso, con lo divino y supraterrenal.

Meditación
La meditación o la búsqueda de paz desde la religión utiliza el silencio como una herramienta para la búsqueda de calma y conexión con lo divino.

La exploración del silencio en el cristianismo, o en el budismo, por ejemplo, tiene carácter de silencio sagrado, de armonía y de despertar interior que nos puede conectar con nuestros deseos más profundos, con nuestra conciencia más oculta. Esto nos permite llevar adelante un trabajo contemplativo, donde nuevos interrogantes y preguntas salen a la luz.

Además, en otras instancias de trabajo espiritual como la meditación, el mindfulness o la práctica de yoga, la quietud y el espacio de silencio son altamente valorados. Son un momento de reflexión, donde el control de nuestra respiración, la capacidad de sentir todo nuestro cuerpo, nuestros músculos y de darle calma a la mente para una mayor relajación nos ayudan a avanzar en ese proceso de autodescubrimiento.

Su relación con la psicología y la salud mental.

Finalmente, una tercera dimensión de análisis del silencio puede ser encontrada en la psicología.

Sus beneficios terapéuticos radican en que encontrar un momento de silencio y de pausa, si bien parece algo sencillo, en la actualidad supone una práctica a la que debemos darle particular atención.

Las preocupaciones diarias por situaciones familiares, personales, laborales o vinculados con nuestro contexto pueden impactar negativamente sobre nuestra salud física y mental. De este modo, encontrarnos en un ambiente pacífico, con una atmósfera serena que nos brinde sosiego por unos minutos al día, pueden resultar muy útiles para liberar nuestra ansiedad, poder poner nuestras preocupaciones en perspectivas y explorar en aquello que nos aqueja.

También, son un espacio ideal para poder darle forma a nuestros pensamientos y emociones profundas. Fundamentalmente en el trabajo con un terapeuta, encontrarnos con un entorno donde podamos manifestar lo que sentimos sin ser juzgados, en silencio, con escucha activa y comprensión de parte de la otra persona, puede resultar muy aliviante y tranquilizador.

Terapia
Los espacioc terapéuticos, donde solo interviene nuestra manifestación de emociones y la escucha silenciosa de un profesional, pueden ser muy útiles para que nos sintamos libres de presiones.

En las artes.

El silencio como temática artística es, también, un fenómeno recurrente a lo largo de la historia de las sociedades. Permite manifestar el quietismo, el respiro, la soledad o lo nocturno, incluso.

Existe un gran simbolismo en torno a esta figura artística, que cobra diferentes significados en función del tipo de arte que observemos. Por ejemplo, el silencio en la poesía nos permite percibir las pausas que el poeta realiza para cambiar de expresión, para completar por nuestra cuenta aquello que no se dice, o incluso funciona como táctica para expresar lo inenarrable, lo indecible, como sentimientos muy profundos y dolorosos.

Por otra parte, el silencio en la danza y otras artes escénicas permite que esos momentos de quietud y de calma resalten con mayor intensidad frente al ruido generalizado, la música o los diálogos. Es, entonces, una gran herramienta para crear tensión, para crear momentos de terror, incluso, o que funcionan como la antesala a algo completamente diferente.

Finalmente, el silencio en la pintura, al igual que el silencio en la fotografía, son elementos que permiten manifestar la simplicidad, lo concreto, la falta de elementos superfluos y enriquecen, de este modo, una obra.

Su impacto en la comunicación.

Si bien el silencio es interpretado históricamente como la falta de sonido, cuando se lo contempla desde una perspectiva comunicacional puede adquirir nuevos tintes.

Las teorías clásicas de comunicación nos indican que un mensaje es aquello que, por escrito o de forma oral, manifestamos hacia otros y que es codificado por esa otra parte, y entendido. Sin embargo, el silencio también puede funcionar como un mensaje claro y explícito hacia la otra persona: la ausencia de sonido en él no le quita su potencia como mensaje donde se comunica enojo, tristeza, sorpresa, o incluso atención plena.

Manifestación de emociones
Si bien el silencio es la falta de sonidos, en una comunicación puede adquirir un tono muy explícito respecto de nuestro malestar, incomodidad o desacuerdo.

También, el silencio en la comunicación nos permite manifestar que estamos atendiendo a aquello que se nos muestra, que tenemos un deseo genuino de entender aquello y que estamos analizando con atención lo que se nos quiere manifestar.

Finalmente, es también una herramienta para comunicar desacuerdo, irritación o incluso incomodidad con otros. En estas instancias, es esencial poder prestar atención a aquello que comunica el otro con sus palabras, pero también es importante atender los silencios, las pausas o las respuestas cortas que una persona brinda, que pueden resultar tan elocuentes como un mensaje verbal o escrito.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (30 de diciembre de 2023). Definición de silencio. Dimensiones, usos y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/silencio/