Se utiliza la palabra reflexión para describir un movimiento de la conciencia en el que se vuelve hacia el interior, adquiriendo las personas, de este modo, la posibilidad de observar los propios estados mentales. En un sentido similar se usa el concepto de introspección, en la acción de un sujeto que se observa y analiza a sí mismo, accediendo a sus pensamientos, emociones y estados de ánimo.

Todo el campo de la filosofía está muy asociado a este movimiento y, por extensión, se volvió aplicable también al trabajo mental que se desarrolla al preguntarse cosas acerca de ciertos objetos, sucesos o fenómenos. De allí que se hable de «reflexionar acerca de los motivos subyacentes que llevaron a que se desencadenase la Segunda Guerra Mundial» o «reflexionar en torno a la utilización excesiva de plástico en las relaciones de consumo». Es cercano, asimismo, a los grandes interrogantes que han surgido en la especie humana desde siempre, como el sentido de la vida, de la existencia individual, la naturaleza del alma o la posibilidad de una continuidad después de la muerte.

También se aborda la actividad reflexiva desde el campo de la psicología. En diferentes ramas se considera el valor de la toma de conciencia, del hecho de notar las tendencias y conductas y la posibilidad que trae de evaluar y elegir. Especialmente se da un trabajo en esta línea en la corriente de la Psicología Cognitiva.

Si nos centramos en el origen etimológico del término, comprobaremos que se remonta al latín y que su raíz proviene del vocablo reflexio (o reflexionis). Esta palabra se compone por el prefijo re-, que indica algo que se desarrolla «hacia atrás» o que sucede «de nuevo»; por el elemento flex, surgido del verbo flectere, que significa doblar o desviar una cosa; y por el sufijo –io, que se emplea para aludir a «la acción y efecto de». Así, nos da la pauta de «la acción y el efecto de doblarse sobre uno mismo, orientándose hacia atrás«.

Esta definición en base a la raíz del término nos pone muy cerca de otra de sus acepciones, que surge del ámbito de la óptica y hace foco en el fenómeno que involucra a la luz y una de las tres variantes que presenta su movimiento a partir del contacto con un objeto. Los otros dos movimientos son la absorción y la refracción. La reflexión de la luz sucede todo el tiempo y en todas partes, y se conoce y estudia desde la Grecia clásica.

Reflexión, rebote de la luz sobre una superficie.
En el ámbito de la óptica, la reflexión es el fenómeno de rebote de la luz sobre una superficie.

La reflexión en filosofía.

En el marco de la filosofía, se habla de reflexión para hacer alusión al acto de aprehender directamente los estados de conciencia, una introspección directa en lo que ocurre en la propia consciencia.

Es inevitable la mención a Descartes, quien en su libro «Meditaciones» sentó las bases de la introspección tal como la conocemos, al hablar de la capacidad reflexiva inherente a la consciencia y también de la cualidad de transparencia que ha de caracterizar a esta reflexión acerca de uno mismo

Cerca de cuatrocientos años más tarde, el filósofo francés Auguste Comte, quien fuera fundador del positivismo, atacó este planteo de Descartes al afirmar que es imposible ser, simultáneamente, el observador y lo observado. Fiel a su empirismo, llegó a decir que la mente del ser humano cuenta con la habilidad de observar de un modo directo la totalidad de los fenómenos, excepto su propio contenido.

En la otra orilla, los partidarios de la llamada filosofía del sujeto postulan la idea de «reflexividad«. Se refieren a ésta como la naturaleza obvia de un tipo de consciencia que es intrínsecamente subjetiva, y que piensa desde la perspectiva del ego (o del yo), es decir, en primera persona.

Reflexión como introspección.
La reflexión es el movimiento de la conciencia hacia el interior, lo que permite observar los propios estados mentales, anímicos y emocionales.

La reflexión en psicología.

En psicología, el abordaje que brinda la reflexión es el de un camino de introspección en el que se observan y analizan los propios pensamientos, llegando, por esta vía, al análisis del sí mismo (del self).

Este método fue la principal herramienta de trabajo en la psicología experimental, durante la segunda mitad del siglo XIX, hasta el surgimiento de la figura de Sigmund Freud. Muchas personas criticaban, siguiendo una línea de pensamiento similar a la de Comte, este procedimiento, cuestionando la posibilidad de observar la propia psiquis.

Uno de ellos fue Wilhelm Wundt, uno de los padres fundadores del Conductismo, quien manifestaba que era imposible lograr una independencia del observador en relación consigo mismo en pos de alcanzar el rapport necesario. Los conductistas continuarán así con las ideas positivistas, principalmente de la mano del trabajo de los psicólogos J. B. Watson y B. F. Skinner, a partir de considerar que la mente es una «caja negra«, que es imposible acceder a sus contenidos y mecanismos y que lo que debía trabajarse era la conducta. Trataron de establecer una psicología científica objetiva, en la que lo único que se tiene en cuenta es el comportamiento, la conducta. Negaron todo espacio a la reflexión, por considerar que era una práctica subjetivista y no comprobable.

En el otro extremo podemos hallar a la psicología cognitiva, que manifiesta un interés doble. En primer lugar, se ocupa del estudio del modo en que las personas comprenden el mundo en el que viven, enfatizando los procesos por medio de los cuales se percibe la información desde el ambiente a los sentidos del cuerpo y cómo ésta es, luego, interpretada en función de todo el conocimiento que ya se tenía almacenado en la memoria. Por último, se ocupan de cómo, desde esa síntesis, surgen acciones y conductas.

El segundo interés en el que se centra la psicología cognitiva pasa por este aspecto práctico de estudiar los caminos que llevan a esta cognición a desembocar en una conducta. Para los teóricos de la psicología cognitiva, la acción está signada por los procesos mentales que la anteceden. Y por ello trabajan en la terapia no solo las acciones, sino también las creencias que forman el escenario a partir del cual las decisiones toman su lógica y se moldean.

Reflexión en psicología.
En el ámbito de la psicología, la reflexión supone un proceso de introspección y análisis de uno mismo.

La reflexión de la luz.

Se ha mencionado que la reflexión de la luz es un fenómeno que se estudia desde los tiempos de la Grecia clásica, pero la primera vez que se analizaron y agruparon con detalle las leyes que hacen al funcionamiento de la reflexión y refracción de la luz fue en 1621 gracias a un trabajo del matemático y astrónomo W. Snell. Más tarde esta línea fue ampliada y profundizada por el matemático de origen francés Pierre de Fermat, en el año 1657.

Hoy en día se sabe que, en el vacío, la luz viaja en línea recta a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo. Cuando llega al planeta Tierra pasa a encontrarse con las superficies de los objetos, y allí la luz empieza a comportarse distinto, dependiendo de la superficie:

  • En el primer caso, la luz puede ser reflejada por una superficie. La luz rebota, como sucede con un espejo.
  • La luz también puede ser absorbida por una superficie, en cuyo caso los fotones van a desaparecer. Como consecuencia de esta absorción, veremos a esa superficie oscura.
  • Por último, cuando la luz no es reflejada o absorbida por una superficie, se dice que se transmite a través de ella. Así sucede, por ejemplo, con una ventana. Resulta que en la transmisión se da una refracción, un cambio de dirección, que variará según los medios de transmisión.

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Lehrer, L. (16 de julio de 2022). Definición de reflexión. Su origen etimológico y su aplicación en la filosofía, la psicología y la óptica. Definicion.com. https://definicion.com/reflexion/