Drama hace referencia a una obra literaria, en prosa o en verso, la cual está escrita por un dramaturgo y está pensada para ser representada en el teatro. Perteneciente al género dramático, este tipo de creación presenta una síntesis entre la tragedia y la comedia. Aunque, en sentido general, el término también suele usarse para aludir al teatro.
El género dramático combina las artes literarias con las artes de escena, produciendo un texto de ficción que contiene un inicio, un conflicto y un desenlace, que luego será representado por actores sobre un escenario.
Una obra dramática se compone de parlamentos, dentro de los cuales se agrupan los diálogos, monólogos y apartes, entre otros; y las acotaciones, también llamadas didascálicas, que son aquellas indicaciones señaladas por el autor referentes a la puesta en escena, el vestuario y la actitud de los personajes.
Estructuralmente, se divide en actos, los cuales marcan un quiebre en el desarrollo de la historia y separan a la obra en grandes partes; escenas que son las subdivisiones de los actos; y cuadros, que son aquellos espacios escenográficos en los que se despliega la obra.
El drama como ficción literaria busca representar acciones conflictivas de la vida humana. Tanto en la tragedia como en la comedia, las obras dramáticas tratan temas en los que los personajes se enfrentan a un conflicto en sus vidas, como el amor y el desamor, la guerra, la muerte, la traición, la riqueza y la pobreza, dramas familiares e historias de reyes y nobles, entre otros temas destacados.
Originario de la antigua Grecia, el drama, además de ser uno de los géneros literarios más antiguos junto a la poesía y la narración épica, fue un arte de suma importancia para los antiguos ya que, a través del teatro, los griegos representaban escenas referentes a sus mitologías religiosas e historias que cumplían un rol social relevante en la antigüedad. El género dramático tenía una función religiosa, política y pedagógica para los pueblos antiguos.
Etimológicamente, el término proviene del vocablo latino drama, y este, a su vez, del griego δρᾶμα (dráma), que significa «acción» o «actuar».
Índice de temas
Historia del género dramático.
El teatro antiguo.
Para los antiguos griegos, el teatro representaba una mímesis de la vida, en donde se ponían en escena situaciones de las esferas social y personal con las que el pueblo espectador se sentía identificado y representado por los personajes de las historias que se exhibían en el teatro. A través del drama se comunicaban los valores, creencias y tradiciones cívicas que se debían preservar en la sociedad y se transmitía una enseñanza moral sobre los temas más importantes de la vida antigua. La función pedagógica del drama era civilizadora y mantenía una cultura de valores comunes en la comunidad de la época.
En lo que podríamos llamar la prehistoria del género dramático, las primeras representaciones teatrales estaban acompañadas de danza y música. Se relacionaban, principalmente, con el culto a Dionisio, dios del vino, la embriaguez y la alegría. Este período del culto dionisíaco se considera la etapa primitiva del origen del teatro. Más tarde, el canto y el baile fueron cediendo lugar al diálogo y la representación más estructurada hasta llegar al género dramático como lo conocemos hoy en día, con actores, escenografía, diálogos y didascálicas.
Entre los dramaturgos griegos más importantes de la antigüedad figuran Tepsis (550-500 a. C.), quien fue considerado el primero en utilizar un integrante del coro (al que llamó protagonista) para separarlo y dar origen al primer diálogo dramático; luego Esquilo (525-426 a. C.), quien separó a otro integrante y lo puso a hablar con el corifeo (jefe del coro) y lo denominó deuteragonista y, por último, Sófocles (496-406 a. C.), que introdujo un tercer actor, sumó el decorado y aumentó la cantidad de integrantes del coro. De Sófocles se conservan obras tan famosas y populares como Edipo Rey, Antígona y Electra, las cuales se consideran patrimonio de la cultura occidental y son actuadas, hasta la actualidad, en todos los teatros del mundo.
Según el filósofo Aristóteles (384-322 a. C.), mediante el drama y la simbolización tanto de lo trágico como de lo cómico, los espectadores experimentaban una catarsis, es decir, una representación de sus pasiones más intensas a través de sentirse fuertemente identificados con los sentimientos de los personajes de la obra, quienes vivían en carne propia los más trágicos y extremos destinos. De esta manera, la función psicológica del teatro consistía en suavizar las pasiones del pueblo y purgar a la población de los impulsos más vehementes, al mismo tiempo que transmitir un código de valores comunes en la sociedad.
Más tarde, de la Antigua Grecia el género dramático se trasladó a Roma, en donde a las representaciones trágicas y a las comedias ya conocidas se le sumaron subgéneros como la sátira, la fábula y el mimo. Si la cultura griega se caracterizaba por representar lo trágico, los romanos se inclinaron, en cambio, por la comedia. Debido a que eran un pueblo que tenía la costumbre de celebrar muchas fiestas, se empezó a usar el teatro como un medio para entretener y divertir a la gente, y así moderar los impulsos de la población. En este caso, el drama romano también cumplía una función civilizadora del pueblo a través del espectáculo. Algunos de los dramaturgos más sobresalientes del período romano fueron los comediógrafos Nevio (s. III a. C.), Plauto (s. III a. C.), Terencio (s. II a. C.) y, por otra parte, Séneca (5 a. C. – 65 a. C.), quien se destacó del resto de los dramaturgos romanos por no componer comedias sino tragedias al estilo del drama clásico en obras como Hércules, Las troyanas, Fedra y Medea, entre otras.
Muchas obras icónicas de la antigüedad clásica, pertenecientes a autores como Sófocles, Esquilo, Eurípides y Séneca, en el caso de la tragedia, y Aristófanes, por el lado de la comedia, son celebradas y representadas, aun en el presente, en todas partes del mundo, y se consideran una valiosa herencia del bastión literario de Occidente.
El teatro medieval.
A finales del segundo siglo después de Cristo, el drama y el teatro como lo conocían y lo celebraban los antiguos entró en decadencia. La Iglesia Católica atacó al teatro romano por considerarlo inmoral y persiguió a quienes con él se asociaban. Posteriormente, mediante la caída del Imperio Romano en el año 479 d. C., el drama y el teatro clásicos decayeron en Occidente y no resurgieron sino después de cinco siglos más tarde.
A partir de entonces, el teatro medieval se forjó fuertemente vinculado a las liturgias religiosas de la Iglesia. La misa como ceremonia principal del cristianismo católico era en sí misma una puesta en escena de la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, en donde los sacerdotes eran los encargados de desarrollar los diálogos teatrales, llamados tropos, en los que se representaban episodios importantes de la Biblia. Estas teatralizaciones bíblicas comenzaron a tomar cada vez más protagonismo hasta convertirse en grandes espectáculos, por lo que dio como resultado un nuevo estilo de teatro religioso, que se convirtió en la figura dramática más destacada del teatro medieval.
Sin embargo, alrededor del siglo XIV, el teatro se independizó de los ritos litúrgicos de la Iglesia. Comenzó entonces a desarrollarse en ciclos independientes, los cuales eran organizados por toda la comunidad, y se realizaban cada cuatro o cinco años. Las celebraciones podían durar de varios días a más de un mes. Durante este período se crearon obras de tipo folclórico como la farsa y los dramas pastorales, orientándose al entretenimiento popular. Los encargados de popularizar estas propuestas eran poetas y narradores especialistas en contar historias, conocidos como juglares y trovadores, quienes, acompañados de su gran memoria, utilizaban el canto y la música para difundir sus narraciones.
El teatro moderno y renacentista.
Durante el Renacimiento, el drama tomó una forma más asociada al teatro clásico antiguo, al cual se usó de referente para componer las nuevas obras. Por eso se conoce como neoclasicismo o teatro neoclásico a esta incipiente etapa del teatro moderno. Las primeras manifestaciones del teatro renacentista aparecen en Italia durante el siglo XV, período en el que los dramas fueron redactados, en una primera instancia, en latín y más adelante en lenguas vernáculas. Durante esta época renacentista surgió la reglamentación teatral de la mano del teórico literario Ludovico Castelvetro (1505-1571), quien basado en la Poética de Aristóteles dividió en tres secciones la presentación dramática: acción, espacio y tiempo.
Este renovado impulso renacentista por desarrollar el estilo de teatro neoclásico preparó el suelo firme para que surgiera la creación de un nuevo género dramático y teatral: la ópera, este novedoso estilo se popularizó rápidamente, sobre todo en Italia. De tal manera que, durante el siglo XVII, se construyeron grandes teatros especializados para representar la ópera. Así, la concurrencia fue creciendo cada vez más, haciendo de la ópera un signo característico de la etapa neoclásica renacentista.
Sin embargo, el teatro neoclásico estaba reservado para una élite, por eso el pueblo en general no participó directamente de la ópera, sino que tuvo su propia representación popular del teatro de la época, llamada commedia dell'arte. Era un tipo de teatro basado en la comedia y la improvisación, con textos escritos en dialecto y una fuerte presencia de la mímica y la expresión corporal. La commedia dell'arte desarrolló nuevos personajes como el arlequín, la colombina y la pulcinella.
Por otra parte, en Francia durante el siglo XVI se estilaban popularmente la comedia y la farsa. En autores como Molière (1622-1673), considerado el más importante dramaturgo francés, su principal influencia se basó en la commedia dell'arte, agregándole su propio toque personal, llevando la comedia a un lugar casi tragicómico en el que sus historias reflejaban la miseria y el error humanos con un dejo de amargura y crítica social. Entre sus obras más sobresalientes podemos destacar El avaro, El enfermo imaginario, El misántropo y Las preciosas ridículas.
En Inglaterra, el teatro renacentista, también llamado teatro isabelino, comenzó a desarrollarse a partir del siglo XVI durante el reinado de Isabel I. Diferente al teatro neoclásico italiano, el teatro isabelino inglés se inspiró en el dinamismo del teatro medieval, en las representaciones populares y en las tendencias y exigencias del público de la época. Autores y dramaturgos como Ben Jonson, Tomas Kyd y Christopher Marlowe, en consonancia con el clima de cambio social y político de aquel entonces, desarrollaron un estilo dramático enérgico y heroico que dio lugar al nacimiento de las obras del dramaturgo más brillante del teatro inglés, William Shakespeare (1564-1616). Dramas de su autoría como Romeo y Julieta, Hamlet, Otelo, El rey Lear, La tempestad, Sueño de una noche de verano, Julio Cesar y Macbeth, entre otras famosas piezas, son representadas hoy en día con la misma vivacidad y entusiasmo que cuando fueron compuestas. Son consideradas, por muchos, las más grandes composiciones dramáticas de todos los tiempos.
Durante el siglo XVIII comenzó a destacarse el estilo barroco, más cercano al clasicismo, en el cual se profundizó la tragedia como uno de los géneros más representados. En este período surge la noción de drama entendida como la fusión intermedia entre la tragedia y la comedia. Respecto a la escenografía, se trabajaron escenarios recargados con decoraciones y elementos ornamentales, y temas de carácter oscuro, trágico y escabroso, tendencia muy característica del estilo barroco.
A partir del siglo XIX, surge el movimiento artístico y cultural conocido como Romanticismo, el cual desde las primeras décadas llegó a dominar la escena teatral en gran parte del continente europeo. Los temas del romanticismo tienden a representar el aspecto pasional y sentimental del ser humano, donde los personajes se ven atravesados por la fuerza de las pasiones, el amor, el dolor, la búsqueda de libertad, el patriotismo y la exaltación de la naturaleza. A partir de este movimiento, en Alemania, surgieron poetas y dramaturgos como Goethe y Schiller, precursores del romanticismo, quienes fueron considerados los autores más prolíficos y renombrados de este período. Sus obras exaltan el dramatismo y el sentimentalismo, los temas oscuros, el sentimiento trágico de la vida y el fervor por la naturaleza. Goethe sobresalió por obras como Fausto, Las penas del joven Werther, Egmont, Ifigenia en Tauris y Wilhem Meister. Por su parte, Schiller se inclinó por el estilo de los dramas clásicos y escribió obras como Los bandidos, Don Carlos, Guillermo Tell y La doncella de Orleans, entre otras.
En España, el esplendor del Siglo de Oro de la mano de autores como Lope de Vega impulsó el surgimiento del teatro romántico español, que desarrolló un estilo dramático centrado en las aventuras y desventuras de un héroe individual gobernado por los impulsos y conflicto de las pasiones. Uno de los dramaturgos más renombrados del período romántico español fue José Zorrilla (1817-1893) y su obra más celebrada, Don Juan Tenorio, que aún hoy se sigue representando en los teatros españoles.
El teatro contemporáneo.
A mediados del siglo XIX y en adelante, en consonancia con los avances científicos y el crecimiento de la modernización que cambió el paradigma cultural de la época en el ámbito del arte, la literatura y el teatro, comenzaron a surgir movimientos como el naturalismo y el realismo. En ellos, la impronta se concentró en poder representar la realidad de una forma fidedigna, se buscaba generar obras realistas que reflejen, en la mejor medida posible, el mundo real y las preocupaciones de la vida social y cotidiana de las personas. De esta manera, el teatro comienza a interesarse por la realidad social de la época, y con ella el nacimiento de la crítica social. Por otra parte, surge el realismo psicológico, tendencia que se instalaría en el drama contemporáneo de forma permanente, la cual busca profundizar el perfil psicológico de cada uno de los personajes, para generar en los espectadores un efecto de realismo sobre la obra.
Luego del período naturalista que se concentró en producir una ilusión de realidad en sus obras, surge en el siglo XX una reacción a la impronta del realismo, lo que da lugar a un nuevo movimiento que busca ampliar los horizontes del concepto de drama y de cómo llevarlo a la escena. Así, durante todo el siglo XX, se cultiva una impronta renovadora del teatro, sumada a la influencia del nacimiento del cine, las múltiples obras surgidas en este período muestran una clara posición vanguardista del drama y el teatro.
En esta etapa aparecen nuevos géneros como el teatro simbólico, que experimentó con un drama onírico y profundo, cargado de metáforas y recursos poéticos de todo tipo. El teatro expresionista, por su parte, exploró el aspecto más brutal y grotesco de la naturaleza humana, con una presentación llena de claroscuros y escenas exageradas y terribles, que busca crear un mundo ominoso, y muchas veces terrorífico, sobre el escenario. Luego, durante la segunda mitad del siglo XX, surgió el teatro absurdista o teatro del absurdo que, fuertemente influenciado por el movimiento surrealista, creó obras muy difíciles de clasificar según los patrones canónicos del teatro, debido a su falta de sentido y estructura, y a su carácter rupturista de las normas comúnmente establecidas en la tradición dramática.
Tipos de drama.
En su libro Poética, Aristóteles distingue, por primera vez, los dos tipos de drama más importantes y destacados del género:
Tragedia.
La tragedia es el género de drama predilecto por los antiguos griegos. Consiste en desarrollar temáticas referentes a los aspectos más conflictivos y problemáticos de la vida humana, en los que se representa el dolor, la muerte, el sufrimiento o la desgracia de los personajes, con el fin de lograr un efecto de catarsis en los espectadores. Según Aristóteles, la tragedia es el género de drama más elevado, debido a que sus personajes están imbuidos de las mejores cualidades humanas, pero su destino es trágico y muchas veces fatal.
Comedia.
Opuesta a la tragedia, la comedia representa los aspectos más bajos de la vida humana y sus personajes, a diferencia de la tragedia, suelen presentarse como grotescos y de cualidades burdas y repudiables, con el fin de representar lo más decadente del comportamiento humano. De tono burlesco e irónico, la finalidad de la comedia reside en entretener y proporcionar una distensión de los temas importantes de la vida social, así como también provocar la risa y la burla entre los integrantes del público.
Luego, con la evolución del género dramático a lo largo de la historia, los tipos de drama se diversificaron, hasta llegar a la actualidad, en donde reconocemos un gran número de estilos dramáticos y subgéneros diferentes:
Drama.
Drama, hoy en día, suele definir a un tipo dramático que sintetiza la tragedia y la comedia, debido a que es un género que trata los conflictos de la vida cotidiana de una forma seria y sublime, pero al alcance de todos. A diferencia de la tragedia donde los personajes son de carácter noble y elevado, en el drama, si bien la intensidad conflictiva es similar, los personajes representan a personas comunes y a situaciones dramáticas de la vida real.
Melodrama.
Melodrama significa drama musical y consiste en un drama acompañado de música y canto. Busca despertar el sentimiento emotivo en los espectadores, generalmente representando dilemas y conflictos de valores y moralidad, mediante situaciones dramáticas muy intensas. La exageración del drama suele ser muy característica del género melodramático.
Farsa.
Originaria del medioevo, la farsa es una obra breve de carácter cómico y satírico, orientada a representar de manera grotesca y exagerada los aspectos más burdos de la vida humana. Como género toma elementos de diversos estilos, pero principalmente de la comedia, en su versión más grotesca y burlona, y del melodrama, en su exageración tanto de las actitudes de los personajes como de las situaciones escénicas.
Ópera.
Obra dramática surgida en el Renacimiento italiano, la ópera es considerada hoy en día un clásico del teatro. Consiste en un drama que se complementa con música de orquesta, en donde el canto ocupa un rol protagónico. Los personajes principales también son las primeras voces del coro e interpretan su papel mediante el canto y la expresión escénica. La ópera suele tener un despliegue escénico imponente, y los teatros que se han construido para su desarrollo son edificios arquitectónicos de gran calibre, con palcos capaces de albergar a un gran número de espectadores, y una acústica capaz de generar un ambiente sonoro envolvente.
Entremés.
Del francés, entremens que significa «entretener», el entremés es una pieza dramática corta que depende de una obra mayor a la que pertenece. El entremés, es un momento de distensión y relajación entremedio del desarrollo de una obra más larga y de carácter más serio. Consiste en un sólo acto, y generalmente es de estilo jocoso y burlesco. Esta pieza breve se representa principalmente en los períodos de descanso de la obra principal.
Musical.
A principios del siglo XX surgen los musicales como una forma de conjugar la música, la danza y la dramatización. Se representaban obras ya conocidas, muchas veces famosas, pero con un estilo musicalizado, donde la voz y el canto junto con la danza toman protagonismo y se suman al diálogo y a las artes actorales.
El drama en Oriente.
Llamamos teatro oriental al conjunto de artes dramáticas y escénicas que se desarrollaron en regiones como India, China, Japón y el Sureste asiático, las cuales presentan un conjunto de características propias que lo distinguen del concepto de drama occidental y su modo de presentarlo en escena. Una de las principales diferencias es que, en la tradición oriental, no existe el concepto de teatro naturalista o realista, el cual primó en Occidente, sobre todo a partir del teatro neoclásico. Por el contrario, el teatro oriental se inclina por desarrollar un teatro de presentación que no busca lograr una imitación verosímil de la realidad, sino que elabora un género teatral en el que se integran todas las artes: literatura, música, danza, actuación y acrobacia, en un gran espectáculo dinámico y completo. Las obras suelen ser de gran extensión, combinando momentos musicales con danza, y otros con presentaciones o actuaciones dramáticas, sumadas también a una gran exhibición de talentos acrobáticos y demostraciones gimnásticas de todo tipo.
Una de las apariciones más antiguas del origen del teatro oriental se da en India durante el siglo V a. C. Escrito en sanscrito, el teatro indio desarrolló un estilo dramático conocido como Kathakali que consistía en representaciones de las mitologías e historias narradas en los libros sagrados hindúes, como el Mahabharata y el Ramayana, repletos de historias épicas, amores, batallas, dioses y héroes. La característica más distintiva de este estilo teatral es que no hay diálogos, los personajes no hablan durante la obra sino que despliegan una expresión corporal rica en recursos expresivos a través de un total dominio del cuerpo, la danza y las gesticulaciones faciales. Entre los autores importantes del teatro hindú se destacó Kalidasa (s. I a. C.), conocido porque sus obras han llegado hasta Occidente, como Shakuntala, la cual ha sido estudiada y retomada por autores europeos.
Igual de antiguo y heterogéneo resulta el teatro chino, que desde el siglo VI a. C. comenzó a desarrollar un género de arte dramático y escénico basado en danza, música, mimo, acrobacias y canto integrado en un mismo espectáculo. El teatro chino tuvo su punto más álgido durante la Dinastía Yuan (1280-1368), para luego culminar en el gran espectáculo conocido como la Ópera de Pekin en el siglo XIX. A diferencia del teatro occidental, que se diversifica en varios subgéneros, el teatro chino no presenta un género demarcado sino que las obras son consideradas como melodramas con un desenlace favorable. Allí se presentan cuatro tipos de personajes básicos: sheng (masculinos), tan (personajes femeninos aunque también los intérpretes son hombres), chou (personajes graciosos) y ching (hombres con mucha fuerza y con máscaras).
El teatro japonés, por su parte, desarrolló tres modalidades de arte dramático y escénico que se conocen como Bunraku, Noh y Kabuki:
El Bunraku es el original teatro de títeres que con el tiempo evolucionó al teatro de actores, en el que se desplegó un gran desarrollo técnico de la puesta en escena.
El llamado Noh, que significa «talento» o «habilidad», es el teatro aristocrático japonés que tuvo su máximo esplendor alrededor del siglo XVII, de esta fecha datan los primeros textos impresos en papel de las obras japonesas. El Noh consiste en un teatro de espectáculo que utiliza un gran despliegue escenográfico, vestuarios y máscaras. Las obras más sobresalientes del Noh narran historias de guerras épicas y leyendas mitológicas, en las que intervienen dioses y héroes. Este tipo teatral se distingue mucho del teatro occidental debido al diseño del escenario, que suele tener una disposición espacial más compleja, y a que, en las representaciones, los actores cantan, bailan y recitan con un ritmo y una tonalidad muy poco comprensibles para el oído occidental.
El Kabuki es el teatro popular de Japón, derivado del Noh comparte muchos elementos similares, con la diferencia de que sus textos, llamados yokyoku, son de redacción más sencilla y accesible al público. El teatro japonés, al igual que en China, era exclusivamente realizado por hombres, que participaban incluso interpretando los papeles femeninos. Sin embargo, esto fue cambiando con el paso del tiempo, y en la actualidad las mujeres tienen una participación importante dentro del teatro japonés, por ejemplo, interpretando el papel de geisha.
En las regiones árabes también se desarrollaron las artes escénicas, más allá de las prohibiciones y restricciones con las que lidian históricamente estos países. El surgimiento del teatro también se hizo lugar en esta región, desplegando un teatro árabe que se diversificó en varias versiones, entre ellas: el Teatro de Pésame, de carácter religioso, el teatro del Sultán de los Estudiantes, y el más popular e interesante de todos: el Teatro del Tapete, el cual consiste en un largo espectáculo ambulante que se desarrolla sobre un tapete o alfombra.
El drama en Latinoamérica.
Durante la Era prehispánica, a pesar de que se conservan pocos datos sobre cómo pudieron haber sido las manifestaciones teatrales de los pueblos precolombinos, existieron presentaciones dramáticas. Eran principalmente de carácter ritual, por lo que el espectáculo era parte de las celebraciones que se daban en las festividades religiosas. Se conserva un único texto dramático de origen Maya, llamado Rabinal Achí, que narra la historia del combate entre dos míticos guerreros que se baten a duelo en una batalla legendaria y ceremonial.
A partir de la llegada de los españoles y el influjo de su cultura en los pueblos originarios latinoamericanos se desarrolló un fenómeno sociocultural que produjo una fusión de estas dos culturas, de la cual surgió un tipo de teatro que no puede identificarse puramente con los cánones europeos, ni tampoco con la tradición prehispánica. A esta compleja fusión cultural y artística la llamamos teatro latinoamericano. Celebraciones como El Día de los Muertos en México o la Semana Santa de Iztapalapa, son verdaderas demostraciones de esta fusión del arte, las celebraciones y la cultura europea y originaria.
Durante la época de las conquistas, el teatro europeo cumplió un papel fundamental como instrumento de evangelización y civilización, ya que aportaba elementos para formar una mentalidad distinta a la cosmovisión de los pueblos aborígenes. Debido a que el dominio del castellano aún no era común entre los indígenas, las técnicas teatrales como la danza, el canto, el baile y los vestuarios cumplieron un rol esencial a la hora de comunicar los preceptos religiosos y cívicos de los europeos. En general, las producciones latinoamericanas estuvieron influidas principalmente por el teatro español hasta su emancipación, durante el siglo XIX, a partir del cual comienza una nueva etapa para la cultura y el teatro latinoamericanos.
Más cercano a la actualidad, durante el siglo XX y con la llegada de las vanguardias europeas, el incipiente teatro latinoamericano empezó a preocuparse por su propia realidad social y cultural, y comenzó a realizar las primeras manifestaciones de un teatro y un estilo dramático propios. La influencia de las ideas de Bertolt Brecht (1898-1916) impulsaron en una Latinoamérica conflictuada por problemas políticos y sociales, la gestación de un teatro autónomo, capaz de representar la compleja naturaleza de la cultura y la realidad social, política y cultural latinoamericana. De esta impronta latinoamericanista han surgido dramaturgos importantes como el colombiano Enrique Buenaventura (1925-2003) con su Teatro experimental de Cali, o Augusto Boal (1931-2009) en Brasil, quien desarrolló el teatro callejero para obreros, orientado a la crítica y la lucha social en el ámbito popular, conocido como Teatro del Oprimido (1975). En esta etapa también son importantes los grupos teatrales como Rajatabla, La Candelaria, Criadero, Kimba Fa, entre muchas otras agrupaciones de actores y dramaturgos que se preocuparon por fomentar un teatro de crítica social y concientización de la realidad latinoamericana de la época.
A partir de entonces y hasta la actualidad, el teatro latinoamericano se ha desarrollado ampliamente en la mayoría de los países de Sudamérica. Ha conquistado la escena teatral consolidando un estilo dramático propio y original, cargado de vitalidad y creatividad, el cual hoy en día cuenta con una audiencia por demás heterogénea, logrando el interés de profesionales, estudiosos y aficionados de todas partes del mundo. Entre las naciones que presentan la mayor actividad teatral y producción dramática latinoamericana se encuentran México, Argentina, Chile, Perú, Colombia, Brasil, Venezuela y Cuba, entre muchos otros.
Otros usos del término drama.
En un sentido coloquial, la palabra drama, más allá de los múltiples usos referidos al teatro y al género dramático, también se usa popularmente para referirse a un conflicto de la vida o a una situación difícil que se vuelve dramática para la gente. Por ejemplo, alguien puede decir «mi vida amorosa es un auténtico drama» aprovechando el término «drama» de una forma metafórica para hacer alusión a la conflictividad e intensidad de su vida amorosa. Asimismo suele usarse a modo de calificativo. Por ejemplo, se dice que una persona o una situación es dramática cuando presenta una gran conflictividad, y en el caso del individuo, cuando muestra un carácter que tiende a vivir conflictivamente los sucesos de su realidad y tiende a dramatizar y actuar tal como si estuviera viviendo en un drama teatral.
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Aci, E. M. (3 de marzo de 2023). Definición de drama. Características, etimología, historia, tipos y usos. Definicion.com. https://definicion.com/drama/