Definición de carisma

Carisma es el nombre que define la capacidad de una persona para atraer a otras por diferentes motivos (su forma de ser, su opinión, sus habilidades sociales, entre otras). Se habla de esta cualidad como una habilidad, un rasgo de las personas o, incluso, un don, ya que puede ser interpretado de diferentes formas.

A su vez, es también el nombre que recibe un don concedido por Dios a sus fieles.

El término proviene del griego χαρίζεσθαι, charízesthai, es decir, hacer favores a otros o agradar.

Características.

Cuando se indica que alguien tiene carisma, se habla de cómo hay características en esa persona que la hacen agradable, atractiva y magnética para terceros. Es, entonces, una habilidad interpersonal altamente valorada, ya que puede ayudar a la persona que lo posee en múltiples situaciones como, por ejemplo, el ámbito laboral.

Quien posee carisma es, a ojos de los demás, una persona confiable, agradable, con una sensibilidad particular que la hace muy amigable para el resto de las personas.

Algunos rasgos por destacar de las personas carismáticas son los siguientes:

Empatía.

La empatía puede definirse como la capacidad que una persona tiene para comprender los sentimientos y sensaciones de otras personas. Esta comprensión, que permite que conectemos con los demás, nos permite entender de manera compasiva y amable lo que le ocurre.

Así, podemos entender por qué actúa como actúa y nos permite, dentro de lo posible, ayudarla. La persona carismática puede escuchar con atención a quien tiene frente de sí, y eso genera una sensación de tranquilidad y compañía que, en ciertos momentos, resulta muy importante para quien atraviesa alguna dificultad.

Escucha activa.

La escucha activa, tal y como lo indica su nombre, implica el poder mostrarnos interesados y conscientes de lo que la otra persona dice y nos está relatando.

Es una habilidad social muy valorada en diferentes ámbitos ya que, en primer lugar, nos permite demostrar interés por la otra persona, por su historia y por lo que nos narra. Quien posee carisma puede utilizar esta capacidad para conectar con la otra parte: esto, por ende, va de la mano de la empatía, y de la habilidad de poder sentar las bases de un vínculo seguro, basado en la comprensión, entre ambos.

Confianza.

A propósito del punto anterior (la escucha activa), quien posee carisma es, también, una persona que, por sus habilidades, transmite confianza.

Es importante destacar no solo que la confianza que esta persona manifiesta es en sí misma, y puede mostrarse como alguien con seguridad. Esta confianza también puede transmitirse a los demás, y permite que esas personas también puedan sentirse de igual modo consigo mismas.

Al aludir a la confianza, no se habla únicamente de destacar las habilidades positivas: quien posee confianza en sí mismo puede, también, percibir sus puntos débiles. Esta autoconciencia puede resultar positiva para los demás, ya que ayuda a ver que, aunque no todo en la vida de la otra persona esté resuelto en su totalidad, se puede vivir el día a día trabajando en esos puntos débiles, siempre que sea posible.

Si bien estas características responden de forma general a qué es una persona con carisma, cabe destacar que se realizó un análisis científico de esta habilidad intersocial. Más específicamente, fue abordado desde una perspectiva sociológica, científica, a fines del siglo XIX y principios del XX.

En la sociología.

Este fenómeno fue analizado, de manera científica, por Max Weber (1864-1920). Él era un sociólogo alemán, nacido en 1864 y fallecido hacia 1920, que trabajó sobre diferentes elementos de esta disciplina con una rigurosidad hasta aquel entonces no alcanzada.

Es también conocido por una férrea postura contra el positivismo, es decir, contra la metodología de investigación que se vale de encuestas y/o experimentos para llegar a conclusiones y resultados. El antipositivismo, por su parte, apela a trabajar con otros elementos menos estructurados, como la observación participante y entrevistas no estructuradas o semiestructuradas.

Esta perspectiva resulta muy útil en un campo como las ciencias sociales: Weber, al igual que otros investigadores, comprenden que la realidad social no es una estática, ajustada a reglas.

Comprendió que esta está siempre intervenida por elementos que están fuera de control, que entran otros elementos en juego en esa observación además de la metodología estricta. Por este motivo, su análisis sobre el carisma resultó particularmente revelador.

En algunos ensayos sobre elementos como el poder y la economía en la sociedad, el autor desarrolla cuatro definiciones sobre cómo son los tipos ideales de autoridades en el universo social. Si bien ninguno de ellos aparece en su forma pura (por eso son ideales), sí hay mayor predominancia de uno u otro.

Veamos cuáles son:

• La autoridad legal (la ley, característica de los Estados modernos)
• La autoridad económica
• La autoridad tradicional (como en sociedades feudales)
• La autoridad carismática

A propósito de esta última, el investigador señala que es un tipo de poder sustentado en el encanto que la persona, señalada como líder, posee para quienes se subordinan a él. Este tipo de liderazgo, a diferencia de los demás, apela a valores muy diferentes al que lo legal o la autoridad en su forma más tradicional puede manifestar.

Frente a la idea de por qué las personas obedecen a la autoridad, o por qué hacen caso a sus líderes, el carisma tiene una particularidad. Quien se encuentra frente a una persona con esta habilidad, difícilmente pueda resistirse a escucharla, ya que resulta atrapante y fascinante en sus expresiones, su forma de hablar o su forma de concebir el mundo.

Su rasgo más interesante es que, quienes obedecen, encuentran en esa figura a alguien atractivo, magnético y entusiasta, que en los momentos más difíciles aparece como el único salvador, casi como un héroe.

Desde esta perspectiva, entonces, la autoridad se sustenta fundamentalmente en aquello que los demás consideren sobre ese líder, es decir, en valores profundamente subjetivos. Su poder radica en sus habilidades sociales, que son muy claras y están muy bien trabajadas. De este modo, su autoridad es mucho más poderosa, sin necesidad de imponerse por la fuerza, que en otras situaciones.

En la religión.

Desde una perspectiva religiosa, fundamentalmente cristiana, el concepto de carisma se emplea para señalar un don que un creyente posee, y que fue otorgado por el Espíritu Santo.

Este don es recibido por quienes son consideradas personas excepcionales para la Iglesia y para el bien de su comunidad. La adjudicación del carisma no tiene un criterio preestablecido, ni puede saberse a quién le será adjudicado.

En tanto en cuanto don divino, quien lo posee lo puede manifestar y ejercer con su comunidad. Suelen estar acompañados por otros dones también otorgados por el Espíritu Santo. Algunos de ellos son los siguientes:

• La modestia
• La valentía
• La justicia
• La sabiduría
• La prudencia
• La inteligencia
• El temor divino

Existe, además, un movimiento cristiano, nacido en el seno de la Iglesia católica a mediados del siglo XX: se denomina movimiento carismático católico. También conocido como neopentecostalismo o movimiento neocarismático, es una corriente considerada a sí misma como la tercera ola en el universo cristiano.

Hay algunos rasgos que la hacen diferente de otras posturas en la Iglesia, ya que a menudo resultan controversiales y polémicas, por ejemplo por sus postulados (como, por ejemplo, el énfasis en que hay una guerra entre el bien y el mal).

Además, las figuras visibles (los pastores) resultan personalidades muy presentes en medios de comunicación y sus metodologías resultan, en ocasiones, escandalosas.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (11 de abril de 2023). Definición de carisma. Rasgos, historia y características. Definicion.com. https://definicion.com/carisma/