Sentir confianza es tener una inamovible sensación esperanzada en que algo ocurra, sea o salga de una manera determinada, o en que otra persona haga las cosas como uno desea. Aunque también puede utilizarse el término para hablar de la seguridad que se experimenta, sobre todo al emprender una acción de gran dificultad o compromiso.
En este sentido, cuando hablamos de la confianza como una esperanza en el futuro o en las acciones venideras de alguien más, podemos entender que nos referimos a la cualidad de tener fe en algo que no depende de nosotros y que no sabemos cómo se desarrollará. Dependiendo del resultado de esto, se generará un fortalecimiento o un quiebre en nuestra confianza previa.
Entre otras cosas, también puede servir para nombrar a la seguridad que una persona posee en sí misma, o incluso a la presunción y vana opinión de su propio ser. Y se aprovecha a la hora de hablar del ánimo, el aliento o el vigor para hacer algo y para tratar temáticas de familiaridad o excesivas libertades.
Cuando se habla de una persona de confianza, lo que se hace es decir que hay un vínculo ahí que es íntimo o de gran cercanía, que se puede confiar en ese individuo y que reúne las cualidades necesarias para hacer lo que se espera de él.
La palabra confianza procede del verbo confiar, que se compone del prefijo con-, que significa todo o junto, y se relaciona con la raíz indoeuropea kom-, que se traduce como junto o cerca de. Además cuenta con la raíz -fi-, del verbo fiar, que parte del latín fidere, confiar, y a su vez llega de fides, lealtad, fe y confianza. Por último, el sufijo -anza equivale a -ancia o -encia, del latín antia o entia, que se conforma de los sufijos -nt, interpretado como agente, e -ia, cualidad.
Gracias a la confianza podemos lograr relaciones sociales fluidas, esperar algo de los demás y volver a intentar pese a las dificultades o aunque las cosas salgan mal. En ese sentido, la confianza nos sirve de motor para todas las cosas que hacemos, especialmente a las relacionadas con nuestros objetivos.
La confianza no es algo preestablecido, sino que cada uno de nosotros la siente, o no, frente a ciertas situaciones, personas o desafíos. En este punto, tiene mucho que ver nuestro pasado, nuestra historia y todas las cosas que hemos vivido, que pueden hacer que sintamos mejor o peor predisposición hacia la confianza en determinados tópicos, en función de cómo nos vinculamos con ellos antes de llegar a un punto en particular.
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Importancia de la confianza.
Socialmente, la confianza es esencial para el funcionamiento de las cosas. No podríamos vivir una vida plena con amigos, pareja o nuestra familia si no nos permitiéramos confiar, aunque sea en las cosas básicas. Pero, además, sin este concepto tampoco podríamos relacionarnos plenamente con las instituciones que componen a nuestra sociedad.
Si ponemos de ejemplo al Estado, podemos pensar en que, si no confiamos en esta figura, probablemente tengamos menor tendencia a acatar sus normas o leyes, pero también a pagar impuestos, a colaborar con el buen funcionamiento institucional u otras cosas. Si tomamos de ejemplo a la policía, sin confianza en esta institución no tendríamos a quién recurrir cuando nos encontramos en una situación riesgosa.
En algunos países, la fuerza policial posee largos prontuarios de crímenes contra la población. Esto quiebra tanto la confianza que la gente no solo no puede confiar en la policía cuando la necesita, sino que ni siquiera se anima a denunciar lo que debería. Así se genera una gran inseguridad en las calles, con nadie de confianza al cual pedirle ayuda.
En cuanto al sistema de salud, sin confianza en él, no existiría dónde acudir cuando nos enfermamos o necesitamos cuidados especiales. Lo mismo sucede con la escuela, con los propios profesores, ¿cómo podríamos aprender de personas de cuyo criterio desconfiamos?
Las relaciones que se basan en la confianza son, en efecto, vínculos de mayor solidez, prosperidad y duración. Además de todo esto, sentir confianza nos sirve para relacionarnos mejor con nosotros mismos, sabiendo qué esperar de nuestros propios actos y sin vivir con desánimo. Esto, en última instancia, es la frutilla del postre para mejorar los lazos con seres humanos, cosas e instituciones que nos rodean. Por esto, podemos decir que este concepto nos acerca la posibilidad de una simplificación de las relaciones sociales, que nos permite lograr acuerdos implícitos y prever lo que ocurrirá, simplemente creyendo en los demás.
Lo cierto es que los seres humanos no somos transparentes ni 100% honestos la mayoría de las veces. Si lo fuéramos, podríamos prescindir de la confianza. Son justamente los grises los que hacen que apelemos a ella y la depositemos en un lugar tan importante. Como no sabemos todo lo que sucede, ni en la mente ni en la vida de los otros, elegimos, o no, confiar sin garantías en la palabra o las acciones de aquellos que forman parte de nuestra vida.
Confianza en Dios.
En las diversas religiones, hay un vínculo fundamental que es el de los creyentes con Dios. O los dioses, en algunos credos no monoteístas.
La fe es lo más importante de todo, el pilar de las actividades religiosas, y se traduce como una plena confianza en Dios, en que Él proveerá, en que Dios sabe qué hace, y en los designios de Dios.
Cuando se confía en Dios, se confía en que Él tiene en sus manos el control de la realidad, entonces se toman decisiones basadas en una interpretación de sus designios, partiendo de las escrituras que se conocen como su Palabra.
En el Antiguo Testamento, Abraham, el primer patriarca, demuestra una y otra vez tener una confianza inquebrantable en Dios, que lo pone a prueba de la forma más terrible, ordenándole que sacrifique al hijo que tanto le ha costado tener. El hombre no lo duda, y cuando está a punto de hacerlo, Dios le ordena que revoque la decisión. Tal fue la confianza de Abraham en su Creador, que luego Dios mantuvo sus promesas con toda su tribu, y desde ahí parten los siglos de guerras por el territorio de Israel y las superficies aledañas, que son el supuesto legado que Dios ha dejado a los hijos de Abraham.
Confianza en una empresa u organización.
Cuando hablamos de confianza en el ámbito empresarial, o en el caso de una marca, posamos la atención en la credibilidad que poseen las compañías en el mercado, y que se basa en diversos factores como la calidad de los productos, la buena atención al cliente, el posicionamiento de marca y otros.
También, para generar confianza en una población, las empresas suelen tener que dar trabajo genuino y digno a los locales, sin explotación, ofrecer buena materia prima o servicios, que puedan probar su calidad en las evaluaciones correspondientes, y cumplir con los códigos éticos y culturales del entorno en el que buscan insertarse.
Una de las claves de la confianza, en este caso y en todos los demás, es la comunicación fluida, basada en una escucha activa y en respuestas a la altura. Gracias a las idas y vueltas en este sentido, la confianza tiene de qué sostenerse, y no tiene por qué suponer simplemente un salto de fe a ciegas.
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Krause, G. (2 de febrero de 2022). Definición de confianza. Importancia, religión y empresas. Definicion.com. https://definicion.com/confianza/