Nacionalismo es el nombre con el que se conoce a un sentimiento que lleva a una persona o a una comunidad a identificarse como perteneciente con una nación, con su historia, y a defenderla. Es, a su vez, una ideología o doctrina que considera que la nación es un aspecto esencial en la conformación de un estado, y que procura defenderla.
El término proviene de la palabra nación que, a su vez, se origina en el vocablo del latín natio, es decir, nacimiento, nación o raza, incluso.
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Historia.
Si bien su historia está vinculada formalmente con el surgimiento de la noción de Estado-nación, tras el fin de la Edad Media, es posible observar la historia que le antecede y que sirve como precedente de este fenómeno.
En Europa.
En Europa occidental, la constitución de los países (de origen latino, eslavo, germano y otros) tuvo lugar tras muchos siglos de conflicto entre sus tribus. Estas atravesaron múltiples conflictos territoriales, con una identidad nacional que poco a poco se fue consolidando a través de sus lenguas, su arte y su cultura, y lucharon por protegerse de conflictos territoriales y de delimitar una frontera respecto de otras comunidades.
Hacia la Edad Media, los mapas muestran cómo, con un fragmentado y deshecho Imperio romano, y con el posterior ingreso de los árabes al continente, estos territorios comenzaron a diferenciarse en función de su historia nacional, su herencia cultural y sus dialectos en común.
Cada territorio se consolidaba frente a otros por el poder de su ejército, por su habilidad en la guerra y en la lucha por recuperar o ampliar sus territorios.
Poco a poco, esta unificación dio paso a la búsqueda de una identidad nacional. En territorios como el naciente imperio español, que unificó diversos reinos tras expulsar a los árabes, esta unificación se hizo a través de la imposición de un dialecto entre varios, el castellano.
En simultáneo, los territorios vecinos también comenzaban a organizarse, aunque las luchas entre pueblos no cesaban.
Finalmente, hacia mediados del siglo XVII, los conflictos militares entre territorios se agudizaron con la denominada Guerra de los Treinta Años. Todos los actuales países de Europa intervinieron en este sangriento y devastador conflicto de origen religioso, causado por el enfrentamiento entre católicos y protestantes desde 1618. Finalmente, en 1648, el Tratado de Westfalia sella el fin de la guerra y del orden medieval.
Con esto, los poderes imperiales quedan en segundo lugar respecto de la noción de integridad territorial y a que cada territorio era sujeto de derecho, con soberanía, autonomía e independencia. Así, tienen inicio los Estados-nación.
El nacionalismo americano.
Mientras los países europeos consolidaban su soberanía y delimitaban sus fronteras, en el Nuevo Mundo las poblaciones indígenas eran colonizadas, evangelizadas y su independencia era socavada por parte de los navegantes europeos.
Con su llegada a fines del siglo XV, se pone en marcha un extenso período de pérdida de la cultura, de la población y de la historia de las comunidades americanas.
El período colonial incluyó la ocupación de territorios indígenas, el sometimiento de sus habitantes al poder español, francés e inglés, entre otros. La población local fue forzada a ser mano de obra explotada en campos y minas para la extracción de metales preciosos. Este sistema fue reforzado posteriormente con la esclavitud y explotación de la población de origen africano que fue traída a América.
A principios del siglo XIX, mientras los territorios europeos eran paulatinamente conquistados por Napoleón Bonaparte, en América se consolidan las guerras de independencia.
De este modo, uno a uno, los distintos territorios virreinales comienzan a consolidarse como países autónomos, soberanos y con deseos de independizarse del gobierno europeo. Los movimientos de liberación nacional no surgen en aquellos años, sino que, desde el siglo anterior, las luchas contra el colonialismo se habían cobrado miles de guerreros americanos.
Todos los países, excepto Puerto Rico y Cuba, logran independizarse de Europa en los primeros treinta años del siglo XIX. Hacia 1835, España renuncia definitivamente a sus territorios de ultramar.
Tipos.
Veamos, a continuación, algunos de los tipos de nacionalismo más conocidos.
Por una parte, encontramos el nacionalismo cultural, que se caracteriza por tener como base de su unión una cultura en común entre sus habitantes. Aquí, la identificación y el vínculo entre los miembros de esa nación se relaciona con las tradiciones nacionales, las costumbres y el bagaje cultural precedente, no así la etnicidad entendida como un vínculo más bien genético y/o biológico.
Por otra parte, encontramos el nacionalismo étnico o etnonacionalismo, que sí tiene rasgos de unión sostenidos desde la descendencia, el parentesco o la herencia sanguínea.
Además, encontramos el nacionalismo religioso: la constitución del Estado se vincula, desde este modelo, con la creencia religiosa de base que maneja esa comunidad.
Finalmente, encontramos el nacionalismo cívico. Se denomina también nacionalismo liberal, y es un modelo de nación en el que el valor radica en la promoción de las instituciones, más que en el trasfondo cultural o tradicional.
Esto significa que si una persona o una comunidad, con un trasfondo cultural distinto que el de la cultura en donde se inserta, no necesariamente debe asimilar esa nueva cultura. Su vínculo con la nueva comunidad está atravesado por adherir con los principios y valores cívicos, institucionales, que esa comunidad defiende y sostiene.
Nacionalismo y cultura.
Cuando la construcción de la identidad cultural de una comunidad está atravesada por la nación y el Estado, esto implica que hay una construcción de qué o quién pertenece a esa comunidad y quién no.
A lo largo de los siglos, esta diferenciación entre lo local y lo extranjero ha tomado diferentes formas, y la hostilidad contra quienes no pertenecen a una comunidad ha sido castigada y penalizada de diferentes maneras. En la antigüedad, los extranjeros que habitaban tierras romanas no gozaban de ningún tipo de derecho; con el paso de los siglos, este concepto ha adquirido un fuerte valor negativo, en ocasiones, cuya base es la xenofobia y la discriminación.
Esta forma de estereotipo ha sido en numerosas ocasiones alimentada por los medios de comunicación; en la actualidad, ese rol es además complementado con internet y redes sociales.
La construcción de la figura del extranjero como una entidad negativa, que llega a un lugar a quitar trabajo a los lugareños, que usan tierras que no son propias o que afecta a la economía resulta nociva y estigmatizante. Es importante considerar la diversidad como una parte esencial de la constitución de una nación, y que es válido que las diferentes tradiciones puedan tener espacio y visibilidad.
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Fernández, A. M. (11 de agosto de 2023). Definición de nacionalismo. Historia, tipos y conceptos. Definicion.com. https://definicion.com/nacionalismo/