La vulnerabilidad, del latín vulnerabĭlis, es la cualidad que se asocia con ser o estar vulnerable. Esto puede usarse para hablar de una persona o un objeto que es propenso a recibir heridas o a recibir lesiones o ataques, daños físicos o morales.

La palabra vulnerable, de la que deriva, tiene su equivalente en latín: vulnerāre. Tal verbo significa herir, y a su vez proviene del término vulnus, herida.

Cuando hablamos de vulnerabilidad, entonces, no es únicamente para aludir a alguien («Ahora que tiene un yeso, Juan es mucho más vulnerable y puede caerse de nuevo«). Podemos también aprovecharlo para hablar de algo que no está completamente cubierto, por lo cual puede franquearse y atravesarse. Un ejemplo claro al respecto es, en términos bélicos, hablar de las fronteras de una ciudad. Si estas no están lo suficientemente aseguradas, es muy vulnerable y puede recibir ataques o invasiones.

Existen múltiples términos en español vinculados con la idea de vulnerabilidad: vulnerable, o vulneración, hasta vulneraria, término utilizado para hacer foco en una medicina que cura heridas. También es el nombre de una planta que tiene propiedades curativas.

Fragilidad
La vulnerabilidad se vincula con la fragilidad, y ser propenso a sufrir daños.

Características sobre la vulnerabilidad.

Uno de los rasgos que caracteriza en primer lugar a la vulnerabilidad es que supone una situación de fragilidad de alguien o de algo.

Un niño, por ejemplo, es alguien en estado de vulnerabilidad. Esto se vincula con la imposibilidad de subsistir por sí mismo, por lo cual precisa de la atención y el cuidado de adultos. Además de ser alimentado, vestido y cuidado, el entorno conformado por mayores de edad también tiene otras obligaciones con los más pequeños. Los adultos son los encargados de enseñarle valores, de procurar que socialice y de que crezca en un ámbito seguro.

En este sentido, otro grupo etario históricamente vulnerable es el de los adultos mayores. La fragilidad física, que varias veces viene acompañada por deterioro mental, supone una disminución en la posibilidad de hacer sus actividades cotidianas por su cuenta. Esto pone al adulto en una situación de indefensión y vulnerabilidad. De ahí que muchos necesitan cuidados de sus familias o de profesionales especializados (enfermeros o enfermeras, terapeutas ocupacionales), que ayuden a prevenir posibles peligros.

Tipos de vulnerabilidad.

Veamos a continuación cómo podemos clasificar la vulnerabilidad. Mayormente, se vincula con rasgos del mundo social, pero analizaremos otros ejemplos también.

Vulnerabilidad social.

La vulnerabilidad social se describe como el estado de indefensión en el que una persona se encuentra como resultado de un entorno que le es desfavorable. Es un concepto propio de las ciencias sociales. Supone, como toda cuestión de índole social, que no hay un único factor con el cual se pueda determinar la vulnerabilidad de una población, sino que son múltiples.

Desastre natural
Los fenómenos naturales exponen a gran parte de la población a condiciones de desamparo.

Una circunstancia que comúnmente se considera disparadora de vulnerabilidad social es un desastre natural. Lo repentino de estas situaciones puede potenciar algunas vulnerabilidades a las que la sociedad ya está expuesta. Un ejemplo de esto es que haya habido un error humano previo, como ocurrió durante el huracán Katrina (2005) en Nueva Orleans. El huracán afectó profundamente a la comunidad, con mucha más fuerza de lo esperado, ya que hubo un error de ingeniería en la construcción del dique, que no contuvo el agua.

Frente a la vulnerabilidad histórica de algunos grupos sociales (mujeres, identidades disidentes, niños, adultos, migrantes, refugiados y poblaciones en situación de pobreza), es necesario que el Estado trabaje para poder intervenir y disminuir las necesidades que estos grupos han tenido y tienen hoy en día.

Vulnerabilidad ambiental.

La vulnerabilidad ambiental, que afecta a ecosistemas y comunidades biológicas, hace que dichos espacios sean propensos a sufrir daños y pérdidas que pueden afectar gravemente a cierto lugar pero también al planeta.

Este tipo de vulnerabilidad puede venir precedido de una intervención humana prolongada y sostenida, que en la actualidad posee un estrecho vínculo con la explotación de un área para determinados fines. Esto se relaciona directamente con la crisis ambiental, una de las grandes problemáticas de esta era y sobre la que hay una fuerte reflexión social.

La exposición a la que se someten a estos territorios (áreas despobladas, deforestaciones masivas, destrucción del suelo por cultivo excesivo) no solo aumenta los riesgos que pueden haber frente a un desastre natural, sino que impactan directamente sobre la salud y las vidas de la comunidad humana, animal y vegetal del área.

Sequías
La intervención humana sobre la Tierra puede provocar cambios negativos sobre ella.

Vulnerabilidad laboral.

Otro tipo de vulnerabilidad frecuente es el que se da en ámbitos laborales. Tal y como ocurre con la vulnerabilidad social (de forma más amplia), hay grupos sociales más propensos a esta clase de amenazas. De este modo, ocurre que en el mercado laboral hay algunos trabajos que someten a sus trabajadores a condiciones de mayor riesgo.

La vulnerabilidad laboral aumenta, como indicador general, cuando los niveles de desempleo en un país o un área son altos como resultado de crisis económicas. Otro ejemplo, sin embargo, tiene que ver con empleados que se encuentran en situaciones de informalidad, sin coberturas de salud adecuadas y sin derechos claros. En ocasiones, no cuentan con contratos que avalen sus derechos y no hay responsabilidades legales de parte de sus empleadores.

Otro ejemplo: la vulnerabilidad tecnológica.

En la actualidad contamos con un acceso privilegiado a la tecnología y la información en redes, gracias a los avances que se han logrado desde fines del siglo XX y las dos décadas del siglo XXI. Es difícil, hoy, encontrarnos con una persona que no posea, al menos, un dispositivo tecnológico, dada la amplia variedad que existe en el mercado.

Ya sea usando una computadora de escritorio, una portátil, un teléfono celular más o menos moderno, una tablet o un aparato para leer libros, la mayoría de nosotros estamos en estrecho contacto con la tecnología. Este vínculo, además, se ha vuelto mucho más fuerte tras la pandemia por COVID-19, cuando la virtualidad se transformó en la opción laboral y de vida frente a las restricciones mundiales de circulación por las calles.

Por tal motivo, los riesgos con que podemos encontrarnos frente a la tecnología toman muchas formas. Veamos dos ejemplos.

Vulnerabilidad mediante el ingreso de virus a nuestros dispositivos.

Es posible que, sin nuestra voluntad, abramos un archivo que contiene algún tipo de virus. Existen muchos de estos, que dañan de diferentes maneras a nuestro dispositivo. Hace algunos años, era común que los virus llegaran a través del correo electrónico.

Ciber estafas
En la actualidad, las ciberestafas son más frecuentes que antes.

El mensaje de este correo electrónico solía indicar que se pedía el acceso para ver una página web o alguna foto o demandaba que se reenvíe un mensaje en cadena (y si no se hacía, se corría el riesgo de que nuestra computadora se dañara).

El cuidado frente a los virus es una tarea que hay que tener en cuenta no solo en un entorno doméstico (dispositivos del hogar, teléfonos), sino también en las áreas de trabajo. Para ello, es importante que en empresas, grandes o pequeñas, se cuente con el personal capacitado para prevenir amenazas y detectar posibles virus, a fin de que no se transmita al resto de los equipos, bajo el riesgo de perder mucha información y datos valiosos.

Vulnerabilidad frente a ciberestafas.

De forma similar, una modalidad que con el paso de los años ha tomado más fuerza es la de las ciberestafas (calificadas dentro del ciberdelito). Este tipo de engaño o fraude está vinculado con compras en sitios no protegidos, propuestas de trabajo engañosas o correos electrónicos que indican que se ha accedido a alguna promoción o regalo. La población en general es vulnerable frente a esta clase de engaños.

Si bien las generaciones más jóvenes están más habituadas a usar las redes, no por ello están exentas de esto. Sin embargo, las poblaciones más adultas (y adultos mayores con acceso a la tecnología) también son vulnerables frente a estos hechos delictivos.

Existen algunas maneras simples de protegernos de las estafas más comunes. Un ejemplo es cuidar de nunca brindar nuestros datos personales, por mensaje o por llamadas telefónicas. También es necesario verificar que la compra que realizamos sea en un sitio seguro, de nuestra confianza. Si hemos sido víctimas de una estafa, lo principal es guardar toda la información digital que sirva como comprobante, hacer capturas de pantalla y comunicarnos con una fiscalía o central de policía cercana.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (28 de julio de 2022). Definición de vulnerabilidad. Tipos, rasgos y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/vulnerabilidad/