Reconciliación es el nombre que recibe el arreglo de disputas o entredichos entre dos partes, para poder llevar a cabo una resolución de conflictos, de cualquier índole.

Es un proceso que puede ser extenso, que puede involucrar otros actores y que implica un profundo trabajo interno y entre partes.

La palabra proviene del latín reconciliāre, que deriva del verbo conciliare, es decir, unir.

Historia cultural y rasgos.

Diferencias y conflicto
La reconciliación es un proceso que ocurre tras un conflicto, extenso o de breve duración, que implica superar las diferencias.

Este concepto hace referencia a la acción de reconciliarse, lo que involucra necesariamente a más de una parte o persona. Así, involucra un proceso por el cual hay un diálogo con el otro, en el que puede haber reconocimiento de instancias en las cuales se creó hostilidad entre ambas.

Tras esa comprensión, inicia un proceso de compromiso para poder dejar de lado la hostilidad, pedir perdón, si es necesario, o demostrar arrepentimiento por alguna acción negativa cometida contra ese vínculo. Finalmente, el momento de cierre de este proceso es la reconciliación, que puede manifestarse de distintos modos.

Este proceso, que implica una fuerte introspección y entendimiento mutuo, es un fenómeno explorado en la cultura desde hace miles de años. Una de las manifestaciones culturales donde es abordado en profundidad es en las religiones: uno de estos casos es el sistema religioso cristiano.

Para el cristianismo, la reconciliación es en primer lugar un sacramento: también es conocido como confesión o penitencia. Es una instancia en la cual una persona, tra haber confesado sus pecados, experimenta la misericordia divina a través del perdón de Dios. Como respuesta a este perdón, que lo libra de estos pecados, la persona puede llevar adelante diferentes formas de manifestar su arrepentimiento:

  • mediante oración
  • mediante ayuno
  • con otros actos, como caridad o donaciones.
Sacramento de reconciliación
En el cristianismo, la reconciliación es uno de los siete sacramentos. Con él, la persona confiesa sus pecados y demuestra arrepentimiento.

Dimensiones.

Exploraremos, a continuación, algunas de las dimensiones en las que la reconciliación puede manifestarse.

Reconciliación personal: con uno mismo y con otros.

La reconciliación personal implica un proceso de volver a darnos valor y confianza a nosotros mismos a través del proceso de perdonarnos con sinceridad y de practicar la escucha activa con nuestras propias emociones y sentimientos.

Puede ser una instancia compleja de llevar adelante, ya que si nos encontramos enfadados con nosotros, si sentimos remordimiento por algo que hicimos o si nos planteamos exigencias imposibles de cumplir, el fracaso puede experimentarse como una situación de mucha vulnerabilidad.

Aquí es esencial aprender a tener respeto por nuestras emociones, gratitud con nuestra capacidad de resolver un conflicto o de llevar adelante una situación, y empatía con nosotros.

Reconciliación familiar.

La recomposición de vínculos familiares puede ser un proceso extenso, difícil de alcanzar aunque no imposible, ya que es común que intervengan diferentes actores en él.

La restitución del orden en un núcleo familiar muchas veces, y en función de la magnitud del conflicto, puede involucrar profesionales como psicólogos y abogados, que cumplan el rol de mediación entre partes, por ejemplo, en una separación. La comunicación, aquí, es una herramienta que puede verse afectada ya que es posible que ambas partes no puedan sentarse a dialogar debido a las fricciones de ese momento.

El respeto mutuo, en pos de tener o una reconfiguración del vínculo, o bien una separación en buenos términos, ayuda a que las partes puedan dar inicio a una nueva etapa en armonía con los demás y con ellos mismos también.

Mediadores
Algunos conflictos alcanzan una magnitud tan elevada que necesitan la intervención de terceros como abogados o terapeutas.

Reconciliación social.

La reconciliación social puede contemplarse desde vínculos más bien colectivos, por ejemplo, en enemistades o discernimiento entre comunidades, entre grupos sociales más amplios e, incluso, entre naciones.

En estos casos, la escucha, el intercambio de opiniones y la cohesión social pueden alcanzarse en instancias de debate y diálogo. Cuando el conflicto alcanza instancias más complejas y elevadas, es posible que sea necesaria la intervención de una mediación que pueda habilitar una negociación, un acuerdo o un contrato entre partes donde pueda propiciarse la paz entre ellos.

De este modo, estos procesos de paz pueden involucrar la restauración de vínculos como colaboraciones entre naciones, que la tolerancia sea una práctica activa y, también, la reparación histórica con intervención de una justicia restaurativa, llegado el caso.

Reconciliación espiritual.

Finalmente, la reconciliación espiritual es una instancia individual y personal, y tiene que ver con la resolución de nuestras propias discrepancias con lo espiritual o lo divino.

Algunas prácticas con las cuales podemos llevar adelante esto es con meditación, con una reflexión a conciencia de nuestra espiritualidad, y con una profunda transformación personal que involucra nuestro tiempo y energía.

Pasos y procesos.

Algunos pasos para poder avanzar hacia la reconciliación, como una instancia nueva, son, en primer lugar, la aceptación de un conflicto. Este desentendimiento puede ser resultado de algún desacuerdo no resuelto con nosotros mismos o con terceros.

La toma de conciencia de que hay un agravio, una falta de respeto, una diferencia de opiniones o un conflicto más profundo permite que podamos comenzar a trabajar a partir de esa instancia. De este modo, al tener en cuenta qué partes de un vínculo no funcionan y cuáles son los puntos en los que hay diferencias puede comenzar a indagarse en los motivos detrás de esas discrepancias.

Motivos
Trabajar sobre los motivos que llevaron a un conflicto es uno de los pasos esenciales para comprender por qué hubo un desentendimiento entre dos partes.

El trabajo de transformación personal que sigue implica poder comprender, fundamentalmente, cuáles son los motivos de discordia de la otra parte. Aquí, la empatía, la solidaridad y la escucha activa, sin juzgar, son esenciales para poder atravesar esta etapa. 

Esta puede ser una de las instancias más extensas de trabajar, ya que implica que hay un intercambio de ideas, opiniones en las que puede quedar en evidencia el origen de las diferencias entre las dos partes. El trabajo en equipo, aún cuando se tienen posiciones encontradas, es crucial para poder avanzar a un encuentro más amigable.

Finalmente, la catarsis de poner sobre la mesa los conflictos puede ser un momento de profunda movilización para una persona, sobre todo cuando hay hechos del pasado, un trauma, o un conflicto en específico que impide la resolución en buenos términos. La restitución de daños, la comprensión de por qué herimos a otra persona o el deseo sincero de poder ayudar mutuamente uno a otro contribuyen con un avance más equilibrado hacia una resolución.

Transcurrida esta etapa, donde todo lo que era necesario manifestar pudo expresarse, las partes pueden, en pos de avanzar hacia una nueva instancia, optar por el perdón, reconciliarse explícitamente y superar los conflictos.

Es posible que con el paso del tiempo ese vínculo alguna vez dañado pueda recuperarse, y que mute hacia nuevas formas de vincularse, con más comprensión, comunicación y escucha. También, es posible que opten por no compartir nuevamente espacios, amistades y eventos, y que la reconciliación haya ayudado a poder sanar heridas e incomodidades, lo que se traduce en un avance en la gestión de relaciones interpersonales.

De este modo, a futuro es posible que esa experiencia negativa no vuelva a repetirse, a que ambas partes cuentan con nuevas herramientas para gestionar sus emociones con los demás.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (31 de octubre de 2023). Definición de reconciliación. Rasgos, historia y etapas. Definicion.com. https://definicion.com/reconciliacion/