El argumento teleológico es un razonamiento filosófico que postula la existencia de una causa o principio inteligente creador del universo. También llamado argumento del diseño, el argumento teleológico supone que existe un diseño inteligente en el universo, el cual fue creado por una inteligencia divina. El propósito del argumento consiste en probar la existencia de Dios, a partir de establecer que el universo está hecho según leyes y estructuras complejas que no pudieron darse por sí solas o por el simple azar. El diseño inteligente del universo es una prueba teleológica de la existencia de un Dios inteligente, responsable de este «cosmos ordenado» y «armónicamente diseñado».
Es un argumento creacionista y finalista, ya que la idea del diseño inteligente del universo permite suponer que un Dios lo ha creado, y que lo ha hecho con un propósito, es decir, con un fin u objetivo en particular. El universo teleológico fue creado para cumplir con un fin preestablecido por Dios, hay una intencionalidad divina que guía los acontecimientos del cosmos hacia su «fin último».
Esta idea del «fin del universo» es teleológica (del griego «thelos» fin, finalidad u objetivo) y pertenece al ámbito de la teleología: rama de la metafísica que estudia el fin, objetivo o propósito de las cosas. El finalismo es la tendencia a considerar que las cosas tienen un fin determinado. Desde Aristóteles en adelante, el pensamiento finalista o teleológico ha partido de la idea de que existe una causa final que explica el propósito de las cosas y los entes del mundo.
El nombre «argumento teleológico» fue acuñado por Immanuel Kant, filósofo moderno que agrupó este razonamiento junto al argumento ontológico y el argumento cosmológico, bajo la clasificación de razonamientos inválidos, los cuales, según Kant, incurren en antinomias, es decir, contradicciones. Kant llamó teleológico o físico-teleológico a aquel razonamiento que intenta probar, desde una inducción a posteriori, algo que no podemos conocer de manera directa por nuestros sentidos, a saber: la existencia de un «diseño inteligente» del universo, creado por un «Dios inteligente» y todopoderoso.
Las primeras versiones del argumento teleológico se remontan a los orígenes de la filosofía. En el diálogo Timeo, Platón narra el mito del Demiurgo creador del universo, a partir de las Ideas o Arquetipos eternos y trascendentes. Aristóteles diseñó la teleología como rama específica de la metafísica, encargada de estudiar el «fin de todas las cosas». Posteriormente, en la Edad Media, el argumento teleológico formó parte de aquellos razonamientos de la teología natural, elaborados para probar racionalmente la existencia de Dios, Tomás de Aquino fue su principal desarrollador. Durante la Modernidad, Newton y Leibniz elaboraron sus propias formulaciones acerca del argumento teleológico.
En la actualidad, existen múltiples versiones del argumento, algunas continúan conservando su constante teológica, es decir, afirman la existencia de Dios como diseñador inteligente del universo, y otras, se concentran en demostrar sólo el diseño inteligente, tras el aparente caos del mundo, se intenta afirmar que existe una «estructura cósmica», donde los cambios y movimientos del universo se organizan según un «orden inteligente».
Más allá de la filosofía y la teología, el argumento teleológico tiene implicaciones en la física, la cosmología, la biología y la epigenética. Los postulados teleológicos son parte de discusiones actuales acerca de cómo se explica la evolución y la coevolución, la complejidad irreductible de las estructuras naturales, tanto a nivel micro como macro en la naturaleza y el universo.
Índice de temas
Principales razonamientos a favor del argumento teleológico.
- Principio de complejidad irreductible: Se basa en la idea de que el funcionamiento del universo resulta tan complejo y matemáticamente ordenado que no puede suponerse que se haya dado por casualidad o sin un diseño inteligente. A partir de comprender la complejidad del universo, los seres vivos, el cuerpo humano, etc., se supone que una causa inteligente es necesaria para explicar la naturaleza.
- La improbabilidad del azar: Se basa en establecer que el azar como principio explicativo es improbable. El azar no puede ser probado ni empírica ni científicamente, por lo tanto la explicación de que el orden cósmico se da por mero «azar» es rechazada por el argumento teleológico. Decir que todo se genera por «azar» es lo mismo que decir que todo se genera por cualquier otra cosa, sin determinación racional ni científica. De manera que, la idea del azar no es válida como explicación del universo, su movimiento y estructura.
- La adecuación del universo para la vida: Se basa en observar las complejas y específicas condiciones que deben darse en el universo para que se produzca el origen de la vida. Al observar las condiciones que hacen posible que exista vida en la Tierra, este conjunto de variables únicas hace que sea necesario pensar en un diseño inteligente o una intencionalidad inteligente que haya establecido estas complejas y especiales condiciones, sin las cuales no sería posible la vida en el universo.
- Teleología de los seres vivos: Se basa en observar que los seres vivos tienden a nacer, crecer y desarrollarse para cumplir un fin. Toda forma de vida parece guiarse por un orden intrínseco que hace que cumplan sus funciones con arreglo a un fin determinado, el cual posibilita su supervivencia y reproducción. Aristóteles, Tomás de Aquino, e incluso Kant, utilizaron este argumento para explicar la teleología en la naturaleza.
- Principio antrópico: Se basa en considerar que el universo es como es para que surjan seres capaces de preguntarse por él. El principio antrópico (de ánthropos: humano), consiste en considerar que si existe un ser inteligente capaz de preguntarse por el «orden del universo» y comprenderlo bajo leyes racionales, entonces es necesario postular una inteligencia superior que haya establecido las condiciones racionales del universo, para que luego un ser racional pueda comprenderlo.
Historia del argumento teleológico.
La historia del pensamiento teleológico puede remontarse incluso antes del surgimiento de la filosofía. Sin embargo, las primeras formulaciones en relación a la idea de un «universo inteligentemente diseñado» y un «creador inteligente», surgieron con los primeros filósofos griegos que intentaron comprender el universo a partir de una explicación racional. Los filósofos presocráticos buscaron el arché como principio regulador del cosmos, entre ellos, Anaxágoras postuló que el principio creador y regidor del universo era lo que él llamó: el Nous (Inteligencia). Según Anaxágoras, tras el aparente cambio azaroso de la naturaleza existe una inteligencia que ordena y rige los acontecimientos cósmicos estableciendo un orden racional e inteligente en el universo. Heráclito postuló el Logos (pensamiento, conocimiento, palabra) como principio fundamental del universo, un principio racional e inteligente que rige el cosmos tras la lógica del cambio y la contradicción.
Posteriormente, Platón narró el mito del Demiurgo creador del universo, quien crea el orden cósmico utilizando las fórmulas arquetípicas (Ideas) preexistentes para dar forma y sentido al universo físico. El Demiurgo platónico no creó el universo de la nada (ex nihilo) sino que lo hizo a partir de las Ideas o Arquetipos elementales.
En su Metafísica, Aristóteles intenta explicar la realidad a partir de un sistema causal, basado en cuatro tipos de causas: causa formal, causa material, causa eficiente y causa final. Esta última, es la que explica los procesos teleológicos de los entes y la naturaleza. Sin embargo, para evitar la consecución de causas al infinito, Aristóteles supuso la idea de una «causa primera», que es causa del mundo sin ser causada por otra cosa, sin ser generada más que por sí misma. Así, Aristóteles elaboró la idea del Primer Motor Inmóvil, el Dios aristotélico que «mueve al mundo sin ser movido por otra cosa». Sin embargo, el Dios de Aristóteles está aislado del universo y no interviene como «creador», sino como garantía metafísica de la existencia del cosmos. En otro aspecto, Aristóteles desarrolló la teleología como rama de la metafísica, según la cual, los acontecimientos de la naturaleza suceden con un fin determinado, aunque no se expresó directamente acerca de si «todo el universo» (la physis) tiene, también, un sentido teleológico. Aristóteles se limitó a aplicar la teleología a nivel particular, en las diferentes ciencias y disciplinas, pero no se expresó claramente respecto de la universalidad del cosmos.
Finalmente, los defensores más representativos del argumento teleológico fueron los estoicos. La versión estoica desarrolla los aspectos más fatalistas y deterministas del argumento, elaborando un concepto teleológico del cosmos y su dinámica. Los estoicos idearon un universo compuesto por dos sustancias: la materia (hylé), sustancia pasiva, y la razón o inteligencia (lógos), sustancia activa. El Logos, como entidad inteligente y activa, es el creador de todas las cosas, a las cuales transforma mediante su propio movimiento, ya que es inmanente a la physis (la naturaleza). En el universo estoico nada está sujeto al «azar», sino que todo está determinado por el Logos (orden inteligente), el destino de los hombres, los animales y toda la naturaleza está sujeto a la potencia creadora y determinista del Logos, el cual cumple con un destino preestablecido (fatum). El tiempo y el universo siguen un ciclo completo de generación y destrucción constante, de manera que, finalmente, todo universo tiende a un «fin último»: la ekpyrosis (conflagración), la destrucción como etapa final del ciclo de creación del cosmos, que vuelve a reiniciarse eternamente.
Argumento teleológico en la filosofía medieval.
La filosofía medieval desarrolló el argumento teleológico en el marco de la teología natural, dentro del conjunto de argumentos y razones que intentan probar racionalmente la existencia de Dios. Según la teología revelada, en el Génesis, Dios creó al mundo ex nihilo (de la nada), a partir de la voluntad y la palabra. El universo cristiano tiene un principio, un desarrollo y un final en el Apocalipsis: la restauración cósmica del universo bajo el Reino de los Cielos. El concepto de Providencia Divina, indica que Dios guía y supervisa todos los movimientos del universo hacia su «fin último». El apóstol Pablo, en su epístola a los romanos expresa la esencia del argumento teleológico: «Lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia mediante sus obras». (Rm. 1, 19-20).
Entre los principales teólogos medievales que intentaron probar racionalmente la existencia de Dios se encuentran Anselmo de Canterbury, quién desarrolló el argumento ontológico, y Tomás de Aquino, quién elaboró la teoría de las cinco vías racionales para conocer a Dios. Según Tomás, la razón humana no puede comprender directamente a Dios, pero sí puede tomar cinco vías argumentativas para conocerlo indirectamente: la vía del movimiento, la vía de la causa eficiente, vía de los grados de perfección, vía de la necesidad y la contingencia, y la vía de la finalidad. Esta última, es una vía teleológica, la cual se basa en suponer que, al observar que los seres orgánicos e inorgánicos se comportan con arreglo a determinado fin, y ellos mismos no tienen una inteligencia propia para auto determinarse tal fin, entonces, Tomás concluye que tiene que haber una inteligencia divina que guíe los actos teleológicos de la naturaleza. Así, queda probada teleológicamente la existencia de Dios, mediante el mismo concepto ya expresado por Pablo: se puede conocer al Creador a partir de observar la armonía y complejidad de la Creación.
Argumento teleológico en la filosofía moderna.
El argumento teleológico tuvo un lugar central en las discusiones metafísicas y filosóficas de la Modernidad. Mientras algunas posturas se mostraron críticas con los postulados teleológicos, como el caso del empirismo de John Locke y David Hume, o la Crítica de la razón pura de Kant, otros han tomado una postura a favor del argumento, desarrollando sus propias versiones, como el caso de Gottfried Leibniz, Isaac Newton y William Paley.
La Teodicea de Leibniz.
Gottfried Leibniz fue uno de los principales filósofos modernos en argumentar a favor de la existencia de Dios. Su metafísica modal aportó nuevos enfoques acerca de la argumentación en filosofía de la religión y en relación a la demostración lógica y racional de la existencia de Dios. En su obra Teodicea, Leibniz intenta argumentar que vivimos en «El mejor de los mundos posibles», el cual fue creado por Dios mediante una armonía cósmica perfecta y preestablecida. Dios creó al universo y sus esencias (mónadas) desde la perfección, por lo que este universo es un diseño perfecto e inteligente, desarrollado por la mente perfecta de Dios.
Argumento del relojero.
En 1802, William Paley publica su obra Teología natural o evidencias de la existencia y atributos de la Deidad, en la cual postula su teoría del Dios relojero, a partir de una analogía del universo con la estructura de un reloj. Según Palley, el universo puede explicarse mediante una analogía con la estructura y el funcionamiento de una máquina de relojería. Así como los complejos mecanismos de un reloj necesitan de un diseñador inteligente (relojero), el universo, debido a su complejidad y funcionamiento, debe presentar también un diseñador inteligente, un relojero cósmico que haya creado y puesto en marcha el universo.
La analogía del relojero y el universo de relojería fue llevada también al campo de la física y la astronomía, Isaac Newton y Samuel Clarke compararon la estructura del universo con la de una máquina de relojería en la que Dios interviene voluntariamente para dar orden al cosmos. En su obra Principia Mathematica (1687), al estudiar el sistema solar, Newton pronunció la siguiente frase a favor del argumento teleológico: «Este sistema tan elegante compuesto de Sol, planetas y cometas no podría haber existido sin el diseño y dominio de un ser inteligente y poderoso». Por otra parte, Leibniz se diferenció de la idea de un Dios que interviene para «ajustar su creación» y estableció que la cosmología teleológica de Newton y Clarke sólo puede servir como argumento moral, a menos que se considere su teoría de la «perfecta armonía establecida», según la cual Dios no necesita intervenir en la Creación, ya que esta es perfecta en sí misma.
Críticas al argumento teleológico.
Teleología vs mecanicismo.
Con el advenimiento de la revolución científica, comenzaron a imponerse las visiones mecanicistas del cosmos y la naturaleza, las cuales, a diferencia del pensamiento teleológico, se basan en la causalidad para explicar las leyes naturales y no en su finalidad. El mecanicismo plantea que no existe un fin para los procesos naturales y que la naturaleza no puede ser explicada a partir de métodos teleológicos, sino mediante la lógica de la causalidad. Así, visiones mecanicistas establecieron una crítica al diseño teleológico como modelo del universo y explicación de la naturaleza, y la reemplazaron por el concepto de un universo mecánico basado en las leyes de la causalidad.
En su obra Crítica de la razón pura, Immanuel Kant establece los límites del conocimiento racional especulativo y postula que, la razón pura, por sí sola, no es capaz de establecer razones a priori o a posteriori para probar la existencia de Dios. En este sentido teológico, Kant definió al argumento físico-teleológico como un argumento antinómico. Sin embargo, por otra parte, en una obra posterior (Crítica del juicio), Kant escribe todo un apartado dedicado al problema de la teleología: Analítica del juicio teleológico, en el cual analiza el pensamiento teleológico en relación a los problemas del mecanicismo al intentar explicar la naturaleza, problema que definió con el nombre de «antinomia del juicio». Según esta antinomia, existen aspectos de la naturaleza que no pueden ser explicados con la lógica de la causalidad y el mecanicismo. En este marco, propuso al pensamiento teleológico como posible respuesta al problema de la causalidad de los procesos naturales. Al hablar de la naturaleza en su conjunto, Kant afirmó que los organismos son «seres con propósitos» dentro de una naturaleza, cuya «estructura total» también forma parte de un propósito, la naturaleza misma es un propósito y, por ende, puede ser explicada teleológicamente.
Creacionismo vs evolucionismo.
El argumento teleológico postula una tesis abiertamente creacionista, en la cual el mundo, el hombre o los procesos naturales, fueron «creados» por cierta intencionalidad inteligente y superior. Sin embargo, con el surgimiento del evolucionismo de Charles Darwin, la idea de que el hombre y el universo fueron «creados» pasó a ser reemplazada por la idea de la evolución y la selección natural como forma de explicar los procesos naturales y biológicos. Los seres vivos cambian y se desarrollan a partir de la selección natural y la adaptación al ambiente, y no por un orden teleológicamente determinado. Según el darwinismo, no existe un «orden natural» preestablecido que rige los cambios de la naturaleza, sino que la selección natural se da por azar, sin una «inteligencia exterior o ulterior» que intervenga en los procesos de la evolución.
Argumento teleológico en las ciencias naturales.
Argumento teleológico en la biología y la evolución.
En el ámbito de la biología, las ideas teleológicas en un principio fueron rechazadas debido a las críticas establecidas por el evolucionismo mecanicista, postuladas por las versiones más ortodoxas del darwinismo. Sin embargo, debido al desarrollo de la biología evolutiva y los avances en la investigación, conceptos como la coevolución, el mutualismo, la convergencia evolutiva, la radiación adaptativa o la genética de poblaciones, evidencian que las especies evolucionan, no como cadenas aisladas de grupos separados, sino de forma coherente entre sí y el ecosistema, estableciendo una compleja red de interconexiones biológicas, que abren el interrogante acerca de si la naturaleza se organiza según patrones basados en estructuras complejas e «inteligentemente diseñadas». Modelos como los fractales, el ADN, las macromoléculas, muestran complejas estructuras mediante las cuales la naturaleza desarrolla los procesos biológicos más esenciales. En este marco, los argumentos teleológicos toman rigor científico y comienzan a instalarse entre los debates más importantes de la biología evolutiva.
Argumento teleológico en la física y la cosmología.
En el ámbito de la física y la cosmología, las preguntas acerca del origen del universo y de si este tiene un «fin determinado» (o no, y por qué) forman parte de un problema que se vincula con lo que ya Kant había señalado en la analítica teleológica: existen fenómenos naturales y cósmicos que no pueden ser explicados por las leyes físicas clásicas. A partir de este problema, las razones y explicaciones teleológicas cobran un papel importante dentro del ámbito de la física clásica y la física cuántica. Modelos cosmológicos como la Teoría del Big Bang o la Teoría de la relatividad general, son funcionales para explicar el universo posterior al Big Bang, ya que sus fenómenos están sujetos a las leyes de la física, pero estas mismas leyes y teorías son obsoletas cuando nos preguntamos acerca del origen y fin del universo, es decir, que la lógica de la causalidad no puede dar una «causa» para el origen del universo. La insuficiencia de las leyes físicas conocidas hasta el momento plantea problemas en temas como la expansión del universo, su aceleración y cuál será su posible «final». Conceptos como la materia oscura o la energía oscura, cuya existencia empírica no está probada aún, son postulados como hipótesis frente a las irregularidades que presenta el estudio del universo, su composición, expansión y posible estructura.
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Aci, E. M. (10 de septiembre de 2023). Definición de argumento teleológico. Descripción, desarrollo, historia y distintas versiones. Definicion.com. https://definicion.com/argumento-teleologico/