Serenidad es el nombre que recibe la cualidad de quien es sereno o serena, es decir, que tiene tranquilidad, calma y que transmite paz.

Proviene del latín serenĭtas y este término, a su vez, deriva de serēnum, que se vinculaba con aquello relativo a las noches plácidas, sin nubes, con el cielo despejado. De igual modo, esta interpretación se utiliza para describir a una persona que es apacible y sin turbación (física, moral o espiritual).

Su significado en diferentes culturas y tradiciones.

La serenidad, entendida como un valor, es un elemento esencial de algunos sistemas filosóficos, religiosos y espirituales. Dos de las más importantes religiones del mundo, el budismo y el cristianismo, utilizan este concepto para hacer alusión al estado de quietud y equilibrio que alguien puede alcanzar.

Budismo y equilibrio
El budismo es uno de los sistemas filosóficos y espirituales que da a la serenidad un lugar privilegiado de valor.

Por una parte, el budismo, religión originaria de la India, tiene, entre sus finalidades, la búsqueda del nirvana, es decir, el estado de liberación del sufrimiento, de deseos y el momento en el que la búsqueda espiritual finaliza. Es, así, un estado de profunda paz y armonía.

Tal estado se puede alcanzar con un profundo e intenso trabajo interno de contemplación, reflexión y de desapego de todos los malestares físicos y terrenales que nos rodean. Existen diferentes técnicas para acceder a esta iluminación espiritual:

  • la meditación
  • el recogimiento
  • la introspección

En tanto en cuanto esta iluminación es el objetivo final del budismo, se lo puede interpretar como una profunda revelación en el interior de nuestra conciencia que impacta en las demás áreas de nuestra vida.

Por otro lado, encontramos otro credo que se sirve de esta noción para referir a un estado humano. En el cristianismo, con el nombre de paz interior, entre otros, se describe la serenidad que un individuo puede alcanzar cuando su alma y su mente se encuentran libres de conflictos, con sí mismo y con otros, y la persona logra reconfortarse en su fe.

Así, la paz interior está fuertemente atravesada por el vínculo con lo divino, por poder integrar nuestra mente y nuestro espíritu para sentirnos en reposo y tranquilidad.

Esta calma interior se traduce, además, en armonía con los demás y se acompaña de algunos valores y cualidades: el respeto, la posibilidad de diálogo con el prójimo, la comprensión y la empatía, el desarrollo de la tolerancia y ser solidarios con los demás, entre otros.

Paz cristiana
En el cristianismo, la búsqueda de serenidad se relaciona con lo divino y con la conexión que mantengamos con ello.

La ataraxia y el estoicismo.

Otro sistema filosófico que aborda la serenidad y su búsqueda es el estoicismo, escuela filosófica fundada hacia principios del siglo III a. C. , por Zenón de Citio.

Entre sus diferentes rasgos, como que la finalidad es lograr la autorrealización, la denominada eudaimonia y que uno de sus ejes centrales es el dominio de las propias emociones que turban el ánimo, se encuentra el concepto de ataraxia, ἀταραξία, es decir, la ausencia de turbación.

Como resultado de esta búsqueda final de la calma y la serenidad, la ataraxia es, de este modo, el objetivo también del estoicismo. Su valoración positiva proviene de que la paz mental surge de poder tener la mente en calma, de poder actuar en función de lo que nuestra razón ordena y no de lo que las emociones indican.

Es, a su vez, un reflejo de sabiduría, de poder gozar de una fortaleza y disciplina espiritual que nos permite hacerle frente a los eventos positivos y fundamentalmente negativos y desafiantes de la vida.

Beneficios.

Entre los aspectos positivos de la serenidad se encuentran los siguientes:

  • Nos permite enfrentar situaciones adversas o conflictivas con templanza y con mayor control sobre nosotros mismos, para poder pensar con claridad.
  • Nos ayuda a valorar aquellos escenarios donde el bienestar, la relajación y la estabilidad son la opción escogida frente a los problemas.
  • Nos da la posibilidad de aprender a disfrutar lo que nos sucede aquí y ahora con optimismo, aprovechando esos momentos.

Además de los beneficios mentales, los efectos físicos que la calma y la estabilidad generan son, también, positivos.

En este sentido, la serenidad implica calma y templanza generalizada en el ánimo y en el cuerpo:

  • Los niveles de estrés descienden.
  • Los hábitos de descanso cambian y permiten que al dormir lo hagamos de forma adecuada.
  • Nos ayuda a mejorar nuestros niveles de ansiedad, de malgastar nuestra energía en hábitos o prácticas que no nos hacen bien.
  • Nos estimula a trabajar sobre la gestión de nuestro tiempo y a utilizar los periodos productivos con máxima efectividad y a poder dedicar también espacios de descanso, ejercitación, meditación u otra actividad.
Paz mental
Tener serenidad, y aprender a buscarla, nos ayuda a tener equilibrio en los diferentes aspectos de nuestra vida.

Finalmente nos ayuda a poder mejorar nuestros vínculos interpersonales y a trabajar para mantener diálogos e intercambios basados en el respeto mutuo.

Qué la afecta.

Así como la serenidad impacta positivamente sobre nuestro cuerpo y nuestra psiquis, los factores que alteran ambos elementos son los que perjudican la búsqueda de serenidad. Así, los eventos que nos estresan y nos generan angustia o tristezas pueden afectar nuestra calma ya que no nos sentimos tranquilos.

Situaciones cotidianas como el estrés laboral, conflictos familiares y cualquier evento negativo que se sostenga a lo largo del tiempo repercute sobre nuestra serenidad en particular, y en nuestra salud, física y mental en general.

Prácticas y técnicas para cultivarla.

Existen algunas prácticas que podemos realizar por nuestra propia cuenta o en compañía de un especialista y que nos ayudan a trabajar la serenidad.

Podemos incluir aquí la meditación o el mindfulness que nos estimulan a concentrarnos en nuestro cuerpo, nuestra respiración y a desconectarnos del mundo exterior por un período de tiempo que puede ir desde unos minutos hasta una hora o más. 

Esta actividad puede estar acompañada de algunos elementos que potencian la sensación de calma y de sentirnos serenos:

  • escuchar sonidos relajantes de fondo
  • recitar mantras
  • beber una infusión relajante antes o después de la rutina
  • utilizar aceites esenciales o velas aromáticas a nuestro alrededor para lograr mayor armonía con el ambiente
  • realizar ejercicios de respiración
  • practicar el canto armónico con otras personas que nos acompañen
Aromaterapia
La práctica de actividades para estar serenos pueden potenciarse con, por ejemplo, el uso de perfumes, aceites y velas que nos den calma y sean agradables.

Hay otras propuestas, como los casos del yoga o el tai chi. Mientras la práctica del yoga nos ayuda a trabajar el equilibrio y la coordinación física, además de alcanzar la paz mental, el tai chi se enfoca en estimular la flexibilidad de nuestro cuerpo y potenciar nuestra fuerza. Suele desarrollarse estando de pie, mientras que el yoga suele hacerse en el suelo, sobre una manta o una colchoneta.

Finalmente, si no podemos realizar estas opciones de forma frecuente, podemos trabajar en el desarrollo de nuestra serenidad a partir de otras acciones cotidianas. Un ejemplo es tener una rutina de sueño organizada, en la que nos acostemos y despertemos a la misma hora, siempre que sea posible. Se puede aplicar un acompañamiento sonoro de fondo, como música clásica o el sonido de un cuenco tibetano, para inducir al cuerpo y la mente al sueño.

El cuidado de nuestra alimentación, con productos que sean nutritivos para nuestro cuerpo, nos ayuda a no ingerir productos ultraprocesados o que nos hagan descansar inadecuadamente. Dedicar unos minutos al día para reflexionar o tener espacios de silencio puede ser muy útil para que nos enfoquemos en nosotros mismos.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (10 de noviembre de 2023). Definición de serenidad. Rasgos, herramientas y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/serenidad/