Personalidad se define como el conjunto de rasgos o características que identifican a cada persona. En base a ellos podemos diferenciarnos de los demás y también encontrar semejanzas.
Es un concepto muy empleado en el ámbito de la psicología, que indaga y explora cómo se constituyen, cómo se las diferencia, o los factores relevantes que impactan al moldearse la personalidad.
Además de este uso, es posible vincularlo al ámbito del derecho. En dicho campo, por detallar una aplicación concreta, permite hablar de aquella aptitud legal que es necesaria para la intervención en un juicio.
Hay otros empleos de este término que son más bien de la lengua cotidiana. Por ejemplo, podemos decir lo siguiente: «María es una personalidad destacada del deporte«. Suele usarse la idea de personalidad, en este sentido, para hablar de cómo alguien, al interior de una disciplina, resalta entre otras por sus habilidades y capacidades.
Otras formas de utilizar esta noción se relacionan estrechamente con la noción de conjunto de rasgos, pero no significan estrictamente eso. Veamos el ejemplo que sigue: «Martín tiene una personalidad inquieta«. Con probabilidad, el vocablo «inquieto» no sea un tipo específico de personalidad. Sin embargo, presupone una serie de características que, coloquialmente, entre amistades, familiares o conocidos, podemos reconocer en ese individuo. No responde, entonces, a una descripción científica, sino a una manera de caracterizar a ese sujeto en sentido general.
El concepto tiene su origen en el término personalitatis, del latín. Este se aprovechaba para hablar de las cualidades vinculadas al ser humano, de un modo muy similar al que usamos hoy.
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Historia del concepto.
La forma en que la idea de personalidad nos constituye como personas no es un ámbito de interés reciente. Todo lo contrario: ya desde la antigüedad, al menos en nuestra cultura, era un tema de interés para filósofos y pensadores de la época.
Se suele considerar que una de las primeras sistematizaciones al respecto proviene de la antigua Grecia. Más específicamente, Hipócrates (460 a. C. – 730 a. C.) fue uno de los primeros pensadores en esquematizar tales ideas. Si bien él pertenece al campo de la medicina, en aquella época estaba presente el concepto de humor. Su forma de explicar estas diferencias de individuo a individuo se utilizó por muchísimos años, casi hasta fines del siglo XIX, cuando estos planteos fueron repensados.
De acuerdo al pensador griego, el cuerpo tiene cuatro sustancias que lo componen: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra. Si ellas se mantienen en equilibrio, eso se manifiesta en el cuerpo y en el espíritu de la persona. Si ocurriese un desequilibrio, impactaría directamente en esas dos áreas.
Pero estos humores tenían algunos elementos complementarios; estos eran los 4 elementos de la naturaleza y 4 tipos de temperamento. Veamos cómo se distribuía esto:
- (Humor) sangre: le corresponde el temperamento sanguíneo y el elemento aire
- Flema: el temperamento flemático y el elemento agua
- Bilis negra: melancólico y tierra
- Bilis amarilla: colérico y fuego
Esta esquematización fue posteriormente reformulada por Cicerón, quien consideró que debía analizarla en función de cuatro puntos. Estos son aquello que es inherente al humano (colectivo), lo que es particular de cada individuo (singular), lo relativo a nuestras elecciones conscientes (lo voluntario) y, finalmente, lo que nos llega a través del ambiente (lo no voluntario).
Hay que tener en cuenta, también, que en esta clase de descripciones de la antigüedad, lo que resulta llamativo es quiénes eran consideradas personas: eran los hombres libres, padres de familia y, por ende, los únicos en ser aceptados como ciudadanos. Esto es relevante ya que, con el paso del tiempo y la inserción de la religión cristiana, el concepto de persona (y de qué es la personalidad) irá mutando.
Así, si hacemos foco en la obra de Tomás de Aquino (1224-1274), veremos que se habla de la persona como aquello perfecto de manera suprema, cuya dignidad es absoluta. La dignidad humana se construye sobre la base de la inteligencia de cada uno, esto es lo que, en última instancia, constituye la personalidad individual.
Teorías sobre la personalidad desde la psicología.
Si nos adentramos en el campo de la psicología, los últimos cien años de estudios e investigaciones han generado grandes avances en el área.
Freud y el psicoanálisis.
No podemos dejar de lado, en este punto, los aportes de la revolucionaria teoría psicoanalítica de Sigmund Freud (1856-1939). Los conceptos y teorías que él propuso tienen impacto hasta la actualidad, más allá de reformulaciones o críticas a su teoría.
Uno de sus aportes consiste no tanto en especificar tipos de personalidad sino, más bien, cómo es el proceso (psíquico, físico, biológico, o externo) que tienen, como una de sus manifestaciones, a la personalidad. Considera tres partes dentro de la estructura psíquica de una persona:
- el Ello: aquello que se guía por el placer y la impulsividad, por la reproducción
- el Yo: se rige por la satisfacción de deseos pero de forma mucho más racionalizada
- el Superyó: funciona, de cierto modo, como el aspecto ético y/o cultural en la mente. Se asocia con la autocrítica y la normativa
Otra teoría se vincula con el conductismo.
Teoría conductual sobre la personalidad.
También a principios del siglo XX, pero lejos de la Austria de Freud, un grupo de psicólogos estudiaba desde una perspectiva científica y cuantitativa los aspectos de la psiquis humana.
Ivan Pavlov (1849-1936) fue un psicólogo ruso conocido por realizar experimentos con animales (perros). Estas observaciones le permitieron construir la noción del vínculo entre un estímulo externo (ofrecer alimento, por ejemplo), que se presentaba junto con el sonido de un silbato. A esto se le sumaba una reacción o respuesta (el ejemplar salivaba, en muestra de querer el plato de comida). Luego, sin el estímulo alimenticio, pero con el pitido del silbato, el perro respondería de igual manera.
Esta teoría, denominada conductismo y continuada luego por John Watson (1878-1958) y Burrhus Skinner (1904-1990), entre otros, indaga en cómo algunas respuestas no responden a lo voluntario, sino que son absolutamente involuntarias.
Vínculo entre ambiente externo y personalidad.
Existen, asimismo, otras teorías sobre la personalidad. Por ejemplo, la propuesta de Albert Bandura (1925-2021), un psicólogo canadiense que trabajó sobre una perspectiva que vincula el ambiente con el desarrollo sociocognitivo. ¿Qué significa esto? Que en su postulado se entrecruzan tres aspectos:
- ambiente externo
- procesos cognitivos o psicológicos
- el comportamiento humano
Ese tipo de perspectivas difieren de aquellas como las del conductismo, en las cuales el afán cientificista, muchas veces, llevó a considerar únicamente aquello medible y cuantificable.
Hay aspectos de cada sujeto que resultan imposibles de medir. Al respecto, la alternativa es indagar y observar lo suficiente como para que esa teoría pueda mostrarse como cierta, al menos hasta que sea refutada.
Teorías como las de Bandura proponen que ya la personalidad no solo se desequilibra o cambia, a la manera de Hipócrates, por desajustes meramente hormonales o internos al sujeto. Estos postulados más recientes, de los últimos cien años, ponen en evidencia que el ambiente, lo que rodea al sujeto, puede impactar en su constitución psíquica y en su forma de ser.
El ambiente es como se denomina al entorno familiar, al entorno socioeconómico en el que el ser está inmerso, pero también a los vínculos interpersonales o el nivel educativo. A su vez, son también factores que intervienen en la personalidad la religión, los valores e ideas que se transmiten desde el hogar y las elecciones que el sujeto toma a lo largo de su existencia.
Citar este artículo
Fernández, A. M. (31 de mayo de 2022). Definición de personalidad. Historia, características y teorías. Definicion.com. https://definicion.com/personalidad/