Se emplea la palabra actitud para hacer referencia al posicionamiento que una persona asume frente a las circunstancias de la vida. La actitud presenta una diferencia de grado con el carácter. La primera es pasible de ser modificada a partir de una toma de conciencia y el ejercicio de la voluntad, mientras que el otro alberga un principio de estabilidad. Algunos psicólogos y teóricos del comportamiento afirman que el carácter se va conformando con la reiteración de ciertas actitudes, hasta que éstas pasan a ser integradas como el modo natural y automático de respuesta frente a un determinado estímulo.

Así podría establecerse una escala creciente, en cuya base estaría el acto, o la acción. Esta sucede una vez, empieza y termina. La sumatoria de acciones en una misma línea para responder a un estímulo específico conforma una actitud. La actitud ya presenta una mayor fijeza. Y si se persevera en esa actitud mucho tiempo, da lugar a lo que se denomina “el carácter de una persona”. Por eso es muy fácil actuar de un modo distinto para cambiar nuestra actitud. En cambio, para modificar rasgos del carácter hay que hacer un trabajo bastante más profundo.

Si nos remontamos a su origen etimológico, descubriremos que el término procede del vulgarismo latino actitudo, que se compone de la palabra actus (“algo que ha sido llevado a cabo”, “acto”, “acción”) y de el sufijo –tudo (“cualidad de”). La pauta establecida a partir de la raíz actitudo sería algo como la cualidad con la que algo es llevado a cabo.

En el ámbito de la psicología social se considera a las actitudes desde un ángulo más específico: se las trabaja en tanto herramientas para predecir conductas. Se tiende a ver la actitud como un modo de sentir, ya sea adhiriendo o rechazando un determinado objeto social (entendiéndose como objeto social una acción, un acontecimiento o incluso podría tratarse de un ser humano).

Vaso medio lleno o medio vacío.
El hecho de ver el vaso medio lleno o medio vacío dependerá de nuestra actitud en la vida.

Cualidades de las actitudes.

El psicólogo social Aroldo Rodrigues, nacido en el año 1933 en Río de Janeiro, es uno de los principales estudiosos de las actitudes. Se desempeña aún hoy como profesor de la Universidad Estatal de California, en Fresno. Y se dedica principalmente al estudio de las leyes generales del comportamiento social humano, tales como las actitudes, el poder social y la atribución de causalidad.

En su análisis de las actitudes, Rodrigues distingue tres cualidades que las componen:

  • Cualidad cognitiva: Se afirma que es un requisito previo, de cara a la existencia de una actitud determinada, el que tengamos una representación interna del objeto. Esta representación se conforma mediante la percepción, pero también por las creencias que se albergan respecto a dicho elemento. Por el contrario, aquellos objetos que no se conocen, o aquellos acerca de los que no contamos con la información suficiente como para motivar una representación interna, son incapaces de generarnos actitudes. Es posible que la representación interna sea vaga y eso llevaría a una intensidad baja de afecto o rechazo en relación al producto. Y existe la posibilidad de que la representación sea errónea, en cuyo caso la intensidad no se verá afectada.
  • Cualidad afectiva: Se trata, justamente, de aquello que varía en el caso de la representación vaga y que no se modifica en la errónea. Es la cualidad sentimental vinculada a un objeto social, que puede ser de adherencia o de rechazo. Se dice que es el elemento distintivo de una actitud, a diferencia de lo que sucede con una creencia, o incluso con una opinión, que tienen una raíz eminentemente cognoscitiva, en la actitud prima el sentimiento.
  • Cualidad conductual: Se trata de aquello que aborda la psicología social, el punto en el que una actitud determinada podría marcar una tendencia a una reacción en particular, a cierto comportamiento. Este es el elemento activo de una actitud.
Actitud positiva
Una actitud positiva se caracteriza por el optimismo, la motivación y la perseverancia a pesar de las dificultades.

Ejemplos de actitudes.

Siendo la actitud un principio tan dinámico en el comportamiento humano, toda vez que alguien pretenda hacer una enumeración taxativa de ellas, estará en un error. Pero sí es posible, teniendo esto presente, tomar ciertas pautas o patrones y organizarlas en grupos.

Actitudes de valoración.

Vamos a describir tres actitudes que una persona puede asumir en relación con el entorno, a la hora de asignarle valor:

  • Positiva: Consiste en la visualización de un escenario determinado, o la presencia de un estímulo, de tal modo que se le encuentra el lado optimista. Más allá de las dificultades, que podrán estar y no hace caso omiso a ellas, la persona logra mantener en el cuadro grande el sentido de un norte, permitiéndole esto proceder con un alto nivel de motivación, avanzando hacia sus metas. Es el clásico ejemplo de hacer limonada cuando la vida trajo limones.
  • Negativa: Contraparte exacta de la anterior, consiste en afrontar una situación enfocándose solo en los aspectos ingratos que trae. Si bien en el caso de la actitud positiva los obstáculos no se ignoran sino que se superan, con la actitud negativa sí sucede que se pierden de vista las cuestiones gratas, es como si el sujeto no pudiera verlos, por estar centrados absolutamente en lo negativo. Trae asociada la tendencia a la queja, y el ser tiende a querer que las cosas sean solucionadas desde el exterior. Como si careciera del impulso de hacerlo por sí mismo.
  • Neutral: Es muy poco frecuente, pero se trata de la actitud de aquellas personas que logran mantener su juicio ajeno a toda emocionalidad, ya sea de carácter negativo o positivo. Es muy adecuada, por ejemplo, para desempeñar la función judicial, en la que el entendimiento no debería moverse a partir del agrado o desagrado, sino considerando tan solo lo que los hechos, testimonios y las pruebas demuestran.

Actitudes de cara a la actividad.

Ahora se dividen en dos las actitudes que puede manifestar una persona ante la posibilidad de desarrollar una cierta actividad:

  • Proactiva: En la actitud proactiva lo que se destaca es que se le asigna prioridad a la actuación, a valerse por medios propios y resolver las dificultades que se crucen en su camino. Es una cualidad muy buscada en el mundo de las empresas, ya que este tipo de actitud suele aparejar una capacidad para el pensamiento lateral y para la búsqueda de soluciones creativas.
  • Reactiva: En el caso de la actitud reactiva, el individuo actuará siguiendo las indicaciones dadas. Este tipo de gente no suele tener problemas para desarrollar una tarea, siempre y cuando todo se desarrolle de acuerdo a sus expectativas. En la medida en que tenga instrucciones claras y un modo predeterminado de obrar, avanzará. Pero en el momento en que surja una situación inesperada, se quedará como “en blanco”, sin saber qué hacer.
Nada es imposible.
Para una persona de actitud proactiva, nada es imposible.

Actitudes según su motivación.

En este caso, lo que difiere de la categoría anterior es que el foco ya no estará puesto en la orientación hacia la acción, sino en la raíz de ese movimiento, en lo que invita a realizarlo.

  • Interesada: En este caso, la persona se moverá a partir de sus objetivos personales y, muchas veces, sin prestar atención a lo que quieran los demás. Lo que hace alguien interesado es moverse buscando siempre su propio beneficio. A veces dará la sensación de que hace cosas por los demás, pero por debajo siempre está el cálculo, el plan.
  • Altruista: La persona que presenta una actitud altruista, en cambio, se mueve teniendo en consideración los intereses y las necesidades del prójimo. Busca en todo momento el resultado que sea más beneficioso para todos, incluso cuando pueda no reportarle ganancias a nivel personal.

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Lehrer, L. (8 de mayo de 2022). Definición de actitud. Origen, su aplicación en la psicología social y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/actitud/