Relativismo cultural es el nombre con el que se alude a una corriente teórica que plantea que cada sistema cultural o social debe interpretarse desde su propia forma de concebir el mundo.

Esta concepto, surgido en el siglo XX, es una propuesta que nace desde la antropología. Franz Boas (1858-1942), investigador alemán, posibilitó un cambio de mirada en la forma de entender a otros sistemas socioculturales. Está considerado entre los autores que han revolucionado esta disciplina.

El término surge de la conjunción entre dos conceptos. Por una parte, la idea de relativismo plantea, en términos generales, que no hay absolutos, sino que su análisis depende de la perspectiva que se aborda para analizar un fenómeno.

Por otra parte, la noción de cultural se emplea para señalar aquello relativo o perteneciente a la cultura, es decir, al grupo de costumbres y formas de vivir que alcanza un grupo social.

Historia y rasgos principales.

La historia del concepto de relativismo cultural tiene un intrínseco vínculo con propuestas que, desde la antropología, se formularon entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

En aquel entonces, el paradigma científico estaba fuertemente determinado por lo que el darwinismo sostenía. Este, entre sus distintos postulados, proponía que la evolución tenía lugar en un único sentido, es decir, desde una perspectiva de progreso. Esto se vincula con nociones como desarrollo, avance y, por el contrario, se opone a estadíos incivilizados o que no logran adaptarse adecuadamente.

Evolucionismo
El relativismo cultural se posiciona, desde un principio, contra el evolucionismo y sus postulados.

Desde esta perspectiva, y trasladando estos conceptos al universo sociocultural y antropológico, las sociedades también se percibían como más y menos avanzadas. Sus tradiciones, costumbres y valores se observaban desde el etnocentrismo que hacía que ciertas culturas (fundamentalmente las europeas) fueran el criterio desde el cual observar a las otras sociedades.

Con la incorporación de la idea de relativismo cultural, esta universalización es dejada de lado: de pronto, las culturas comienzan a ser observadas por sus propias perspectivas.

Esto implica que no hay culturas mejores que otras ni peores que otras, sino que cada una de ellas, como resultado de un desarrollo social, cultural, económico, político, religioso, incluso, se constituyen diferentes unas de otras.

La identidad cultural que cada comunidad tiene está atravesada por múltiples factores:

  • Las tradiciones y normas.
  • Sus ritos, valores y estereotipos.
  • Si sufrió emigración, inmigración, y la asimilación cultural que surge de estos procesos.
  • Si son una cultura dominante o si, por el contrario, son una cultura marginal.
Rituales y costumbres
La comprensión de que cada cultura tiene su propio sistema de valores y costumbres permite respetar sus tradiciones.

Los aportes de Boas.

El concepto de relativismo cultural está vinculado, fundamentalmente, al nombre de Franz Boas. Nacido en Minden (Alemania) a mediados del siglo XIX, completó su doctorado a principios de los 80. Se traslada luego a Estados Unidos y, poco después, comienza a trabajar con las tribus canadienses de los kwakiutl, que habitaban las costas del Pacífico, y con quienes mantuvo estrecho contacto por más de 35 años.

Los aportes de su trabajo, como resultado de estas vivencias, sumadas a su formación en filosofía, estudios geográficos, cultura e incluso física o matemáticas, le permitieron observar la cultura desde otra perspectiva.

Así, existía la perspectiva evolucionista y biologicista, por la que las sociedades más avanzadas, mejores adaptadas o más capaces de progreso excluían a sociedades (usualmente no blancas). Contrario a esta perspectiva, Boas propone observar qué fenómenos constituían a esa cultura y cómo era posible estudiarlas e investigarlas desde su propia historia y condiciones materiales.

De este modo, la lectura que Boas efectúa como punto de partida permitió observar otras comunidades desde sus propias leyes, sus propias formas de concebir el mundo y desde su propio punto de vista y voz.

Así, es posible dejar los prejuicios del investigador de lado al igual que el universalismo que encasillaba todas las prácticas desde los mismos criterios. Es decir, dejan de invisibilizar a estas culturas.

Tipos.

Existen diferentes modos de clasificar las formas de relativismo cultural; veamos algunos de ellos.

En primer lugar, el relativismo descriptivo. Este, de forma general, considera que la razón de que existan diferentes estándares morales tiene que ver, precisamente, con que están culturalmente determinados.

Cada cultura configura su propia forma de determinar qué es lo correcto y qué es lo correcto. Además, cada una tiene su propia forma de poder definir, sancionar y castigar aquellos comportamientos que no se consideran aceptables.

Por otra parte, otro tipo es el relativismo normativo: este, de modo similar al anterior, propone que no hay principios o leyes morales que tengan validez universal. Por este motivo, cada cultura determina, dentro de su propia configuración de valores y costumbres, qué considera ético y moralmente correcto.

Correcto incorrecto
Mediante el relativismo, se comprende que cada cultura construye, además, su propia forma de aprobar o reprobar determinados comportamientos.

Finalmente, un último tipo es el relativismo epistemológico. Esta corriente propone que tanto la verdad como la falsedad son conceptos relativos, no absolutos, que son inherentes a la definición que una persona o una comunidad realice.

De modo semejante a los anteriores, al cuestionar las bases de conceptos hasta ese momento indiscutidos, se abre un caudal de reflexiones sobre el mundo que nos rodea. Esto implica que, al ponerse en cuestión conceptos como la verdad, la falsedad, cómo determinarla y desde dónde estos conceptos se construyen, todos los conceptos que nos rodean pueden ponerse, también, en contexto.

Su vínculo con el relativismo lingüístico.

La noción de relativismo linguístico, hermanada con la de relativismo cultural, explicita un vínculo entre lengua y pensamiento que, anteriormente a su origen, no había sido considerada.

Gracias a la puesta en crisis que el relativismo antropológico efectúa, desde la lingüística se pone en cuestionamiento que la lengua no pueda ser influida por el contexto, la cultura y la sociedad en la que se emplea.

De este modo, este concepto, también conocido como hipótesis de Sapir-Whorf, plantea es que hablar una lengua en particular puede influir sobre nuestro modo de pensar el mundo.

Esto deja en evidencia que, tanto la lengua como sus partes (sus construcciones gramaticales, su vocabulario, la forma de conocer el mundo) sí son intervenidas por factores sociales. Esto puede evidenciarse en, por ejemplo, el plano léxico: muchas palabras que sí se emplean en una lengua son completamente desconocidos en otras, o cargan con un sentido radicalmente opuesto o diferente.

Relativismo lingüístico
La noción de relativismo lingüístico señala que cada lengua configura una forma particular de ver el mundo.

Teorías y propuestas.

Además de la lectura relativista del mundo, que nos lleva a poner en contexto todo aquello que conocemos, existen otra serie de teorías emparentadas.

Una de ellas es la teoría de la dependencia: desde un enfoque que combina la mirada sociocultural y económica, permite observar un nuevo punto de vista en el vínculo entre países poderosos y aquellos que no lo son.

Esta describe cómo la economía y la geopolítica constituyen un entramado en el que los países empobrecidos siempre resultan desfavorecidos en materia de desarrollo y progreso. A través de la subordinación de los países menos ricos, ellos proveen de materia prima a las grandes potencias, que desarrollan grandes avances en tecnología e industria.

Otra teoría relevante es la de la difusión cultural. Desde la antropología, se señala cómo diferentes características, rasgos, obras y otros productos que históricamente estuvieron vinculados a ciertas culturas poco a poco comienzan a expandirse y a ingresar en otros sistemas culturales.

Esto resulta de diferentes factores y elementos como, por ejemplo, las migraciones, uno de los fenómenos sociales más antiguos. También, esta expansión resulta de la globalización que, impulsada por la tecnología, propicia que en diferentes puntos del planeta pueda conocerse una cultura ajena y diferente.

Esto, también, contribuye a poder reflexionar respecto del multiculturalismo, la tolerancia por la diversidad cultural y las subculturas que en cada comunidad existen.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (24 de junio de 2023). Definición de relativismo cultural. Historia, rasgos y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/relativismo-cultural/