Definición de modernismo

Con el nombre de modernismo se conoce al movimiento artístico cuya aparición se remonta a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. La finalidad de dicho movimiento era la renovación creativa: esta renovación implicó, también, dejar atrás viejos patrones creativos y artísticos, a los que asociaron con lo antiguo, conservador y poco coherente con las nuevas circunstancias.

Específicamente en el ámbito de la literatura, el movimiento tiene algunos de sus principales representantes provenientes de América Latina, en los países hispanohablantes.

Profundizaremos en estos aspectos en el siguiente artículo. ¡Comencemos!

Características del modernismo.

Algunas características que podemos destacar de esta corriente, en términos generales, son las siguientes:

• Como vanguardia, supuso un movimiento (no necesariamente uniforme) con el que se rompieron las tradiciones que hasta ese momento dominaban en el ámbito.
• Esta ruptura no era solo contra aquellas cuestiones de la vida política, artística o cultural de la época, sino que era también un intento de romper con los valores de la burguesía de aquel entonces.
• Tuvo lazos y conexiones con otras artes como la pintura, la poesía, lo musical, etcétera.
• Con la intención de construir obras que pudiesen ser prestigiosas, de alto nivel, se recurría a vocablos de otros idiomas.
• La nueva modalidad artística implicó, en este afán de dotar sus obras de valor, la muy frecuente alusión a elementos que eran propios de la mitología (como la grecolatina), y se profundizó en la rememoración de lugares exóticos, lejanos.
• Hubo una profunda modificación de las pautas del lenguaje y lo métrico.

Estas son generalidades: cada país tuvo sus propias manifestaciones.

Breve introducción histórica al modernismo.

Es necesario tener en cuenta que este movimiento que revolucionó la literatura nació en Hispanoamérica. Sin embargo, su influencia fundamental tiene que ver con dos tendencias francesas de fines del siglo XIX: el parnasianismo (corriente francesa de mediados del siglo XIX cuyo eje era, a grandes rasgos, la búsqueda de la belleza como ideal incuestionable) y el simbolismo (movimiento también originado en Francia hacia la misma época; lo simbólico del lenguaje era un elemento imprescindible).

Hay, en aquel momento y entre quienes fueron sus impulsores, un evidente rechazo hacia la burguesía de aquellos años, en tanto en cuanto representaba valores que en ese entonces estaban siendo cuestionados (aunque esto respondía más bien a un clima general del periodo): la instauración definitiva de los efectos en la vida cotidiana de la Revolución Industrial, las crisis del siglo XIX y la constante decadencia política (levantamientos, monarquías que peligraban, entre otras) imprimían a la época el espacio donde esta vanguardia poética encontraría las razones para rechazar todo lo que tuviese que ver con ese mundo que los decepcionaba. Así, tal ambiente lúgubre, de mal gusto y poco atractivo, daría paso a este movimiento donde la ornamentación, la búsqueda (en ocasiones, incansable) de belleza y de tiempos diferentes, lejanas, así como la exploración de versos y líricas rupturistas, serían los elementos centrales.

Algunos autores fundamentales del modernismo.

Nicaragua: Rubén Darío.

En primer lugar, destacaremos a Rubén Darío (1867-1916). Su importancia radica en que se considera que la primera manifestación pública, acabada, del modernismo, fue la obra «Azul…» (1888) una antología de cuentos y poemas que revolucionó la escena local.

Darío, nacido en Nicaragua, trabajó desde aproximadamente sus 15 años como periodista. Realizó numerosos viajes, hasta que luego se mudó a Chile (lugar donde publicó «Azul…»). El éxito de la obra (además de darle un grupo de escritores admiradores como Juan Ramón Jiménez, autor de «Platero y yo«, o Antonio Machado, mítico poeta español de la generación del 98) lo lleva a mudarse a Buenos Aires, donde fue contratado por el diario La Nación.

Su obra tiene algunos elementos notables:

• Sus viajes por varios países le imprimieron un tono cosmopolita a su escritura, pues las influencias europeas (principalmente francesas) son notorias.
• Empleó diferentes tipos de métrica: si en algún momento, como con «Azul…», optó más por enfocarse en el ritmo y lo musical de sus poesías, en obras posteriores como «Prosas profanas» (1896) emplea eneasílabos, o dodecasílabos, e incluso retoma la tradición del verso alejandrino.
• Insistía en la importancia que el ritmo debía tener dentro de un poema, y, al mismo tiempo, empleaba asiduamente vocablos que reflejaran exotismo, elementos de lujo como sedas, mármol, o hacía referencia a elementos como el diamante, el topacio o el rubí. Todo esto dotaba a su producción de una gran sofisticación.

Argentina: Leopoldo Lugones.

El famoso poeta argentino, nacido en 1874 y fallecido en 1938, es otra de las grandes figuras que este movimiento ha creado.

Tal y como Rubén Darío miraba al parnasianismo y al simbolismo como movimientos claves en lo cultural, Lugones también los valoraba. Sin embargo, su admiración provenía más bien de un interés por la revolución que generaron a nivel lingüístico. 

Hacia 1897 sale a la luz «Las montañas de oro», el primer libro de su producción. Hacia 1905 publicará «Los crepúsculos del jardín», donde la figura del poeta se conjuga, de forma magistral, con la naturaleza que lo rodea, que es descrita gracias a la configuración sinestésica (sýn, «con» y aísthēsis, «percepción«: es decir, la percepción de dos sentidos en simultáneo) del ambiente. Colores, olores, texturas y sonidos aparecen metamorfoseados, en un ambiente de melancolía y oscuridad, donde es primordial el aspecto espacial.

Para él, la rima era, de igual manera, un elemento crucial de la producción artística (la llamó elemento esencial del verso moderno) y al mismo nivel ubicaba a la metáfora. Un ejemplo es el libro «Lunario» (1907), donde empleará, hasta el hartazgo, metáforas y construcciones gramaticales de las más variadas formas en referencia al objeto central de este material, la Luna.

Su poesía, finalmente, se construye gracias a una fuerte personificación del ambiente, en un juego libre y sutil sobre el yo poético y el mundo a su alrededor.

Uruguay: Delmira Agustini.

Finalmente, otra de las figuras importantes de este movimiento es la uruguaya Delmira Agustini (1886-1914). Su obra da inicio a la poesía femenina de principios del siglo XX. Junto con Darío y Lugones, conformaron la generación del 1900.

Provenía de una familia adinerada, donde la búsqueda artística de la poeta generó rechazo.

Su producción se enmarca en un contexto donde el modernismo ya había tenido las obras que lo caracterizarían (como las de los dos autores que hemos mencionado), por lo que su valor radica en que su escritura explora aquel aspecto más bien femenino, pero relacionado con los rasgos sentimentales y corpóreos, de lo placentero.

La exploración de los deseos femeninos supuso un antes y un después para el ambiente artístico de la época. Esta escritora dejó tres obras valiosas: «El libro blanco», de 1907, «Los cantos de la mañana», publicado tres años después, y «Los cálices vacíos», de 1913.

Tal y como ocurría con sus antecesores, su exploración huía de lo vulgar, de lo poco refinado: la influencia de Darío es evidente en la poeta. Lo exótico, lo mágico, son también aspectos que explorará, con claras reminiscencias a todo aquello que denote exotismo, lejanía y aristocracia.

Su impactante labor quedó trunca en 1914, cuando su exmarido, contrariado por su decisión de finalizar el matrimonio, disparó en su cabeza para posteriormente suicidarse: lo violento del crimen fue replicado en los medios locales, que conocían a la joven poetisa que abandonaba este mundo a los 27 años.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (31 de enero de 2022). Definición de modernismo. Historia, características y representantes. Definicion.com. https://definicion.com/modernismo/