La palabra heterosexual se refiere a los individuos cuya orientación sexual es la heterosexualidad, que es la orientación que define a las personas que sienten deseo y/o atracción por gente del género opuesto.

Etimológicamente, el vocablo heterosexual viene de las raíces griegas hetero, que significa otro o distinto, y la palabra sexus, que significa sexo.

El término.

Es un término binario, que considera a las mujeres y a los hombres como dos géneros opuestos, sin tener en cuenta los géneros que hay por fuera de él. Sirve para definir a las mujeres que se relacionan sexual y amorosamente sólo con hombres, y viceversa.

Para comprender la utilización del concepto aún en espacios que plantan un abanico de géneros más profundo que los dos socialmente extendidos, hay que entender que la heterosexualidad se refiere al sexo biológico más que al género. O sea, sexos masculino y femenino, sin pensar tanto en el concepto de identidad de género que se comienza a estudiar con mayor fervor por estos tiempos.

Es importante destacar que una persona heterosexual se siente únicamente atraída por personas del sexo opuesto, mientras hay otras orientaciones, como la bisexualidad, que abarcan un amplio espectro en el que hay atracción por ese sexo opuesto pero también hacia otras identidades de género.

Beso entre mujeres
Desde un pensamiento mononormado, al ver esta imagen mucha gente podría simplemente asumir que se trata de una pareja de lesbianas. Sin embargo, bien podría ser una pareja de mujeres bisexuales o ¡ni siquiera ser una pareja!

Asimismo, el término no sólo hace referencia a personas cis-género (o sea, hombres y mujeres cuya identidad de género corresponde a su genitalidad, a su sexo biológico), sino que también se puede ser, por ejemplo, trans y heterosexual.

¿Qué es la heteronormatividad?.

La heteronormatividad es el estándar establecido socialmente, la norma que presupone que todas las personas son o deberían ser heterosexuales. A su vez, establece cuáles son las prácticas “correctas” en el sexo y cuáles deberían limitarse o eliminarse de la vida sexual. Salirse de esas normas es autodefinirse disidente, dentro de un vasto grupo de identidades que se corren de esta identidad hegemónica.

Se trata, más que de una actitud, de un sistema social establecido. Este sistema es considerado incompatible con los derechos humanos y los derechos sexuales de las personas, ya que es un sistema que no permite muchas veces la libertad sexual. Puede prohibir prácticas o relaciones, impedir el matrimonio o la adopción de familias no heterosexuales, perseguir a las disidencias y dar espacio a la discriminación y la violencia hacia grupos minoritarios.

Novias al atardecer
En muchos países, aún al día de hoy es considerado ilegal que dos personas del mismo género se casen, o incluso mantengan una relación, tanto en la vía pública como en el ámbito privado.

La heteronormatividad es aquello que hace que a las mujeres, ya de muy pequeñas, les pregunten si tienen novio o si les gusta algún niño, sin nunca plantearse si efectivamente sienten atracción por el género masculino. A su vez, junto con la mononorma (que es aquello que asume que todos somos monosexuales, es decir, que sólo sentimos atracción hacia un género), lleva a situaciones como, por ejemplo, que si una chica está de novia con otra mujer se la asuma lesbiana y si presenta novio, heterosexual, aunque estos varíen en el tiempo y la persona se considere a sí misma bisexual.

El término heterosexual se utilizó a finales del siglo XIX en Norteamérica para referirse a personas cuyo apetito sexual es “normal”, mientras que la homosexualidad sería un apetito sexual “anormal”. Esto no hace más que reforzar cuánto cala profundo en las sociedades la heteronormatividad, delimitando un conjunto de conductas comunes que, más allá de si están bien o mal, son consideradas normales o anormales, sin que esto tenga que ver con nada más que las construcciones sociales que rigen los entornos en cuestión.

La heterosexualidad antes.

Previo a este uso mencionado en el apartado anterior, la palabra heterosexual ya era utilizada y era parte de las tres opciones relativas a la orientación sexual del ser humano: heterosexualidad, homosexualidad y normalidad.

pareja besándose
A lo largo de la historia, muchos ámbitos religiosos, científicos y sociales han buscado definir y regular las prácticas sexuales aceptadas o no, calificando de perversión sexual lo que no estuviera dentro de los márgenes establecidos.

En el caso de la orientación heterosexual, se refería al deseo o atracción hacia el sexo opuesto, pero no hacía referencia a deseos catalogados como “normales” sino pervertidos. En este sentido, la delimitación de estos conceptos buscaba, en el campo de la ciencia, “normalizar” a las personas heterosexuales y homosexuales hacia un código de conductas sexuales socialmente avaladas, que no se salieran de lo esperable.

Pronto, estas nociones fueron puestas en discusión. Según Freud, por ejemplo, las personas no naceríamos heterosexuales, sino que somos producto de una heterosexualidad que se nos impone desde muy pequeños. Sin embargo, habitualmente se siguió -y, a veces, aún se sigue- planteando a la heterosexualidad como si fuera una especie de consecuencia natural, relativa a la biología y no a la socialización de la que somos producto.

Construcciones sociales en torno a la identidad heterosexual.

Aparte de las prácticas sexuales, hay ciertos rasgos que llevan a que la gente, basada en prejuicios, presuponga la sexualidad de alguien. En este marco, puede justificarse el pensamiento al observar el modo de caminar, las formas de vestir, el tono de voz o la manera de tratar al prójimo. Estas cuestiones son consideradas expresiones de género, y tienen que ver con constructos que asumen qué es lo normal o no según el sexo biológico. Así surge, por detallar un caso concreto, el rosa asociado a las nenas y el celeste reservado para los nenes.

Varón drag
Hoy en día, aún con muchas de estas discusiones puestas sobre la mesa, se sigue asumiendo que un varón vestido con ropas consideradas femeninas es homosexual. Sin embargo, esto no es correcto.

Por supuesto, esto en realidad no debería ser motivo de etiquetar a nadie, además de que en muchísimos casos es inexacto, ya que las personas son libres de elegir todos esos rasgos de sí mismas. Sí es verdad que, en incontables ocasiones, se reprimen deseos no relativos a lo sexual para que no se asuma que son homosexuales.

Esto sucede, por ejemplo, con el maquillaje o el esmalte, productos destinados a la platea femenina, o con el pelo corto en el caso de las mujeres, look que estaría destinado a los hombres. Basado en una lectura errónea, hay un suponer generalizado de que las personas homosexuales adoptan conductas o rasgos del sexo opuesto.

O sea que, de alguna manera, lo que se hace es confundir la identidad de género con la orientación sexual, asumiendo que los heterosexuales tienen expresiones de género basadas en su sexo biológico, y que los miembros de la comunidad homosexual se visten, actúan, hablan o caminan como personas del sexo biológico opuesto. Además de ser incorrecto por generalizar algo que en realidad es individual, la verdad es que es una confusión, lo mismo que hace que mucha gente asuma que las identidades transgénero son, además, homosexuales.

Por todos estos elementos es que, cada vez más a nivel internacional, se exigen políticas públicas de concientización y clases de Educación Sexual. La idea es que sirvan para que se comprendan fácilmente estos espectros, en una búsqueda por hacer que los integrantes de toda población sepan que pueden ser diversos, pero también buscando que cese la discriminación, el bullying, el hostigamiento y otras prácticas negativas hacia las personas disidentes.

Citar este artículo

Krause, G. (19 de diciembre de 2021). Definición de heterosexual. Orígenes del término, heteronormatividad y prejuicios. Definicion.com. https://definicion.com/heterosexual/