El concepto «prejuicio», cuyo origen está en el latín praeiudicium (juicio previo), hace alusión a una opinión preconcebida sobre algo o alguien, generalmente negativa.
La palabra nos permite referirnos a todas aquellas expresiones o manifestaciones que son, a todas luces, críticas en su mayoría; por lo general, tampoco suelen tener los suficientes elementos que la sustenten. Hay una estrecha relación entre prejuicios, estereotipos y actos de discriminación, ya que muchas veces se tienen algunos prejuicios contra determinados sectores de la sociedad, y la proliferación de este tipo de comentarios hostiles puede llevar a situaciones más graves. Curiosamente, se la suele confundir con la palabra «perjuicio», que hace referencia a algún tipo de daño.
Aquí vamos a contarte más sobre este concepto: sus características, y algunos datos relevantes. ¡Comencemos!
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Algunas características generales.
- Implican valoraciones anticipadas.
- Mayormente, suponen valoraciones negativas, descalificativas, y/o desfavorables respecto a algo o alguien.
- Parten de la tendencia a caracterizar a ese otro de alguna manera rápida y gráfica, por lo que se tomará información que pueda generalizarse.
- Tienen una alta carga de subjetividad: tienen que ver en ocasiones con la propia forma de interpretar el mundo.
- La inflexibilidad con la que se plantean, manifiestan y sostienen es otro rasgo que se destaca.
Muchas veces se toman como verdades que no pueden contradecirse ni refutarse, lo que hace que, en consonancia con otros prejuicios que complementen a este, se construyan campos de sentido donde todos estos se alojan.
Dada esta mutua validación y alimentación, es difícil desarmarlos por la estructura tan sólida que van adquiriendo.
Con esto en mente, no se trata de afirmar que es negativo tener opiniones preconcebidas respecto de algo. Evaluar, juzgar, o etiquetar al mundo es una parte de nuestra existencia en él, y una característica propia de los humanos; es, de cierto modo, inevitable realizar juicios o descripciones sobre lo que nos rodea. El problema radica en que muchas veces es difícil dimensionar qué tanto pueden influir en nuestra vida cotidiana, en nuestras relaciones sociales, en nuestras opiniones sobre otros, y en cuestiones incluso del campo laboral o profesional.
¿Cómo funcionan los prejuicios?.
La clave en un prejuicio es que se basa en una idea (carente de fundamentos) de que hay jerarquías en función de lo positivo y lo negativo. ¿Qué significa esto? Que se traducirá en términos de inferioridad y superioridad: inferiores aquellos objetos o personas desprestigiados, y superiores quienes tienen a ser los que producen tales prejuicios. Se habla de producción dado que, como bien indicamos, a los prejuicios los producen personas: nunca los prejuicios son una descripción «natural», que se desprenda de algún factor objetivo sobre el cual se valora al objeto o a la persona que se desprestigia.
Tienen que ver con múltiples factores del ámbito de lo social, principalmente, y que pueden expandirse de un pequeño grupo de personas que considere que las cosas son así, y llegan a difundirse en amplias capas de la sociedad. Hoy, con la tecnología avanzada, los medios de comunicación y las redes sociales, es mucho más sencillo que antes hacer circular estos discursos.
De esta instalación en la sociedad de prejuicios, puede desprenderse una variante que cala mucho más hondo, y que hará muy difícil que los prejuicios puedan erradicarse. Nos referimos a la internalización estructural de estos prejuicios, es decir, cuando involucra instituciones, y políticas de Estado: si el Estado legitima ciertas prácticas, cabe suponer que «desarmarlas» individualmente sea mucho más complejo. Aquí debajo lo detallaremos.
Ahora bien, describiremos acá algunos ejemplos de prejuicios.
Prejuicios de clase.
También denominado «clasismo», señala las actitudes que desvalorizan clases o grupos sociales por considerarlos inferiores en relación con otros.
Los comentarios y ofensas que pueden realizarse siempre están ligados a la pertenencia a aquel grupo social que se considere inferior: usualmente, implica grupos sociales vulnerados económicamente. Para comprender mejor esto, hay que considerar la existencia de (en términos muy generales) tres clases: alta, media y baja, formas en las que una sociedad se estructura.
El prejuicio de clase puede verse en, por ejemplo, considerar que la delincuencia, el robo y la ausencia de metas en la vida se deben a «pertenecer» a un grupo social; en un plano más institucional, las formas desiguales de acceso al trabajo digno (explotación, salarios más bajos ante la necesidad de trabajar) son también manifestaciones de este tipo de prejuicios.
Prejuicios de género.
Los prejuicios de género se relacionan con la consideración de que hay posibilidades para un sector de la sociedad que le están restringidos (incluso, que no deben realizar) a otro: la diferenciación más explícita es entre hombres, y algunas posibilidades de las que sí gozan, y las mujeres, a quienes históricamente se les han negado algunas actividades e incluso derechos.
Un prejuicio más bien «típico», cotidiano, tiene que ver con comentarios como que las mujeres no saben manejar, o que están obligadas a tener a su cargo las labores del hogar de limpieza y cocina, o, en relación con ambos géneros, la asociación de colores para uno y otro (azul para hombres, rosa para mujeres). Prejuicios más graves pueden relacionarse con el famoso glass ceiling barriers o «techo de cristal».
Hace alusión a las dificultades que las mujeres han tenido históricamente para acceder a mejoras laborales, que muchas veces no son explícitas (de ahí lo de «cristal», por la transparencia). Esto suele tener más que ver con impedimentos por razones como la posibilidad a futuro de ser madres (y, por ende, no poder tener una dedicación exclusiva y full time a un trabajo de mayores exigencias).
Prejuicios lingüísticos.
Finalmente, estos prejuicios son en relación con las diferentes variedades, lenguas o dialectos de una persona o un grupo de personas. Muchas veces esta discriminación se enlaza con cuestiones raciales, étnicas o por el país de origen.
Sin embargo, hay otro plano muy cotidiano de prejuicios que tiene que ver con el «hablar bien o correctamente» y el «hablar mal o incorrectamente». Esto está ligado, en la mayoría de los casos, con la adecuación que una persona (por ende, que tiene un bagaje lingüístico determinado, y una forma de hablar y expresarse específica) tiene a la normativa o a las variedades de habla consideradas «cultas», de valor.
En el español en Latinoamérica es común que se cuestione a aquellos hablantes que no pronuncian correctamente el sonido s: en lugar de pronunciar «los amigos» que se escuche «loh amigoh». Otro ejemplo es que en muchos medios de comunicación se pide a quienes trabajan que adapten sus maneras de hablar (por ejemplo, una persona de Córdoba, o alguien de Mendoza) a la variedad «neutra» del español de Argentina (que se aproxime más a la de la capital del país), esto es, con una tonalidad y algunos sonidos que son ajenos al suyo.
Citar este artículo
Fernández, A. M. (2 de febrero de 2022). Definición de prejuicio. Características y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/prejuicio/