La palabra abuso, del latín abūsus, alude al uso excesivo, desmedido y deshonesto de una persona o de un objeto. De acuerdo con su etimología, el término consta de dos partes:

  • ab-: contra, contrario
  • usus: uso

Así, se vincula con una utilización descomunal de algo, contraria a la que debería hacerse.

Este vocablo tiene una profunda carga negativa, no solo en la sociedad y en el lenguaje habitual, sino también desde el aspecto legal. Esto es porque se relaciona con circunstancias que pueden suponer un gran daño para quien lo sufre.

En la lengua cotidiana, es posible oír las siguientes expresiones:

  • Su hermana es buena, pero abusa de su confianza y su dinero
  • No abuses de la gente que es buena y que te ayudó

Esto significa que, muchas veces, las personas ayudan a otras de forma desinteresada, sin esperar nada a cambio. Sin embargo, en ocasiones pueden encontrarse con quienes toman ventaja de ello y exigen o piden en demasía. Por eso, el abuso en estos casos es también sinónimo de aprovecharse de alguien.

Se utiliza este concepto, asimismo, para hablar de situaciones en las que los sujetos caen en una adicción, dado que no pueden dejar de hacer uso de esa sustancia. Así, puede aludirse al abuso de medicamentos (recetados o no), de sustancias psicoactivas y de bebidas, entre otras alternativas.

Dolor
El abuso, en cualquiera de sus manifestaciones, afecta profundamente la vida de las personas que lo sufren.

Características generales.

El abuso, desde una perspectiva vinculada con el derecho (y con un crimen) supone una desigualdad entre dos partes. Esta puede materializarse, por ejemplo, de las siguientes maneras:

  • Diferencias de edad: alguien adulto y alguien menor de edad, o adultos y adolescentes
  • Diferencias de puesto laboral: un jefe o patrón y sus empleados (es decir, alguien de un cargo más alto y alguien de uno más bajo)

Lo que ocurre en estas circunstancias es que se produce un desequilibrio. Hay un ser en una posición superior (de dominio), y otro en una posición inferior (que es dominado). Cabe destacar que, sin embargo, tal desproporción es un rasgo de casi cualquier tipo de relación entre humanos:

  • entre jefes y empleados (relación laboral)
  • entre padres e hijos (relación familiar)
  • entre adultos y menores (relación de autoridad)
  • entre docentes y estudiantes (relación educativa)
  • entre un cura y los fieles (relación por religión)

Cuando estos vínculos se transforman en abusivos, significa que tal desigualdad es razón para aprovecharse de la otra parte. Si un jefe ordena a sus empleados cumplir con tal o cual tarea porque eso es lo que le corresponde a cada uno, es una expresión del vínculo laboral. Pero si en este mismo lazo existe maltrato verbal (gritos o formas indebidas de hablar) contra los empleados por ocupar tal posición, ocurre un atropello.

Desigualdad y desequilibrio
Muchas relaciones humanas son desiguales: el problema ocurre cuando tal desigualdad es razón de destrato.

Abuso y consentimiento.

En la actualidad, la sociedad ha ido avanzando hacia discusiones más profundas, a la luz de nuevas perspectivas para trabajar sobre aspectos sociales. Se han problematizado algunas cuestiones que parecían instaladas en nuestra cultura desde siempre y que, por ende, parecían difíciles de cambiar. Entre estos replanteos está la temática sobre el abuso y su vínculo con el consentimiento.

Esta palabra proviene del latín consentīre, y significa acceder a que algo se produzca, o permitirle a alguien hacer algo.

De esta manera, ambas situaciones son radicalmente opuestas. Si el abuso supone el atropello de una persona A contra la confianza de una persona B, el consentimiento, por el contrario, implica que la persona B accedió por su voluntad a que A realice una determinada acción.

Hoy por hoy, la noción de consentimiento puede servir para comprender, por oposición, cuándo puede ocurrir un abuso:

  • El consentimiento es acceder a algo sin haber recibido presiones de la otra parte, sin manipulación
  • Se consiente algo específico. Si una persona acepta una práctica, esta no implica otras que puedan sobreentenderse
  • Al consentir algo, el sujeto accede a hacer eso con genuinas intenciones de hacerlo: nuevamente, la voluntad entra en juego. No es consentimiento —y por ende, ocurre un abuso— si la persona acepta por temor a una represalia. Tal represalia puede ser un daño físico, la pérdida de oportunidades laborales, el enojo del prójimo o un daño o quiebre en el vínculo
  • El consentimiento ocurre, también, cuando la otra parte está al tanto de aquello a lo que está accediendo. Acceder a algo que luego implica otras situaciones no mencionadas supone que hubo un deliberado ocultamiento de información 
  • El consentimiento puede quitarse en el momento que sea, y debe respetarse: alguien puede acceder a realizar algo y luego arrepentirse. La otra parte no puede forzarla a que, de todos modos, lo realice
Falta de consentimiento
La falta de consentimiento es un atropello contra la voluntad de una persona.

Tipos de abuso.

A continuación veremos algunas de las modalidades que el abuso puede adoptar. En estos casos puede intervenir la justicia y definir que, efectivamente, ha ocurrido un atropello contra la integridad, la dignidad, la psiquis o el cuerpo de alguien.

Abuso laboral.

En el ámbito laboral pueden llevarse a cabo abusos contra alguien a cambio de algo positivo (un cargo superior, salario más alto, mejores condiciones de trabajo) o para que no ocurra algo negativo (evitar su despido). Tal manifestación del abuso de poder puede ser maltrato verbal o físico, por diferentes razones.

Algunos expertos denominan mobbing a algunas formas de maltrato laboral. Estas son situaciones reiteradas y prolongadas en el tiempo, y pueden provenir de un jefe o de otros colegas.

Bullying.

En el plano escolar también pueden ocurrir abusos: el hostigamiento de un niño o niña se denomina bullying. Esta forma de violencia puede ir desde manifestaciones aparentemente inofensivas (apodos, burlas, chistes) hasta situaciones peligrosas, pues la violencia en estos casos siempre va en aumento.

Esta problemática no solo es responsabilidad de quien hostiga, sino que también compete a los adultos. Los docentes y directivos tienen la labor de hablar, informar y detener estos hechos si los perciben.

Los medios de comunicación de múltiples países divulgan cómo en numerosos casos ha habido desenlaces trágicos, con jóvenes que optaron por terminar con sus vidas. Muchos no pudieron resistir la falta de ayuda y el acoso al que eran sometidos. Por ese motivo, la prevención y la información son fundamentales en estos casos.

El abuso sexual.

Las situaciones de abuso sexual son uno de los ejemplos más comunes al momento de hablar de abuso.

Sin embargo, tal y como en los otros casos ocurre, este se ha considerado únicamente en la instancia que se considera más grave (el acceso carnal forzado, no consentido, de parte de un desconocido). Cabe destacar que hay muchas otras manifestaciones, según el contexto en el que suceda.

Por ejemplo, puede ocurrir cuando un adulto entabla interacciones fuera de lugar con un niño o una niña. El mayor de edad se aprovecha de la confianza y la autoridad que tiene con ese menor, y de su vulnerabilidad.

Dicho aprovechamiento puede ser utilizado por parte del mayor que sí conoce a ese pequeño:

  • Puede ser para la estimulación sexual del adulto, bajo la premisa de que es una manifestación de cariño entre ambos
  • Puede manifestarse cuando se promete algo a cambio (un dulce, un regalo)

En la actualidad, se ha comprobado que estos episodios son frecuentes en el ámbito intrafamiliar, o entre alguien que es amigo de la familia y que cuenta con el cariño del chico.

Aparte del abuso infantil, existen abusos en los otros grupos etarios, del que no están excluidos los adultos. El abuso se vincula a grandes rasgos más con una traición a la confianza contra una persona, que a edades específicas. Sin embargo, mientras menor es la parte abusada, más grave es este delito.

El abuso y el silencio.

Silenciar
El silencio de la víctima es uno de los rasgos de un abuso.

Es importante hablar de estas cuestiones con los pequeños y los jóvenes con palabras adecuadas para sus edades para que así puedan detectar qué situación es un abuso. Habilitar la escucha sin juzgar es otra clave, ya que el silencio es otro aspecto vinculado con los abusos.

La víctima, por amenazas de su abusador, por vergüenza de ser señalada o por la revictimización a la que puede ser sometida puede que opte por no contarlo.

Las escuelas y los medios de comunicación (en tanto en cuanto espacios informativos y educativos) tienen la labor de informarse, de debatir y de visibilizar el abuso en todas sus formas. De esta manera, es posible ingresar a los hogares con información al respecto, y que los adultos a cargo puedan también interiorizarse en torno a estas realidades, enseñar a los niños y jóvenes y prevenir estas situaciones.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (29 de junio de 2022). Definición de abuso. Rasgos, características y manifestaciones. Definicion.com. https://definicion.com/abuso/