Se emplea el término transversal a modo de adjetivo calificativo, para hacer referencia a todo lo que atraviesa a otra cosa, aquello que da un corte a algo por cualquiera de sus secciones.
En sus orígenes, el principio de la transversalidad surge del ámbito de las ciencias exactas, más precisamente de la geometría: allí se da que, por ejemplo, una línea (o algún otro elemento geométrico) se puede cruzar con otro elemento y dividirlo en diferentes partes.
Hoy en día se desprenden de allí diversas aplicaciones prácticas, que van desde el terreno de la anatomía hasta la política, pasando por el mundo de las empresas y por cuestiones sociológicas relativas a las relaciones entre los géneros.
Si abordamos el término sondeando su origen etimológico, descubriremos que surge a partir del vocablo transversalis, del latín medieval. La primera vez que el término aparece es en la obra del escolástico Rudolf von Liebegg, en el siglo XIII, y lo hace en el sentido de «aquello que se desvía de la normal línea recta», o también en el sentido de «aquello que cruza en línea perpendicular a lo que está siendo considerado». Sucede que el prefijo trans-, que trae implicada esta idea de «algo que va de un lado a otro» se vincula con la raíz indoeuropea tera– (cruzar por, pasar). Así, por ejemplo, podemos apreciar una dinámica léxica similar en palabras tales como tradicional («aquello relativo a lo que pasa de una generación a otra»), transcultural («lo que pasa de una cultura a otra»), transexual («la persona que ha cambiado de sexo») o transcendental («aquello que se encuentra más allá de los límites horizontales»).
El estudio transversal.
Como se ha visto, lo transversal es un modo de posicionarse, o de analizar ciertos fenómenos, que surgió a partir de un movimiento propio de la geometría, pero puede aplicarse a ramas muy diversas del conocimiento. Por ende, lo que se hará a continuación es señalar ciertas cuestiones que hacen a la esencia de este posicionamiento, analizando las características propias de un estudio transversal, para después ejemplificar su aplicación práctica en dos ámbitos concretos: la política y la educación.
Podemos definir a un estudio transversal como una modalidad de la investigación observacional que se emplea a fin de analizar datos de variables que se recopilan durante un período de tiempo, recayendo en una población muestra predefinida. Se lo conoce también mediante la denominación estudio de corte transversal o estudio de prevalencia.
Un elemento importante en el estudio transversal es que se recopilan datos de personas que presentan rasgos similares en varias variables, pero no en aquella que es objeto del estudio. Esta será la constante a través de todo el estudio. Y este es un punto de distinción crucial en relación con los estudios de tipo longitudinal, ya que en ellos las variables sí pueden cambiar a lo largo de la investigación.
Es muy habitual el empleo de estudios transversales en el ámbito empresarial y de los negocios. Por ejemplo, puede realizarse un análisis de las ventas al por menor, estudiando un segmento etario que podría ir de los cuarenta a cincuenta años, hombres y mujeres, para evaluar las diferencias que hay en los consumos y tendencias propias de cada uno de los géneros. O también son muy tenidos en cuenta a la hora de diseñar campañas publicitarias: cuando se emprenden acciones de esta naturaleza, hay una gran cantidad de recursos al servicio de la evaluación de la respuesta del público, y de hecho suele segmentarse por diversos criterios (grupos socioeconómicos, ubicación geográfica, edades, etc.).
Pero también son muy necesarios en el campo de la medicina, por ejemplo, para evaluar a ciertos grupos que tiendan a presentar alguna deficiencia particular, hacer el seguimiento, descubrir las variables en las que difieren.
El modo más sencillo de efectuar un encapsulamiento del estudio transversal pasa por el diseño de un estudio que logre capturar las opiniones de un cierto grupo de personas, pero fijado en un momento puntual. Así, puede lograrse el objetivo de desentrañar lo que está sucediendo ahora, en tiempo real, en este momento específico (y en esto, como se ha comentado, reside la diferencia principal con los estudios longitudinales).
La transversalidad en política.
Se denomina así a la corriente ideológica que se caracteriza por el rechazo a identificar sus opiniones con cualquiera de los dos extremos del modelo político clásico, tanto con la izquierda como con la derecha.
Como en todo, pueden hallarse visiones a favor y otras en contra de esta corriente transversalista. Los defensores del transversalismo afirman que en el mundo de hoy, tal como están planteadas las cosas, la misma estructura socioeconómica general nos lleva a que la polarización entre izquierda y derecha sea indeseable. Aquellos que son más críticos de este posicionamiento afirman que se trata meramente de una estrategia electoral, que apunta al modelo de atrapar a todos los votantes, mediante la difuminación de sus principios y sin definirse por un modelo político claro para no ganarse la animadversión de ningún sector.
En los hechos, hay muchas semejanzas entre el transversalismo político y el sincretismo, pero la diferencia más clara entre ambas posturas radica en que el transversalismo niega la validez del espectro político polarizado, mientras que el sincretismo lo acepta y opta por situarse en el medio de la izquierda y la derecha, en algo así como una zona neutral.
La educación transversal.
Cuando se enfoca desde el ámbito de la educación, la transversalidad puede entenderse como una propuesta que permite el acercamiento a la acción de los docentes desde una óptica humanizadora, al priorizar los aspectos éticos y los valores en la educación de las personas. Este posicionamiento educativo busca ayudar a superar la dicotomía que a veces se plantea entre la escuela y la vida cotidiana, y guiar los propósitos de la escuela, sosteniendo siempre la pregunta de por qué se enseña.
Se toman como ejes transversales algunas cuestiones de relevancia social, y las mismas son abordadas desde la ética y los valores, de modo sistemático e interdisciplinario. La tendencia es a su inclusión en la currícula no tanto como contenidos disciplinares, sino subrayando esta intención educativa a partir de la preocupación humanista. Así, estos valores son ejes transversales que no se reducen a un sector específico del plan de estudios, sino que atraviesan todas las asignaturas. El cuerpo docente y las instituciones educativas son los encargados de decidir, en cada caso concreto y de acuerdo a las circunstancias específicas, cuáles de ellos han de trabajarse y de qué modo.
Por supuesto que la metodología no pasa por enseñar ni por imponer al alumnado valores correctos, se trata, más bien, de un enfoque que puede servirles a la hora de desenvolverse en la vida con sus propios valores, con los que ellos mismos eligen.
De este modo, si se habla de educación para la tolerancia, por ejemplo, en todas las asignaturas se propondrán ciertas actividades que se relacionan con este valor. En literatura se podrá realizar la lectura de una obra en la que la tolerancia sea un principio destacado, o se podrán escribir redacciones al respecto; en historia se pondrá el foco en situaciones específicas en las que este valor estuvo amenazado o careció de reconocimiento, o lo obtuvo; en matemáticas se podrá trabajar con las herramientas que proporciona la estadística para analizar los matices de ciertos problemas vinculados a la intolerancia. Y, de hecho, se podría trabajar de un modo muy directo en asignaturas tales como la antropología, la sociología o la ética misma.
La idea, en resumen, pasa por el hecho de que los contenidos presentes en la propuesta educativa adquieran una cualidad formativa que es pasible de ser contextualizada de acuerdo a lo que las autoridades, en cada caso, consideren más adecuado.
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Lehrer, L. (14 de marzo de 2022). Definición de transversal. El estudio transversal, la transversalidad en política y en la educación. Definicion.com. https://definicion.com/transversal/