Se emplea el término «principio«, en el marco de la ética, para hacer alusión a una regla que sirve como parámetro para orientar la conducta de los seres humanos. Es interesante destacar el matiz que surge a partir de la palabra «orientar«, y que aparta a los principios del carácter compulsorio que sí acompaña a las reglas en otros contextos.
Los principios suelen caracterizarse por ser reglas de índole general, conductas que están, de algún modo, sugeridas en orden a que el mundo sea un lugar mejor para todos. Algunos ejemplos comunes son el respeto a la libertad de la gente, el respeto a la vida, no faltar a la verdad o el amor al prójimo.
Estos principios de carácter ético son postulados que han ido estableciéndose a lo largo de la historia de la civilización y que descansan en lo profundo de la naturaleza de los seres humanos. Más allá de esta progresiva enumeración o categorización, siempre estuvieron allí, guiando silenciosamente los caminos de las diversas personas hacia la felicidad y la plenitud.
Presentan una cualidad de universalidad que los hace surgir independientemente de la cultura en la que hayamos sido educados, y en esto se diferencian de los principios morales. Por detallar una posibilidad a modo de referencia: un niño de una tribu aborigen australiana va a experimentar el mismo dolor que una niña de París al presenciar la tortura a un animal. Por esta universalidad, es común que en diversas doctrinas religiosas, a lo largo del planeta, coincidan casi al pie de la letra en la defensa de varios de los principios éticos.
Si nos acercamos a partir del estudio de la etimología, hemos de dividir el compuesto en dos. Tomaremos primero principio, cuyo origen descansa en el latín principium. El mismo está conformado por el vocablo primus, utilizado para indicar «al primero», por el vocablo capere, que significa «agarrar, tomar o capturar» y por el sufijo –ium, que se aprovecha para significar el efecto o resultado de algo. De esta manera, el resultante estaría alineado con «algo que surge como resultado de tomar o agarrar lo primero«.
En el caso de la palabra ético, su procedencia es del griego, en el término ethos, que se emplea para hacer hicapié en «el modo de hacer o adquirir las cosas», al que se le agrega el sufijo –ico aportando el factor de relatividad (algo que es relativo a). La ética, a partir de esto, fue perfilándose como la rama de la filosofía que se encarga de estudiar los modos en los que se juzgan las conductas humanas.
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Acerca de la ética.
Dentro del amplio mundo de la filosofía, la ética se enfoca en el estudio de las conductas de los seres humanos y lo hace a partir de la comparación entre los comportamientos efectivos y los principios que se hallan latentes en la naturaleza humana. Es una rama de la filosofía que encuentra su apoyo en las normas, pero no ya en las que en cada Estado se legislan, sino en aquellas que orientan el comportamiento hacia el bien y evitando el mal. En tanto su definición termina por ser atribuible a un valor, la ética, así como también la estética, son ámbitos de la filosofía que se hallan dentro de la «axiología«.
En el desarrollo progresivo que cada individuo va experimentando se da un refinamiento de este sentido que diferencia lo correcto de lo incorrecto, lo que esencialmente es ordenado de lo que no. A este sentido creciente se lo denomina «criterio ético«. En cada decisión que un ser humano enfrenta ha de tenerse presente este criterio aunque, por supuesto, no es el único que entra en juego: también se consideran los criterios utilitarios, criterios de merecimiento o criterios de previsión. Con posterioridad a esas decisiones, cada sujeto cuenta con la posibilidad de evaluar el camino que ha tomado y el sitio al que lo condujo. Así, la ética también cumple con esta función «a posteriori», brindándole las bases que le permitirán incorporar lecciones e integrar el aprendizaje que lo posicionará, a futuro, un poco más avanzado en ese camino de desarrollo del criterio individual.
El autor del libro mundialmente famoso «Los siete hábitos de las personas altamente efectivas», Stephen Covey, se refirió también a los principios y a la necesidad de ampararse en ellos a la hora de guiar nuestras conductas. Para Covey, los principios son los faros que están iluminados con la luz de las leyes de la naturaleza, y que no deberían ser quebrantados. De este modo nos volvemos a encontrar con la cualidad de universalidad, ya que estas leyes naturales pueden hallarse en las raíces de la mayoría de las sociedades en el curso de la historia.
La ética profesional.
A partir del crecimiento de las actividades laborales de índole profesional se empezó a conformar un cuerpo de principios que hacen específicamente al desempeño en estos ámbitos, y se conoce actualmente con el nombre de «ética profesional«. En ella se reúne un conjunto de reglas y valores que se toman como pauta a la hora de evaluar el comportamiento de los hombres y las mujeres que trabajan en una organización, así como los hombres y las mujeres que trabajan de forma independiente pero en relación con consumidores, usuarios o pares. Estas reglas y valores se basan en los principios de carácter universal que hacen a la naturaleza de los seres humanos como podrían ser, por ejemplo, la defensa de la verdad, el respeto a los demás, la honestidad en toda circunstancia o también la discreción.
En un ambiente en el que muchas veces prima el interés individual, como puede ser el de las empresas y la economía, uno de los objetivos primordiales de la ética profesional es resaltar la importancia de que en el camino hacia esos objetivos laborales no se dejen de lado los valores que hacen a la esencia de lo humano. Y resulta que, a partir de las políticas que fomentan prácticas en torno a estos principios, empezó a descubrirse que se obtenían más beneficios cuando se respetaba a todos, acercándose a escenarios win/win («ganar/ganar»). En lugar de la consabida lucha entre compañía y operarios, se abrieron las puertas al hallazgo de que, en la medida en que a la firma le vaya bien, los empleados cuentan con estabilidad y mayores beneficios. Y viceversa: se descubrió que trabajadores más felices producirán más y harán aumentar los ingresos corporativos.
En ocasiones, en especial en actividades profesionales independientes como podría ser el caso del ejercicio del Derecho, el quebrantamiento de las reglas de ética profesional implica más que un juicio moral, y tiene consecuencias muy prácticas y taxativas para quien incumple. Se recomienda, tanto en las actividades individuales como en los casos que atañen a relaciones laborales en el marco empresarial, que si se presenta una situación de potencial incomodidad ética, las personas se anticipen al momento y antepongan los principios éticos al beneficio personal.
Últimamente, a partir de todo esto, algunas empresas han optado por tomar evaluaciones de honestidad y de ética en el comienzo de una relación laboral para poder profundizar en las motivaciones que subyacen al acercamiento de los potenciales empleados, y para conocer sus principios además de la mera capacidad profesional.
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Lehrer, L. (18 de agosto de 2022). Definición de principio ético. Su origen, el significado de ética y su aplicación en el ámbito laboral. Definicion.com. https://definicion.com/principio-etico/