El concepto “nomenclatura” en español tiene su origen en el término latino nomenclatūra, y significa listado de objetos, cosas o personas.

A simple vista, esta puede parecer una definición muy general, ya que alude a “lista”, en síntesis. Sin embargo, en este artículo analizaremos tanto su etimología, que tiene una interesante historia, como su aplicación en distintas disciplinas. ¡Comencemos!

Etimología de “nomenclatura”.

El concepto se compone de dos partes, veámoslas una a una:

  • nomen, que en español da “nombre”.
  • calare, “llamar” o “anunciar.
Llamar a alguien
En la raíz del concepto «nomenclatura», está la idea de llamar a alguien por su nombre.

Esto nos da una definición que puede aproximarse a llamar por el nombre, o a anunciar nombres. Se empleaba el concepto nomenclator o nomenculator a la persona esclavizada por un patronus, es decir, un señor, que se ocupaba de hacerle saber a este cuáles eran los nombres de aquellas personas que se acercaban a visitar.

También, aludía a la misma persona pero cuando cumplía con otra función: era el esclavo que acompañaba a alguien en el momento de presentarse para elecciones. Otros diccionarios recogen otro uso: que era el esclavo, también, encargado de hacerle saber a su patrón, cuando deseaba postularse, quiénes eran los ciudadanos cuyos votos necesitaba para poder ganar.

De esta manera, el término remitía, en aquel entonces, a una persona, esclava, que cumplía determinadas funciones específicas para su amo, en todas ligadas con la presentación listada de nombres.

Es aproximadamente hacia el siglo XIX cuando empieza a modificarse el significado de este vocablo y gira hacia el que actualmente conocemos, es decir, “nomenclatura” es un sustantivo que alude al listado en sí de nombres o de voces especializadas y técnicas.

Nomenclatura en biología.

Aquí, además de un sustantivo, la palabra remite a una subárea dentro de la taxonomía (disciplina que estudia de qué forma se pueden clasificar, ordenar y organizar los grupos tanto de vegetales como de animales).

La nomenclatura, entonces, es aquella disciplina gracias a la cual se le asignarán nombres científicos adecuados a los organismos que deban nombrarse

Nomenclatura ligada a la zoología.

Hablaremos aquí específicamente de esta ciencia ligada a la zoología: por convención, y por regulaciones que alcanzan múltiples países, se considera que hay nueve principios o leyes gracias a las cuales se puede llevar adelante la construcción de listados ordenados. Estos son:

  • Binominalidad: los nombres de las especies se regirán por el principio de que la primera parte alude al género y, la segunda, es el nombre específico. Además, siempre se escribirán en cursiva (cuando esto no pueda ser posible, se emplearán comillas simples) Veamos algunos ejemplos: Oreocereus celsianus. La primera parte es el género, cuyo origen es griego y significa «cactus de montaña»; la segunda parte, alude al sustantivo con el cual se nombra a un cactus o a una orquídea. Tal nombre, entonces, se usa porque este cactus, proveniente de Sudamérica, tiene una leve semejanza con las orquídeas.
  • Homonimia: cuando dos taxones (es decir, grupos de una clasificación igual) tienen el mismo nombre se los tomará por homónimos (por ejemplo, “banco” de institución financiera y “banco” de asiento son homónimos). Para resolver esto, bastará con modificar alguna parte de la palabra, o de añadirle o quitarle una letra.
  • Prioridad: Si surgieran dos nombres para hacer alusión al mismo grupo, tendrá prioridad el que haya salido antes, es decir, el más antiguo.
  • Publicación: Este es un requerimiento obligatorio para dar validez al nombre seleccionado.
  • Independencia: Esto se aplica entre grupos (plantas y animales, por ejemplo): Si en el grupo de los animales se utiliza un nombre que desea también aplicarse en algún nombre para un elemento vegetal, puede hacerse sin ningún problema, ya que son dos universos distintos.
  • Disponibilidad: Es fundamental, al momento de seleccionar el nombre, verificar que el nombre elegido esté disponible y que no haya sido elegido para nombrar a otro elemento.
  • Primer revisor: Este principio supone que, cuando el de prioridad no puede resolver una situación, el primer autor que esté al tanto de esta situación puede decidir, con el criterio que le sea más pertinente, elegir cuál de las dos variantes que generalmente están en pugna deberá permanecer.
  • Coordinación: Cuando se publica un taxón se coordinarán las familias, los géneros y las especies a las que pertenecen para evitar conflictos.
  • Tipificación: Finalmente, este principio establece que habrá una suerte de estandarización al nombrar un taxón. De esta manera, cuando no se encuentre disponible tal nombre o no pueda utilizárselo, esto queda registrado y podrá elegirse uno nuevo si fuese necesario.
Árboles
La nomenclatura, en zoología, permite una clasificación exhaustiva, detallada y rigurosa de cómo se nombran los elementos de la naturaleza.

Otros usos.

“Nomenklatura”.

Alejado del campo de la taxonomía en la zoología, el concepto nomenklatura, utilizado en la lengua rusa, aludía al grupo social perteneciente a la más alta esfera social y administrativa en la URSS, a principios del siglo XX

Con este nombre, entonces, se aludía de cierto modo a la idea de “listado” pero para designar a todo funcionario encargado de llevar adelante tareas del tipo burocrático, de los espacios educativos, en la producción cultural, y demás áreas de la vida cotidiana. No eran, entonces, funcionarios con un rango común, sino los más altos cargos de la política los que conformaban esta exclusiva lista.

La lengua no es nomenclatura: el concepto en lingüística.

Finalmente, y dentro de otro campo, nos podemos acercar a la teoría que a principios del siglo XX se empezó a formar al respecto de los estudios sobre la lengua y el lenguaje.

Si pensamos en que nomenclatura alude a un listado, y, por ende, a una construcción organizada donde a un elemento le corresponde un tipo de número, no es difícil entender que se haya considerado, a lo largo de la historia, que las lenguas funcionaban de modo similar.

¿Por qué afirmamos esto? Porque si pensamos que gran parte de lo que es nuestra lengua se encuentra en los diccionarios, dada la extensa cantidad de voces que recoge, no sorprendería que se haya visto a los idiomas de esta manera.

Pues bien, no es sino a principios del siglo anterior que un filósofo y lingüista suizo, Ferdinand de Saussure (1857-1913), comenzó a trabajar sobre estas cuestiones. Uno de sus conceptos más interesantes, el de signo lingüístico (compuesto por el significante, o la idea, por ejemplo, la idea de “silla” y el significado, o la manifestación escrita o sonora de ese significante), es el puntapié para pensar por qué una lengua no es una nomenclatura.

Saussure y nomenclatura
Con Saussure, se logró comprender cómo funcionan las lenguas, y que estas no son meros listados que pueden pasarse de una lengua a otra.

Él afirma que, si bien en este signo lingüístico ambas partes se “unen”, y tal unión es difícil de romper, las lenguas no son listados de cosas. Quizás tal idea provenga del hecho de pensar en, por ejemplo, las traducciones: cat es, en español, “gato”; pero tal equivalencia no es un aspecto que pueda traducirse al resto de la lengua. A esta la compone la gramática, la ortografía, pero también el aspecto contextual y pragmático, por ejemplo, o el aspecto cultural: la palabra en sí no tiene otro valor sino el que adquiere cuando se “activa”, cuando se utiliza, por sus hablantes. Aun cuando pueden establecerse algunas equivalencias entre muchos de sus términos, en la mayoría probablemente, siempre hay algo que escapará a esa equivalencia directa.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (31 de marzo de 2022). Definición de nomenclatura. Usos, ejemplos y áreas de saber. Definicion.com. https://definicion.com/nomenclatura/