A través de la expresión signo lingüístico se identifica, en español, a una unidad mínima con sentido comunicativo. Es un concepto propio del ámbito de la lingüística, y su análisis logró dar lugar a un nuevo abordaje de esta disciplina.

El concepto se compone de dos palabras:

  • Signo: del latín signum, utilizada para indicar aquello que, por convención o por naturaleza, representa a otro elemento.
  • Lingüístico: del francés linguistique, hace referencia a aquello vinculado con el lenguaje.

Historia y antecedentes.

La construcción de la idea de signo lingüístico tuvo lugar hacia principios del siglo XX. Supuso una revolución ya que, por primera vez en muchos años, la lingüística lograba organizar sus propuestas, conceptos y teorías de un modo científico, tal y como el espíritu de la época lo hacía en otros campos de estudio.

Lenguaje
La noción de “signo lingüístico” permitió grandes avances en la disciplina de la lingüística, encargada de analizar el lenguaje.

Quien logra darle forma a este concepto es Ferdinand de Saussure (1857-1913), un filósofo, semiólogo y lingüista suizo considerado, hasta la fecha, el padre de la lingüística estructural moderna. Provenía de una importante familia de académicos y, desde joven, estudió múltiples lenguas (desde latín y griego hasta sánscrito, incluyendo además inglés, alemán y otras).

Tras doctorarse como lingüista en 1881, dio clases en una de las casas de estudio más prestigiosas de Francia (la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales) durante un largo periodo.

En aquel entonces, la disciplina estaba atravesada por la perspectiva de los denominados neogramáticos. El trabajo de este grupo de jóvenes lingüistas tuvo una fuerte base de estudios comparados, pues a fines del siglo XVIII se determinó la similitud (y, por ende, una procedencia en común) de algunos vocablos del griego, el latín y el sánscrito.

Esto abrió el camino al análisis, por comparación, de las lenguas europeas para verificar si existía una lengua original (que fue denominada, en la teoría, indoeuropeo).

Sin embargo, los neogramáticos trabajaron para hallar las leyes que regían la fonética para poder así sintetizar los patrones de constitución de palabras. La idea de ley provenía de la influencia de ciencias naturales, que observaban a sus fenómenos desde esta perspectiva. Para comprender esto, consideremos un ejemplo: las investigaciones de Charles Darwin sobre la evolución de las especies.

Su modelo de nacimiento, supervivencia y desaparición de especies débiles no tardó en ser replicado en la lingüística. Esto llevó a que se concibiera a las lenguas como entes naturales sin que se contemplara el hecho de que las lenguas no nacen o sobreviven, sino que son habladas (o no) por una comunidad de personas.

Charles Darwin
La influencia de la metodología de las ciencias natrales, como la propuesta de Darwin, influyó en la lingüística de fines del XIX.

Además de ello, De Saussure notó cómo en aquel momento la disciplina, si bien había realizado grandes avances respecto de los estudios comparados y la gramática, no delimitaba con precisión el alcance de conceptos como palabra o sonido, y se los usaba casi como sinónimos.

Por tal motivo, dedicó los siguientes años de sus estudios a construir la base de la disciplina desde una perspectiva científica. Apuntó a describir qué objetos de estudios podrían abordarse (y cuál abordaría él), delimitó una metodología y logró sistematizar estas investigaciones en seminarios que impartió para un número reducido de alumnos.

El valor de estos seminarios fue tal que, tras el fallecimiento del lingüista en 1913, sus aprendices recopilaron sus apuntes y lograron darle forma al Curso de Lingüística General (1916), considerada la base de la lingüística moderna.

Características del signo lingüístico.

Una de las primeras precisiones que el autor realiza es qué estudia la lingüística: el lenguaje. A este, sin embargo, lo denominó heteróclito (es decir, heterogéneo, irregular) y multiforme, y que podía ser abordado desde diferentes perspectivas:

  • La física
  • La fisiológica
  • La psíquica

Por esta razón opta por trabajar sobre la lengua, a la que considera una unidad sistematizable, con estructura, pasible de ser abordada desde una perspectiva científica.

Concibe a la lengua como un sistema organizado de signos, y lo compara con el ajedrez. Ambos funcionan como sistemas con reglas y piezas: en esa instancia (y solo en ella), cada una de esas piezas tiene un valor que las hace diferentes a las demás; sin embargo, todas ellas están interrelacionadas. Si se quita una del juego, el sistema se reorganiza por completo.

Ajedrez y lengua
De Saussure compara la lengua con el ajedrez, ya que ambos cuentan con reglas, piezas para utilizar y una estructura delimitada.

A estas piezas de la lengua las denominó signo lingüístico, una entidad de dos caras interrelacionadas e indisociables:

  • Una de estas caras es el significado: este es el elemento psíquico, mental, del signo lingüístico. Es aquello que se conforma en nuestra mente al oír una palabra: por ejemplo, si alguien nos dice mesa, es probable que pensemos en el elemento de cuatro patas con una tabla arriba, utilizada para apoyar cosas. Es, de cierto modo, la idea que uno se hace al pensar en un concepto.
  • La otra cara de este signo es el significante: este es el elemento material, concreto, que puede manifestarse de múltiples formas, por ejemplo oralmente (mediante sonidos) o gráficamente (mediante un dibujo o la escritura de una palabra). Es usualmente denominado la imagen acústica.

Arbitrariedad.

Uno de los aspectos más relevantes de la teoría sobre el signo lingüístico es la propuesta sobre cómo se unen ambas partes, significado y significante. De Saussure señala que tal vínculo es arbitrario, es decir, que no hay relación natural o causal de por qué a cierto concepto (significado) se le asocia cierta imagen acústica (significante). El vínculo es artificial, resultado de la convencionalidad.

Linealidad.

Con la idea de linealidad, el autor señala que, en la lengua hablada, cada sonido sucede a otro en el tiempo (y en la lengua escrita, en el espacio), y su orden es el que determina la constitución de cada signo lingüístico. Por esta razón, no es lo mismo decir m-e-s-a- que decir m-s-e-a: esta última sucesión de sonidos no tiene significado alguno en español, ya que no es el correcto.

Mutabilidad e inmutabilidad.

Otra característica del signo es que es mutable e inmutable a la vez: lejos de ser una contradicción, es un rasgo que muestra la complejidad del signo lingüístico.

Con mutabilidad se señala que, con el paso del tiempo, un signo es pasible de sufrir cambios y modificaciones. Estos pueden ser, por ejemplo, vinculados a cómo se escribe o se pronuncia la palabra, o a qué significados adquiere o pierde. Este fenómeno es rastreable en vocablos de todos los idiomas, y es intrínseco al paso del tiempo, al cambio en las sociedades y a cómo los hablantes se apropian de los términos.

Por otra parte, la inmutabilidad alude al mismo fenómeno, es decir, al uso que los hablantes le dan a los signos. Si bien pueden transformarse con el paso de los años, también se sostienen a lo largo del tiempo, y la lengua conserva palabras, términos y demás aspectos de una lengua en forma sostenida a lo largo del tiempo.

Aspecto temporal
Los signos lingüísticos se producen uno tras otro en el tiempo. No pueden ocurrir ni suceder simultáneamente.

Oposición y valor.

Finalmente, el autor señala que los signos funcionan por oposición, al interior del sistema de signos. Esto significa que cada uno de ellos cuenta con una serie de características y rasgos que, si bien pueden mostrarlo como semejante a otros, nunca son características idénticas.

Cada unidad, entonces, es definida por su diferencia con otras: no hay dos unidades que signifiquen exactamente lo mismo pues, si eso ocurriera, serían un mismo signo. La diferencia entre dos términos puede ser muy pequeña, sin embargo, eso las constituye como dos signos diferentes.

Otros abordajes.

Otra perspectiva de análisis del signo lingüístico fue formulada por Charles S. Peirce (1839-1914), lingüista y lógico estadounidense. Concibió al signo como aquello que representa algo más, en un rasgo o característica.

Para él, el signo se compone de tres partes (a diferencia del signo saussureano, que tiene dos: significante y significado).

  • Representamen: es aquello que está en lugar de un Objeto (el tercer elemento). Se percibe gracias a los sentidos.
  • Interpretante: es aquello que surge como resultado de la producción de un signo.

La diferencia entre la perspectiva saussureana y la peirceana es que el primero analiza la estructura y la constitución de los signos y deja de lado cómo se produce en relación con la realidad. Esto sí es abordado por Peirce, de ahí que introduce la noción de interpretación.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (30 de enero de 2023). Definición de signo lingüístico. Rasgos, autores e importancia. Definicion.com. https://definicion.com/signo-linguistico/