En el idioma español se emplea la noción de sujeto de modo continuo, y con usos diversos. Es uno de esos términos que todo el tiempo estamos usando pero que, si alguien nos pidiera que lo definiéramos, probablemente nos costaría cierto trabajo. Primero, para indicar el contexto en el que estamos usando el vocablo y, después, para encontrar el modo de describirlo.

En este tipo de situaciones suele resultar útil la práctica de acudir al origen etimológico de la palabra. No es extraño que todos esos sentidos se vean reunidos en una raíz o arquetipo común. En este caso, dicha raíz la hallamos en el latín suiectus, que se utiliza para hacer referencia a algo o alguien que se halla amarrado, detenido o cuyo nombre no se conoce. Los componentes léxicos del vocablo son el prefijo sub-, que significa “debajo”, el término iacere, que se entiende como «lanzar o tirar», y el sufijo -to, en función de participio pasivo.

De allí se desprenden diferentes acepciones:

  • Por un lado, la situación de un objeto o individuo que se encuentra agarrado o retenido de tal forma que se ha reducido su capacidad para movilizarse o maniobrar.
  • Por otro punto, hace referencia al ser al cual se quiere aludir sin mencionar su nombre, por desconocerlo o por la opción de reservarlo.
  • Además, hay un uso específico en el campo de la gramática, en el marco de las oraciones, que apunta a aquello acerca de lo cual algo se predica.
  • También se aplica en el ámbito del Derecho para describir al ente que es pasible de ser acreedor de derechos u obligaciones.
  • Por último, en las áreas de la psicología y la filosofía se trabaja con este concepto en cuanto sede de una individualidad en movimiento.
  • En el marco de las ciencias sociales también es conocido el concepto de sujeto histórico, que hace referencia al ente que es capaz de producir cambios sustanciales en su realidad.
Sujeto como sinónimo de individuo.
Puede utilizarse el término sujeto para aludir a alguien sin mencionar su nombre.

El sujeto en filosofía y psicología.

En el campo de la filosofía, tanto en la obra de Aristóteles como en la de Platón, podemos hallar una concepción del ser como aquello que se encuentra presente de modo continuo, permanente; lo que siempre está ahí, a diferencia de lo que varía. Y cumple también con la función de operar como soporte de aquello que cambia. Así, es posible destacar que en la filosofía griega y medieval, lo subjetivo tenía un vínculo con lo esencial en las cosas, y que no estaba asociado al significado que le asignó, luego, la filosofía moderna. Hacía referencia al sustrato de algo, al ser per se, que es más allá de lo otro.

Luego surge la línea que dio origen al empirismo, y pasa por establecer que este sujeto existe porque piensa y duda. En la medida en que está pensando, tenemos la certeza de que existe. De este simple razonamiento surge una estructura inmensa que pasará por validar solamente aquello que es experimentable, que es recibido por nuestros sentidos y se vuelve experiencia de carácter sensorial. Descartes y Hume, racionalismo y empirismo.

Si entramos a considerar al sujeto desde la psicología a partir del trabajo de uno de sus exponentes más emblemáticos como lo fue Sigmund Freud, hemos de decir que el sujeto, en el contexto de su obra, es uno que se halla dividido. Entre lo inconsciente y lo consciente, primero; entre las demandas del ello, los frenos del superyó y el yo mediando, más tarde, con la Segunda Tópica. El sujeto en la teoría psicoanalítica temprana busca establecer direcciones para su vida y para el mundo desde su yo, pero constantemente fracasa ante los embates de lo inconsciente.

A partir de las ideas que involucran el aspecto del lenguaje como elemento estructurador de lo inconsciente puede decirse que el sujeto será un efecto de este lenguaje. O, mejor dicho, se descubrirá al sujeto en cada efecto del lenguaje.

El arnés le permite estar bien sujeto.
Puede decirse que alguien está sujeto cuando se halla amarrado o bien agarrado.

El concepto del sujeto en la gramática.

En la gramática del idioma español las oraciones se estructuran de tal modo que el sujeto es aquella entidad acerca de la cual algo se predica. Es quien ejecuta las acciones que los verbos denotan. Es posible que se trate de una persona, pero también podría ser un objeto u otra entidad.

Por ejemplo, en la oración “Mi amiga cocina pastelitos deliciosos”, “mi amiga” es el sujeto de quien se indica que cocina pastelitos deliciosos (la acción que realiza es la de cocinar). Pero en la oración “El viento mece las ramas de los árboles”, si bien “el viento” no es una persona, es el sujeto de la oración, del cual se predica que mece las ramas de los árboles (siendo el hecho de mecer la acción, en este caso).

Uno de los modos más sencillos y eficaces de dar con el sujeto en una oración concreta es hacernos la pregunta: ¿qué o quién está ejecutando la acción?

Sujeto de derecho.
El concepto de sujeto de derecho hace alusión a aquel que es pasible de ser acreedor de derechos y obligaciones.

Características del sujeto gramatical.

Si hemos de realizar un acercamiento más detallado a la cuestión gramatical, veremos que existen ciertas características puntuales que permiten identificar al sujeto. Entre ellas se destacan las siguientes:

  • El orden de los factores no altera el producto: Porque en el idioma castellano el sujeto puede estar, alternativamente y sin problema alguno, antes del verbo o con posterioridad a aquel. Lo más habitual es que el sujeto se posicione antes del verbo, como en la oración “El caballo relincha fuerte”. La excepción más común se plantea en las interrogaciones o cuando se da un tono poético o enfático, como en el comentario “Está fresquita la noche”.
  • Sujeto explícito, sujeto tácito: El idioma español permite un recurso que no es tan común en otras lenguas, y es la utilización de un sujeto implícito (también llamado “tácito”) al no mencionárselo directamente. Por ejemplo, en la frase “Trató de engañarme, pero no pudo”.
  • El sujeto incluye las palabras que acompañan al sustantivo: Cuando existen términos que complementan al sujeto no se realiza una división tajante, sino que esas palabras forman parte del sujeto. Por ejemplo, en la oración “El hombre que lleva el portafolios gris mira constantemente su reloj”, el sujeto no es solamente “el hombre”, sino que el resto de las palabras que lo describen aportan información esencial a la hora de distinguirlo de otros y conforman al sujeto.
  • Vínculo con el predicado: El sujeto, al ser aquello acerca de lo cual algo se expresa, tiene una relación con la acción y, por supuesto, también con el predicado. Existe entre el sujeto y predicado una relación paradójica ya que, si bien son diferentes, tienen una inherente vinculación que nunca les permite estar del todo apartados el uno del otro. Por ejemplo, el hecho de mirar constantemente el reloj hace de un modo muy íntimo al sujeto del ejemplo anterior, si bien no lo define.
  • Correspondencia en cuanto al número: Una característica más del sujeto en una oración hace al hecho de la necesidad que hay de que concuerde con el verbo en cuanto al número. Un verbo conjugado en plural deberá estar ejecutado por un sujeto en plural. No sería válida la oración “Ellos aplaudió fervorosamente al final de la obra”: necesariamente el verbo debería pasar al plural o el sujeto al singular.

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Lehrer, L. (21 de octubre de 2022). Definición de sujeto. Su origen y su aplicación en la filosofía, la psicología y la gramática. Definicion.com. https://definicion.com/sujeto/