La palabra premisa tiene su origen en el vocablo latino praemissus, relacionado con praemittĕre, que significa enviar delante. Si bien a primera vista puede no parecer una definición transparente ni clara, tiene que ver con, en relación a aquellas partes de un razonamiento, aquel segmento con el cual es posible hacer una inferencia sobre algo para, así, poder llegar a una conclusión.

Hay una gran investigación de este término en el campo de la lógica, dentro de la filosofía, y ha sido un concepto ampliamente considerado desde la Antigua Grecia.

Para poder profundizar más en esta noción, en su vínculo con otros semejantes y en algunos ejemplos, te invitamos a que leas el siguiente artículo. ¡Empecemos!

Definición de premisa.

Como hemos mencionado en la introducción, una premisa es uno de los componentes que conformarán lo que podemos denominar como razonamiento lógico. En este último, encontraremos que su composición es a partir de un conjunto o grupo de juicios que se conectarán entre sí. ¿Cómo es tal relación? Es lógica. Para comprender un poco más cuál es la injerencia de este vocablo en la lógica, procedamos a definir a esta última brevemente.

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Una premisa es un elemento que compone un silogismo: esto se estudia desde la lógica, que es una rama de la filosofía.

La lógica es una ciencia en la cual se estudiarán cuáles son las formas, métodos, modalidades y reglas para poder discriminar razonamientos: es decir, permitirá, mediante el análisis, discernir entre un razonamiento que sea correcto de uno que no lo sea. Si bien existen diferentes tipos de lógica, la que aquí nos interesa es la que considera a la premisa como uno de sus elementos centrales, es decir, la lógica aristotélica. En función de ella es que profundizaremos en el significado de premisa.

Lógica aristotélica: uso de la premisa.

El aporte que Aristóteles realiza a la filosofía, además de ser quien funda la lógica, es proveer la modalidad de análisis y observación que, con sus cambios y adaptaciones, al día de hoy continúa empleándose en el campo de las ciencias: estamos hablando del método científico.

La ciencia será, así, la base sobre la cual todo el saber debe “acomodarse” y organizarse. En este punto es donde las argumentaciones y los enunciados relacionados con lo científico deben permitir que, de ellos, se deduzcan razonamientos. Debe haber una adecuación y un reconocimiento apropiado de los razonamientos que contribuyan a esto: aquí es donde entran las premisas.

La investigación de Aristóteles está, en principio, relacionada con el razonamiento deductivo, y esto exige partir de las cláusulas más “pequeñas” hasta la deducción general. Para ello, las premisas deben cumplir con algunos requisitos:

  • Deben ser verdaderas.
  • Deben ser causa de lo que se atribuye en la conclusión.

Las premisas que cumplen estas condiciones, además, deben tener otras características:

  • Deben tener sujeto.
  • Deben tener predicado.

Con esto en mente, podemos entender que las premisas serán la razón a partir de las cuales se derivarán conclusiones, por lo que deben constituir argumentaciones lo suficientemente sólidas para sostener este argumento final, la conclusión. Si estas premisas se consideran verdaderas, lo que se afirma en la conclusión será correcto: si no es así, el razonamiento será, entonces, incorrecto.

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Las premisas contribuyen al razonamiento lógico: gracias a ellas podremos extraer una conclusión que tenga sentido, que sea «correcta», en términos de la lógica aristotélica.

Esto, como adelantamos, es el centro de los estudios y los planteos que la lógica propone: lo correcto y lo incorrecto.

Premisa y silogismo.

Para continuar dentro del ámbito de la lógica, debemos considerar otro concepto relacionado con las premisas: el de silogismo.

Es una palabra proveniente del griego, cuyo significado hace alusión a “unir palabras”. En este sentido, es una modalidad de razonamientos lógicos que se constituye de tres componentes:

  • Dos premisas.
  • Una conclusión, que deriva de las dos primeras.

Lo que se hace con un silogismo es enlazar las dos premisas mediante la comparación. Estas premisas también tienen sus funciones y características. Veamos un clásico ejemplo: “Todos los seres humanos son mortales. Eugenio es un ser humano. Por ende, Eugenio es mortal”. Ahora bien, veamos qué partes tiene esta expresión:

Una premisa mayor.

La que funciona como punto de partida, ya que es la expresión más general. En este caso, “Todos los seres humanos son mortales”. Es, también, la que contiene el predicado de la conclusión.

Una premisa menor.

Es aquella que tiende a ser menos general (más acotada) y, en esta oportunidad, es “Eugenio es un ser humano”. Además, contiene al sujeto de la preposición.

La conclusión.

“Por ende, Eugenio es mortal”: como vemos, esta conclusión se desprende necesariamente de lo expuesto en las dos primeras premisas. No surge de ninguna otra parte que no sea la misma evidencia que las premisas exhiben.

Podemos considerar otro elemento dentro de esta construcción, y es la manera en la que el predicado y el sujeto se relacionan. ¿Qué significa esto? Que podemos tener cuatro posibilidades en función de la clase de afirmación o negación que estemos realizando (y que se verá en la conclusión):

Juicio afirmativo: hay equivalencia entre sujeto y predicado, es decir, “A es B”, como nuestra oración “Eugenio es mortal”.

Juicio negativo: se niega la relación, y se traduce como “A no es B”.

Juicio particular: lo que se describe se circunscribe solo a alguna parte de todo lo considerado, es decir, “algunos A son B”.

Juicio universal: aquí, lo descrito es aplicable a todos los elementos, por lo tanto, “todo A es B”.

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De acuerdo con el tipo de premisas, se obtendrán diferentes tipos de conclusiones.

Características específicas de las premisas.

Aquí brindaremos algunas especificidades sobre cómo funcionan las premisas en un silogismo. No se puede pasar por alto que los silogismos se conforman necesariamente con tres partes: dos premisas y una conclusión.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que cuando hay dos premisas negativas, no es posible obtener ningún tipo de conclusión. Esto significa que, ineludiblemente, una de las premisas debe ser afirmativa para que un silogismo, y su conclusión, puedan existir.

En segundo término, si tenemos dos premisas afirmativas, no podremos obtener una conclusión negativa. Esto constituye lo que se denomina falacia silogística: si el silogismo es “Todos los alumnos son hombres; todos los hombres son humanos. Por lo tanto, ningún alumno es humano”, hay un error en este tipo de conclusión, ya que las premisas son ambas afirmativas por lo que es imposible deducir una conclusión negativa.

En tercer lugar, si tenemos dos premisas particulares no podemos observar en el silogismo una conclusión que sea válida o adecuada. Es necesario que se tengan en mente los dos tipos de premisa, la mayor y la menor. Se ha indicado, previamente, que la premisa mayor debe tener siempre carácter universal: por ende, el contenido particular, específico, acotado, de la premisa menor no puede estar en ambas. Finalmente, tal y como se ha visto a lo largo de esta descripción, la conclusión no puede surgir de definiciones, juicios, argumentos o relaciones que no estén expresadas en la premisa. Si la premisa no niega o afirma alguna información, esta no puede aparecer en la conclusión.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (8 de febrero de 2022). Definición de premisa. Aplicación, características y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/premisa/