La palabra interculturalidad abre todo el campo que tiene que ver con la relación igualitaria, y el intercambio respetuoso, entre diferentes culturas. Lo que esto posibilita es, a grandes rasgos, que pueda haber una existencia pacífica y armónica entre todos los miembros de múltiples comunidades.
Abordaremos aquí algunos conceptos relacionados con la interculturalidad: cómo surge, cuáles son sus particularidades, cómo contribuir con su mantenimiento, y un concepto muy interesante que aquí analizaremos. ¡Empecemos!
Índice de temas
Orígenes de la interculturalidad.
Si echamos un vistazo a la historia de las distintas sociedades hasta la fecha, podremos notar que el intercambio entre culturas siempre ha existido. No hay pueblo que no haya tenido contacto con otros, por diferentes razones:
- Su desplazamiento a otra superficie en busca de alimentos o un mejor clima
- Sus movilizaciones a otras regiones tras la invasión del propio territorio
- Los conflictos bélicos, con la posterior convivencia de los habitantes de ambas culturas
Estos son solo algunos ejemplos de múltiples situaciones.
Interculturalidad y lengua: un poco de historia.
Si consideramos, por ejemplo, la historia de lo ocurrido en Europa occidental durante los primeros siglos de nuestra era, veremos cómo durante un momento en particular ocurrió el cruce entre dos culturas de muy diferente evolución, lengua y conocimientos.
Nos referimos a las invasiones árabes a la Península Ibérica (hoy España), ocurridas hacia el siglo VIII. Para hacernos una idea de lo que ocurría en este terreno asolado por invasiones y conquistas, consideremos que, a principios del siglo V, el entonces Imperio romano trataba de sostener la unidad del amplísimo territorio que controlaban. Tal esfuerzo, sin embargo, llegó a su fin con el ingreso de los visigodos en su jurisdicción.
Desde el sur de España, en el 711, las tropas musulmanas ingresaron al reino visigodo, donde acabaron con el ejército local. Se dio inicio así, durante un período de casi 800 años, a la conquista árabe del territorio español.
De este conflicto bélico surgió uno de los aspectos de la interculturalidad más fascinantes en aquel momento: no solo no compartían lengua, sino que sus culturas eran radicalmente distintas. Cabe destacar que el período medieval fue especialmente negativo en esta parte de Europa, ya que no hay producción cultural como ocurrió durante otras épocas. Sin embargo, los árabes venían cargados de una profunda historia cultural y de desarrollo intelectual que, hasta la fecha, ninguna cultura había experimentado.
Sus conocimientos e investigaciones abarcaban múltiples áreas:
- astronomía
- alquimia
- filosofía, entre muchas otras.
Sus aportes e intercambios con la cultura local dieron lugar a un efecto muy particular: su influencia sobre la lengua. Se estima que el caudal de palabras que hoy en día nuestro idioma tiene, y que proviene del árabe, es de alrededor de 4000.
Interculturalidad y Estado.
Si bien la idea de «convivencia pacífica» entre culturas es una muy extendida (es casi un ideal), la realidad es que tal suposición es muy poco probable de que efectivamente ocurra en la práctica. ¿A qué se debe esto? A que cada cultura, con sus creencias, sus valores, tradiciones, lengua, y cosmovisiones, lleva toda esa impronta dentro de sí. La imposición de una nueva cultura (y lengua, valores, etc) resulta, cuanto menos, imposible de ser asimilada de manera positiva.
Muchas veces se escucha que algunos países que son bilingües (como Paraguay, y su relación entre el guaraní y el español), que no tienen una única lengua oficial. ¿Esto significa que hay una convivencia armónica entre ambas lenguas y culturas? No, pero sí es importante que desde el Estado se legitime la existencia de otra cultura al interior de un territorio. Ningún país tiene una sola lengua dentro de sí: en cada nación hay otras culturas en su interior, muchas veces relegadas por provenir de pueblos no europeos. Un ejemplo es Argentina.
Si bien la lengua extendida es el español, no es la única que se habla dentro del país. Hay, por lo menos, 15 lenguas (entre aquellas de pueblos indígenas, más las de las comunidades provenientes del extranjero) que conviven en el interior de la República.
Así como es desacertado afirmar que este país, u otro, tiene una sola cultura, es también erróneo suponer que una nación tiene una lengua única. Los intercambios culturales son la base de la construcción de nuestras sociedades, y es fundamental que desde el Estado se legisle para que todas las culturas puedan respetarse, expresarse, manifestarse y levantarse con orgullo.
Un concepto interesante: el ‘melting pot’.
De la mano de lo anteriormente expuesto acerca de la coexistencia pacífica entre culturas, encontraremos un concepto que se ha usado considerablemente durante mucho tiempo. Contiene dentro de sí algunas suposiciones que aquí trataremos de poner en crisis.
Este concepto es el de melting pot, o lo que se ha denominado «crisol de razas». Veamos de qué se trata.
A principios del siglo XX se utilizó el término en inglés para hacer alusión a la situación cultural de Estados Unidos. Allí, la noción de melting pot permitió contribuir con la idea de que las diferentes culturas, sociedades y lenguas que fueron llegando a dicho suelo lograron coexistir en armonía y paz. Así, se supone que hay una nueva cultura cohesionada, que ha surgido a partir de la suma de sus partes.
Esto no es más que una idea errada acerca de procesos de homogeneización: se gesta la idea de que en el territorio convive un «mosaico de culturas», donde cada una es valorada, respetada, y que tiene igual validez que otras. Hay numerosos eventos recientes que nos dan a pensar que probablemente esto, que en la teoría parece aplicable, en la práctica no ha ocurrido. Conocidos son los casos de racismo contra migrantes, o la violencia policial ejercida contra integrantes de la comunidad afroamericana. Más actualmente, en los últimos dos años, los ataques ejercidos por algunos ciudadanos hacia personas de origen asiático (por considerarlos «responsables» por la pandemia del COVID-19) han sido noticia.
¿Qué nos dicen estos ejemplos? Que el crisol de razas, como ideal, supone a grandes rasgos un borramiento de las identidades y culturas de cada grupo social en pos de una unificación. Esto se presenta, entonces, como si tal unidad cultural fuese, más que posible, algo positivo.
Algo similar ocurrió en Argentina durante el siglo XX, cuando la llegada de inmigrantes al país modificó la demografía local y la configuración cultural. La idea de que provenimos «de los barcos» no solo presupone que todos poseemos origen europeo. A la vez, borra a las poblaciones que vivían en la zona desde hace siglos y que hoy configuran una parte fundamental de la comunidad y de la identidad local. Además, deja también de lado residentes migrantes de países limítrofes como Bolivia, Perú o Chile que, a mediados del siglo XX, alcanzaron casi un 40 % de la migración local, y que, sin embargo, no es algo que se destaque al hablar de inmigrantes en la superficie nacional.
Es, probablemente, del intercambio con otros que son diferentes donde se produce el enriquecimiento entre personas y culturas. Es desde el respeto por las diversidades donde encontraremos que podemos expandir nuestro panorama y contribuir con una armonía un poco más posible entre ciudadanos.
Citar este artículo
Fernández, A. M. (25 de marzo de 2022). Definición de interculturalidad. Historia, características y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/interculturalidad/