La palabra foráneo se emplea, en español, para designar a aquello que se identifica con algo extraño en tanto en cuanto no es propio del lugar. Designa, de este modo, a aquello que no pertenece a ese lugar, por lo que un sinónimo usual de este término es extranjero.

Este vocablo proviene del latín foraneus y se empleaba con el mismo sentido: señalar algo que no pertenece a un lugar.

Su vínculo con “lo extranjero”: historia.

Cuando se considera lo foráneo desde una perspectiva de la pertenencia o no a un sitio, la forma más conocida en que así se denomina a alguien es a través de su vínculo con un área geográfica. Más específicamente, se habla de que un ser es foráneo cuando no pertenece a un cierto territorio.

Las consideraciones respecto de lo foráneo, lo local, y los sentidos que se construyen en torno a esta no pertenencia a un espacio son una construcción muy antigua, tanto como la historia de nuestra sociedad.

Históricamente, las posibilidades que una persona foránea tenía en un territorio se veían reducidas en múltiples situaciones. Esto tiene que ver con que había ciertas limitaciones desde lo jurídico, lo político y además se veía afectado lo social.

En la Antigua Roma, por ejemplo, estas maneras distintas de vida estaban determinadas a partir de dos términos: lo extranjero o foráneo por un lado, y aquel considerado ciudadano.

Antigua Roma
La Antigua Roma dividía los derechos y beneficios entre quienes nacieron en la capital y quienes no.

Esta clasificación, sin embargo, contaba con algunas subdivisiones internas:

  • Los señalados como ciudadanos se organizaban en tres categorías:
    • los romanos con ciudadanía romana
    • los latinos con ciudadanía latina
    • huéspedes u hospitalitas (soldados que habitaban las tierras)
  • Aquellos que no pertenecían a esa tierra, en tanto, tenían la siguiente denominación:
    • bárbaros
    • peregrinos

La ciudadanía en la Antigua Roma implicaba ciertos derechos y privilegios que los demás habitantes del territorio no tenían. Cabe destacar que la ciudadanía no se entregaba, únicamente, a quienes hubiesen nacido en esa superficie, ni tampoco haber sido a luz en ella suponía un inmediato acceso a dicho reconocimiento. ¿Qué significa esto? Que esta condición no estaba determinada por haber llegado al mundo en ese suelo, sino que era una adquisición jurídica y legal que la persona obtenía.

Los habitantes foráneos podían ser peregrini (peregrinos, en español). Los peregrini constituían la mayor parte de la sociedad romana hacia los primeros dos siglos después de Cristo. Cabe destacar que eran personas consideradas libres al interior del Imperio romano (ya que pertenecían a alguna provincia de este) pero no ciudadanos de Roma.

Lo foráneo en estos sujetos está delimitado por su no pertenencia a la ciudad de Roma, motivo por el cual no podían casarse con un ciudadano romano y, en caso de que tuviesen descendencia con uno de ellos, ese heredero tampoco era considerado un ciudadano.

Por otra parte, estaba el grupo de los llamados bárbaros. La carga social y la jurídica era, en ese caso, negativa: con este nombre se designó, inicialmente, a todo aquel que fuera originario de las fronteras externas al Imperio romano.

El origen de este término es, sin embargo, griego. Ellos emplearon esta denominación porque, dado que sus lenguas no les resultaban claras ni entendibles, lo poco que podían comprender eran algunas secuencias de sonidos como bar-bar.

Otra característica de los bárbaros es que no conformaban una única tribu o un único pueblo. Todo aquel sujeto foráneo que amenazara la estabilidad de las fronteras del Imperio era considerado de esta manera.

Consideraciones sobre la figura del foráneo.

Cuando se tiene en cuenta la división entre quienes pertenecen a una comunidad y aquellos que no, muchas veces esta distinción genera ideas sobre lo negativo de la figura de aquel que no pertenece.

Rechazo
El rechazo hacia lo foráneo recibe el nombre de xenofobia.

Tal discriminación negativa recibe el nombre de xenofobia: xénos alude a extranjero y phobos a miedo. Puede traducirse, entonces, como miedo o rechazo hacia lo extranjero. Esta descripción no es una que se haya empleado únicamente en la antigüedad, sino que todas las culturas han llevado adelante esta práctica, en mayor o menor medida.

La xenofobia, en tanto en cuanto rechazo a lo foráneo, muchas veces está vinculada con su contraparte: un fuerte nacionalismo. A través de este se discrimina y excluye a todo aquel que no pertenezca a la misma comunidad. Esta discriminación puede venir tanto por una procedencia diferente en un sentido geográfico, pero también está atada a un rechazo étnico.

En múltiples circunstancias, el foráneo es visto como una amenaza a la cultura, las tradiciones y costumbres de quien lo rechaza. En otras situaciones, esto tiene incluso un fuerte componente de temor por la propia identidad frente a la convivencia con aquellos cuyo origen es desvalorizado por la cultura que lo rechaza.

En el deporte.

Un ámbito donde la presencia de sujetos foráneos es constante es en el universo del deporte. En algunas disciplinas como el fútbol, el plantel suele tener un determinado número de jugadores que provienen de otra nación y que pertenecen al club por diferentes razones.

Una de ellas es que son contratados por una institución del extranjero. El deportista, en ese caso, debe trasladarse al país donde comenzará a jugar y deberá adaptarse a una nueva cultura y nuevas costumbres.

Es probable que, en ese contexto, deba aprender una nueva lengua para poder comunicarse con su equipo y vivir su día a día en el país.

Deportes
Muchos jugadores de fútbol, por razones laborales, deben insertarse en una nueva cultura y nación.

Los jugadores foráneos muchas veces se trasladan a esa nueva tierra junto con su familia para permanecer juntos y no perder el contacto ni el vínculo. Si tienen niños en edad de ser escolarizados, ellos también deben aprender el nuevo idioma para lograr adaptarse a sus compañeros y docentes.

El desarraigo es una situación a la que también, como cualquier sujeto que habita un territorio diferente a su patria, deben enfrentarse. El impacto que la distancia puede generarles puede convertirse en un obstáculo al momento de tener un buen rendimiento o de cumplir los tiempos que señalan sus contratos.

En geografía.

En España existe una denominación, parte foránea, para el sector mallorquín que no pertenece a la capital de la isla, Palma de Mallorca. Las islas Baleares, nombre que reciben las tres islas ubicadas al este de la península ibérica, se compone por dos grandes islas (Mallorca, Menorca, Cabrera y algunas islas más pequeñas alrededor). También son parte de las Baleares las islas Pitiusas: Ibiza y Formentera (y algunas islas cercanas de menor tamaño).

Mallorca es el territorio insular más grande del suelo español y cuenta con casi un millón de habitantes; de ese número, poco más de cuatrocientos mil viven en la capital. El resto de los pobladores residen en las demás comarcas de la isla (Sierra de Tramontana, Raiguer, Llano de Mallorca, Migjorn y Levante).

La división que da origen a esta calificación de parte foránea tiene que ver con la diferencia en costumbres y representaciones sociales históricas que conforman el lugar. La capital, como sucede en otras naciones, suele contar con características como lo urbano, la modernización y el progreso. Su contraparte, las ciudades por fuera de la capital, fueron consideradas históricamente como sitios más bien rurales.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (28 de noviembre de 2022). Definición de foráneo. Tipos, rasgos y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/foraneo/