El término autenticidad en realidad proviene del vocablo auténtico, cuyo significado es «ser original». Es una expresión que se utiliza para describir una cualidad que hace alusión a algo que responde a sí mismo. Esto está dado por la presencia del sufijo –dad, que refiere a cualidad.
Asimismo, la palabra que aquí estamos analizando encuentra su origen etimológico en el latín authenticus, que deriva del griego authentikós y hace alusión a aquello considerado primordial y que está relacionado con el poder de tipo absoluto.
Hablar de autenticidad es hacer foco en algo verdadero, real, verídico y, sobre todo, original. Es decir que en aquello que se considera auténtico pesa una gran valoración en serio. Representa lo genuino de una cosa, un detalle o de un sujeto. Podríamos señalar, incluso, que lo auténtico es como plantear «lo que es exacto», o sea, no hay cambios permanentes sino que es estable.
Por tanto, lo contrario de autenticidad tiene que ver con la copia y lo ficticio. Es decir, con aquello que, por diversas razones, resulta una imitación de algo que es real y legítimo.
Entonces, decir que un elemento o alguien es auténtico es reconocer que se manifiesta con naturalidad y que, específicamente, es en sí mismo, en toda su verdad y transparencia. Es fundamental destacar que autenticidad es la cualidad de ser auténtico.
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Autenticidad como valor personal.
La autenticidad como valor personal hace referencia a la nobleza de una persona de ser tal cual es, sin tapujos ni falsos engaños. Básicamente, es una manifestación constante de quien realmente es, con sus defectos y virtudes. Según los filósofos, esta cualidad de ser auténtico es lo que realmente hace libre a las personas, puesto que las rescata de las presiones sociales, religiosas, políticas y científicas de ser de acuerdo con lo establecido.
Quien vive su autenticidad lo ha logrado luego de atravesar diferentes obstáculos y negaciones. Con esto nos referimos a que, muchas veces, ser auténtico implica un «darse cuenta» de ciertas limitaciones, carencias, defectos y demás rasgos que constantemente autolimitan al individuo. Una vez detectado estos factores, el sujeto logra reconocer su propia esencia y actuar en función a ella. En otras palabras, se vuelve un ser auténtico.
La autenticidad como valor personal habla de ciertas características principales:
- Descubrir la verdad
- Vivir en libertad
- Medir las propias cualidades con mayor objetividad
- Sentir una profunda conexión interior con lo que realmente se «es»
- Decir en palabras amables, aquello que se siente y se percibe
- Actuar con honestidad y sinceridad para con uno mismo, una misma y las demás personas
Sin embargo, uno de los aspectos más sobresalientes de la autenticidad es el «darse cuenta», como bien ya señalamos. Esto resulta esencial, porque implica un camino interior de reconocimiento de las trabas, de los obstáculos, de los propios miedos y errores. Único camino para, realmente, descubrir las bondades a partir de las cuales están hechas las construcciones de cada individuo y, por supuesto, conocer al ser en profundidad.
Entonces, mientras más atención se presta tanto a lo que acontece en el interior como en las manifestaciones externas, más posibilidades tendrá cada sujeto de conocerse y reconocerse. A partir de allí, la autenticidad será el tomar responsabilidad sobre lo que descubrió en el proceso, y «ser» con eso. En caso de que no sea de su agrado, pues, tendrá que hacer un trabajo de desarrollo personal para modificarlo.
Autenticidad profesional.
La autenticidad profesional tiene que ver con la responsabilidad con la que cada quien toma su tarea laboral. Asimismo, una persona es auténtica en lo que hace cuando, indudablemente, conecta su «ser» con su «hacer», dando como resultado un entusiasmo único y admirable.
Uno de los signos que nos indica que un sujeto está siendo auténtico en su profesión no es la cantidad de tiempo que le entrega a la labor, sino a lo que despierta en los demás. Si contagia entusiasmo, curiosidad, energía, optimismo, satisfacción, liderazgo, compañía, etc, entonces, estamos hablando de una persona que trabaja con responsabilidad y pasión.
Si bien, todos aspiran a tener trabajos importantes y a ocupar roles de valor, no cabe duda de que ser auténtico a nivel profesional marcará la diferencia si actuamos con amor, respeto, honestidad y con emocionalidad.
Autenticidad de los productos.
Cuando hablamos de la autenticidad de los productos nos referimos al grado de veracidad y calidad de los mismos. Es decir, tiene que ver con que sean productos reales, originales, y no falsificaciones de los mismos.
Esto suele ocurrir, por ejemplo, en el comercio, ámbito donde encontramos las dos caras de un mismo producto.
- El producto auténtico: posee marca oficial. Es decir, todos aquellos elementos que representan a una marca determinada y que cuentan con todos los rasgos que lo hacen auténticos, o sea, originales de fábrica. Generalmente, se trata de mercadería de gran calidad, genuina y, en muchos casos, cara. Estos productos suelen responder a toda una industria amplia, por lo cual, sus precios suelen ser elevados.
- El producto falso: es una imitación de los productos auténticos. Es mercadería que representa una copia de la original. En este caso, y para poder permanecer en el mercado, las segundas marcas (o marcas de imitación), realizan pequeñas variaciones en el producto original para que el resultado no sea exactamente el mismo. Estos productos son mucho más económicos que los anteriores y su calidad es regular.
Arte auténtico.
El arte auténtico abarca a las obras de arte y las antigüedades que representan lo más fielmente distintos periodos. Asimismo, refiere a las obras originales de otras épocas que se conservaron en museos o centros de estudios científicos.
Este tipo de autenticidad es muy valiosa, puesto que refleja el pasado de un país o de un tiempo en particular. El cuidado de la originalidad de las obras tiene que ver con mantener viva una parte de la historia y, por supuesto, su cualidad perenne.
Autenticidad y falsedad.
La autenticidad tiene su contracara: la falsedad. Como bien mencionamos anteriormente, la falsedad es todo aquello que imita lo que es real. O, en casos extremos, refiere a mentiras y a una cierta hipocresía. Entonces, cuando hablamos de falsedad hacemos alusión a un acto de desprestigio, de abuso y de falacia.
Falsificar algo es intentar lograr una cierta imitación pero que, en algún aspecto, salga a la luz su carente aproximación con lo real. Esto puede ocurrir tanto con un objeto como con una persona. Básicamente, la falsedad es un hacer sin verdad. En otras palabras, hace trampa o se presenta algo o alguien a partir de lo que (en esencia) no es en realidad.
Mientras que las personas auténticas se muestran por sí mismas. La autenticidad, también, es un tipo de energía que no puede imitarse ni mucho menos falsificarse. Sencillamente, porque se actúa desde el «ser» más profundo y no desde el ego o desde lo superficial (como bien podría considerarse a la falsedad).
Actuar con falsedad o hacer algo con esta impronta implica mucha energía para sostener un personaje y darle forma. Por su parte, el auténtico, simplemente «es» y actúa como tal en diferentes momentos y aspectos de la vida.
Citar este artículo
Navicelli, V. (18 de agosto de 2022). Definición de autenticidad. Como valor personal, profesional, en productos, autenticidad y falsedad. Definicion.com. https://definicion.com/autenticidad/