Se conoce con el nombre de francmasonería, o bien de masonería, a una institución multifacética y muy difícil de catalogar, con aristas que van por el sendero de lo esotérico, con ritos de iniciación y jerarquías escalonadas, pero también con impulsos filantrópicos, filosóficos y de fraternidad. Manifiesta entre sus pilares una búsqueda de la verdad y de los principios filosóficos que operan detrás de las conductas humanas, así como el desarrollo cultural, moral y social de la gente.

En cuanto a los medios de los que se vale para transmitir el conocimiento, hay un empleo constante de alegorías y de textos simbólicos, en los que la verdad auténtica nunca parece ser aquella que está frente a los ojos del lector. Hay un cuidado extremo en este carácter de lo secreto. En sus orígenes, además, la institución surgió del Arte Real de la Construcción, o sea, de la aplicación de los principios de la albañilería y la construcción en el ámbito específico de las catedrales medievales.

Se especula que el momento de su aparición en el escenario mundial fue a fines del siglo XVII en Europa. Sin embargo, hay fuentes que señalan momentos y sitios diversos, ya que todo lo que envuelve a la masonería suele estar velado por un aura de misterio y un carácter indescifrable. La historia de la masonería presenta serias disidencias. No solo en cuestión al surgimiento, sino en cuanto a la fuente de los materiales a estudiar, a la índole esotérica, filosófica o religiosa de la institución; a los grados (oficiales y extraoficiales); a la naturaleza de los ritos que en ella se perpetran o, incluso, al rol y lugar de la mujer en logias de hombres. A partir de estas líneas se ha dado una separación de la masonería en diferentes ramas o vertientes.

Al indagar en el origen etimológico, nos encontramos con que la palabra masón es procedente del término francés maçon, que se emplea para hacer alusión a un sujeto hábil para hacer algo, o también a un albañil. A su vez, este vocablo proviene del germano makon, que significa hacer. La raíz indoeuropea mag– imbuye al concepto de esta línea en torno a amasar o amoldar. Se dice, por tanto, que franc-maçon significaría albañil libre, aunque la noción de albañil adquiere una connotación amplia más asociable a “constructor”. En torno a esta conjunción lingüística giran, también, la expresión inglesa free-mason y la versión alemana Frei-Maurer.  

La leyenda del Templo.

El origen mítico de la masonería se remonta a un personaje llamado Hiram Abif, quien se dice que fue el arquitecto del Templo de Salomón, en la antigua Jerusalén. Se cuenta que el rey Salomón contrató al constructor Hiram Abif por su destreza artística. Cuando la reina de Saba vio el templo y preguntó por el arquitecto, se le dijo que había sido Hiram. Y cuando lo conoce, experimenta una viva emoción. Entonces el rey Salomón, celoso, se confabula con tres aprendices que no habían tenido la capacidad de llegar a ser maestros, para devastar la obra maestra de Hiram, el Mar de Bronce. El plan que llevaron adelante pasó por arruinar la fundición del bronce agregándole agua. Y se dice que cuando el arquitecto Hiram percibió lo que sucedía, quiso entrar a las brasas. Luego, en la parábola que se emplea en el ritual, Hiram Abif es asesinado por los tres compañeros al rehusarse a revelar información secreta. Se cuenta que el cuerpo de Hiram fue ocultado.

Algunas de las ramas masónicas proponen que el verdadero origen es incluso anterior, llegando a asignar el rol fundacional a figuras tales como Tubal Caín, Noé, Moisés y Adán mismo. De hecho, llega a afirmarse que las citas bíblicas en las que se hace referencia a “Los arquitectos”, son en realidad indicadores velados de este del grupo de fundadores de la sociedad.

Otras variantes pasan por la atribución del origen de la masonería a  los antiguos constructores de las pirámides del antiguo Egipto, mientras que otras ramas sugieren a los Collegia Fabrorum de Roma, y algunas a los Templarios o a los Rosacruces.

Escuadra y compás, símbolos masónicos.
La escuadra (símbolo de la virtud) y el compás (símbolo de los límites) son los emblemas masónicos por excelencia.

El Gran Arquitecto del Universo.

Suele hacerse referencia al concepto de Gran Arquitecto del Universo mediante el acrónimo GADU. Se trata del símbolo fundamental en la masonería, si bien la interpretación y los sentidos que se le dan difieren en las diversas corrientes.

Por ejemplo, para la línea anglosajona, el Gran Arquitecto del Universo es una representación del Ser Supremo, y resulta imprescindible no solamente la creencia en él, sino que se lo invoca en las prácticas y ritos. Por otra parte, la corriente continental sostiene que la idea de obligar a la creencia en un Ser Supremo supondría menoscabar la libertad de conciencia de los integrantes de la sociedad: por eso no es preceptiva la creencia en el Gran Arquitecto del Universo ni tampoco lo es su invocación en los ritos.

Lo cierto es que varios masones le dan al símbolo GADU un lugar similar al de Dios creador, y no solo eso: un Dios que tiene la potestad de determinar a voluntad los destinos de la existencia. Otros lo ven como el Alma Suprema, aquella que se encuentra en el origen del Universo, y cuya naturaleza se esconde detrás de su obra. Y hay masones que, simplemente, dejando de lado el enfoque trascendente, ven en el GADU un símbolo del ideal masónico alcanzado.

Caballero Templario.
Hay quienes asocian el origen de la masonería con la Orden de los Caballeros Templarios.

Secreto.

Hay una distinción entre las sociedades secretas y otras que no lo son, pero tampoco revelan todo su saber a todos los miembros. Este último tipo de sociedades reciben el nombre de discretas. La masonería es una de ellas, y sigue este principio de revelar algunos secretos a sus miembros de un modo progresivo, a medida que van avanzando de grado.

Entre estos secretos se encuentran, en primer lugar, el contenido de los ritos y de las iniciaciones; pero también aquellos relativos a los signos de reconocimiento, a los saludos, a las contraseñas o palabras de paso, y las respuestas a las preguntas predefinidas para poder ingresar a ciertas reuniones.

Todo esto forma parte del acervo esotérico, que es celosamente guardado y solo se transmite en el marco de la institución y a aquellos que han alcanzado el grado necesario para acceder a él. Existe, asimismo, un secreto de índole personal, que pasa por las experiencias y el conocimiento que cada miembro de la orden recibe por ser parte, por las reuniones, las relaciones y las discusiones. Si bien se trata de una vivencia personal, existe una prohibición de transmitirla. En parte, esto es lo que se negó a contar Hiram Abif.

Escuela y Templo Masónico.
Escuela y Templo Masónico en el pueblo fantasma Bannack (Montana, Estados Unidos).

Grados.

Si bien hay múltiples teorías en cuanto a grados secretos que solo ciertas personas saben que existen y pueden alcanzar, los tres grados de público conocimiento en la masonería son:

  • Aprendiz: se trata del primer grado, el de la primera iniciación, que hace que una persona común y corriente sea investida con el nombre de masón. Se dice que el aprendiz ha de emprender un enfrentamiento consigo mismo, superando sus pasiones.
  • Compañero: se trata de un grado de carácter intermedio, en el que el masón debe profundizar su aprendizaje en un ángulo de ida y vuelta: cómo percibe el mundo exterior, y cómo el mundo exterior lo percibe a él.
  • Maestro: se trata del tercer grado, y una vez alcanzado ya es una condición habilitante para que el masón partícipe en la mayoría de los aspectos de la sociedad. En cuanto a la faceta del entrenamiento, este grado pone al masón de cara a la inevitabilidad de la muerte, a la inmortalidad del alma y a la vida eterna.

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Lehrer, L. (4 de abril de 2022). Definición de masonería. Su origen e historia, los distintos grados dentro de la misma. Definicion.com. https://definicion.com/masoneria/