Se usa la palabra decisión para aludir a un movimiento de la voluntad que incluye un componente cognitivo en una dirección determinada, con miras a disponer acerca del destino de una situación.

Se puede decidir tanto para dar comienzo a algo como para navegar una circunstancia durante su transcurso, o bien para resolver y dar por concluida una cuestión. Así, alguien puede decidir iniciar una partida de ajedrez, adoptar diversas decisiones durante el desarrollo del juego y elegir no seguir jugando, dando ese encuentro por terminado.

El proceso decisorio es atravesado por cada sujeto muchas veces en un día, por situaciones pequeñas o por bifurcaciones cruciales del destino. Organizaciones, equipos, empresas o países también atraviesan procesos de decisión que, por lo general, son tomadas por ciertas personas y afectan a muchas más.

La decisión es, en definitiva, un objeto mental. Antes de la acción, si es que la trae aparejada, en todos los casos hay una postura, una opinión, una línea que ese discurrir seguirá. Es el movimiento interno de la voluntad antes del movimiento externo en el plano de los hechos. Y, en tanto objeto mental, es siempre subjetivo.

Hay quienes afirman que sólo puede hablarse de decisión en la medida que haya sido obtenida a partir de una elección consciente que presupone un conocimiento de las opciones, pero dado el terreno de la subjetividad en el que estas realidades se desarrollan, es muy difícil hallar un criterio adecuado para esa suficiencia (del grado de conciencia o del conocimiento de las alternativas) que supuestamente se requeriría para que la decisión se configure.

De hecho, muchas veces las decisiones se toman basándose en motivos o principios falsos o sesgados. En el fenómeno de la manipulación sucede precisamente esto: se desarrollan conductas que tienden a influenciar una decisión ajena, ya sea de modo deliberado o inconsciente. En algunos casos, esas situaciones darán lugar a una declaración e invalidación o a reparaciones, como en el caso de un matrimonio constituido sobre bases falsas o una sociedad comercial en la que se revelan movimientos fraudulentos. Pero lo cierto es que en estos contextos no se pretende que la decisión nunca tuvo lugar, sino que podría ser revisada a partir de la nueva información disponible.

La decisión es un objeto mental.
La decisión es de carácter mental y subjetivo, implica una postura, una opinión, una línea a seguir.

Origen del término.

Al acceder al estudio de la etimología de la palabra, hemos de remontarnos al verbo latino decidere, que significa “separar algo cortando”. Se compone del prefijo de-, usado para indicar separación, y del término caedere, que hace referencia a cortar, talar o romper. El verbo caedere pertenece originariamente al ámbito rural, y los leñadores lo empleaban tanto para referirse a la tala de árboles como a la acción de cortar las ramas molestas de los mismos. De este modo se recupera esta acción selectiva, en la que se elige qué árboles o ramas cortar y cuáles conservar.

El ajedrez requiere de reflexión y decisión.
Podemos decidir comenzar una partida de ajedrez, tomar diversas decisiones durante el juego y luego decidir que ya no queremos seguir jugando.

Contexto y concatenación.

Hay dos propiedades de las decisiones que han de ser destacadas:

  • Contexto: La primera es el contexto, y hace a la faz externa o compartida del proceso decisorio. Se apoya en el hecho de se vive en constante interacción con otras personas y realidades, y, por lo general, las decisiones no se toman en abstracto, en un tubo de ensayo aislado de lo que nos circunda, sino que todo nos afecta y, a la vez, con nuestras decisiones afectamos a todo.
  • Concatenación: La segunda propiedad es la concatenación, que hace a la faz interna o individual. Se refiere a la tendencia que se marca con cada decisión que tomamos, de modo que una decisión “a” nos pone en un cierto camino, en el que se vuelve más probable que se tome otra decisión “a1” y no “b”.

Un ejemplo de contexto podría pasar por el de un o una deportista que recibe una oferta para ir a jugar a un equipo determinado con un muy buen sueldo pero, si aceptara, debería mudarse de país y asumir los cambios que esto acarrearía en sus relaciones y rutinas. Si esta persona decidiera irse, la gente de su entorno que la aprecian podrían tomar la decisión de viajar a visitarla, o hacerse simpatizantes del nuevo club.

Un ejemplo de concatenación, en tanto, podría ser el de alguien que dice una mentira que puede resultarle útil en un momento específico para salir del paso, pero luego suele darse que debe recordar lo que ha dicho y adaptar la historia a esa circunstancia, generando una tendencia a decir una nueva mentira, y luego otra y otra. Por supuesto que ese ser puede decidir, con su voluntad, detener la bola de nieve y asumirlo todo. Pero es más probable que el camino sea de “a” a “a1”, de “a1” a “a2”, de “a2” a “a3” hasta que todo explote o se salve.

Proceso de toma de decisiones en el ámbito corporativo.
En el ámbito corporativo, la toma de decisiones es un proceso creativo orientado a obtener resultados.

El proceso de toma de decisiones.

En el ámbito de las organizaciones ha cobrado mucha relevancia, en tiempos recientes, la línea que afirma que la decisión no es un acto único sino un proceso. Se plantea que en las empresas, el momento de tomar una decisión es, en realidad, un proceso de carácter creativo orientado a la obtención de los resultados. Y se han desarrollado una serie de pasos que una decisión ha de incluir:

  • Análisis previo de la situación: Suele requerir un trabajo intenso y metódico previo para reunir la mayor cantidad posible de información en torno al tema sobre el que ha de tomarse una decisión. Presupone, a su vez, estructura: no se trata meramente de juntar datos, sino de hacerse con los datos relevantes y disponer de ellos de un modo organizado. Se pone el foco tanto en el entorno exterior como en el ámbito interno de la organización. Toda esta información es recabada por las personas responsables de evaluarla, ya sea por la gerencia o los especialistas contratados, quienes se ocupan de realizar los análisis comparativos entre los valores de los parámetros controlados con los que se han previsto y los planificados.
  • Definición del problema: No se puede resolver adecuadamente un problema que no se conoce. Muchas veces la acción que se ejecuta a fin de resolver una situación, pero que carece de esta instancia de definir adecuadamente la realidad, trae más desorden. Con la información que se ha reunido y estudiado, se procede a identificar el problema en profundidad. Se dice en el ámbito empresarial que la formulación adecuada de un problema implica estar ya a mitad de camino de su resolución. Y se utiliza aquí la palabra “problema” en un sentido amplio, no solo como una situación francamente disruptiva, sino que incluye aquellas oportunidades de mejorar la eficacia que ya se tiene.
  • Detectar las alternativas posibles: En este punto se trazan líneas posibles de acción, o combinaciones de acciones, previendo los resultados a los que podrían conducir. Es una etapa que se caracteriza por un acercamiento con algo de lúdico, en el que aplican técnicas como el brainstorming para dejar que surjan ideas novedosas. Luego se estudia cada una de ellas con seriedad, teniendo en cuenta el contexto y los movimientos que traerán aparejados.
  • Elección de una alternativa: Con todo el trabajo previo, y paradójicamente, esta etapa, que debería ser la más significativa, casi no tiene entidad. Se trata, simplemente, de seguir el camino que ya se ha visto.
  • Evaluación y control: Lo que sigue pasa por el monitoreo de la opción elegida y los resultados que a partir de ella se vayan devengando. Este momento es importante a fin de capitalizar el aprendizaje y aprovecharlo en decisiones futuras.

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Lehrer, L. (27 de junio de 2022). Definición de decisión. Su origen, sus propiedades y el proceso de toma de decisiones. Definicion.com. https://definicion.com/decision/