El argumento cosmológico es un razonamiento filosófico que busca probar la existencia de Dios como causa del origen del universo. Se lo llama cosmológico, ya que parte del universo (cosmos) para inferir la existencia de Dios mediante un razonamiento a posteriori que establece que el universo tiene una causa divina fundamental.
También llamado argumento causal o de la primera causa, es un razonamiento que parte del principio de causalidad para explicar la existencia de Dios como origen y causa fundamental del universo. Así, el argumento busca probar que Dios existe a partir de la idea de que «todo tiene una causa que origina su ser», pues «nada se genera de la nada»; de modo que, debe existir una causa primordial que haya dado origen al universo: esta causa es Dios.
Existen muchas versiones del argumento cosmológico, aquí ofrecemos la formulación clásica:
- El universo existe.
- Todo lo que existe tiene una causa.
- No existe otro ser dentro del universo que pueda ser causa del universo.
- Dios es el único ser trascendente al universo.
- Entonces, Dios es la causa que originó el universo.
El nombre de «argumento cosmológico» fue acuñado por el filósofo Immanuel Kant, quien distinguió tres tipos de argumentos a favor de la existencia de Dios:
- Argumento cosmológico: Intenta explicar a posteriori la existencia de Dios como causa fundamental del universo.
- Argumento teleológico: Intenta explicar a posteriori la existencia de Dios como diseñador inteligente del universo.
- Argumento ontológico: Intenta explicar a priori la existencia de Dios como ser necesario, perfecto y absoluto.
La primera versión formal del argumento cosmológico se halla en el pensamiento del filósofo griego Aristóteles, quien, en su obra «Metafísica», postuló la teoría del Primer Motor Inmóvil. Aristóteles se basó en el principio de causalidad para fundamentar que es preciso suponer una «Causa Primera» para todas las cosas, ya que, de lo contrario, se caería en una reducción al infinito que llevaría a un absurdo el propio principio de causalidad. Por esta razón, Aristóteles supuso que existe un «Primer Motor Inmóvil» (Dios) que es la causa primera de todo lo que existe, y es inmóvil, ya que Dios mueve a las demás cosas sin ser movido por otra causa.
El argumento cosmológico es un razonamiento ampliamente desarrollado en disciplinas filosóficas y teológicas como la metafísica, la teología natural y la filosofía de la religión. Comprende, junto a un conjunto diverso de otros razonamientos, una serie de pruebas de la existencia de Dios mediante el uso de la razón, la lógica y el pensamiento argumentativo. Tiene importantes implicaciones en la ciencia, la cosmología y la física, y es parte central de los debates en relación al problema del origen del universo.
A lo largo de la historia, este argumento ha sido tanto defendido como criticado por múltiples filósofos y pensadores, quienes desarrollaron sus propias versiones y refutaciones del argumento cosmológico. En la actualidad, el razonamiento continúa en vigencia, en versiones como el argumento cosmológico de Kalam, retomado por William Lane Craig, y en los debates más importantes acerca de los límites entre ciencia y religión.
Índice de temas
El argumento cosmológico en la filosofía antigua.
Modelos del universo en la filosofía presocrática.
- Demócrito: Postuló que el universo se genera por la combinación azarosa de los átomos (atomismo) y, en consecuencia, existe un número infinito de universos.
- Parménides y Zenón de Elea: Postularon que existe un sólo universo que es único, eterno e inmutable, y negaron la existencia del movimiento en el mundo.
- Anaxágoras: Estableció que el universo fue creado por el Nous (la Inteligencia Universal), que puso en movimiento las semillas primigenias que dieron origen al cosmos.
- Anaximandro: Postuló que el origen de todas las cosas se debe a un principio indefinido que llamó To Ápeiron (lo indeterminado), del cual surgió el cosmos y el movimiento en el universo.
- Empédocles: Supuso un único universo que se genera y se destruye cíclicamente a partir de la tensión de las energías opuestas del Amor y el Odio.
El argumento cosmológico en Platón y Aristóteles.
Una primera aproximación filosófica a la idea metafísica de una primera causa fue esbozada por Platón en una serie de obras como «Las Leyes», «Timeo» o «República», en las cuales comenzó a dar los primeros pasos para la explicación causal del origen del universo. En «Las Leyes», estableció que el movimiento del mundo y del universo es un «movimiento insuflado», es decir, impartido por una naturaleza trascendente al mundo. Esta idea llevó a la necesidad lógica de que debe existir un movimiento que se de origen a sí mismo y luego pueda dar movimiento a todo el universo. En el «Timeo», Platón diseña un universo creado por un Demiurgo inteligente y divino que estableció el orden de los elementos y dio origen al tiempo. En la «República», argumentó que el universo no se creó de forma azarosa, por la simple combinación de átomos, sino que existe una fuente de movimiento que se mueve por sí misma, la cual es la que dota de movimiento al universo en su totalidad.
Más tarde, sería Aristóteles quien diseñara una teoría concreta a partir del principio de causalidad para explicar el origen del universo y el movimiento en el mundo. Aristóteles elaboró la primera versión acabada del argumento cosmológico que desarrolla a partir de dos importantes obras: «Física» y «Metafísica».
En el libro VIII de la «Física», Aristóteles se pregunta por el origen del movimiento en el mundo e indaga acerca de las respuestas que otros filósofos dieron a este problema. Llegó a la conclusión de que las diversas teorías acerca del origen del movimiento llevan a una contradicción y, en respuesta, postuló su teoría de la causa y el efecto. El sistema causal de Aristóteles se basa en el principio de que «todas las cosas tienen una causa que las origina», es decir que, a todo movimiento le corresponde un «movimiento anterior» que le da su origen. Sin embargo, el sistema causal lleva a la concatenación infinita de causas, lo que implica la reducción al absurdo del principio de causalidad.
Para responder a este problema, en el libro XII de la «Metafísica», Aristóteles propone la primera versión formal del argumento cosmológico. Supone que, para evitar la reducción al infinito de las causas, debe existir, por necesidad metafísica, una Causa Primera que sea «causa de sí misma» y que, por lo tanto, no necesite de otra causa que la origine. Esta primera causa fundamental, además, debe ser de naturaleza trascendental al universo, es decir, debe estar «más allá» del mundo y sus manifestaciones, pero, al mismo tiempo, ser la causa de su origen. Por lo que Aristóteles concluye que existe una «Entidad Superior» al universo mismo, que con su simple existencia necesaria garantiza la existencia del resto de los entes en el mundo. Llamó «Primer Motor Inmóvil» (Dios) a este Principio Fundamental que es la causa trascendente de la existencia del universo.
El argumento cosmológico en la filosofía medieval.
La filosofía medieval está atravesada por el cristianismo como marco conceptual y religioso, a través del cual los filósofos medievales concibieron y explicaron el origen del universo. En este sentido, los pensadores medievales buscaron desarrollar versiones del argumento cosmológico en función al modelo religioso del dogma cristiano.
Agustín de Hipona estableció que Dios existe más allá del tiempo, y es el creador absoluto del universo. El tiempo lineal comienza en la Creación prefijado por Dios desde una eternidad «anterior» al origen del universo.
Thomas de Aquino, en su obra «Summa Theológica» desarrolló el argumento de las cinco vías (Quinque viae), según el cual existen cinco caminos racionales para conocer a Dios, entre los cuales se encuentra una versión del argumento cosmológico:
- Argumento del movimiento: Aquino retoma el concepto aristotélico del Primer Motor Inmóvil y lo convierte en el Dios creador cristiano como la causa primordial del origen del movimiento en el universo.
- Argumento de la causalidad: Se basa en el principio de causalidad para llegar a una Causa Primera de todas las cosas, esta causa eficiente fundamental es el Dios cristiano.
- Argumento de la contingencia: Se basa en la idea del universo contingente, según la cual todas las cosas que existen en el universo son contingentes, es decir, que son finitas y tanto pueden existir como no existir. Por lo que es necesario considerar la existencia de un Ser no-contingente (absoluto) que garantice la existencia del resto de los seres contingentes, incluido el universo mismo. Este Ser Absoluto y Necesario es Dios.
- Argumento de la perfección: Se basa en la idea de que en el mundo existen grados de perfección, es decir, las cosas del mundo presentan características como la belleza, la bondad o la virtud pero de manera parcial. Por lo que Aquino supone que es necesario que exista una causa que presente el grado sumo de perfección, belleza, bondad y virtud. Este Ser Perfecto en grado sumo es Dios.
- Argumento teleológico: Se basa en la teleología, según la cual todos los entes del mundo existen por un determinado fin. El universo mismo ha sido creado con un fin. De manera que, es necesario suponer una Entidad Divina que haya creado el universo y le haya dado un fin último.
El argumento cosmológico en la filosofía islámica.
Tanto la filosofía escolástica medieval como la filosofía islámica están estrechamente vinculadas por la filosofía aristotélica y el neoplatonismo. Los pensadores escolásticos e islámicos reprodujeron y perfeccionaron los argumentos del aristotelismo y la metafísica de los neoplatónicos para explicar la existencia de Dios como causa necesaria del universo.
El filósofo turco Al-Farabi fue un gran estudioso de la obra de Aristóteles, la cual combinó junto a postulados neoplatónicos y de su propia religión islámica para elaborar su versión del argumento cosmológico. Según Al-Farabi, el universo está formado por una estructura jerárquica que va desde lo Uno (entidad divina y perfecta que representa a Dios), atravesando por diferentes escalas y grados de perfección hasta alcanzar el mundo material. A partir de este modelo neoplatónico, Al-Farabi arguyó que el universo se genera por emanación de lo Uno hacia las distintas esferas de existencia.
Avicena, filósofo islámico, estudió y comentó la Metafísica de Aristóteles, a partir de la cual elaboró un argumento formal para probar la existencia de Dios basándose en el principio de necesidad y contingencia. Avicena argumentó que, para garantizar la existencia de los seres contingentes, debe existir una «entidad necesaria», es decir, un Ser Supremo que no puede no-existir, sino que existe por necesidad metafísica. A raíz de la existencia necesaria de Dios, el resto de los seres contingentes del mundo, incluido el universo, tienen una causa que hace posible a su existencia.
El filósofo judío Maimónides, en su obra «Guía de los perplejos», elaboró varias versiones del argumento cosmológico. Basándose en la obra de Aristóteles, Maimónides modificó el argumento aristotélico para explicar el origen del universo a partir de una Creación. Utilizó el argumento de la contingencia y la necesidad, y el principio de causalidad para establecer que si el universo comenzó a existir, entonces debe haber una causa anterior a él que explique su origen. Esta causa, para Maimónides, es el Dios de los judíos.
Argumento cosmológico Kalam.
El llamado argumento cosmológico Kalam recibe su nombre de una ciencia religiosa propia del Islam, que en árabe significa «discurso» o «razón». Se trata de una doctrina de la filosofía islámica que consiste en una teología racional que explica la existencia de Dios a partir de la razón y la argumentación. Se desconoce con certeza el origen del argumento, pero se lo vincula principalmente a la escuela mutakalliman y su primera versión se le atribuye un filósofo neoplatónico cristiano llamado Juan Filópono.
No obstante, la primera formulación oficial del argumento Kalam la encontramos en el siglo IX, en el filósofo árabe musulmán Al-Kindi, a quien se lo considera uno de los pioneros en introducir una versión del argumento cosmológico basada en razones exclusivamente empíricas. Luego, el argumento de Al-Kindi fue retomado y perfeccionado en el siglo XI por Al-Ghazali, en su obra «La incoherencia de los filósofos». Al-Ghazali desarrolló el argumento a partir del principio de causalidad, según el cual:
- Todo ser que comienza tiene una causa.
- El universo es un ser que tuvo un comienzo.
- Por lo tanto, el universo tiene una causa para su comienzo.
En la actualidad, el argumento Kalam fue retomado y reformulado por el filósofo y teólogo norteamericano William Lane Craig, quien dedicó una obra entera al argumento llamada «The Kalam Cosmological Argument» (1979). En esta obra, Craig fundamenta la premisa número 1: «Todo lo que comienza tiene una causa», a partir del principio de que nada puede surgir de la nada, ya que es una razón evidente y probada por la experiencia. Para la premisa número 2, Craig argumenta a favor del finitismo temporal, según el cual el tiempo en el pasado es finito, y por lo tanto: tuvo un comienzo. De esta manera, Craig refuta la posibilidad metafísica de un infinito actual, es decir, un universo eterno y sin comienzo cuya formación se da por una sucesión infinita de eventos.
Finalmente, Craig concluye que el argumento cosmológico tiene implicaciones que llevan a la conclusión lógica de la existencia de un ser divino, basado en el modelo del teísmo clásico: Un Dios que es causa incausada, eterna, intemporal, inmutable e inmaterial. Además, agrega que este Ser divino se trata de un sujeto que elije libremente crear el universo.
Versiones modernas y contemporáneas del argumento cosmológico.
La filosofía moderna estuvo atravesada por la oposición racionalismo vs empirismo y, en materia metafísica y teológica, por la oposición entre fe y razón. Ambos pares de opuestos tuvieron al argumento cosmológico como uno de los principales problemas de la época, a partir del cual, surgieron tanto versiones a favor de la existencia de Dios como causa para el universo, y en contra de la posibilidad de afirmar la existencia de un ser divino a partir del argumento cosmológico.
Versiones a favor del argumento cosmológico.
Leibniz y el principio de razón suficiente.
El filósofo alemán Gottfried Leibniz planteó el problema de la existencia de Dios a partir de una pregunta metafísica fundamental: ¿Por qué hay mundo y no más bien nada? Este interrogante plantea que, si el mundo, los seres y el universo existen, entonces debe haber una razón suficiente que explique su existencia, pues «nada proviene de la nada», razón por la cual, todas las cosas, incluso el universo, tienen una razón para su existencia. El principio de razón suficiente expresa lo siguiente:
- Para toda entidad existente, hay una razón suficiente que explica su existencia.
- Para todo evento que ocurre, hay una razón suficiente que explica por qué ocurre.
- Para cada proposición verdadera, hay una razón suficiente que explica por qué es verdadera.
De manera tal que, si el universo comenzó a existir como un suceso contingente, entonces debe haber una razón suficiente que explique racionalmente su origen y naturaleza. Esa razón suficiente, para Leibniz, es Dios como ente necesario que explica la existencia contingente del universo. Dios como entidad absoluta y necesaria contiene la razón de su existencia dentro de sí mismo. Así, Leibniz concluye que el universo tiene una razón suficiente de por qué ha sido creado y por qué es como es, ya que Dios, en su infinita bondad y sabiduría, creó al mundo no sólo a partir de una razón suficiente, sino desde «la mejor de las razones posibles». A raíz de esta argumentación, Leibniz afirma que de todos los mundos lógicamente posibles que Dios podría haber creado en su mente infinita, este universo es «el mejor de los mundos posibles».
El argumento moral-cosmológico.
El argumento moral consiste en probar la existencia de Dios a partir de su bondad. Esencialmente, el argumento de la moralidad supone que: si existen cosas buenas en el mundo, como la virtud, la belleza o la sabiduría es porque debe haber una fuente objetiva de la cual provengan tales valores morales. Esa fuente objetiva de la bondad del mundo la encontramos en Dios. Toda la bondad que hay en el mundo es causada por la Suprema Bondad de Dios.
En su obra «Teodicea», Leibniz refuerza las razones del argumento cosmológico a partir del argumento moral. A la fundamentación metafísica, agrega el fundamento de la necesidad moral de Dios, es decir, no sólo la mera necesidad metafísica de Dios es causa del universo, sino también su Suprema Bondad. Así, según Leibniz, Dios ha creado el universo por una buena razón. La elección divina de crear «El mejor de los mundos posibles», no sólo es absolutamente necesaria, sino que es, además, una elección libre y absolutamente buena. Leibniz esgrime el argumento moral para responder al problema del mal y el libre albedrío. Si existe una moralidad objetiva, esta fundamenta necesariamente la existencia de Dios como la fuente de todo lo bueno en el mundo, ya que Dios no sólo consiste en un ser existente y necesario a nivel metafísico, sino que, además, es un Ser perfecto, libre y absolutamente bueno.
Críticas al argumento cosmológico.
El empirismo de David Hume.
El filósofo británico David Hume fue uno de los principales detractores del argumento cosmológico. Desde la perspectiva del empirismo, Hume criticó la noción de causalidad como vía posible para explicar el origen del universo. Argumentó que el principio de causalidad no es una premisa a priori, sino que surge de un razonamiento inductivo que depende de la experiencia, por lo tanto, no esta justificada su «necesidad». Así, Hume argumenta que la existencia de Dios no puede probarse mediante una razón necesaria a priori, porque las bases cosmológicas del argumento son a posteriori. Para Hume la expresión «ser necesario» no tiene ningún sentido si se la piensa en términos a posteriori. Esta crítica no sólo se aplica al argumento cosmológico sino que se extiende a toda comprobación a priori en general. El empirismo de Hume consiste en la negación de la posibilidad de probar hechos empíricos a partir de argumentos a priori. En este sentido, Hume argumentó que cualquier cosa que podamos concebir como existente, también podemos concebirla como inexistente, incluido Dios.
Kant y la Crítica de la razón pura.
El filósofo alemán Immanuel Kant, en su obra «Crítica de la razón pura», desarrolló un análisis crítico del argumento cosmológico y lo clasificó, junto los argumentos ontológico y teleológico, como razonamientos inválidos, ya que incurren en sí mismos en antinomias, es decir, falacias del entendimiento. De la misma manera que Hume, Kant argumentó en contra del principio de causalidad como una prueba a priori de la existencia de Dios, ya que la noción de causalidad no es un concepto puro de la razón sino una inducción extraída de la experiencia. De esta manera, el procedimiento que va de la noción de causalidad a la noción de «ser necesario» es un procedimiento inválido, ya que se intenta demostrar la necesidad metafísica de Dios a partir de un concepto empírico, y resulta inválido aplicar categorías empíricas a conceptos no-empíricos como el de Dios.
Kant arguye que el paso por la experiencia del argumento cosmológico se da sólo para llegar a la noción de «ente necesario» y luego establecer una fundamentación deductiva similar al argumento ontológico. De modo que, el argumento cosmológico se basa fundamentalmente en el argumento ontológico para demostrar la existencia de Dios, el cual es un razonamiento construido a partir de conceptos puros de la razón. Kant señala que la apelación a la experiencia mediante el principio de causalidad es un «pasaje superfluo» que sólo se utiliza para dar el salto hacia la argumentación ontológica de la existencia de Dios. Por esta razón, la supuesta «base empírica» que presenta el argumento cosmológico es inválida.
El argumento cosmológico en la ciencia contemporánea.
El argumento cosmológico tiene implicaciones en la física y la cosmología modernas. Se vincula con la teoría del Big Bang y la teoría de la relatividad general, ya que son teorías que tratan de responder al problema del origen del universo y la necesidad de suponer una causa que explique los fenómenos cósmicos que provocaron el Big Bang. El concepto de singularidad como una «infinita densidad» dada en un momento finito del tiempo pasado es un concepto que implica formulaciones propias del argumento cosmológico.
Según el astrónomo y cosmólogo Fred Hoyle, la teoría del Big Bang implica la idea de que el universo se ha creado de la nada, ya que el concepto de una «densidad infinita» es equivalente al concepto de «nada».
Stephen Hawking, en su obra «Breve historia del tiempo», argumentó que si se postula que el universo ha tenido un comienzo, entonces, es posible, al menos, suponer la idea de que el universo tuvo un posible creador. Sin embargo, si optamos por modelos que describen un universo autocontenido, es decir, que no tiene ningún tipo de «borde» o «frontera», ni principio ni fin, Hawking se pregunta: ¿Qué lugar queda, entonces, para un creador?
Citar este artículo
Aci, E. M. (22 de abril de 2024). Definición de argumento cosmológico. Historia, versiones, críticas y debates en filosofía, teología y cosmología. Definicion.com. https://definicion.com/argumento-cosmologico/