Sinceridad, del latín sincerĭtas, es el nombre que recibe la cualidad de aquello relacionado con no fingir y con decir la verdad.
Se relaciona con otras cualidades como la honestidad, la integridad y la autenticidad. Por el contrario, algunos términos opuestos son insinceridad, deshonestidad y falsedad.
En latín, su significado era semejante al actual: actuar sin fingir ni mentir.
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Características.
La sinceridad implica, en primer lugar, el valor de ser una persona que actúa con transparencia, que no falta a la verdad y que lo que dice es genuino, no ficticio. Además, nos permite mostrarnos a los demás tal y como somos, de modo tal que es posible que otros evidencien que somos personas de confianza, que actuamos con lealtad.
Además, ser alguien sincero habla también de nuestra propia seguridad interna ya que, más allá de lo que otras personas puedan considerar, actuamos siendo auténticos y abiertos. Esto significa que quien es sincero no busca decir algo para agradar a los demás. Tampoco busca ocultar su punto de vista, sino que es alguien que puede enfrentar la realidad y señalar aquello que considera correcto o incorrecto, sin engaños.
Este rasgo, vinculado con ser alguien auténtico, muchas veces se relaciona con una personalidad definida, sin pretensiones y que tiene la capacidad de enfrentar la realidad. Además, esta seguridad en uno mismo permite que haya una conciencia sobre sí mismo que permite una comunicación abierta, tanto para manifestar algo que requiere una confrontación con otro como para pedir perdón si se equivoca.
Por otra parte, otro rasgo es que quien se comporta de acuerdo con este valor tiene consciencia de que aplica tanto para sí mismo como para los demás. Es decir, esa autenticidad le permite manifestarse a corazón abierto con la otra persona ya que se siente seguro de poder hacerlo, pero también espera lo mismo a cambio de los demás. Hay una responsabilidad implícita en actuar de forma sincera, con los propios pensamientos y por respeto al interlocutor.
Sinceridad y empatía.
La persona que es sincera no solo actúa con coherencia entre lo que dice y hace, por sentido del deber, por solidaridad con los demás o por sus propias convicciones, sino que además sabe y puede reconocer cómo y cuándo hacerlo.
En este sentido, la sinceridad no es solo decir la verdad sin reservas, con exactitud y sin filtros: es, también, tener el tacto de poder hacerlo de forma amorosa y cuidadosa con la otra persona.
Cuando somos empáticos con quienes nos rodean, podemos hablar con amabilidad, sin ocultamientos pero con la comprensión de que nuestras palabras pueden ser cuidadas. Por este motivo, es importante hablar con franqueza, con conciencia de las posibles consecuencias de nuestras palabras, en el momento y lugar adecuados. De este modo, evitamos herir a la otra persona, pero podemos comunicarnos de forma auténtica.
Es importante poder encontrar un equilibrio entre aquello que queremos decir y la forma en la que lo decimos. Siempre va a depender de la persona con quien debamos hablar. No es igual, en estos casos, hablar con absoluta franqueza con alguien con quien nos sentimos cómodos y en confianza, con la consideración de que pueden entendernos en momentos de vulnerabilidad.
Por otra parte, con quienes no tenemos un vínculo tan estrecho o de confianza, pero sí de respeto, podemos adaptar nuestras palabras a ese receptor, y tratar de comunicarnos de la manera más asertiva, clara y abierta posible.
Beneficios.
Gracias a la sinceridad, podemos comunicarnos de forma libre con los demás y establecer una comunicación abierta, con consideración de las emociones ajenas. Esto puede resultar muy positivo en los ambientes y contextos en donde nos encontramos con otros.
En las relaciones personales, por ejemplo, nos ayuda a crear confianza y lazos más estrechos con nuestros amigos, nuestra familia y otras personas con quienes compartimos a diario. Esto nos vuelve personas confiables y fiables, ya que podemos encontrar un espacio seguro para poder expresar lo que pensamos, y brindarle ese mismo espacio a otros.
Por otra parte, en el ámbito profesional, la sinceridad ayuda a tener mejores vínculos con nuestros colegas. Nos ayuda a reconocer si cometimos algún error, y a poder manifestarlo para trabajar en ello, además de que fortalecemos nuestra credibilidad ante los demás.
Para la salud mental.
La relación entre salud mental y sinceridad es esencial para poder sentirnos bien con nosotros mismos, y para saber que, aunque una verdad puede ser dolorosa, tratamos de buscar la manera de encarar nuestras relaciones con honestidad.
Además, ser sinceros también se vincula con saber poner límites, con aprender a reconocer ante nosotros mismos y ante los demás hasta dónde nos sentimos cómodos con una situación y cuándo sentimos que eso ya no es posible.
Gracias a esta cualidad, podemos aprender a poner límites, sin culpa o frustración, ya que lo hacemos para ser fieles a nosotros mismos y a nuestras propias sensaciones. Aprendemos de este modo a sentirnos cómodos con nuestras decisiones y nuestras expectativas: esto es fundamental para conocer más de nosotros mismos, incluso, y a aprender a reconocer de forma rápida y clara cuáles son nuestras propias limitaciones.
Cómo trabajarla.
Existen diferentes formas de trabajar en la construcción y la práctica de la sinceridad. Si bien está vinculado con hacer lo correcto, con valores, con la moral incluso, es también un ejercicio que, en ciertos contextos, puede ser más difícil de practicar que en otros.
Por ejemplo, puede suceder cuando no estamos habituados a encontrar espacios donde podemos sentirnos cómodos para expresarnos. De este modo, aprendemos a no manifestar cómo nos sentimos y qué pensamos, ya que esas expresiones no son validadas por los demás. Esto puede hacer que, a largo plazo, no podamos encontrarnos cómodos y, por ende, seguros, para poder decir lo que opinamos.
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Fernández, A. M. (13 de octubre de 2023). Definición de sinceridad. Rasgos, beneficios y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/sinceridad/