Prólogo es un concepto que encuentra su origen en el griego πρόλογος, cuyo significado es prólogos. Este término está formado por dos partes importantes. Por un lado, el vocablo pro, que significa a “a favor de” o “antes de”, pero también refiere a que “algo se lanza hacia adelante”. Y, por otro lado, el sustantivo logos, que alude a “palabra” y “discurso”. Todo esto para decir que prólogo es una expresión con la cual se hace mención a una palabra o a un discurso que antecede a otro. Por lo tanto, lo presenta.

Entonces, podemos señalar que es un tipo de texto que detalla, preliminarmente, una obra literaria (también puede ser un libro). Este discurso anticipa lo que se encontrará en las páginas siguientes y lo hace de una manera amena, sutil y determinante. Generalmente, es escrito por el mismo autor o autora de una producción o, muchas veces, por alguien que ha sido invitado a leer el material completo y, por supuesto, a aportar su opinión para dar inicio al documento. Ya sea uno u otro quien que escriba el prólogo, quien asume la tarea de elaborarlo recibe el nombre de prologuista.

Este literato no hace más que redactar una especie de introducción, adelantando aspectos que colaboran en enriquecer el texto. En múltiples ocasiones está acompañada de un punto de vista personal o, simplemente, añade datos para enmarcar el contenido de la publicación, en un contexto sociocultural determinado. Esto colabora en la comprensión del contenido, a la vez que brinda otra voz.

Asimismo, se emplea la noción de prólogo para designar a toda clase de situación en la que se realiza un anticipo de aquello de lo que se va a hablar o tratar una reunión. Es fundamental destacar que cualquier obra puede contar con un prólogo como, por ejemplo, una pieza teatral, un texto literario, los libros de historia o los científicos, producciones musicales, etc.

prólogo obra
Los textos con prólogos pueden ser diversos: desde novelas y libros históricos hasta materiales científicos.

El origen del prólogo es uno de los aspectos más curiosos de este término. Según se relata, la primera vez que se utilizó este vocablo fue en Grecia, más precisamente, en sus teatros. Ocurre que allí, antes del inicio de una puesta en escena teatral, uno de los actores se paraba frente al público y brindaba una síntesis del espectáculo que verían a continuación.

Al principio, el artista que se adelantaba, compartía algunas palabras con los espectadores. Lo hacía en forma sencilla, muchas veces para darles la bienvenida. Luego, con el tiempo, este personaje comenzó a anticipar de qué trataría el show, como un modo de atrapar a la muchedumbre desde el primer momento.

Esto solía ocurrir en las obras de teatro cómico pero, luego, se fue expandiendo a todo tipo de presentación. La comunidad de artistas encontró, en esta pequeña introducción, el modo de conectar con los y las asistentes de manera más amena y cercana. Obviamente que a medida que se hizo cada vez más común el uso de este recurso, la técnica fue mejorando.

Básicamente, el actor detallaba el argumento y la situación inicial. Esta estrategia de predecir la comedia fue más tarde aplicada en la literatura para dar inicio a una obra escrita, a través de un texto explicativo. Herramienta que podemos encontrar en diferentes escritos y que, hasta hoy, continúa vigente tanto en proyectos literarios como en biografías.

Como funciones del prólogo podemos enumerar las siguientes:

  • Introduce una obra.
  • Facilita la comprensión del texto en general.
  • Aporta información para su posterior valoración.
  • Enmarca la obra en una situación determinada.
  • Tiene una función informativa, expositiva o, también, argumentativa.
  • Resalta la importancia de una obra.

A continuación detallaremos los elementos o las características principales de un prólogo.

  • Ubicación: dentro de una obra, se sitúa siempre al inicio. Es, básicamente, la introducción (también llamada antesala) del texto completo. Este lugar no es azaroso, sino que es la cara de presentación del material y el modo correcto para adelantar qué encontrará el lector a medida que recorra las páginas.
  • Autor: quien escribe el prólogo, el prologuista, se presenta tal cual es. Puede ser un autor invitado a participar y a elaborar esta introducción o ser el mismo artífice del material. Lo cierto es que un prólogo tiene un autor determinado. Si es alguien externo a la publicación, mucho mejor, pues esto colabora en ampliar el interés por parte del lector.
  • Extensión: un prólogo suele ser breve, claro, conciso y subjetivo. La propuesta es que, en pocas palabras, la audiencia pueda tener un conocimiento a grandes rasgos de lo que encontrará en la obra propiamente dicha. Suele escribirse en primera persona, pero también puede tomar un punto de vista impersonal.
  • Estructura: el prólogo es un tipo de texto que suele tener una forma libre, es decir, puede idearse tipo ensayo o como una reflexión. Asimismo, podemos encontrar prólogos que narran una situación que genera un ancla con la obra propuesta, o bien puede hacerse como crónica.
  • Momento de escritura: para hacer el prólogo de una obra es necesario que esta esté concluida. Quien elabore la introducción, además, tiene que haber leído el material completo. Pues recordemos que el prólogo es una antesala, por lo tanto, debe detallarse algún aspecto del contenido posterior.
prólogo detalle
El prólogo tiene una estructura libre, por lo tanto, quien lo escribe puede expresar sus emociones y sensaciones al leer la obra principal.

En cuanto a los tipos de prólogos, podemos decir que estos se clasifican según su contenido. Es decir, de prólogos más libres a menos libres. Vamos a mencionar aquellos que son más comunes.

  • Prólogo autoral: como bien lo dice la categoría, este tipo de prólogo es escrito por el mismo creador de la obra. Muchas veces lo hace para advertirle algo al lector. Algunos lo aplican bajo el nombre de “carta al lector” o “advertencia del autor”.
  • Prólogo analítico: es un tipo de prólogo meramente formal. Su modo de redacción es académico y se realiza luego de haber hecho una tarea de análisis sistemático de la obra. Es decir, se estudia el documento y, luego, se brinda una introducción con tinte culto.
  • Prólogo editorial: en este caso, el prólogo es elaborado por quienes editan el trabajo. Esto ocurre cuando, por diferentes motivos, se retoma una obra antigua o extraviada.
  • Prólogo literario: este prólogo se caracteriza por tener un valor estético y, por ser en sí mismo, una antesala de una propuesta literaria. Por lo tanto, aquí encontramos palabras que despiertan una carga emocional en el lector y que, además, generan curiosidad.
prólogo reflexión
El o la prologuista brinda un detalle de la obra por él o ella analizada.

Un prólogo no suele tener una estructura fija o “dura”, más bien se los considera como una pieza de autoría exclusiva. Esto quiere decir que el texto responde a los criterios y puntos de vista del o la prologuista. Entonces, podemos afirmar que no presenta un modo único de ser diseñado ni mucho menos cuenta con partes o fases. Sin embargo, la información debe ordenarse de alguna manera, y es por ello que se toma la estructura común de todo texto: introducción, desarrollo y cierre.

  1. Introducción

El prólogo puede comenzar con un breve detalle que invite a leer la obra en cuestión. El o la prologuista tiene la libertad de escribir sobre las sensaciones que le provocó el libro o contar cómo es que dio con el texto o con su responsable.

  • Desarrollo

En esta parte del escrito, quien se encarga del prólogo puede enumerar los argumentos que justifiquen los motivos para leer el material, su apreciación, comentarios, citas textuales, etc.

  • Cierre

Aquí, el o la prologuista concluye con su exposición. Suele hacerlo con una frase final, una reflexión o, simplemente, con ideas derivadas de la lectura del material.

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Navicelli, V. (8 de abril de 2022). Definición de prólogo. Origen, tipos y estructura de un prólogo. Definicion.com. https://definicion.com/prologo/