La expresión plan de vida hace referencia al camino diseñado por una persona para su propia existencia, tanto en el corto como en el largo plazo. Como tal, incluye metas y objetivos que son programados en pos de cumplir grandes anhelos. También plantea un modo de actuar característico, una determinada actitud ante los acontecimientos que se presentan y una manera específica de vincularse con otros seres humanos.

A la hora de trazar un proyecto de vida suelen tenerse en cuenta aspectos tan relevantes como la vocación, la búsqueda de aquello que le da sentido a la propia vida, el valioso aporte que cada quien es capaz de dar a la sociedad, la huella que se quiere dejar en este mundo y los logros que se aspiran alcanzar.

La planificación, en general, permite emplear todos los recursos disponibles de una forma más eficiente, aprovechando al máximo las oportunidades y favoreciendo el cumplimiento de las metas en el menor tiempo posible. En este sentido, en un plan de vida se puede hablar de distintos tipos de propósitos: 

  • Objetivos a corto plazo: Se busca alcanzar estas metas en el lapso de doce meses. Por ejemplo, podría ser mejorar la propia salud realizando determinado entrenamiento o dejando de comer ciertos alimentos, o proponerse terminar un proyecto laboral a fin de año. 
  • Objetivos a mediano plazo: En este caso hablamos de logros pautados para dentro de una o cinco temporadas. Podría ser el hecho de plantearse formar una familia o decidir ahorrar para poder tomarse un año sabático en cierto momento, por ejemplo. 
  • Objetivos a largo plazo: Estas metas requieren de más de cinco años para ser alcanzadas. Alguien podría fijarse el objetivo de ir a vivir a la montaña o mudarse de país, por señalar algunas opciones. Se trata de cambios grandes que requieren mayor planificación y preparación previa. 

Además de establecer los objetivos, es fundamental contar con una guía para llevarlos a cabo. El método variará según se trate de cuestiones personales, familiares, profesionales, sociales, espirituales, económicas o vinculadas al estilo de vida y la alimentación. Podría decirse, entonces, que el plan de vida requiere de una metodología de acción, pasos específicos que deben ejecutarse uno detrás del otro en lapsos de tiempo previamente definidos. 

Planificar la propia vida.
Un plan de vida puede incluir objetivos a corto, mediano y largo plazo.

Características e importancia .

Un plan de vida es estrictamente personal, aunque puede ser compartido con los seres más queridos y cercanos. Por lo general, forma parte del plano mental o del mundo espiritual de cada individuo, y no suele ser precisado por escrito, aunque podría suceder.

Aunque suele pensarse al plan de vida como una herramienta para cumplir aquello que nos propongamos, no nos equivocaríamos si dijéramos que es un fin en sí mismo. Se ha vuelto muy común la frase que define a la vida como un viaje y no como un destino. De la misma manera, el plan de vida, por el simple hecho de existir y de ser objeto de reflexión, supone un gran tesoro para nuestra experiencia, ya que invita a cuestionarnos acerca de la existencia y el sentido de vivir, convirtiéndose en una valiosa herramienta de autoconocimiento

En cierto modo, quiere decir que la vida no nos pasa por al lado, no actuamos de forma automática fluyendo con lo que se nos presenta, sino que nos paramos a pensar, decidir y actuar de cara al futuro. Ello trae importantes beneficios, puesto que la persona con un proyecto toma las riendas de su propio ser, capaz de conducirse como desea, lo cual supone un aliciente a tendencias depresivas o apáticas, problemas de autoestima y de adicciones.

Además, siempre es posible frenar a repensar, reflexionar sobre lo logrado o las metas no alcanzadas aún, y cambiar de rumbo o de estrategia, si se considerara necesario. Puede suceder, incluso, que encontremos una nueva y verdadera misión personal.

Plan de vida, herramienta de autoconocimiento.
El plan de vida es una herramienta de autoconocimiento que permite proyectarnos hacia el futuro.

Elementos del plan de vida.

El autor norteamericano Robert Dilts, uno de los referentes de la Programación neurolingüística, propuso un modelo con seis niveles neurológicos que permiten analizar todas las experiencias del ser humano. A su vez, en dichos niveles podemos hallar los distintos elementos que integran un plan o proyecto de vida. Los seis niveles neurológicos son: 

  • Identidad espiritual o trascendente: Este nivel hace foco en las creencias religiosas, la figura de Dios, del poder universal o de aquello que consideramos trascendente. Las preguntas que debemos hacernos se vinculan con quiénes somos en comparación con Dios o el universo, cómo vivimos esa relación, cómo se expresa en nuestra vida, qué importancia le damos, etc. 
  • Identidad: Aquí nos preguntamos acerca de la propia identidad. Quiénes somos y quiénes anhelamos ser, qué roles deseamos ocupar, cuál es nuestra misión personal en esta vida. 
  • Creencias, valores y actitudes: En este caso se busca reflexionar acerca de aquello en lo que creemos, a lo que le damos vital importancia y cómo nos expresamos en consecuencia. Nos detenemos a pensar cómo nos gustaría expresar dichos valores, qué actitudes desearíamos adoptar, qué tipo de creencias han perdido validez y cuáles querríamos consolidar. 
  • Capacidades: Este nivel engloba a los dones y talentos que traemos de nacimiento, así como aquellas habilidades que hemos desarrollado a lo largo del tiempo. Del mismo modo, es preciso preguntarse acerca de las aptitudes nuevas que nos gustaría ejercitar y aplicar en nuestra vida. 
  • Acciones: Aquí reflexionamos sobre la manera de actuar habitual, qué tipos de comportamientos nos gustaría cambiar y qué actividades deseamos incorporar a nuestra rutina. 
  • Entorno: En este nivel nos cuestionamos acerca de dónde deseamos estar, con quién nos gustaría compartir el día a día, de qué modo nos vinculamos y como preferiríamos hacerlo. 

Una vez transitados todos los niveles, esto es, habiendo reflexionado y respondido a todas las preguntas englobadas en ellos, estamos en condiciones de elaborar nuestro plan de vida. Veremos que hay niveles que se refieren al mundo externo (acciones y entorno) y que, por lo tanto, nos ayudarán a diseñar aspectos de nuestra vida orientados hacia el exterior; mientras que el resto de los niveles (espiritualidad, identidad, creencias y capacidades) tienen que ver con el mundo interno.

Árbol de proyecto de vida.
El árbol de proyecto de vida es un esquema que permite plasmar todos los elementos del plan de vida.

Árbol de proyecto de vida.

Algunos terapeutas y consultores sugieren realizar el plan en forma de árbol, al que suelen llamar árbol de proyecto de vida o “árbol guía”

  • Las raíces simbolizan el punto de partida, el inicio: nuestros talentos y habilidades, así como las propias debilidades. 
  • El tronco representa el sostén, aquello que nos da soporte u amparo en nuestra vida (familiares, personas importantes que nos han influenciado, acontecimientos relevantes y decisiones clave a lo largo de la vida, etc). 
  • La copa del árbol es el lugar de los anhelos. Las hojas serían las metas que nos llevan a cumplir esos deseos profundos. 
  • Las flores del árbol simbolizan todo lo bueno que tenemos para dar. 
  • Los frutos son los logros obtenidos. 
  • Las aves que se posan sobre el árbol representan a las personas que hay en nuestra vida. 
  • Mientras que los insectos tienen que ver con aquello de lo que deseamos desprendernos. 

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Lehrer, L. (4 de agosto de 2022). Definición de plan de vida. Sus características, elementos, importancia y el árbol de proyecto de vida. Definicion.com. https://definicion.com/plan-de-vida/