El término innato se utiliza para indicar aquello que, en relación con un ser vivo, no se aprende ni se adquiere mediante la experiencia, sino que está inscrito, de cierto modo, en su constitución genética o biológica.
Proviene del vocablo latino innātus, que alude a una cualidad o característica presente al nacer. Conceptos como «herencia« o incluso «congénito» pueden funcionar como sinónimos de innato, pero esto depende del contexto. Por el contrario, los antónimos de esta palabra serían adquirido o aprendido.
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En filosofía.
La filosofía emplea el concepto de innatismo para hacer referencia al sistema teórico basado en que hay ideas en la mente humana que son anteriores y preexistentes a la experiencia que podamos tener. Así, hay aspectos de nuestra naturaleza como humanos (no se contempla aquí lo que ocurre con seres vivos como animales) que no se aprenden.
Algunos autores defensores del innatismo indican que muchas de estas ideas están en nosotros por Dios. Por ejemplo, Descartes señalaban que Dios ocupaba un lugar como Ser supremo y que gracias a él es posible diferenciar qué es verdad y qué no lo es.
Platón, siglos antes, había señalado la existencia de nuestra alma como algo racional, preexistente al mundo de las ideas y la experiencia. Hay, asimismo, autores que rechazaron las propuestas innatistas: uno de ellos es Aristóteles.
En lingüística.
Uno de los debates históricos al interior de la lingüística es el que compete a la naturaleza del lenguaje en tanto en cuanto habilidad que poseemos los humanos. El lenguaje es lo que nos diferencia de los animales, ya que nos permite manifestarnos respecto de lo que ocurre en nuestra mente.
Es un medio de comunicación y un elemento con el cual representamos el mundo, contando algo que ha ocurrido mediante la ficción, a través de una mentira, una novela o un cuento fantástico.
Sin embargo, en este debate, el hecho de cómo se adquiere el lenguaje es objeto de estudio e investigaciones que datan de hace miles de años: ¿se aprende o nacemos con él?
Es verdad que hay aspectos en las personas como sujetos individuales, y como objetos sociales, que pueden determinarse de forma más o menos precisa gracias a la biología (color de ojos, tonalidad del cabello).
Por otra parte, existen cuestiones de un sujeto que no se vinculan con la biología sino más bien con lo que ocurre en el entorno en gran medida:
- valores
- formas de pensar y de actuar en el día a día
- religión (o la ausencia de ella)
- gustos artísticos
- el desarrollo de una vocación o de la profesión a futuro
En este sentido, el lenguaje ha sido sistemáticamente ubicado en uno y otro grupo. Algunos autores han sostenido que el lenguaje se aprende, que la mente es como una tabula rasa que vamos completando a medida que vamos adquiriendo experiencia. Otros autores e investigadores intentaron demostrar que el lenguaje sí puede aprenderse y que incluso los animales pueden aprenderlo.
Un experimento del siglo XX mostró como diferentes animales (perros, orangutanes) aprendían a comunicarse con los humanos mediante signos o reconociendo a qué objetos se hace referencia.
Teorías sobre el lenguaje.
A principios del siglo XX, Ferdinand de Saussure revoluciona la lingüística y la unifica tras miles de años de debates. Sienta las bases de la metodología, perfecciona la definición de conceptos y propone las líneas de investigación posibles. Entre las múltiples características que le atribuye al lenguaje, señala que este es social (a diferencia del habla, que era individual).
Pues bien, a mediados del siglo XX, un lingüista norteamericano, Noam Chomsky (1928), revolucionó el campo de la lingüística con su teoría llamada Gramática generativa. La propuesta chomskiana señala que el lenguaje sí tiene una vertiente genética. Más precisamente, señala que es una propiedad humana de carácter biológico, exclusiva de esta especie.
Propone que el lenguaje está constituido de un grupo finito de reglas para producir infinitas oraciones. Esto permite que, a partir de ciertas normativas (la ortografía, la gramática, la sintaxis) podamos crear una cantidad ilimitada de textos. Por este motivo es que experimentos sobre cómo los animales aprenden lenguaje no son válidos tienen la capacidad de construir oraciones más o menos complejas, aprenden etiquetas específicas para situaciones y objetos particulares.
Esta capacidad innata, común a todos los humanos, toma el nombre de Gramática universal (GU). Esto brinda la chance de considerar que todas las lenguas son, en cierto punto, idénticas, ya que hay estructuras de base que se comparten (los «principios y parámetros», otra teoría chomskiana):
- La relación entre los elementos de un enunciado no depende tanto de la posición sino de la jerarquía que hay entre las partes
- Hay algunos elementos que siempre se ubican uno al lado del otro (por ejemplo, en español, sustantivos y sus modificadores directos o indirectos)
Estos son algunos de los elementos estructurales para que cualquier lengua pueda funcionar, y frente a los estímulos correctos ocurre un adecuado desarrollo del lenguaje. Hay un componente biológico, pero el entorno influye en su evolución.
Se resaltan, en las teorías innatistas vinculadas con la postura chomskiana, la capacidad que los niños pequeños poseen respecto de su lengua (inconsciente e involuntariamente):
- Discriminan sonidos desde recién nacidos (la voz materna, fundamentalmente)
- Aprenden cómo ciertos sonidos se repiten en ciertas posiciones: la secuencia -nt- aparece al interior de palabra (anterior, interior, contento), pero no al inicio
Además, aprenden reglas gramaticales de forma muy veloz: este saber es tan preciso que cometen errores que, en realidad, siguen la regla general. «He ponido mi juguete en la caja» es un ejemplo de que sabe que los verbos terminados en -er se convierten en -ido:
- temer/temido
- caer/caído
- detener/detenido
Ponido es una réplica de esas reglas (lo que habla de cuánto conoce su lengua, aún siendo pequeño), sobre las que poco a poco aprenderá las excepciones y usos correctos.
En la cultura.
Otro ejemplo de cómo hay construcciones sobre las que se debate si son de la naturaleza (innatas) o de la cultura (aprendidas) es la cuestión sobre lo masculino y lo femenino.
Hemos aprendido desde la infancia que hay acciones, actitudes, formas de actuar e incluso profesiones y trabajos que pueden segmentarse entre ambos géneros. Incluso, se ha enseñado que hay comportamientos que son más propios de uno que de otro, por ejemplo, deportes como el fútbol o el rugby, más propio de los varones. Las niñas, por lo general, realizan actividades que imitan acciones domésticas: cuidar a bebés, jugar en pequeñas cocinas de plástico, imitar a la maestra.
En la actualidad, y en el marco de las perspectivas de género, estas maneras de pensar se han puesto en crisis. Esas acciones, al igual que colores (como el rosa y el azul, representativos de esa diferenciación), deberían poder pertenecer a ambos géneros. Tanto niños como niñas deberían poder compartir este tipo de propuestas y aprender que es válido jugar de una manera u otra, siempre que se respete a los demás.
Contra la idea de que las mujeres nacen para determinadas rutinas y los varones para otras, se plantea que aprendemos, y se refuerza constantemente, que debemos actuar en función de lo que se espera de nosotros según nuestro género.
Esta diferenciación se relaciona estrictamente a partir de una variación en la genitalidad. Es importante que se aprenda a reconocer cuáles son estos comportamientos para poder darle tanto a chicos como a chicas la posibilidad de explorar y explotar su potencial.
En medicina.
En la medicina, el concepto de inmunidad innata, también denominado inmunidad inespecífica, alude a la primera reacción que el sistema inmunitario tiene frente a una sustancia considerada extraña. Es la respuesta primaria que el sistema tiene para poder proteger al cuerpo. Gracias a esta acción, el cuerpo no actúa como huésped de esta sustancia o cuerpo extraño.
Algunas partes del organismo actúan como barreras naturales frente a estos cuerpos extraños: la piel es uno de ellos; las mucosas, otros (ya que atrapan partículas pequeñas y previenen que ingresen al físico). Otro modo de prevenir el ingreso de sustancias es a través de la tos, no como señal de u catarro o alguna congestión, sino para expulsarlos del cuerpo.
A la inmunidad innata se le opone la inmunidad adquirida: esta es resultado de la exposición prolongada del organismo a elementos extraños. Así, el cuerpo aprende a reconocer esa sustancia particular, la repele y la ataca hasta deshacerse de ella.
Citar este artículo
Fernández, A. M. (12 de octubre de 2022). Definición de innato. Usos, características y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/innato/