La palabra éxito refiere al resultado, especialmente el feliz, luego del emprendimiento de una empresa, una acción o de un hecho. También se utiliza en términos generales para dar cuenta de algo que supone un desenlace positivo o una victoria.

Además, en entornos artísticos, una persona de éxito es alguien que es aceptado (o bien su obra) por una gran cantidad de individuos.

Cuando se habla de éxito profesional, por otro lado, se está haciendo foco en las circunstancias en las que se obtiene lo que se persigue en este ámbito, o bien en los entornos sociales y económicos.

Éxito profesional, hombres y mujeres de traje.
Una persona con éxito profesional suele ser alguien cuya carrera está en ascenso.

Etimológicamente, éxito es un préstamo del latín exitus, cuyo significado puede ser tanto salida como resultado. Este vocablo deriva de exire, salir.

Éxito y expectativas.

Podemos decir que el éxito ocurre cuando se cumple con determinadas expectativas previamente definidas.

En este sentido, el éxito vendría a ser una especie de antónimo del fracaso, que implica no llegar a cumplir con las aspiraciones.

Sin embargo, no siempre que se habla de éxito se está aludiendo a algo que cumplió con expectativas delineadas exactamente, sino que puede ser un logro no cuantificable.

Podio, primero, segundo y tercer puesto. Éxito subjetivo.
En tanto el éxito depende de la subjetividad de cada uno, no siempre el podio será la única manera de alcanzarlo.

Por ejemplo: para un artista emergente puede ser un éxito ser consumido o seguido por muchas personas, aunque no hubiere un número pensado previamente. En el fútbol, por otra parte, el éxito parte de cumplir con el desafío de meter más goles que el contrincante, a veces sin importar cuántos, y en ocasiones con una cantidad predefinida de anotaciones, necesarias para ganar en un ida y vuelta.

Éxito y subjetividad.

Por la imposibilidad de medir siempre el éxito en términos cuantificables, lo cierto es que en múltiples casos hay elementos subjetivos que sirven para determinarlo, y que pueden llevar incluso a que aquello que un individuo ve como un éxito, otro lo vea como algo mediocre, o directamente un fracaso.

Como individuos en sociedad, estamos todo el tiempo aspirando al éxito, o consiguiéndolo incluso en pequeñas cosas. Gestos cotidianos como lograr terminar un proyecto, aprobar un examen o aprender a cocinar una receta, pueden ser considerados como un éxito si se trabajó por ello y se alcanzó o se superó el resultado deseado.

Aquí es donde opera la subjetividad porque, por ejemplo, a una persona puede suponerle un gran éxito dejar de fumar, pero puede que a su alrededor mucha gente no lo juzgue realmente como un logro.

Autosuperación, alcanzar la cima con ayuda.
La autosuperación es un éxito que va más allá de los resultados del otro.

Salir en segundo lugar de cualquier tipo de competencia también puede servir para ejemplificar esta subjetividad. Para alguien que no esperaba ni arañar el podio, esto podría ser un éxito sin precedentes. Sin embargo, para quien se veía en el primer puesto, puede suponer un fracaso rotundo.

Por todo esto, es importante y recomendable, como individuos, tomarse el trabajo de pensar en el éxito para saber qué queremos alcanzar, cuáles son nuestras necesidades y nuestras aspiraciones.

Si el ideal del éxito lo establece otro, entonces estamos condenados a la frustración. Si lo ponemos nosotros, podemos trabajar día a día para superarnos y lograr lo que pretendemos para nuestras vidas.

Normalización del éxito social.

Socialmente hablando, se asocia al éxito con ciertos parámetros normalizados y compartidos en mayor o menor medida por el grueso de la comunidad. Estos parámetros suelen tener que ver con la riqueza, la fama y el estatus social.

Éxito y riqueza.
Asociar la riqueza con el éxito como única alternativa deja a muy pocas personas destinadas a alcanzarlo.

Así, la gente considera exitosa a una persona que triunfa económicamente, que tiene fama en el campo al que se dedica o que escala en la pirámide social y accede a espacios correspondientes a su nuevo estatus en consecuencia.

Esta visión del éxito es pobre, y además afecta a una gran masa de sujetos. Posicionar elementos muchas veces inalcanzables para medir lo exitoso en alguien puede llevar a no ver esos pequeños triunfos de los que hablábamos previamente. Y estos éxitos sirven como motor en la cotidianidad, y empujan a los seres humanos a superarse constantemente, aunque sea en cosas pequeñas o simbólicas.

Además, estos parámetros ponen una vara muy difícil de conseguir, que lleva a vivir en la frustración de querer alcanzar algo que, como individuos, a veces nos queda muy lejos.

Esto lleva a que podamos contar con los dedos de las manos a los humanos supuestamente exitosos. Es algo injusto porque, como decíamos, este concepto es muchas veces subjetivo y, como tal, puede ser apropiado para el cumplimiento de expectativas más modestas.

Características generales del éxito.

Para no caer en el simplismo de considerar éxito simplemente a la acumulación de riqueza, fama o estatus, podemos pensar en algunas características que pueden llevar al éxito en la cotidianidad, al alcance de todas las personas, para lograr el éxito en el ámbito deseado. Algunas de estas son:

  • Estar motivado: de la motivación vendrá la energía y la fuerza de voluntad, sumada a la determinación necesaria para ponernos una empresa en la cabeza y trabajar en función de lograrla. Por todo esto, es fundamental.
  • Ser curioso y creativo: la curiosidad nos mueve a estar todo el tiempo pensando, aprendiendo y buscando alternativas, mientras que la creatividad es muy útil para hacer foco en los modos de llevar a cabo esas ocurrencias. Esto, además de ayudarnos a hacer las cosas bien, puede llevarnos a destacar en el campo en el que nos propongamos sobresalir.
  • Persistir y perseverar: si a la primera cosa que sale mal nos rendimos, no podremos alcanzar el éxito, pues no siempre llega al primer intento. Persistir y perseverar son actitudes fundamentales para afrontar cualquier cosa difícil que pueda surgir en el proceso de alcanzar lo que queremos. Gracias a esta actitud, podemos poner un freno, repensar y volver a comenzar, de ser necesario, sin rendirnos.
  • Visualizar el resultado: delinear una meta final nos permite mantenernos enfocados y determinados, pues a veces la falta de claridad en estos términos nos lleva a rendirnos muy fácilmente. Si sabemos lo que perseguimos con exactitud, también sabremos a cuánta distancia nos encontramos de ello.
Ideas, plan de acción, creatividad, éxito.
No alcanza solo con la creatividad. Para tener éxito hay que convertir las ideas en un plan de acción.

Síndrome del impostor.

El síndrome del impostor lleva a algunas personas que alcanzan el éxito en un ámbito determinado, a creer que no son merecedores de sus logros o triunfos.

Generalmente, puede partir de compararse con otros que hacen lo mismo, sobre todo en entornos profesionales y/o artísticos. Lo cierto es que hay mucha gente muy buena en lo que hace, y vivir mirando lo que hace el prójimo en lugar de celebrar lo propio y seguir profundizando, suele ser una traba que no permite seguir superándose.

Citar este artículo

Krause, G. (25 de noviembre de 2022). Definición de éxito. Expectativas, subjetividad, síndrome del impostor. Definicion.com. https://definicion.com/exito/