La palabra holística es un adjetivo que señala la proximidad o pertenencia de algo dentro del holismo. Su origen etimológico se remonta al griego, y está conformado por la raíz holos, que se emplea para hacer referencia a la totalidad, a lo entero, y del sufijo –tico/a, que significa «relativo a». De aquí se desprende una línea en el sentido de «aquello que se ocupa del todo, no solo de una parte de la cuestión«.
El holismo está asociado, así, a un abordaje que tiende a tomar un sistema y sus elementos para analizarlos en conjunto, globalmente, en sus individualidades, pero también sus interacciones dinámicas. Desde el holismo se afirma que únicamente se podrá comprender una realidad si se la considera en su faceta integral, no aisladamente (como lo hacía y en algunas ocasiones hace la ciencia, con su método originado en el planteo cartesiano que separa el espíritu y la materia).
Este enfoque se presenta, hoy en día, en ámbitos tan variados como la enfermería, la filosofía, la psicología, la biología y la educación. En algunas de estas ramas y en sus aplicaciones específicas, el holismo es tomado como sinónimo de términos como «integral«, «global» o «sistémico«.
En cuanto a la aplicación moderna del término, hay consenso entre los teóricos en reconocer su origen en un texto del año 1926, de Jan Christiaan Smuts, un estadista sudafricano que, entre otras cosas, fue primer ministro de su nación, y Orden de Mérito del Reino Unido, participando como mariscal de campo en las dos guerras mundiales (fue la única persona que firmó ambos tratados de paz al finalizar las guerras). El libro de 1926 se tituló Holismo y Evolución, y en él Smuts acuña la expresión famosa acerca del todo como algo mayor a la suma de las partes, añadiendo que ese «todo» se encuentra constantemente en evolución creativa. Lo que Smuts buscaba era añadir otro ángulo, además del clásico método científico reduccionista, que se empeñaba en sostener que estudiando las partes en profundidad se puede comprender y predecir el comportamiento de la totalidad.
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Las ideas de Jan Smuts.
La puja de Smuts era contra el reduccionismo. Sostenía que el reduccionismo se empecinaba en dejar fuera de la ecuación aspectos importantes, como, por ejemplo, las interacciones que constantemente tienen lugar entre las partes que componen un todo, y también entre cada una de las partes y ese todo. Smuts enfatizaba que se estaba priorizando lo simple por sobre lo complejo, desembocando en algo simplista. Porque, si bien en algunos campos el abordaje desde las partes aisladas puede parecer satisfactorio, cuando se accede al estudio de fenómenos más complejos, como los seres vivos en interacción en sus biomas, o la misma humanidad, no hay forma de que el reduccionismo proporcione un acercamiento adecuado.
Smuts subrayaba que, por lo general, solamente se tiene en cuenta el centro claro de los fenómenos. Y explicaba que al decir «centro claro» se refería a lo concreto, que en general vemos solamente lo evidente, sin prestar atención a la zona difuminada que rodea a ese centro claro, y que incluye aspectos más inciertos: las influencias, los roces, la historia, el pasado, e incluso lo que será en el futuro. Este espacio es creativo, cambiante, incierto e inasible. Y a este conjunto formado por el centro claro y la zona difuminada que lo rodea, en permanente movimiento, lo llama «campo holístico«.
Hay una anécdota en la que se cuenta que Albert Einstein se mostró muy interesado en las ideas de Smuts y en su visión, que era un ferviente admirador suyo. Y que un día le comentó al mariscal que ambos se habían adelantado a su tiempo… porque solo en el siglo XXI serían comprendidas y aceptadas la teoría de la relatividad y las teorías del holismo.
Hoy, en pleno siglo XXI, parece que Einstein tenía razón: se encuentran actualmente aplicaciones científicas que se fundamentan en las ideas del holismo, tanto en la física, como en la biología y las ciencias ambientales.
El ser humano desde la holística.
Por lo general, a partir de la lógica planteada a partir del método científico con base en la filosofía de Descartes, se nos ha enseñado a analizar las cosas reduciéndolas a las partes que las componen. El principio que hemos aprendido, por ósmosis y por enseñanza, es este: hay que dividir, comprender las partes integrantes, y así se llegará a la comprensión del todo. De esta línea de pensamiento surge el impulso del microscopio: entrar en el cuerpo humano, entrar en la sangre, entrar en los órganos, entrar en las células, entrar en el núcleo, así hasta llegar al átomo. De hecho. El término átomo significa «aquello que es indivisible, que no puede seguir siendo cortado».
De este modo, hay una tendencia, por ejemplo, en el campo de la salud, a analizar a las personas de un modo compartimentado. La medicina, tradicionalmente, se ocupaba de los síntomas, las dolencias y las enfermedades como si fueran realidades desconectadas del resto de la vida de las personas, y a las que había que abordar así, separadamente. No se establecía una conexión entre la alimentación, entre el nivel de estrés laboral, o entre experiencias traumáticas que el paciente pudiera haber experimentado y el síntoma.
Pero con el correr del tiempo, se ha ido variando esta tendencia a la aceptación de una mirada más integral, holística. Hoy en día, en varios círculos del ambiente sanitario, se ha incorporado la expresión «medicina holística«, y se enfatiza que no implica un rechazo a la medicina tradicional, sino la invitación a prestar atención al cuerpo de manera global, aprendiendo a escuchar los mensajes que éste proporciona mucho antes de la enfermedad.
La visión holística del ser humano trae aparejada una atención amplia, que abarca diferentes aspectos de lo que es el bienestar: se ocupa del plano físico, sí, pero no descuida las implicancias que tienen, sobre él, los planos emocionales, mentales y también los religiosos o espirituales. Desde el holismo se sabe que todo lo que suceda en uno de estos ámbitos, afectará, en mayor o menor medida, a los demás.
Holística aplicada a la educación.
El paulatino cambio que se describió, en línea a empezar a ver el mundo como una totalidad en vez de responder al impulso de considerar sus elementos aislados, trajo como consecuencia una modificación en el modo en el que se considera actualmente la educación. Ya está asentada la idea de que todos aprendemos, el alumnado y el profesorado, la comunidad entera, en todo momento. Y esto sucede en función de las relaciones de conocimiento dinámicas que realizamos incluso fuera del marco académico, en nuestros hogares, en los sitios en los que jugamos, siempre.
El aprendizaje se reconoce como una actividad que tiene lugar en grupos, en una interacción más solidaria y consciente. Tal como postulaba Jiddu Krishnamurti hace años, en sus libros acerca de la educación, el docente y la clase emprenden un viaje conjunto, de aprendizaje siempre nuevo. Esto permitió que el alumnado deje de ser considerado como un sector absolutamente receptivo, y pasó a ocupar un rol mucho más activo en el propio aprendizaje.
Desde el constructivismo psicológico se plantea que existe un sistema también en la interacción que se da entre los conocimientos previos de los que una persona dispone y la nueva información o las nuevas experiencias que le llegan. Los conocimientos han dejado de considerarse como meras cadenas de datos, y se descubre una aventura en la conciencia de cada ser al recibir las nuevas ideas.
Desde la perspectiva holística aplicada a la educación se sabe que el objetivo pasa porque el alumno (cada alumno) logre tejer esa red entre lo que ya sabe y lo que se le enseña. Y que la clase entera se expanda en las interacciones dinámicas que se dan entre esas redes.
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Lehrer, L. (6 de junio de 2022). Definición de holística. Las ideas de Jan Smuts, el ser humano y la educación. Definicion.com. https://definicion.com/holistica/