La palabra constante hace alusión a algo o alguien que se caracteriza por ser persistente y desempeña sus actividades con una frecuencia esperable (lo cual está considerado como un rasgo positivo).

A su vez, el concepto alude a una cantidad que tiene un valor estable y fijo a lo largo del desarrollo de un proceso. Esta acepción es más frecuente en ámbitos como la matemática, la física, la química o la mecánica.

El significado de la palabra en latín, constantis, hace foco en un ser que está parado de manera firme, tieso.

En física.

En física se denomina constante a aquella magnitud o manifestación que a lo largo del tiempo no modifica sus valores. Para poder determinar el valor de la constante es importante emplear un sistema de unidades específico que lo mida. Dicho de otro modo, si cambia el valor que un sistema de unidades posee, el valor de esa constante será diferente.

Es posible hallar estas constantes físicas expresadas en múltiples dimensiones: un ejemplo clásico sobre ello es la luz, que por consenso internacional es expresada en metros por segundo (m/s).

Velocidad de la luz
La velocidad de la luz es una de las constantes más conocidas en la ciencia y la física.

Existen constantes que no están vinculadas con las dimensiones ni con otras unidades de expresión. Esto se denomina magnitud adimensional y es el caso de algunos dígitos, como el número pi.

En la historia de esta ciencia se han propuesto distintas constantes que explicaremos a continuación.

Constante de Planck.

Max Planck (1858-1947) fue un físico nacido en Alemania que dio identidad, por su descubrimiento, a la constante empleada para determinar cuánta es la energía de un fotón.

La constante que recibe su nombre es aplicada, al igual que otras constantes de la disciplina, para poder describir aquello que ocurre con los elementos que son imposibles que el ojo humano logre observar. La fórmula que sugirió se vincula con los temas más elementales de la teoría cuántica: la energía se constituye de partículas y la luz, por ejemplo, se conforma de fotones.

Junto a su equipo, Planck descubrió cómo la radiación, cuando impacta sobre los denominados cuerpos negros (cuerpos que reciben la totalidad de la radiación), era emitida en porciones o cantidades discretas, pequeñas. Estas diminutas cantidades se bautizaron como cuantos: por este motivo es considerado el padre de la física cuántica.

Permeabilidad magnética.

En esta disciplina, otra constante física es la permeabilidad magnética. Ese es el nombre con el que se conoce a la capacidad que algunos materiales tienen para hacer pasar, a través de sí, campos magnéticos.

¿Qué significa esto? Que cuanto mayor conducción haya en un material para permitir el paso de estos materiales, más será su permeabilidad.

Esta capacidad de ciertos productos no se da en todos ellos de igual manera; algunos presentan mayor permeabilidad y otros, menos. Veamos a continuación cómo se clasifican:

  • Diamagnéticos: la permeabilidad es inferior a uno, es decir, hay un rechazo hacia el campo magnético. El hidrógeno, el helio, el cobre, el oro, el azufre y el cloruro de sodio, entre muchos otros, son algunos de estos elementos.
  • Paramagnéticos: la permeabilidad es próxima a uno; en este conjunto figuran el aluminio, el magnesio, el titanio, incluso el aire.
  • Ferromagnéticos: su permeabilidad es mayor a uno, por lo que hay más disposición a atraer campos magnéticos. Estos elementos son empleados en motores, transformadores y generadores de determinadas máquinas eléctricas. Algunos ejemplos son el holmio, el terbio, el gadolinio y el erbio.
Elementos permeables
El oro es uno de los elementos que menos le permite el paso a un campo magnético.

La velocidad de la luz.

Una tercera constante física es la que alude a cómo funciona la velocidad de la luz. La constancia que se le atribuye hace referencia a los planteos e investigaciones efectuados por Albert Einstein, a principios del siglo XX, sobre cómo la velocidad de la luz debía ser siempre la misma.

Esto implica que, más allá de que haya un observador que pueda ver ese movimiento (de la luz o de cualquier otro tipo de radiación que se propague por el vacío), su velocidad se mantiene.

Hasta la actualidad, no hay nada que pueda ser más veloz que la luz, y los autores afirman que esto se debe a que, dado que la luz no tiene masa, su peso no se incrementa con la velocidad (lo que sí ocurre con otros elementos). Se ha consensuado, en la comunidad científica, que la velocidad que la luz puede alcanzar es de casi 300.000 km/s: más precisamente, 299.792,458 km/s.

La constante gravitacional o gravitatoria.

Una última constante de la física es la gravitatoria, también llamada constante de gravitación universal.

Esta describe cómo es la fuerza inherente a la gravedad, y permite hacer cálculos respecto de la fuerza gravitacional entre dos cuerpos.

Quien logra desarrollarla antes que nadie es Isaac Newton (1643-1727). Este concepto surge en el marco de los cálculos sobre la gravedad que efectuó, a fines del siglo XVIII, tras llegar a la conclusión de que los elementos con masa son atraídos hacia el centro de la tierra (como la manzana que golpeó su cabeza, evento que dio inicio a su conocido descubrimiento).

La manera en que consiguió calcular la fuerza gravitacional entre un par de elementos fue la siguiente: a partir de la masa de dos elementos, dividió este número por la distancia que había entre ellos al cuadrado y luego lo multiplicó por la constante, que denominó G. Con esto dejó en evidencia que no importa cuál es el peso entre dos objetos, o qué tan disímiles sean unos de otros: el valor de la fuerza gravitatoria universal se mantiene siempre constante.

Como adjetivo.

Cuando la palabra constante se emplea como adjetivo para calificar a algo o alguien, usualmente se vincula con rasgos positivos.

Si alguien es constante, significa que tiene una voluntad lo suficientemente firme como para concretar una acción que se sostenga, por lo general, a lo largo de un determinado período de tiempo.

Constancia y hábitos
La constancia puede trabajarse a diario con pequeñas metas: esto ayuda a adquirir el hábito.

Esta forma de actuar implica, muchas veces, cumplir con objetivos que la gente se propone. En este sentido, la constancia puede considerarse en función de dos escenarios:

  • Por una parte, esta constancia puede aplicarse en completar algo que posee término, es decir, una meta a corto, mediano o largo plazo:
    • completar un proyecto
    • entrenar para una competencia
    • finalizar una carrera académica
    • cumplir con metas en una actividad física (por ejemplo, alcanzar cierto peso, realizar algún ejercicio complejo con frecuencia)
    • instalar un negocio
  • Por otra parte, la constancia vista como una virtud más bien general puede concebirse como una forma de actuar en todas nuestras actividades. Ya no estaría ligada, de este modo, con cumplir metas sino con la manera en que ese sujeto se conduce en su actuar personal.

Ser constante, entonces, suele ser aprovechado como sinónimo de ser perseverante, de tener una voluntad firme, de ser resuelto y decidido. Existen diferentes formas de entrenar esa constancia, de trabajarla y de reafirmarla día a día. Un ejemplo puede ser crear metas cortas, breves: al hacerlas más alcanzables, es más fácil que alguien logre cumplirlas sin postergarlas.

Así se pueden acumular varias metas pequeñas que no requieran un plazo demasiado extenso y organizar cómo cumplirlas. De este modo, y poco a poco, al adquirir el hábito de concentrarnos en las pequeñas cosas cotidianas se va volviendo más simple abarcar metas con plazos más largos.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (9 de diciembre de 2022). Definición de constante. Tipos, acepciones y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/constante/